El Feriante. Parte 11.

Historia Información
Se reanuda la vida en carretera, problemas a la vista.
5.3k palabras
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Parte 11 de la serie de 12 partes

Actualizado 06/11/2023
Creado 03/08/2022
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Esta historia es una traducción del texto original The Carny escrito por BHART1. Al final del capítulo añadiré un enlace al original. Agradezco desde aquí a BHART1 por darme su permiso para traducir su historia y poderla publicar.

*****

Parte Once:

A mediados de abril, Roy y yo estábamos en Cordele, Georgia, subiendo por la I75 camino a Tennessee. Roy nos ayudó a terminar el trabajo previo al montaje allí, de tal forma que tuviéramos un día libre. Sabía de una laguna fuera de la ciudad que dijo que sería ideal para darnos un chapuzón desnudos.

Era el primero desde aquel que fuimos antes de la invitación a su cama. Parecía que había pasado una eternidad. No podía esperar para disfrutar de un chapuzón en el contexto de nuestra historia de amor recientemente revivida.

Hubo un destello romántico en los ojos de Roy durante todo el viaje hasta allí. Nuestro entorno era muy aislado y sereno. Antes de que nos desnudáramos, me sujetó contra un árbol y se zambulló en una sesión de besos profundos que rápidamente nos hizo apretar nuestras duras pollas una contra la otra.

Finalmente, nos quitamos la ropa y pasamos un tiempo acariciando la erección del otro. Envolví mis brazos alrededor de su pecho y me incliné para darle otro beso.

Recordamos esas experiencias anteriores y nos reímos de lo rápido que mi sentido de la modestia se había evaporado de la primera a la segunda ocasión.

Roy me rodeó con el brazo derecho y hundió su dedo medio en mi raja para jugar con mi agujero, provocando un gemido de excitación en mí.

"No podía creer lo que veía cuando te inclinaste y me mostraste esta cosita rosa... y colgando justo debajo estaba el juego de bolas más suave y hermoso que jamás había visto. A ese niño pequeño quien siempre parecía estar tan loco por mí, resultó que le habían crecido un buen par... convirtiéndose en un hombre... ¡y uno bien guapo además!".

"Me hiciste sentir tan cómodo contigo... ni siquiera pensé en eso", le confesé a su risa con un sonrojo.

Volví a acariciar su pene y continué: "Incluso cuando me di la vuelta y vi esta cosa que sobresalía de debajo de tu vientre... nunca se me ocurrió que yo tendría algo que ver con eso".

Se rio aún más fuerte y aumentó la presión de su dedo mientras jugaba con mi agujero.

"Gritaste 'Está genial, Roy. Te va a encantar'. Joder... ¡No tenía idea de lo que se suponía que debía hacer tras oír eso!".

Me reí a carcajadas. No me había dado cuenta del doble sentido en lo que había dicho hasta que él me lo indicó.

"Tenía que encontrar alguna manera de saber si ese apuesto joven tenía la más mínima inclinación de compartir mi cama".

"La tenía..."

Le besé.

"... y toda su vida cambió para mejor".

Le besé nuevamente. Me apretó más contra él.

"La mía también, campeón... ¡la mía también!", me aseguró.

Apoyé la cabeza en su hombro y disfruté de la emoción íntima de su dedo sondeador.

"Pero puedo decir con toda seguridad, que no me llegaste a mostrar tus cartas", afirmó.

"¿Qué quieres decir?"

"Bueno, nada de lo que había intentado para demostrarte que estaba interesado había funcionado hasta ese punto. Cuando vi que no iba a poder dormir esa noche antes del montaje de la feria, me di cuenta de que iba a tener que ir al grano e ir directamente hacia mi objetivo. Nunca había estado más asustado en mi vida".

Me quedé impactado. ¿Qué había intentado? ¿Cómo pude haber sido tan ciego como para no darme cuenta de sus señales?

"Estoy muy contento de que lo hicieras", suspiré mientras tomaba sus bolas en mi otra mano mientras continuaba acariciando su pene, "aparentemente soy demasiado tonto para captar cosas obvias".

Se rio y abrió la boca, invitándome a besarme. Parecía que admitía que, para él en ese momento, yo había sido el que tenía la sartén por el mango. Le besé tan tiernamente como pude con la esperanza de que él entendiera que, para mis ojos, la verdad era exactamente todo lo contrario.

