Amazonas Club 01

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Recordando desde mi jaula.
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Parte 1 de la serie de 2 partes

Actualizado 03/18/2021
Creado 12/31/2011
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Son ya muchas horas postrado en esta jaula. La oscuridad del almacén no me deja ver mucho mas allá de tres metros. Esto es un recorrido de jaulas por un estrecho pasillo de un almacén. De frente y a los lados de mi jaula, hay otras mas jaulas vacías, pero al final del pasillo noto la respiración tranquila de otro esclavo del club. Posiblemente seamos dos, no lo se. El pasillo pudiera resultar mas largo, e igual hay mas como yo.

Desde que estoy encerrado en esta jaula, he perdido la noción del tiempo, ya ni se si es de noche ya. Aquí la luz siempre es la misma.

Pienso mucho en la señorita Yin Wenying, la hecho tanto de menos...

Recuerdo cuando entre por primera vez en su casa. Ese temor que tuve cuando di mi primer paso. Una entrevista larga mientras ella sentada en su sillón, escuchaba mi respuestas estando desnudo frente a ella y de rodillas.

La señorita Yin Wenying es tremendamente hermosa, morena de cabellos largo hasta la espalda y piel dorada. Sus ojos son dos pequeñas perlas de miel orientales, un cuerpo escultural vestido con la bata chinesca de color rojo y estampados blancos. Calzaba sus hermosos pies con unas zapatillas cómodas de andar por casa en el que se dejaba ver sus talones. Una excitante estampa con sus piernas cruzadas dejando ver medio muslo.

Ella sostenía en sus manos mi matrícula de iniciación, rellenaba los datos de mi contrato y daba su importante firma para ser aceptado en el club Amazonas. Desde ese momento me convertí en su esclavo en pruebas en su propio domicilio, para luego acabar mi sueño en este club.

Ese mismo día ella me inspecciono. Fue entonces cuando sentí sus manos acariciando mi torso. Mi mirada se perdía por el salón evitando mirarla. Me rodeaba dando vueltas al rededor mío, sin dejar de palpar mi cuerpo con sus suaves dedos. En una de estas no pude evitar de moverme cuando ella bajó sus dedos por mi cadera, dándome un cosquilleo que me hacía temblar.

No te muevas! Me dijo mientras me sujetaba los morros aplastando con fuerza. Luego prosiguió con mi observación.

Me enseñó a no moverme cuando me hagan una inspección, las posiciones elementales de un esclavo, el ser insensible para el respeto, y a controlar todas las emociones.

El club amazonas es muy estricto con la disciplina. Llegar a ser esclavo del Amazonas iba ser un camino largo y difícil desde entonces.

Empecé como un animal de compañía en la casa de Yin Wenying hasta que aprendí los modales de un esclavo amazonas.

Recuerdo cuando cogió mi miembro por vez primera. Pude sentir aún mas su autoridad y el deseo de ser su esclavo, lo deseaba mas que ser parte del club Amazonas.

Los toqueteos y la situación de estar desnudo ante ella, hizo que mi miembro se desarrolle para un motivo. Eso creó una dependencia a sus caricias y mi motivación plena para la señorita Yin Wenying.

Con un collar de perro me vistió . Sobretodo esto que llevo ahora que recoge y aprieta mis pelotas y miembro, el curioso aro testicular que tanto me sonroja, ya que por nada tengo erecciones. Ya con solo ver una dama de este club, ya tengo una erección. Es increíble lo excitado que me pone sentir el apretado aro en mi sexo. Esto hace que mi miembro esté mas expuesto y con mayor volumen por su inchamiento.

Recuerdo como me lo puso por mi primera vez Yin Wenying. Atrapó completamente el miembro y no pude evitar dejar caer una gota de excitación en su mano. Esta se levantó enfadada de su asiento y me arreó una gran bofetada.

Con Yin Wenying aprendí todo sobre el secreto de mi esclavitud, aprendí a conocer mis límites y a mejorar mi actitud de esclavo. Gracias a ella, soy lo que soy, y pasado la semana en su casa de prueba, ahora soy un orgulloso esclavo de este club. Listo para servir a cualquier dama.

Aún tengo las marcas de su entrañable fusta. Las paseé con orgullo por el pasillo antes de que la señorita Lidia me encerrara en esta jaula.

