El Hombre Dalmata

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Una vez peinado me doy cuenta que Amaya se entretiene haciéndome trenzas en cada cola. Al final quedo con dos trenzas a cada lado. No tarda mucho en hacerlo. Y quedo con una gran raya en el centro por lo bien tirante que están las coletas. El toque final de ni nuevo peinado es un elástico o coletas con pétalos blancos y puntos negros para cada trenza.

- Panza arriba!

Como un rayo obedezco y me quedo panza arriba con las piernas recogidas y muslos abiertos. Los codos flexionados los dejo con la base de las manoplas mirando al techo sobre mi pecho.

Ella desabrocha mis rodilleras de cuero y después me libera de las manoplas. Hace tiempo que no me veo los dedos y por fin que me los quita, me veo machucados y rugosos mis diez dedos de las manos.

Mientras los muevo, Amaya me tiene preparado otras manoplas. Estas son diferente para mi asombro. No son de cuero, son como medias de algodón blancas con círculos negros. Me las pone en cada mano y en cuento me miro la palma, me veo unos parches de cuero que simula la huella de un perro. Son mas cómodas y bastantes curiosas con ese detalle que protege las palmas de mi mano.

Luego coge algo parecido, pero mas grande. Son medias de algodón que al ponérmelo compruebo que me llega hasta medio muslo. Así hasta vestirme las dos piernas.

- Vuelta!

Una vez vestido con los guantes y medias, obedezco su orden de ponerme de nuevo a gatas. En cuento me pongo a gatas me veo en las medias un parche de cuero en cada rodilla. Pero también me llama la atención que en cada planta del pie hay huellas de perro igual que en mis manoplas. Soy como un dálmata ahora. Y es que las medias son blancas con manchas negras igual que mis manoplas. O por lo menos eso me parece.

Ahora en su mano tiene un cilindro 3/4 de pulgada y catorce cm de largo. Este aparenta metálico. A lo largo tiene una apertura que se abre. Lo abre y lo deja abierto bajo mi vientre en el suelo. Sus manos van a mis pelotas y quita los dos cascabeles pequeños de la anilla escrotal. No pretende quitarme la anilla. Las anillas siguen apretando mi saco dejando los dos huevos mas expuestos. Otra mano acaricia el pene despierto. Me presiona y siento mi glande tocando mi vientre. Ella pretende verme mas excitado y duro y lo consigue. Entonces coge la punta y lo lleva hacia mi detrás dejándola en horizontal que salga fuera de mi nalga. Tiene que mantenerlo con una mano, para que no se le escape y vuelva a mi vientre, y con la otra coge el cilindro. Lo lleva hasta mi pene y abraza con el grosor. ¿Como es posible?. Al final lo consigue y lo cierra con sus trabas.

Este cilindro aprieta todo el falo hasta la base, pero deja descubierto el glande. Mi glande es mas ancho, y las curvaturas del mismo casi quedan sobre los bordes del cilindro.

- Uf, perfecto. Pensé que no te iba.

Amaya que no deja de mantener mi pene hacia atrás de mis nalgas, suspira para luego coger una tira de cuero elástico con una traba en cada extremo. La traba la engancha en el final del cilindro, donde empieza mi glande ya enrojecido. Este tiene su diminuta argolla para trabarlo, y luego pasa la correa fina en el interior de otra argolla mas grande, en el otro extremo del cilindro pegado a la base junto a las pelotas. Desde allí sigue para aplastar mis pelotas y dividirlas en dos bolas prensadas por la linea elástica. En cuanto lo introduce en el interior de la argolla de la anilla escrotal. Entonces lo suelta...

Al soltar, mi pene cae vertical señalando el suelo. Totalmente comprimido por el cilindro y echando gotas de lívido en su salón taller de arte.

Ella coge un plug anal con forma de chupete de bebés.

- Lame!

Me ordena en cuanto me lo pone delante de mi cara.

Yo lo lamo y chupo para salivarlo lo mejor que puedo. Una ves satisfecha me lo aparta de mi boca para introducirlo en mi ano. Su mano derecha aparta con los dedos las nalgas, y su izquierda introduce la goma inflada igual que la de un chupete, pero mas grande.

Una vez dentro, gimo angustiado. El exterior del plug es una argolla para tirar, en caso de sacarlo, el cual ella aprovecha para pasar el resto de cuerda que antes había soltado. Una vez pasado, tira y mi pene vuelve a ser horizontal en paralelo al suelo y techo. Ella pretende que la cuerda siga por mi espalda, e intenta con esfuerzo engancharla en la argolla de mi collar por la nuca.

La cuerda es cuero elástico, y si no tirara de ella mas de su longitud, esta terminaría en mi espalda. Pero ella lo consigue tirando fuerte y lo traba en mi collar sobre la nuca. Pronto compruebo lo tirante que queda...

Mi pene en horizontal tras mi culo. Es como si tuviera una cola. Esta es imposible que bajara debido a la correa elástica. Mis pelota separadas en dos sobre el pene cilindrado, son prisioneras entre la correa y el anillo escrotal. El plug total mente introducido roza la próstata. La cuerda se pierde el la linea de mis nalgas, y cuando llega a mi cuello me obliga a mirar alto, casi ahogado por el collar. Si bajo la cabeza, mis pelotas y pene cilindrado suben mas alto de mis nalgas. Y es doloroso....