"Hora de darnos un chapuzón", sugirió cuando nos separamos.

Me tomó de la mano y me llevó al agua con él. Era una pequeña manga de un río cuyo nombre ya no recuerdo. Las orillas y el lecho del río eran arenosos y agradables a nuestros pies.

Nuestras pollas aún no estaban bajo el agua cuando Roy me atrajo para otro beso. Sus cabezas se frotaron y ambos suspiramos.

Me di la vuelta en su abrazo y me apoyé contra su pecho. Rodeó mi vientre con sus manos y me acurrucó contra él.

La cabeza de su polla se burlaba de mi raja mientras hablábamos en voz baja sobre la belleza de nuestro entorno. Mi satisfacción se disparó.

"Es tan bonito poseerte", suspiró.

Apoyé mis brazos sobre los suyos y saboreé su calor.

"Quiero chupártela... aquí... justo al aire libre", le confié en voz baja.

"Sería un tonto si dijera que no", respondió en broma y luego me mordisqueó la oreja.

Me volví y lentamente caí de rodillas ante él en el agua fría.

La vista era magnífica. Su polla estaba furiosa en ese instante.

Era hermoso y su almizcle masculino estaba ligeramente teñido con mi olor. Encontré eso increíblemente excitante.

Metí mi boca en él lentamente de forma deliberada para provocarle con mi espectáculo. Después de acomodarme firmemente en él, suspiró satisfecho y pasó los dedos de ambas manos por mi cabello.

Una vez más me sentí pequeño y sumiso.

Los suaves sonidos del agua que nos rodeaba eran maravillosamente relajantes. Apreté mi succión sobre él y tomé sus bolas con una mano mientras envolvía la otra alrededor de la base de su miembro hinchado.

Le hice el amor con ternura... a ese hombre único en su especie, y su falo único en un millón.

Una multitud podría haberse reunido a nuestro alrededor en ese momento y no me habría importado en lo más mínimo. Me hizo sentir así de seguro. La amabilidad en su expresión cuando me miró desde arriba solo mejoró mi sensación de seguridad.

Mis ruidos de succión y nuestros gemidos de satisfacción resonaron en los árboles. Me tomé mi tiempo y lo llevé lentamente al clímax.

Sus fuertes manos permanecieron en mi cabeza mientras yo acariciaba su pene hasta que quedó completamente flácido y cada gota de su deliciosa semilla estaba dentro de mí, en el lugar donde pertenecía. Dejé que el miembro flácido se cayera de mis labios y descansara contra mi cara mientras felizmente amamantaba su gordo escroto, para luego soltarse nuevamente.

"Nadie me la ha chupado nunca como tú, Ed... tan lleno de amor", suspiró.

Picoteé cada uno de sus huevos después de haberlos hecho trabajar con un beso, y luego pelé su piel hacia atrás para lamer la última gota de leche que se había escapado de su rabo. Me ayudó a levantarme cuando terminé y me besó.

"Muchas gracias", entonó suavemente.

Me incliné para otro beso.

Mi polla estaba dura como una roca y se clavaba en su vientre. Se rio y envolvió una mano alrededor de él cuando nos separamos.

"Creo que será mejor que te devuelva el favor", dijo mientras le daba un tirón.

Dicho esto, se arrodilló ante mí. Se afirmó deslizando su brazo entre mis piernas y presionando su grueso dedo en mi agujero otra vez, apenas penetrándolo.

A su manera procedió a hacerme sentir como un rey, mirándome a los ojos mientras cuidaba mi erección con una muestra de reverencia que me inundaba en su amor.

Cuando me corrí estaba tan débil que solamente terminé cayendo de rodillas también.

Envolví mis brazos alrededor de su cuello y nos arrodillamos juntos, jugando con la lengua durante varios minutos. Cuando acabamos de besarnos, chapoteamos y nadamos durante casi una hora y luego volvimos a cenar.

Mirando hacia atrás en la versión de los hechos que me relató, creo que veo cómo no me di cuenta de sus propuestas. Recuerdo sentirme tan solo en mi particular atracción por los hombres, ya que no parecía encajar en el estereotipo de 'homosexual'. Me sentía más como una especie de 'otro tipo de degenerado' único en su especie.