El primer día que me castigó con su fusta, el timbre de su puerta sonó. Dejó su fusta entre la raya de mi culo hasta el suelo, y fue a ver quien era.

La fusta quedó graciosamente apoyada en mi trasero en el dibujo de mi línea anal de forma vertical hasta el suelo. Era ridículo, aunque me esforcé para mantenerlo así.

La voz de mi Tutora se mezcla con otra voz femenina después de que ella abriera la puerta.

Allí fue cuando conocí a Dai Sijie. Una chica mas joven que Yin Wenying. También morena, algo mas clara de piel. Muy guapa y venia vestida con unos vaqueros que le llegaba hasta los gemelos, mas calzaba unas bailarinas negras y planas. También tenia una camisa negra ajustada, dejando al descubierto los hombros dulces que tiene. El pelo lo llevaba recogido con una cola.

Dai Sijie al entrar al salón quedó sorprendida al verme. Pronto sentí como Dai Sijie quita la fusta de mi nalga y con otra mano acaricia mi castigado trasero. El cosquilleo de los dedos de Dai Sijie me hacía perder la concentración de mi postura. Me hacía mas expuesto mis testículos para que Dai Sijie pueda sopesarlos y comprobar mi virilidad.

Yin Wenying se sentó en el sofá y dejó que su amiga me analizara a fondo. Dai Sijie me vio dócil y muy seguro para ser un voluntario en su primer día.

Esto le dio confianza a Yin, y comentó que iba ser su esclavo particular una semana. Dai agachada detrás mía acariciando mi miembro, le parecía extraño el no hacerlo desde el club. Pero Yin ya había echo la solicitud con unas de las dueñas del club, y como ella es una adiestradora bien mirada por la empresa, se la aceptaron.

Dai Sijie se levantó y dejó mi miembro bailando en pasmos exagerados apunto de gotear semen. Se sentó con Yin, y no dudó en llamarme como un perro.

Gateé hasta ella, y tal como Yin me enseñó me postré frente a ella de rodillas y mirando el suelo.

Limpia zapatos? Preguntó a Yin mirándola con complicidad.

Yin hizo mofa de mi actitud temblorosa y mi erección ante ellas. Ambas se reían mientras Dai cruza las piernas dejando la derecha levantada y la otra al suelo.

Vamos! Limpia la suela.

Apoyé las manos al suelo para estar completamente a gatas y lamí con mi lengua su suela desesperadamente.

Las bailarinas de Dai quedaban sueltas de su talón. Apenas enganchada entre sus dedos del pie. Ella se reía ver mi estampa. Pero Yin mas bien vigilaba mis movimientos. Tuve la sensación de que no la estaba defraudando e intentaba ser estético en mis movimientos. Al fin al cabo ella me ha repetido mil veces que mi desnudez y mis movimientos deben ser en armonía a la estética. Cuando Dai se daba por satisfecha de la limpieza de su suela, cambiaba de pie, cruzando la otra pierna. Y mi deber es de esperar y solo lamer cuando ella daba unos suaves movimientos del pie. También tuve cuidado en no tocar mi lengua en partes de su pie desnudo que asomaban cuando el zapato quedaba casi suelto. No debo entusiasmarme demasiado, debo ser delicado, me repetía Yin viendo la estampa.

Pero Dai fue mas pícara y dejó caer su zapato al suelo. Con esto su amiga me quería poner a prueba. Antes de yo coger su bailarina, ella misma me arreó un bofetada.

Yo no te he mandado a cogerla!

No podía ni decirle perdón, así que callado me incorporé de rodillas frente a ella mirando al suelo y apenado por mi error.

Anda! ponte al suelo para usarte de cojín.

Acerté en la posición, ya que supuse que para quedar a media altura, y serle de favor a Dai, tuve que ponerme a gatas con codos y palmas de la mano pegado al suelo y prácticamente la punta de mi miembro tocaba el frío suelo, quedándome mas agazapado para que ella se quitara el otro zapato y apoye ambos pies sobre mi espalda.

En ese momento Yin se levantó y se fue a la cocina a preparar unas tostadas para ambas. Dai y yo, su felpudo humano, nos quedamos en el salón. Ella relajada viendo la televisión programaciones de mañana, y yo concentrado en las palpitaciones de mi pene erecto contra el frío del suelo. Para el colmo tenía sus bailarinas frente mi cara a un palmo de besarlos, bien puesto sobre el suelo cerca de mi mirada disimulada.

