Dog!

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En ese momento mi pene quedó flácido y decidí acortar el tiempo durmiendo esas horas de la mañana solo en casa.

Desperté de un sueño húmedo cayendo en la cuenta que igual llevaba mas de dos horas dormido. La presión del broche y el anillo en mi pene erecto me despertaba siempre a cada dos horas y desde entonces decidí salir del cesto a gatear un poco por la solana. No sabia que hora era, pero las luces del día se intensificaron mas por la ventanilla que daba al patio relevando la proximidad del medio día. Sabía que Nagore llegaría primero y me puse hacer tiempo frotándome el sexo con las manoplas en busca de aliviar me tanta tensión.

Un gran chorro de semen cayó al suelo hasta que pude controlar el resto de chorros presionando el resto contra mis muslos. Tuve que darme prisa y lamí las manchas del suelo mientras mis manos en guantes restregaba mis muslos. No quería dejar restos y pruebas de mi comportamiento en ausencia de mis dueñas. Por suerte pasaron dos horas mas hasta que oí la puerta principal abrirse.

Yo estaba sudando de calor mientras tras el cautiverio las escuchaba moverse por toda la casa hasta que pasada mas de media hora abrió la puerta de la solana.

"Joder que peste!... Que has estado haciendo chucho?. Huele a polla"

Sin ladrar posé mis labios sobre su empeine de uno de sus pies descalzo.

"Quita cochino, seguro que has estado frotando ti pitito en alguna parte"

Gemí avergonzado y me puse sobre mi cesta evitando un posible golpe o patada.

"Basura, ven aquí!" Gritó muy enfadada.

Gateé hasta ella y posando mi barbilla al suelo y esperé un castigo sobre mis nalgas en pompa. Esperaba por la posibilidad de unas nalgadas pero ella solo se interesó en tomar mis genitales entre mis muslos sacándolos hacia fuera y verlos de cerca. Pude sentirla tras mía apretando mis bolas mientras tomaba posición en cuclillas y con otra mano tomaba mi pene frotando mi glande. Después de un silencio incómodo mi pene enfureció entre sus dedos ya lubricados de mis jugos. Su respiración sobre mis nalgas confirmaba la proximidad de su rostro estudiando las pruebas que relevaron sus sospechas.

"Te has pajeado como un cerdo con los guantes". Dijo molesta levantándose y al mismo tiempo tirando de mis bolas. Tuve que levantar mis rodillas del suelo gimiendo dolor. Al final me sostuvo de pies y manos tirando con el puño cerrado de la base de mis testículos y con otra mano me propinó diez golpes contra los mismos. Desde el primero al ultimo golpe lloré de dolor hasta que me soltó.

" Voy a decírselo a mamá, chucho malo. Sabes que ella solo te permite chorrear sobre sus pies. Como te has atrevido?...."

Abatido de dolor y mi pene encogido la miré con súplica pero de sus ojos amenazantes me estudiaba como si hubiera visto un gusano arrastrándose por los suelos de su solana. Entonces dijo...

"Arriba Dog!"

Rápido me coloqué en mis manos y rodillas hasta que tomó con un dedo el collar y me guió hasta la salida. Una vez en la cocina soltó mi collar y con un vamos me obligó a seguirla hasta la sala.

Su andar por en salón despertó mi curiosidad por sus nalgas apenas cubiertas por su camiseta de andar por casa. Ya se había quitado los pantalones cortos y estaba solo cubriendo su sexo unas diminutas tangas. No llevaba nada del atuendo que había visto cuando salió de casa con su madre. Ni siquiera se molestó en ponerse zapatillas cómodas. Descalza se sentó cómoda sobre el sillón delante de la tv encendida.

Este ritual ya lo conocía en esos días cuando Nagore llegaba temprano del instituto. Lo que ya había pasado varias semanas que Nagore se quedaba con su novio y amigas en el centro comercial y era Mariela la que llegaba casi al mismo tiempo a las tres.

Añoraba esos previos momentos pero lo que me sorprendió mas es que me invitara hacerlo después de la reprimenda en la solana.

Ella una ves sentada bajó sus bragas hasta sus tobillos. Puede que pareciera vulgar pero nada mas abrir sus muslos yo sabía mi función. Sus palabras solo fueron...

"Si te portas bien con mi coño puede que no le diga nada mamá"

¿Puede?, yo sabia que se lo iba a decir de todos. Era la segunda vez que desobedecía y ya Mariela con el consejo de una de las compañeras de su trabajo que conocía mi condición se había planteado un dispositivo de castidad para mi pene.