No puedo evitar preguntarme ahora si, tal vez en un nivel subconsciente al menos, no había esperado provocar tentación con las palabras y los hechos de los que habló.

Sin embargo, tal pensamiento no se me ocurrió en ese momento. Estaba feliz de volver a ser uno con él; Me alegro de que hubiese encontrado el coraje para tenderme esa enorme mano en la oscuridad para hacerme saber que no estaba solo después de todo.

En ese punto de nuestros viajes, la novedad de estar de vuelta en sus brazos se había convertido lentamente en la norma que había existido cuando nos separamos el agosto anterior. Él esperó pacientemente y me concedió el dominio que había estado anhelando de él en su ausencia, hasta el momento que resurgió la asertividad que había llegado a amar y a esperar de mí.

A pesar de su ventaja física natural sobre mí, éramos iguales una vez más, y parecía que Roy no podría haber estado más emocionado.

Hacia fines de mayo estábamos haciendo los preparativos para el montaje en las afueras de Bristol, donde me había unido al equipo el verano anterior. Roy y yo llegamos tres días antes.

Había estado viajando durante casi tres meses en ese momento y, dedicándome al trabajo como lo había hecho, estaba nuevamente en forma. La musculatura de la que había estado tan orgulloso estaba de vuelta y había desarrollado el apetito necesario para alimentar su crecimiento.

Por primera vez en mi vida rompí la barrera de los 90 kilos de peso corporal, inclinando la balanza a 91. En mi cuerpo de diecinueve años, aun madurando, empezaba a verme fornido. Estaba muy orgulloso de ello.

La noche anterior a la instalación, Roy y yo estábamos acostados en la cama. Bueno, eso no era así exactamente. Estaba sentado en su regazo jugando con sus pezones mientras él apretaba nuestras erecciones y nos acariciaba suavemente.

Sin importar lo grande que me había puesto durante la primavera, todavía me maravillaba lo pequeño que me sentía al mirar las titánicas dimensiones de su enorme constitución. Estaba de un humor muy juguetón esa noche y yo me moría por montarme sobre la polla gorda que presionaba contra la mía.

Le sonsaqué y lo engatusé mientras se hacía el tímido y se negaba. Empecé a moler mis bolas contra las suyas y pude ver que su determinación comenzaba a debilitarse.

De repente se sentó conmigo en su regazo y apartó las piernas de la cama, sus brazos alrededor de mí apretándome cómodamente contra su magnífico vientre. Me tomó por sorpresa y envolví una mano sobre la otra detrás de su cuello para sumergirme en un beso.

Antes de que eso pudiera suceder, me sorprendió aún más poniéndose de pie sin esfuerzo. Me reí histéricamente como un niño asombrado, aferrándome a su enorme cuello y arrojando mis piernas alrededor de sus caderas mientras deslizaba una mano por mi espalda y debajo de mi culo para sostenerme.

Fue una muestra de dominio físico que nunca antes me había hecho, y se empezó a reirse de mi asombro total.

"¿Esto es lo que quieres?"

"¡Es lo que quiero ahora!"

Abrí mi boca. Metió su lengua en ella y moví mis manos a la parte de atrás de su cabeza para presionar mi cara contra la suya. Me sentí como poco más que una bolsa de comestibles en sus fuertes brazos mientras me levantaba sobre su vientre.

No tuvo ningún problema en darse la vuelta con elegancia y quedar de cara a la cama conmigo. Cuando terminé con nuestro beso, vi su culo increíblemente ancho en el espejo del tocador.

Todo lo que podía ver de mí eran mis espinillas con los talones hundidos en la parte superior de sus enormes muslos, mis antebrazos con las manos entrelazadas detrás de su cuello de toro, y mi rostro con los ojos hacia arriba mirando por encima de la extensión de su hombro derecho.

Cualquiera en su sano juicio debería haber estado aterrorizado ante la perspectiva de un hombre que podía jugar con más de noventa kilos como si nada, se preparara para salirse con la suya. Me hizo quedarme en éxtasis.

"Esta vez quiero mirarte directamente a los ojos mientras lo hacemos", dijo con un gemido lujurioso.

Suavemente, me bajó a nuestra cama. Mis piernas permanecieron cerradas alrededor de sus caderas cuando se enderezó y reveló mi erección sobre mi abdomen inferior, hinchado como nunca antes lo había visto.

