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Donde las cosas no son lo que parecen.
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Parte 1 de la serie de 10 partes

Actualizado 06/08/2023
Creado 12/27/2016
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Donde las cosas no son lo que parecen

"Aquí inicio una historia en un género que no había incursionado. Espero que sea de su agrado. Sus comentarios serán bien recibidos."

*****

Prologo

El detective Jean Batiste de cuclillas, examinó por enésima vez el torso del occiso y pudo observar una pequeña marca en el cuello de la que no se había percatado las veces anteriores. A juzgar por el rostro contraído, no cabía duda que había recibido una dosis letal de algo que había producido ese efecto. Sin embargo, no era eso sólo lo que había llamado su atención, las cuencas de los ojos aparecían vacías. Le habían extraído los ojos completamente. Después se levantó y dejó que los expertos del laboratorio de criminología terminaran de pesquisar huellas en la habitación y que pudieran entregar más información, al mismo tiempo que preparaban la llegada del forense.

Ya en el precinto policial, la oficial a cargo del control de huellas dactilares entró a su oficina.

"Jean, aquí está la información que pediste. El tipo, un tal Brin, trabajaba en la NASA. Cuando llamé para inquirir más detalles, me comunicaron con un tipo que dijo debíamos enviarle de inmediato, toda la información directamente a él. Cuando pregunté por qué, me contestó que la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) se haría cargo de todo".

"Hum. Déjame hablar con el jefe, para informarle, antes de que todo esto se convierta en un festín de buitres. Gracias Lori. A propósito de nada. ¿Irás al cumpleaños de George?"

"No me lo perdería por nada del mundo. ¿Nos vemos allá?" Le dijo girando a medias, para hacer que se destacara su trasero en el apretado pantalón que usaba.

"Nos vemos allá" Contestó Jean Batiste, sonriéndo para bajar la vista a los papeles que tenía en su escritorio. Los ordenó y se dirigió a la oficina de su Jefe.

"Pasa, pasa Jean Batiste" Le dijo su jefe cuando abrió la puerta de su oficina.

"Jefe, creo que tenemos algo serio" Le dijo.

"Sí. Ya me llamaron de la NSA. Quieren que trabajemos con ellos, ya que saben que no cuentan con las instalaciones de criminología que nosotros tenemos. ¿Qué me traes allí".

"Precisamente le quería mostrar las primeras indagaciones. El fiambre es un ingeniero de la NASA". Dijo Jean Batiste, colocando la carpeta que traía y sentándose frente a su jefe.

"Eso explica ahora la inquietud de la NSA. Sólo me dijo que era parte de un importante proyecto, por lo que no quieren que se informe a la prensa, así que desde ya, diles a todos que hay que sacar con viento fresco a cualquier periodista que trate de husmear respecto de este crimen, sobre dadas sus características bastante violentas."

"Sí, al tipo lo inyectaron. Pero, ¿por qué sacarle los ojos? Realmente no lo entiendo"

"Hum. ¡Ah, se me olvidaba! Un tal Chase de la NSA te llamará para reunirse contigo" Le dijo, mientras Jean Batiste se dirigía hacia la puerta.

1

Karen miró la pantalla unos instantes, tratando de ir más allá de los términos del lenguaje Python de programación, el cual había sido totalmente modificado por la NASA para este proyecto. Hoy hacía horas que buscaba una solución que se le escapaba hacía ya varios días. Eso la frustraba. Se consideraba eficaz en lo que hacía. Gracias a sus conocimientos estaba hoy en la NASA hacía ya 8 meses, organismo que la había contactado ofreciéndole el 'oro y el moro', después del éxito que su empresa de ingeniería en comunicaciones había tenido con un proyecto de enlace de bases de datos del FBI. Tendría que hablar con Walter Brinn, otro de los ingenieros a cargo del proyecto, para ver si esa subrutina de programación había sido intentada de otra manera.

