Asomada a la Ventana

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Violada por varios desconocidos.
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Habíamos pasado una excelente estadía en ese hotel durante el fin de semana largo. Era el último día y estábamos armando las valijas para el regreso, pero luego del almuerzo nuestros hijos quisieron bajar a disfrutar de una tarde soleada en la piscina y mi comprensivo esposo decidió acompañarlos.

Se despidió con un amoroso beso y me deseó que disfrutara de un rato de tranquilidad.

Aproveché entonces para darme una ducha relajante. Al salir del baño sentí que el aire acondicionado enfriaba bastante el ambiente, así que me vestí con una camiseta de algodón, quedándome con el trasero al aire. Me asomé a la ventana, desde donde se podía apreciar el paisaje del lugar en todo su esplendor. Desde allí también podía ver a mi familia retozando en la piscina. Luego me recosté boca abajo en la cama por unos instantes, pero aparentemente me relajé demasiado y me quedé algo adormecida.

Luego de un rato me pareció entre sueños oír el ruido de la puerta que se abría y que alguien pasaba cerca del borde de la cama. Pensé que sería mi esposo, pero cuando entreabrí mis ojos, pude ver por el espejo que se trataba de un joven camarero del servicio de cuartos. Recordé que estaba desnuda de la cintura para abajo, exhibiendo todo el esplendor de mi redondo y firme culo a quien pasara por allí. Ya era demasiado tarde para cubrirme, por lo tanto decidí que era mejor no moverme y simular estar dormida, para evitarnos un mal momento embarazoso a ambos.

Pero el chico no se movía del rincón. Pude oír algunos sonidos extraños y entonces caí en la cuenta que se estaba masturbando mientras no dejaba de observar mi culo. Podía ver su mano deslizándose sobre una verga de tamaño considerable, hasta que ahogó unos gemidos y acabó derramando semen en un pañuelo. Luego se retiró tan silenciosamente como había venido.

Me sentí furiosa por lo que había ocurrido, pero al mismo tiempo noté que mi concha se humedecía y latía, algo que siempre me ocurría cuando me excitaba.

Me acerqué a la ventana y vi a mis hijos todavía disfrutando de la piscina, mientras mi esposo me saludaba y se encaminaba hacia el lobby.

Levanté la vista al cielo y repentinamente me encontré deslizando una de mis manos entre mis piernas, con varios dedos entrando y saliendo de mi humedecida y dilatada concha. Era una sensación increíblemente placentera.

Estaba tan concentrada en mi propio placer que no oí abrirse la puerta de la habitación.

Continuaba acariciándome el clítoris cuando sentí la presencia de alguien detrás, que me tomaba suavemente por los hombros mientras apoyaba su dura verga contra mi trasero desnudo.

"Quiero que me la metas bien adentro, lo necesito", le dije, sonriendo al notar que mi esposo había subido en el exacto momento en que lo necesitaba.

"Shhhh" le oí decir, mientras continuaba observando a mis hijos. Abrí un poco mis piernas para facilitar la penetración de mi ahora bien lubricada concha. Su verga se deslizó suavemente dentro de mi cuerpo, llenándome de una manera algo extraña. Me aferró por las caderas y empezó a cogerme muy despacio mientras me apoyaba en el borde de la ventana. Luego de un par de minutos su ritmo se acrecentó, pero entonces tuve un sobresalto al ver que mi esposo regresaba a la piscina, tres pisos más abajo.

"¿Pero...?" alcancé a preguntar, mientras el hombre detrás mío enredaba su mano entre mis cabellos y me forzaba a mantener la cabeza hacia adelante.

"Ni una sola palabra, nena" Me susurró al oído mientras seguía bombeando su verga dentro mío, sin perder el ritmo. "Después de todo, me pediste que te la metiera"

Pude girar un poco mi cabeza, para descubrir que había otros tres hombres junto al que me estaba cogiendo. Uno de ellos era el mismo que un rato antes se había masturbado mientras me veía yacer semidesnuda en la cama. Supongo que se lo había comentado a sus amigos y decidieron entonces venir también ellos a disfrutar el espectáculo. Al encontrarme masturbándome en la ventana debieron haber pensado que era una perra bien caliente lista para ser enfiestada por todos ellos.