Se veía magnífico mirándome; sus brazos colgando a sus costados, sus manos apretadas en enormes puños, su pecho palpitante, su verga repleta de venas goteando profusamente.

"Sin lubricante", insistí, sucumbiendo a mi lujuria por lo que estaba delante de mí.

En ese momento había renunciado a usar las cosas a favor de mi lubricante natural para intensificar el placer que sentía al tenerme dentro de él. También lo hizo sentir más estimulante conmigo y fue un paso que de repente me sentí listo para dar por él.

Roy sonrió y me dio una mirada que solo podía estar preguntando si estaba seguro.

"Quiero sentirte... ¡sentirte DE VERDAD!!", confirmé apasionadamente.

Apartó mis piernas de su alrededor y logró asegurar mis tobillos con una mano. Entre mis rodillas pude ver su órgano rugiente. Mantuvo sus ojos en los míos mientras bajaba su mano libre y deslizaba un par de dedos sobre su uretra supurante.

El gigante se untó la abertura con el pulgar y abriéndosela para mostrarme la brillante hebra que se extendía en su interior. Lo untó sobre mi pequeño agujero y se tambaleó en espasmos incontrolables.

Las comisuras de su boca se levantaron en una sonrisa sexy y repitió el procedimiento varias veces más. Las dos últimas veces empezó su trabajo con los dedos; primero uno, luego dos.

Los retiró y pellizcó su prepucio, luego comenzó a flexionar su pene. Fue una impresionante exhibición de potencia sexual. Se quitó la capucha para mostrarme la luz que se reflejaba en la superficie reluciente de la cabeza de esa polla tan bien lubricada.

Roy luego repitió la maniobra una vez más... y otra vez. El cuidado y la preparación adicionales que estaba teniendo me tranquilizaron. Parecía confiado en que podría hacer que mi decisión fuera gratificante.

Aun así, mi corazón latía con fuerza. Por un lado, temía que el dolor fuera más de lo que esperaba. Por otro lado, secretamente esperaba que lo fuera.

Roy soltó mis tobillos y se puso en cuclillas, permitiendo que mis piernas descansaran contra sus anchos y poderosos hombros mientras alineaba su bostezante raja en mi tembloroso agujero. Me estremecí con su toque.

Sonrió y se inclinó sobre mí, plantando sus puños en el colchón a cada lado de mi caja torácica.

"Todavía puedes cambiar de opinión... lo entenderé", me aseguró.

"¡NO!", exclamé, mi pasión estaba en su punto álgido.

Presionó para entrar. Mi esfínter se rebeló inútilmente, interactuando con su glande en un concurso de deseo que ambos sabían que era inútil.

Finalmente, cedió a su persistencia y me abrió, deslizándose hasta que mi anillo lo ciñó sumisamente detrás de su pronunciada corona. Mi polla, como de costumbre, se marchitó bajo la presión.

Los ojos de Roy comenzaron a arder. Lentamente, me llenó con su turgente miembro hasta que sus grandes y cálidas bolas estuvieron firmemente presionadas contra mi trasero vuelto hacia arriba. Mi pene flácido regurgitó impotentemente mi carga en mi pubis.

Se estremeció y un gemido lujurioso salió de su enorme pecho.

"¡Me gusta sentirte TANTO!", dijo, sonando y luciendo victorioso.

No podía hablar por la intensidad del dolor. Cerré los ojos y simplemente asentí mientras me aferraba en vano a sus enormes brazos.

Puso sus caderas en movimiento y gradualmente alargó su golpe hasta retraer todo menos la cabeza de mi anillo de músculos completamente paralizado. Reconocí vagamente la voz que gritaba como la mía.

Mi agujero dolorido se aferró a la circunferencia implacable de su polla como si suplicara su misericordia.

Continué cantando en un tormento dichoso. Roy se enfureció hacia el éxtasis que sabía que le esperaba. Caí aún más en la sumisión, dando la bienvenida a sus ataques devastadores con ferviente complicidad.

Se levantó y agarró mis piernas, empujándolas frente a él y sosteniendo mis tobillos juntos. Nunca lo había visto lucir más asertivo.