Recuerdo que aspiraba y sentía su olor afrodisíaco. Nunca supe si se percató de esto, pero dejé caer una gota de semen al suelo. Me tuve que controlar mucho para no eyacular del todo. Ya que no quería defraudar a mi tutora.

Yin llegó con un plato de tostadas con mantequilla y lo colocó sobre una mesilla apartada del salón. Se acercó hasta nosotros y se sentó con su amiga.

Felpudo! ve a coger el plato.

Atento a la orden de Yin, esperé educadamente a que su amiga quitara los pies de mi espalda, Luego gateé hasta la mesilla, cogí el plato con las dos manos y tal como me enseñó mi tutora, voy de rodillas hasta ellas.

El plato lo llevé a la altura de ellas. Yin y Dai cogieron una cada una, y me dejaron de esta postura hasta que cogieron otra. Fui un mueble un buen rato sujetando el plato. Desnudo frente a las dos y de rodillas. Ambas charlando y olvidando mi presencia. Charlaban de sus cosas varios minutos.

Yin cómoda con las pierna cruzadas y danzando unas de sus zapatillas, escuchaba atenta a su amiga mientras mordía su tostada.

Dai es extrovertida y alegre. Le contaba fechorías y líos cual Yin divertida escuchaba. Perecían muy unidas y yo en ese momento experimentaba una sensación alegre de un ser sufrido para su felicidad.

Después de ese día la pude ver con mas frecuencia en el apartamento de mi tutora. Son muy buenas amigas y con migo han compartido tardes de adiestramiento.

En una semana aprendí no solo servirles, si no a cocinar para ellas. Tuve un horario estricto acorde con el trabajo de Yin y las visitas de Dai. A parte de la confidente amiga de Yin, no vi mas nadie en la casa mas que su jefa del club, la Doctora Zuleima. Esta vino un día a hacerme un rasurado eterno con láser, y una revisión médica para ser admitido a el club Amazonas.

En toda la semana nunca se me permitió eyacular, aunque he estado apunto por culpa de las torturas de Yin al masajearme mi miembro cada vez que lee. Tenía la costumbre de acostarse en la cama respaldada con una gran almohada a la pared. Mientras lee sujetando con la derecha un libro, con la mano libre juguetea o masajea mi miembro totalmente expuesto. Mi postura era ridícula, ya que boca arriba tuve que recogerme las rodillas abiertas. Era como un perro que espera que le acaricien la barriga. Así pasaba horas, mientras yo hacía un gran esfuerzo para no eyacular. Sin embargo no le importaban que goteara.

Me enseñaron a que nunca un esclavo debe estar acostado boca arriba con las piernas entendidas, a no ser que fuera alfombra. En el resto de los casos debo siempre elevar las piernas separadas con las rodillas al costado a la altura del pecho, y mis manos recogidas al pecho, como una moribunda cucaracha. Cuando se trata de estar boca a abajo, debo hacerlo igual pero esta vez de rodillas y agazapado al suelo. El caso que nunca debo estar cómodo extendido en el suelo. En espera, debo estar de rodillas y las manos firmes, en caso de no tenerlas ocupadas con alguna bandeja. Gatear para caminar. Y en caso de castigo, agazapado con las nalgas erguidas.

El día que conocí a la Doctora, aprendí hacer reverencia de forma elegante. Fui a gatas hasta Zuleima y como en posición de castigo besé sus zapatos de tacón alto. En caso de que llevara sandalias, como suele ponerse Yin, debo tener cuidado de que mis labios toque el pie. Eso sería una falta de respeto, ya que para esto debo tener el permiso de la dama.

Fue Zuleima quien educó mi ano. Experta domina de unos 40 años. Morena de lacio pelo hasta el cuello. Delgada o mas bien compleción normal para su edad. Mi primer plug anal y mi limitadores me las colocó esta mujer. Con ella fui aun mas lejos de mis humillaciones. Esto fue ya en los últimos días de la semana. El último día Yin me llevó en su coche hasta el club. Osea ayer....

Desde ayer estoy aquí. Desde ese día triste del abandono de mi tutora, quitándome de su casa y dejándome de la mano de una de las cuidadoras del club, he pasado por varias pruebas médica de otra doctora. Y todo para al final pasar la noche en esta Jaula, el cual apenas no pude dormir.

En fin, Hemos llegado al presente de esta historia de sumisión.

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