La NASA para entrar, le exigió trasladarse de inmediato a sus dependencias, para entrenarla previamente en el manejo de todos los protocolos de seguridad con que operaba la institución. Esa parte fue lo que menos le gustaba, ya que creía que comenzaría a trabajar de inmediato en el proyecto de comunicación para el cual la habían contratado. En cambio, le había dado un trabajo tedioso de verificar ciertas subrutinas del programa, que según ella, podrían habérselo entregado a cualquier otro ingeniero.

Lo otro que la tenía molesta, era que había tenido que dejar el departamento que recién había adquirido en Manhattan, debiendo trasladarse al que le habían asignado en el edificio construido en los enormes terrenos que la NASA tenía en Virginia, adyacentes a los terrenos que utilizaba el FBI. Pero, bueno, toda su rabia se mitigaba cuando pensaba lo que este proyecto significaba para ella: primero, todo un reto intelectual para ella, y segundo, los ingresos que obtendría eran diez veces los que estaba recibiendo en su empresa. Ella no estaba de acuerdo con el dicho de algunos que para justificar su independencia, decían preferir ser 'Cabeza de Ratón que Cola de León'. Ella prefería ser cola de este león monstruoso.

Era joven, había cumplido recién los 23 años en diciembre, y todo esto la fascinaba. Le gustaba eso de darle un vuelco a su vida, sobre todo después de haber terminado con su novio Peter de toda la vida, hacía ya más de cuatro meses.

Mirando las cosas en retrospectiva, se daba cuenta que esto tarde o temprano terminaría así. Su profesión de matemático con doctorado en programación, la había ido alejando cada vez más de él. Inserta en el proyecto encomendando por el FBI, hizo que sus momentos juntos, fueran cada vez más escasos, ya que había tenido que viajar frecuentemente y por periodos que habían durado meses para cumplir con los plazos que le habían impuesto.

Miró la hora, eran ya las 7 de la tarde del viernes y decidió que iría de 'caza'. Hacía ya varias semanas que no frecuentaba el bar al que acostumbraba ir con las compañeras de la agencia espacial, de las cuales se había hecho amiga al poco tiempo de ingresar al programa de entrenamiento. Sus amigas la adoraban y la admiraban, especialmente cuando supieron el tipo de trabajo que estaba desarrollando. Al principio Vicky y Sandra y no podían creer que esa muchacha rubia, de casi 1,80 de estatura y con ese cuerpo que envidiaban, también tuviera cerebro.

Karen tomó su celular y llamó a Vicky. "¿Lista para salir de 'caza'?" Dijo.

"Sííí. Le avisaré a Sandra. Nos encontramos allá en media hora. Cambio y fuera"

****

Karen estacionó su Mercedes deportivo y entró al bar. A esa hora estaba lleno. El lugar se había convertido en el lugar habitual de los empleados de la NASA y del FBI, por lo que tenía cierta familiaridad con todos los que llegaban. Para algunos, eso los hacía sentirse cómodos, pero para otros, como era el caso de Karen, le resultaba una lata. Así se lo decía a sus amigas, a las que advertía que si la veían con un desconocido, no se alarmaran, ya que no quería ligar con gente de la NASA.

Al entrar, saludó a algunos compañeros que reconoció y se dirigió directamente a la barra, cuando sus amigas le señalaron un lugar junto a ellas.

Vicky y Sandra observaron acercarse a la rubia. Lucía una chaquetilla de cuero corta. De caderas más bien estrechas, como de adolescente, se veían más anchas de lo real por su increíble estrecha cintura, por lo que sus pechos lucían generosos; sus estrechos vaqueros, hacían destacar aún más sus largas piernas embutidas en unos botines que cubrían parte de sus tobillos. Su cadencioso andar, fue dejando atrás un cúmulo de miradas masculinas, que la siguieron hasta que se sentó al lado de sus amigas.

"¡Maldita!" Le dijo Sandra al oído cuando Karen se sentó. Esta levantó las cejas en interrogación.