Eran muy jóvenes, atléticos y musculosos. Los reconocí como integrantes del personal del hotel. Me observaban sonriendo mientras sostenían sus duras vergas fuera de los pantalones.

Observé que mi esposo me miraba y saludaba. No era posible que desde allí abajo pudiera ver al hombre que me estaba cogiendo por detrás. Quería gritar, pero el pensar en que toda esa gente podría enterarse que estaba siendo violada frente a ellos era una situación muy humillante.

Me quedé muy quieta, rogando que el hombre terminara rápido y se fuera sin lastimarme.

Escuché su jadeo entrecortado en mi nuca y me preocupó un poco el hecho de que seguramente iba a acabarme dentro. No quería que fuera de esa manera, pero no sabía realmente qué hacer o decir. Entonces fue demasiado tarde. Sentí que sus manos se crispaban sosteniendo mis caderas y entonces pude notar que había descargado su semen ardiente dentro de mi cuerpo.

Todavía siguió cogiéndome por un rato más, hasta que su verga perdió dureza y se retiró.

"El próximo", dijo, "yo sigo filmando" Entonces vi que recibía una cámara digital del hombre que ahora se ubicaba a mis espaldas. Estaban tomando fotos de mi humillante violación además.

"Por favor, no más", le supliqué al segundo hombre que se aprestaba para penetrarme, mientras restregaba su verga entre mis piernas. "Calladita y seguimos o todo el mundo sabrá lo que está ocurriendo aquí" me respondió, mientras presionaba suavemente la gruesa cabeza de su miembro dentro de mis ahora inflamados labios vaginales.

Entendí entonces que estos hombres ya habían calculado que yo iba a soportar la humillación de ser cogida de esta manera, antes de la humillación de que mi esposo y las demás personas supieran que había sido violada.

Permanecí quieta mientras el segundo hombre hundía su dura verga hasta el fondo de mi ya bien lubricada vagina. Mi hijo menor miró hacia arriba y me saludó, sin saber que su mamá estaba siendo cogida por un extraño. El hombre me forzó muy duro y rápidamente, a veces haciéndome gemir de dolor ante sus brutales embestidas.

Repentinamente me encontré respondiendo a su cogida. No podía creer que ello estuviera sucediendo, mi cuerpo estaba respondiendo a la violación. Todo era tan extraño, la situación me había excitado tanto que necesitaba liberarme y relajarme. Y mi cuerpo iba a lograrlo de alguna manera.

"Realmente le gusta" comentó el muy desconsiderado a sus amigos, al notar que ya mi resistencia era nula, mientras continuaba empalándome brutalmente.

Sentí repentinamente que mi maltratada concha estaba a punto de explotar y enrojecí de vergüenza al llegar al orgasmo con la verga de mi violador adentro. Suspiré suavemente, tratando de que no pudieran notar mi estado, mientras el hombre me penetraba más allá de los límites de mi cuerpo.

Alcancé un increíble orgasmo, temblando un poco por la excitación que me estaba provocando la violación y recién después de otro par de minutos sentí que mi vagina volvía a recibir otra generosa cantidad de semen.

El tercer hombre tomó su posición detrás y esperé que entrara en mi vagina sin mayor contemplación, pero dejé escapar un grito de sorpresa al notar que estaba muy interesado en mover la masiva cabeza de su verga entre mis redondas y endurecidas nalgas, tratando de penetrarme analmente.

"No, por atrás no, nunca lo he hecho así" le dije.

"No me importa, no te voy a coger por la concha donde mi hermano justamente termina de acabar adentro. Además, me gusta romperle el culo a las mujeres y el tuyo pide a gritos que lo maltrate un poco", me respondió socarronamente.