Había pedido la experiencia que me estaba dando y estaba decidido a asegurarme de que no se arrepintiera de dármela. Para mi alivio, los dolores punzantes de sus fervientes embestidas pronto se convirtieron en un latido sordo.

Por fin me encontraba completamente formado para él, cediendo sin barreras al abrumador placer de su persistente asalto. La satisfacción que emanaba de su hermoso rostro nunca se había visto tan completa, y mi sentido de orgullo por ayudarlo a llegar allí nunca se había sentido tan gratificante.

La constante bofetada de su pesado escroto en mi culo me hizo sentir increíblemente bien. Fue a la vez humilde e intensamente estimulante.

Nunca antes había visto su cara mientras me follaba. Su expresión de determinación era increíblemente hermosa.

"Eres tan bueno... oh, Dios... ¡jódeme, Roy!", le insté.

Hizo una pausa y consideró cuidadosamente la urgencia de mi súplica. Depositando su confianza en él, se inclinó y se abalanzó sobre mí con una fuerza implacable. Mis aullidos y sus gemidos profundos y lujuriosos alcanzaron un crescendo.

De repente me soltó las piernas y volvió a caer sobre sus puños, golpeando sus ingles peludas contra mi trasero mientras gritaba su éxtasis.

Atorado hasta la empuñadura dentro de mi pulverizado agujero, su exigente miembro comenzó a flexionarse con insistencia. Nunca había sido tan vocal en su orgasmo.

Cuando volvió a la tierra, se derrumbó sobre sus codos, evitando mínimamente que cayera sobre mí todo su peso, y procedió a perforarme con su poderoso beso. Lancé mis brazos alrededor de su cuello y lo recibí con gratitud.

En ese momento, alguien comenzó a golpear furiosamente nuestra puerta.

Roy saltó, sacando su polla medio dura de mi agujero devastado, brillando en la generosa capa del jugo anal profundo mío que llevaba. El aroma de sexo enloquecido procedente de su rabo repente inundó el aire a nuestro alrededor.

"¡Esto no puede ser bueno!", anunció.

Agarró mi ropa de mi silla y me la arrojó, luego señaló el baño.

"¡Pásame una toalla y ponte presentable!", me ordenó en voz baja.

Inmediatamente obedecí, humedeciendo rápidamente un paño para él. Se limpió la polla maloliente y las bolas con ella y me la lanzó de vuelta.

Se estaba poniendo los pantalones cuando cerré la puerta, sin molestarse en ponerse los bóxers que aún estaban encima de su camisa en el tocador. Escuché a Roy abrir la puerta principal.

"¡Bruce! ¿Qué haces aquí?!", dijo con total sorpresa.

"¡¿Que qué estoy haciendo aquí?! ¡¿Qué coño estás haciendo TÚ aquí?!"

Su tono era acusador y su voz sonaba ahogada por las lágrimas. Escuché la puerta cerrarse. Cerró y luego hubo voces apagadas. Sabía que Roy había salido y, después de pasarme rápidamente el trapo por encima, me puse la ropa y salí del baño.

"¡DIJE QUE QUIERO VER A EDDIE! ¡ABRE ESA PUERTA AHORA MISMO!", oí gritar al tío Bruce.

"Él es tu sobrino, Bruce... tienes todo el derecho de verlo. No tengo intención de tratar de detenerte, pero no te dejaré pasar hasta que esté seguro de que no va a pasar nada malo. ahora... por favor... cálmate... hablemos todos... como hombres razonables... ¿de acuerdo?"

"¡Razonables! ¡¿Cómo se supone que debo ser RAZONABLE después de escuchar lo que le estabas HACIENDO allí dentro?!"

"¿De acuerdo?", Roy persistió con calma.

Hubo una pausa. Mi corazón estaba acelerado.

"¡Maldita sea!" Bruce gritó, sonando totalmente disgustado.

"¿De acuerdo?", Roy le presionó una vez más.

Hubo otra pausa larga.

"Está bien, de acuerdo", Bruce finalmente asintió, todavía sin sonar muy complacido.

Quité el cerrojo de la puerta y la abrí. Roy entró de espaldas en la habitación, todavía sin camisa y sosteniendo a Bruce con el brazo extendido.

De repente recordé los bóxers de Roy. Era demasiado tarde para hacer algo al respecto.

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