"Sí. Con esa entrada que te hiciste, te aseguro que dejaste a más de uno acomodándose el paquete" Agregó sonriendo. Vicky que la había escuchado, lanzó una carcajada que terminaron compartiendo las tres.

"Julián, tráele un mango-vodka a mi amiga" Le dijo al barman que también se había quedado mirando la entrada de Karen. "¡Y cierra la boca!" Agregó sonriéndole. El muchacho devolvió la sonrisa sintiéndose pillado y se giró para preparar lo solicitado.

En una mesa cercana a la puerta, un hombre miraba al grupo, mientras sorbía su bebida. Esperando.

Pronto las muchachas conversaban, pero siempre haciendo una recorrida muy sutil con sus miradas para verificar el 'ganado', como ellas decían.

Karen se fijó en el hombre y este levantó un dedo de su vaso, en señal de saludo. Ella sonrió. Echó su cabeza hacia atrás como mirando todo el entorno, mientras trazaba su mirada por la zona en donde estaba sentado el hombre. De rasgos regulares, moreno, le pareció interesante. Karen se acercó hacia Vicky que estaba a su izquierda, y le cuchicheó algo y tomando su trago, se dirigió hacia la mesa del moreno.

"Hola, soy Karen" Le dijo mientras se sentaba al lado de él.

"Hola Karen, soy Chase", chocando su vaso con el de ella.

"Tu lugar o tu lugar" Le dijo ella, sin dilación. "¿Te importa visitar el Esteban Inn?" Preguntó él. "No me importa"

"Te pido algo más, antes?" Le dijo levantándose.

"Tomemos algo en tu Esteban Inn" Dijo ella.

"Bien. Déjame ir a pagar la cuenta."

Lo vio caminar hacia el bar, y le pareció que había hecho una buena elección esta noche. Se lo veía de buen porte y buen trasero y caminar desenvuelto. Prometía un buen comportamiento en la cama.

Cuando lo vio caminando de vuelta, Karen confirmó su primera apreciación. Su paquete parecía lucir normal.

"No quiero que me preguntes en qué trabajo y dónde." Le dijo Karen levantándose del asiento. "No quiero que preguntes cómo te gusta hacerlo." Le dijo él, sonriendo y levantándose también. Mientras salían del bar, después de saludar a sus amigas que se la habían quedado mirando, sin poder creer que se iba con ese tremendo tipo, Karen le peguntó.

"De acuerdo. ¿Estás de paso?" Dijo Karen.

"Sí. Vine por un par de días. Esta es mi primera noche en la ciudad"

Mientras caminaban ella le preguntó "¿Vamos en mi auto?"

Cuando se acercaron al Mercedes de Karen, él le dijo "¿Te importaría que conduzca?"

"No" Le dijo ella, pasándole las llaves.

*****

2

Ella lo observó con el rabillo del ojo, como la fuerte mano derecha de Chase hacía los cambios para conducir el vehículo hacia la salida del recinto y lo dirigía hacia la carretera. Recorrieron un par de kilómetros, siempre en silencio, para ingresar finalmente al motel en donde Chase se hospedaba.

Chase la hizo pasar a un pequeño living, cerró la puerta y llamó por el intercomunicador a recepción. "Envíe una champaña al cuarto" Dijo, cuando contestaron. Después se acercó a Karen y le ayudó a sacarse la chaquetilla de cuero y la colgó junto a su chaqueta. A los minutos, golpearon la puerta, Chase abrió y entró un mozo con una bandeja que traía una cubeta con hielo y una botella y dos copas de cristal. Chase le dio una propina y cuando se movió para verlo salir, de su bolsillo sacó un pequeño sobre que dejó bajo la bandeja, después se acercó a Karen que se había sentado en el sofá y esperaba. Chase se inclinó y le tomó la mano. "¿Ahora o después?"

"Después" Dijo ella, al momento en que se levantaba.

Él colocó sus manos en su cintura y cuando ella rodeó su cuello con sus brazos, él deslizó las suyas hacia abajo y tomando sus nalgas la apretó contra él.