- Precioso!

Dice mientras acaricia lo único que queda expuesto de mi pene, mi glande enrojecido y furioso por estallar.

Dios! estoy muy excitado!, no puedo resistirme. Ya no solo sus dedos jugando en mi glande. Estoy tan restringido por mi sexo, que cada movimiento que hago es como una paja.

- Bueno, ahora vamos a ponernos a trabajar!

¿Es que no ha terminado? ¿Que mas va hacerme? Me pregunto confundido.

En cuento deja de mortificarme por mi glande, ella se lava las manos en una tarrina de crema blanca. Recoge un poco en sus manos y me los distribuye por lo que me queda de cuerpo desnudo en un suave masaje.

La crema no es otra cosa que un maquillaje blanco que me va pintando todo el cuerpo. Así un buen rato hasta quedar totalmente de color blanco excepto glande y pelotas.

Luego se levanta y se dirige al fregadero del taller. Se lava las manos en disolvente y vuelve de nuevo.

Ahora coge un bote de pintura negra y un pincel. Lo primero que me pinta es el hocico de negro. Me repasa los bordes del labio y pinta con paciencia varias manchas de dálmatas en mi cara. Luego hace lo mismo con mi cuerpo, dejando que quede totalmente combinado con las medias y manoplas de algodón. Así estamos mucho rato, con mucha paciencia. Y efectivamente, en cuanto veo mi cuerpo, compruebo que Amaya es una experta, por que le pone mucho realismo a las manchas negras. Es increíble, pero parece que salen de mi piel.

Contenta se levanta para ver mas alejado su obra de arte.

- Perfecto!

Se vuelve acercar y coge un bote de pintura rosa. Con otro pincel coge la pintura rosa y se dirige a mi trasero.

Me pregunto que va hacer....

Enseguida noto el pincel acariciando mis pelotas. Parece que pretende pintármelas de rosa. Ahora si que le está dando mas realismo, estoy sorprendido de la imaginación de Amaya. Con esto mi atrás va hacer mas perruna. Esto me hace hasta gracia...

El pincel es una tortura que me estimula al límite. Oghhh! una gota cae. Es extraño lo extremadamente excitado que me tiene este atuendo. Y es que pensar que ella está detrás viendo mi glande hinchado y goteando lívidos a cada momento, me lleva a un éxtasis humillante que me enloquece. A veces su puño tropieza en mi glande, y de vez en cuando se tiene que limpiar en sus pantaloncitos cortos, las gotas con que la mancho excitado.

- A ver si te controlas un poquito, que no te estoy haciendo nada.

Me da la advertencia, pero como no termine ya de pintarme las pelotas, podría correrme enseguida.

Y ufff!, por fin termina.

Se hecha para atrás y observa el tono que me ha dado en mis pelotas.

Mi pene que palpita deja caer una estela de lívido al suelo. Ella que lo ve se acerca y lo corta con su índice. Luego tapona la ranura de mi glande para secarlo. Pero al apartar su dedo de el, queda otra estela de excitación que en cuanto se aleja, se corta sola.

- ¿Aguantará hasta la fiesta?

Ella misma se lo pregunta...

- Mejor te dejo un rato...

Se levanta y coge dos ventiladores de pie. Pone uno en cada costado mío. Ambos enchufados los enciende.

- No te muevas como estás... Ahora te quedas solo secándote. Ya vendrá Samira para buscarte.

Ella me de instrucciones de no tocarme y moverme y como si nada se aleja del salón. Ya la puedo oír bajar por el ascensor.

Ahora estoy solo con algo de frío por culpa de los ventiladores. Eso si, la cabeza alta, para no sufrir mucho de lo que tira la correa en mi espalda. Me siento frustrado por no poder eyacular por la tremenda excitación. Todavía siendo sus manos en mi cuerpo, como si la huella tuviera su propio peso sobre mi. Mi glande estimulado por cada palpitación es una gota o estela lasciva que cae al suelo. Es curioso, pero si me esmero podría eyacular con solo seguir palpitando.

Yo me imagino que mi dueña debe estar al llegar, o quizás se fue el muelle, no lo se. Pero me gustaría que me viera pronto de esta manera. Hoy he avanzado otro paso para parecerme mas a su mascota. Estoy muy contento con este atuendo de dálmata. Y es que mi dueña siempre a apreciado a esos perros, y ahora soy casi un dálmata. Ojalá me viera pronto, ojalá venga ya.

Lo único molesto en mi vida es su novio. Aunque tampoco soy muy feliz por las visitas. Quizás Yumi y Carmen por ser mas conocidas, son buenas visitas. Sobre todo Carmen, que fue la psicóloga que me ha llevado hacer lo que soy.

Carmen ha llevado mi caso muchos años atrás. Desde que por desgracia dejé de ser la pareja de Nagore, yo he sufrido una tremenda depresión. Y fue la misma Nagore que me recomendó a su amiga Carmen. Desde entonces entramos en una confesión profunda que ha sacado lo que llevaba por dentro. Mi devoción por Nagore era de un extremo amor, que me humillaba hasta lo mas limitado que puede llegar alguien hacer por el ser amado. Carmen me descubrió. Y como es imposible que Nagore me ame como hombre, Carmen dio con una solución que nos ha favorecido tanto a mi como a Nagore. Ahora soy su perro....

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