8:00 Los buenos días a tía Mimí

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"Bueno no me extraña. Se la nota que ha sido de buen ver en su juventud, y con el sebo del marido que tiene, ahora debe estar pidiendo algún adelantito de los goces celestiales bien ganados!!" -- se chancea doña Merdiú.

"Vaya lengua de víbora que gastas!" -- dice Mimí, y prosigue -- "Pues pronto doña Facundia le invita a que se quede a comer a casa un día que le lleva un pedido, con la secreta intención de que los muchachos se conozcan, y de seguido que los chicos se conocen empiezan a salir al teatro, de compras, de paseo, siempre con la beata Facundia de carabina, por supuesto. En la puesta de largo de la niña, Ramón ya iba de pareja de baile, y cuando las fiestas, que la muchacha era la reina, Ramón era su caballero de honor"

"Y como se llama la afortunada damisela?"

"Se llama Flor Virginia. Y es una coqueta que solo sirve, ya sabes, para estar todo el día en la peluquería, en clases de baile y de compras para estar a la última moda!" -- dice Mimí.

"Y un poco tontita, además, la pobre!" -- apostilla Ramón -- "Pero da igual, porque no habla mucho, es guapa, está hermosa y de buen ver y quedas muy bien yendo con ella a cualquier sitio. Además tiene buenas tetas, y eso luce mucho! Como esposa oficial, no está mal."

"Y en la cama que tal?" -- pregunta insidiosa doña Merdiú mientras le rasca con las uñas la base de las pelotas.

"Uy! Ni tocarla de momento. Virgen al matrimonio. Como debe ser. Para darle gusto este rabo ya tengo a otras zorritas como vosotras" -- dice Ramón, agarrando la membruda pija y agitándola en el aire.

"Y con mucho gusto lo hacemos para asegurar la felicidad de tu matrimonio, corazón! Ja, ja! Y la mamá, tampoco, eh pillín?" -- insiste doña Merdiú tomando la polla en su mano y agitándola también.

"Pues a eso iba" -- dice Mimí -- "Ya solo faltaba que la Facundia diera el paso con la idea del matrimonio. Una vez Ramón se hizo imprescindible y de confianza de la casa, que hasta empezaba a asesorar a Don Robustiano donde invertir sus dineros, con muy buen ojo, por cierto, se empezaron a multiplicar las ocasiones donde acompañaba a la Facundia a solas, bien de compras, bien de negocios, ya que Don Robustiano delegaba cada vez más asuntos en él. Y donde fue que cayó en tus brazos la primera vez, corazón?" "Al volver de visitar unas construcciones que están haciendo en las afueras. Se desencadenó una tormenta, y nos tuvimos que refugiar en un hotel. Vaya pécora. Decía que le asustaban los rayos, y se vino corriendo a mi cama" -- aclara Ramón.

"Ah, cierto! No me acordaba!" -- continúa la Mimí -- "Pues como es tan beata, le empezaron a entrar unas culpas y unas angustias por el desliz... , y decía que el noviazgo ya no se podría mantener, que como mujer pecadora había mancillado el honor de su hija, y que si patatín y patatán. Se fue a descargar de sus cuitas con la Lourdes, que ya venía instruida por mí sobre cómo reaccionar. La Lourdes la echa leña al fuego diciéndola que a ver si en el fondo es que anda celosa de la hija y en el fondo quiere anular el matrimonio porque quiere quedarse con Ramón solo para ella, y que vaya mala madre. Y le pinta muy bonito aquello arrepentirse y olvidarse del asunto y lo de tener un yerno tan galante en casa para que, sin decírselo, a ella le hierva la imaginación con la multitud de ocasiones que va a tener como la del hotel. Así que a la semana siguiente, la mamá ya le estaba exigiendo a la cornuda de la hija que fijara la fecha de la boda"

"Ja, ja, ja!" -- se parte de la risa la Merdiú -- "Diadema de cuernos no le van a faltar a tu Flor Virginia el día de la boda.

"Ni un buen polvo, que me lleva quemado con eso de andarla mimoseando en románticas noches de luna llena y no poderla dar nunca un rabazo!" -- comenta socarrón Ramón -- "Y me ando desfogando con todos los culos que mi novia tiene alrededor, su madre, la hermana de su madre, su prima, la criada de la casa"

"Bueno, pues aquí tienes dos para darte un alivio" -- dice la Merdiú.

"Dos? Me toca a mí, cielo, que tu ya vas bien servida!" -- apostilla Mimí.

Callan las señoras. Se morrean con Ramón y entre ellas. Le soban con más ansia cada vez.

Doña Mimí por fin mueve sus carnes y sube sus gorduras encima de su sobrino, se levanta el camisón, y se empala en la verga. Debe irse introduciendo la enorme tranca centímetro a centímetro para ir dilatando.

Luego comienza a follárselo primero suave y luego desbocada, a fuertes golpes de caderas, que hacen crujir sonoramente la cama debido al sobrepeso de la señora, pareciendo que va a aplastar al joven y hundir la cama. Pero la verga de Ramón resiste y penetra con éxito la masa cuando se le viene encima. Los pechos se agitan en el aire. Sus gorditos, grasitas, carnes y redondeces ofrecen toda una coreografía de movimientos, vibraciones y retemblores al ritmo del folleteo. Lanza gemidos intensos. Virtudes queda de segundona, pero participa besando en la boca al macho en acción y susurrándole las obscenidades que le cruzan la cabeza. Hasta que finalmente Mimí, tras un grito y un temblor que le sacude todo el cuerpo, cae derrengada refugiándose en los brazos de Ramón. Sonríe. Los muslos le tiemblan. Aún tiene un par de espasmos antes de abrir los ojos.

Cuando desenfunda, el miembro de Ramón sigue tieso.

Doña Mimí toma una crema de la mesilla y le da también a doña Virtudes. Con la crema le untan la polla, y juntas se ponen a pajearlo mientras disfrutan mirando.

Es un placer máximo que hace que Ramón cierre los ojos y gruña de gusto.

"Ya te viene mi amor?"

"Dánoslo ya, guapo!"

Le van animando.

"Venga cielo!"

"Suéltalo todo!"

"Danos tu leche corazón"

Le ordeñan con fuerza la verga, le exprimen el capullo. Notan en las manos cómo el miembro se agranda, se endurece. Las palmas perciben las venas abultadas. El puño se atasca en la corona del glande.

Por fin explota como un geiser y suelta un gran chorro de semen al aire que las salpica a las dos. Ellas lo contemplan con arrobo. Un segundo chorro y hasta un tercero. Las dos damas, salpicadas por todas partes, se ríen contentas.

"Jesús, qué abundancia!"

"Vaya surtidor"

"Una inundación"

"Me puso perdida"

Luego lamen los restos con deleite hasta no dejar gota.

La marquesa de Merdiú se levanta y se marcha: "Creo que va siendo hora de que recoja a Inmaculada y nos vistamos"

"Uy, yo también. Se me hace tarde" -- y doña Mimí se dirige al baño -- "Oye no le habías prometido a la Fátima no se qué? Crees que puedes? Ja, ja"

"Creo que me quedo algunos minutos más entre las sábanas" -- dice perezoso Ramón.

"Pero no te olvides que a las once debes estar donde la señora del Rameral. Con la colección italiana. Son cuatro señoras" -- le recuerda su tía desde la ducha.

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