De manos y rodillas me coloqué frente a ella y desde que Nagore echo su cadera hacia mi usé mi lengua por todo su sexo. Lamí cada concha sin pelos respirando olor a orina. Esto confirmó que había orinado antes de ir en mi busca en la solana. Tampoco es que me importaba ya que muchas veces usaban mi lengua cuando me llevaban al inodoro. Todas lo hacían, lo único que cuando me usaban para el placer de sus coños, lo hacían en discreción como ese día con Nagore sola en casa. Mariela sabía que sus hijas me usaban para esos fines y no le importaba. Lo único que pedía era discreción e intimidad.

Cada muslo de Nagore reposó en mis hombros hasta sentir sus talones sobre mis nalgas. Ella solo tenía bellos claros sobre su ingle y me fue fácil lamer su clítoris entre sus labios depilados. Tan pronto oía sus jadeos mi pene se levantó hasta tocar mi ombligo. Lamía y lamía con devoción y su coño cada vez mas húmedo olía mejor que a orina. Su olor mas sexual me embriagaba hasta el punto que su coño joven entre las amas de la casa se convirtió en mi favorito dejando en segundo lugar el de su madre. Sin embargo Edurne era mas descuida en su aseo y por ello sin despreciarlo la colocaba en el último puesto.

Los orgasmos llegaron tan pronto apretaba sus muslos a mis oídos. Casi me asfixia cuando jaló mi pelo hacia ella y apretó mi rostro a su coño por casi un minuto. Luego me soltó y de una patada me apartó.

Confundido esperé mirándola como abatida se recostó al respaldo suspirando con los ojos cerrados.

"Buen perrito!"

Pronto su subió las tangas y mirándome me dijo de nuevo...

"Buen perrito, ahora relaja mis pies hasta que venga mamá". Sonrió.

Volvió a poner atención a lo que echaban en la tele e ignorándome dejó sus pies estirados sobre la mesita para que yo se los lamiera. Era obvio que después de mi comportamiento en la solana no me iba a dejar montar sus piernas, así que resignado lamí sus plantas.

Sus lindos pies mantenía un sabor limpio a pesar de venir de la calle. Tan solo las plantas estaban algo sucias debido a que estuvo andando sin calzado por la casa. Pero eso no me importaba, yo se los lamía con mi mejor empeño hasta dejarla limpia y húmedas de babas.

Excitado me mudé en busca los empeines y tomé por unos segundos en mi boca todos los deditos que pude. Se los chupaba con devota adoración hasta que ella posó un pie sobre el otro dejándole besar uno de sus talones.

A pesar de quedarme seco y el dolor de mi legua, no podía bajar mi ritmo desesperado con mi excitación en alce. Fue entonces cuando se oyó entrar alguien cuando dejé de lamer. Mi ama Mariela! pensé.

Gateé con prisa hasta la puerta y me sorprendí al ver solo las flats de Edurne y no los zapatos de mi ama Mariela. El caso es que los besé como pude ya que ella andaba ignorándome por completo y diciendo...

"Te he estado llamando al móvil"

" Que pasó?" respondió su hermana aún tumbada en el sillón.

Me fijé que Edurne llevaba bolsas con los olores típicos de un asador de pollos y esta respondió con enfado.

"Mamá no viene para almorzar y te estuve llamando para que fueras a comprar pollo, suponía que mamá te había llamado"

"Nooo... Mierda!, el móvil me lo dejé en el baño."

"Da igual tuve que ir yo como siempre, y da gracias que salí antes de la universidad".

Yo aún le daba lamidas a sus flats aprovechando su detención ante su hermana. Conseguí limpiarlas de algunas motas de polvo hasta que se fue a la cocina y luego seguí con los pies sobre la mesilla de su hermana.

"Ya chucho, vete a jugar por la casa". Me dijo Nagore ya cansada de mi lengua.

Entonces gateé hasta la cocina y Edurne estaba preparando la mesa para dos. El reloj de la cocina marcaba las tres casi y me acomode hambriento en el suelo suplicando los futuros restos.

"No te hagas ilusiones Dog, que sabes que mamá no permite que saltes tu dieta con los piensos".

No era sorpresa pero no dejé de suplicar gemidos ignorados por Edurne que aún preparaba los platos.

Pronto apareció Nagore tan despeinada y perezosa como la mañana.

"El chucho este se estuvo pajeando en nuestra ausencia"

"Otra vez?. Ya es la segunda. Estas segura Nagore?"

"La solana apestaba a polla..."

"Pero si el apesta a polla siempre..."

"Si pero el muy cerdo tenía los muslos y huevos pegajosos."

"Ya, el muy tonto se cree aún que no nos daríamos cuenta. Espera que se entere mamá!".

"Ya le castigué duro".

Ambas se rieron y Edurne tomó mi cola del ano con cuidado de no sacarlo, con tan solo la intención de levantar mi culo de mis talones. Con otra mano tomó mi pene bajo mis muslos y dijo burlona...

"Pobre, aun no sabe controlarse. Este pitito tieso solo puede aliviarse a los pies de sus amas. En que estabas pensando?. Ay como mamá se entere!."

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