Me preparé para el asalto, mordiendo mis labios para no gritar mientras sentía esa dura verga entrando en mi culo. Nunca lo había intentado de esa manera, ni siquiera con mi esposo y ahora sentía que este desconocido iba a partir brutalmente mi cuerpo en dos, mientras su pene se abría paso a través de mi trasero virgen. Una vez que tuvo la mitad de su verga adentro, empezó a retirarse y a embestirme fuertemente, intentando penetrarme por completo.

Cada embestida hacia adelante amenazaba con hacerme aullar de dolor, pero traté de mantenerme en silencio y sin moverme, para que nadie allá abajo pudiera notar lo que sucedía.

El muy animal siguió castigando mi culo sin misericordia, disfrutando la manera en que se dilataba y se tragaba su enorme verga. La falta de lubricación me estaba matando.

El dolor inicial comenzó a disminuir un poco, aunque sin desaparecer por completo, mientras sentía el maltrato que recibía mi culo. Al mismo tiempo, comencé a sentir el golpeteo rítmico de sus genitales contra mi clítoris, algo que me hizo estremecer de placer, mientras mi excitación comenzaba a aumentar nuevamente.

Finalmente sentí con alivio, que el hombre acababa dentro de mi culo y se inclinaba hacia adelante, besándome la base del cuello y susurrando que lo había disfrutado mucho, para retirarse luego muy despacio, como si hubiera querido prolongar su goce todavía un poco más.

Sin perder tiempo, tomó su lugar el último hombre, el mismo antes que se había masturbado.

"Por favor, dame por la concha" le rogué con una mirada provocadora, esperando que tal vez una buena cogida podría llevarme a alcanzar otro orgasmo.

Enterró su pija en mis profundidades, haciéndome gemir de sorpresa al notar que su tamaño era mucho más grande que el de sus amigos. Mi vagina le dio una cálida bienvenida, acomodándose rápidamente a la intrusión.

Ya no me importaba el hecho de haber sido violada, ni que estuvieran filmando todo, ahora solamente quería gozar y acabar en un buen orgasmo sobre la verga de este cuarto desconocido que me cogía. Seguía observando mientras tanto a mi adorado esposo tres pisos abajo, pero eso me excitaba más y más todavía.

El hombre deslizó sus manos por dentro de mi camiseta hasta tocar mis pechos y comenzó a acariciar suavemente mis endurecidos pezones, lo cual agregó un poco más de excitación a la oleada de placer que ya comenzaba a invadirme.

Sentía que estaba a punto de perder el control, aullaría fuertemente como una perra en celo y todo el mundo iba a notar lo que estaba sucediendo en esa ventana.

Repentinamente sentí un calor interior que subía desde mi sexo, comenzando a jadear mientras mi segundo orgasmo iniciaba su aparición. Levanté mi cabeza hacia atrás, al mismo tiempo que dejaba escapar un prolongado grito de placer, denotando que había alcanzado el orgasmo en plena violación. Unos segundos después, el hombre llegaba también a su propio placer, vaciándose en el fondo de mi maltratada vagina.

Los cuatro hombres se vistieron, regodeándose por el buen rato que habían pasado y me recordaron que, si los denunciaba, ellos alegarían que yo los había hecho entrar a mi habitación, provocando luego toda la situación. Además, la filmación podría llegar a circular en internet.

De todas maneras, no pensaba decir nada. No era capaz de enfrentar a mi esposo y contarle todo lo que me había sucedido. Me dirigí rápidamente al baño, donde llené la bañera para un buen momento de relajación en agua caliente. No podía creer que había sido forzada por un grupo de hombres y que había disfrutado el momento tanto como ellos. Comencé distraídamente a acariciar mi inflamado clítoris, mientras recordaba la violación, hasta alcanzar un nuevo orgasmo, esta vez sin reprimir unos profundos gemidos y jadeos, con toda libertad y naturalidad.

Pensé qué podría hacer con mi esposo para compensar mi sentimiento de culpabilidad por haber disfrutado y gozado, pero entonces me dije que le haría una buena fellatio y con ello quedaríamos a mano.

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