Álgebra 02

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"Te quiero con todo mi corazón, Mandi, pero creo que definitivamente no soy lesbiana". Dijo María. "Pero eso no quita que te quiera conocer," agregó.

"Eso mismísimo pienso yo," contestó Amanda. "Conozcamos!" Y con esto rodó sobre María, montando sobre su torso.

María sintió los labios húmedos de la vulva de Amanda contra su vientre, y cuando Amanda se inclinó hacia adelante, levantando la pelvis, notó la huella de lubricación abajo de su ombligo. Amanda se inclinó y le dio un beso en los labios, sin abrir la boca. Luego desmontó, le dio la espalda, y colocó sus rodillas a los lados de la cabeza de María, cuidando de no jalarle el pelo. Las manos de Amanda se deslizaron entre los muslos de María y empujaron para separarlos. María cedió y abrió las piernas, mientras Amanda se inclinaba sobre su pecho. María podía ver la vulva mojada de Amanda a unos centímetros de su rostro. Subió las rodillas, exponiendo su propia vulva. Amanda bajó la cabeza y dio al clítoris de María una lamida. El efecto fue tan fuerte que María dio un respingo y casi hizo caer a Amanda de costado.

"Es muy sensible," susurró María, "casi ni lo puedo tocar. No directamente"

Amanda colocó tres dedos sobre el pubis de María, justo arriba del clítoris, y empezó a masajear con movimientos circulares.

"Ah, así sí está bien, Mandi," informó María. "Sigue!"

Amanda mantuvo una cadencia regular, sin apretar mucho, sin tocar el clítoris directamente, sin acelerar o cambiar de ritmo.

María sintió la excitación aumentar y pidió: "un poco más rápido, Mandi!"

Amanda aceleró un poco. María se dejó llevar en la corriente de sensaciones que aumentaba en intensidad y comenzó a jadear. Amanda aceleró otro poco sus movimientos. En un momento María alcanzó una meseta pre-orgásmica y soltó una risa. Amanda, atenta, frenó un poco el movimiento. María volvió a jadear y susurró "Más, Mandi, más!"

Amanda aceleró de nueva cuenta, y María logró salvar otra pequeña cúspide. Cuando Amanda volvió a frenar María soltó un gemido de frustración. "Ya, Mandi, déjame correr!" logró decir entre jadeos.

Amanda aceleró una vez más, y esta vez, cuando María empezó a reír, cubrió el clítoris con los dedos y frotó tan rápido como pudo. El efecto fue para María como si una bomba explotase en su vientre, la fuerza del orgasmo le hizo jalar aire con un ruido ronco, y luego perdió por completo el control de sus miembros. Sus piernas y brazos se sacudieron en espasmos, sintió su vagina contraerse y soltó un largo chisguete, como si orinase. La oleada de placer le robó el aliento y su cuerpo se sacudió en convulsiones gozosas. La sensación amainó, el chorro se detuvo, y su cuerpo perdió toda la fuerza. María quedó temblorosa y agotada, con Amanda aún arrodillada sobre ella.

"Guau." Dijo Amanda, mientras se sentaba en la cama junto a María.

María logró sonreír débilmente. Al primer intento no logró hablar, tosió y logró decir con voz ronca "Ay Mandi, creo que me he orinado."

"No seas boba, niña!" Dijo Amanda, "No es orina! Te has corrido de una forma increíble! Mira, ha llegado hasta el espejo de la cómoda!"

María se incorporó con dificultad. Vio una línea de humedad que corría por la cama desde su entrepierna hasta la base, y al parecer seguía, pues el espejo de la cómoda, recargada en la pared frente a la cama estaba mojado. Sintió el rubor subírsele de golpe al rostro.

"Fui yo?"

"Y quién si no?" Amanda se rió. "Que no lo sentiste?"

"Lo siento mucho, Mandi!, fue un accidente!" Soltó María preocupada, queriendo levantarse, "ya lo limpio!"

"No te preocupes!" Dijo Amanda deteniendo a María y haciéndole recostarse de nuevo. "Fue increíble verlo!" Luego, "Que suerte tienes, María, yo nunca me he corrido tan fuerte, nunca he logrado eyacular."

"Es normal?" preguntó María, aún un poco apenada.

"Claro, boba, bueno, solo algunas mujeres logran hacerlo."

María soltó un suspiro. "Si yo lo he logrado, seguro que tu puedes, Mandi!"

Amanda sonrió. "A lo mejor, si tu me dices el secreto," dijo.

María sonrió a su vez. "No hay secreto, solo hay que frotar la pepa así como lo hiciste."

María se arrebujó en la almohada. "Me has agotado," dijo cerrando los ojos. Vagamente sintió que Amanda le extendía por encima un cobertor, y luego se deslizaba en la cama a su lado. En un instante se quedó dormida.

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