Chase acercó su boca y la besó suavemente, para después apoderarse de su labio inferior y succionarlo. Ella hizo lo mismo. Sus besos continuaron cada vez más intensos, hasta que él, inclinándose, la tomó de las corvas y la alzó para conducirla hacia el dormitorio.

La depositó en la cama y se levantó y de pie frente a ella, sin dejar de mirarla, como al acecho de todos sus movimientos, empezó a desnudarse, mientras Karen hacía lo mismo.

Rápidamente se desnudaron y Karen se acostó en la cama esperando. Chase se sentó al lado de ella y apoderándose de sus pechos con sus manos, acercó su boca. Karen tomó su cara entre sus manos y retomó los ansiosos besos previos, mientras sentía que sus duros pechos eran estrujados entre las manos de él. Pronto él bajó su cara por su cuello, e inició un lento descenso besando y lamiendo, dejando un surco húmedo de saliva hasta que su boca se apoderó de su clítoris. Karen se estremeció al sentir la presión de la boca de Chase en su botón que había asomado su pequeña cabecita entre los pliegues suaves del comienzo de su vulva.

El juego de su lengua, la novedad del encuentro, hizo estragos en el habitual control inicial que Karen presentaba en los momentos previos de sus encuentros. Desde que había dejado a Peter, parecía querer recuperar el tiempo perdido. Su sensualidad de alguna manera reprimida con él, nunca había pensado por qué había sido así, se había desatado y no había noche en que saliera de 'caza' y no terminara llevándose su trofeo. Afortunadamente para ella, la zona estaba poblada de hombres, por lo que siempre había donde escoger. Por supuesto que se había llevado algunas sorpresas, ya sea en la actitud de algunos que le habían resultado un tanto 'pegotes', o en comportamientos medio sádicos de otros, pero, había sabido salir de esas situaciones, porque siempre sabía mantener el control de su cuerpo, dosificándose. Claro, a veces eso le jugaba en contra y tenía que exigirles a sus parejas ocasionales que cumplieran su tarea si al acabar, ella había quedado fuera de juego.

Esta vez parecía haberse encontrado con la horma de su zapato. Chase hurgaba con su lengua entre sus labios vaginales, como si se le hubiera perdido algo y quisiera sacarlo con ella. Pero cuando a su lengua le agregó sus dedos, su aliento casi se detuvo, especialmente cuando empezó acariciar los bordes de su pequeño hoyo estriado y fueron lengua y dedo los que comenzaron a taladrar su carne tierna.

Fue en ese momento en que ella lo arrastró hacia arriba.

"¡Ven, quiero sentirte ya!" Le dijo seria.

Chase se introdujo entre sus piernas y acercando su furiosa erección, se la introdujo en ella sin más dilación. Ambos gimieron simultáneamente cuando se unieron finalmente. Apoyado con sus codos, Chase comenzó a moverse lento al principio, para agarrar un ritmo más y más violento, mientras Karen lo besaba y lamía sus labios, mientras él le apretaba los pezones endurecidos. La falta de sexo y el ritmo preciso y controlado de él, hicieron que Karen pronto sintiera que un calor primero y un temblor después, le anunciaran que estaba al borde del orgasmo. Levantó sus muslos y aprisionó la cintura de él con sus piernas. Eso hizo que su penetración fuera aún más profunda. Sin ser enorme, su pene la llenaba bien y su estrecha vulva comenzaba a pulsar enloquecida. "¡No pares, no pares! ¡Sigue así... así! ¡Aaaaaahhhhh!" Y Karen se mordió los labios cuando sintió que su cuerpo se estremecía sin vuelta. Su orgasmo pareció durar mucho más de lo habitual, porque Chase no se detuvo en ningún momento mientras ella acababa. Sólo se detuvo cuando se dio cuenta que Karen había quedado lacia bajo él, bajando sus piernas sobre la cama.

****

Él se levantó y Karen con sus ojos apenas abiertos, vio que su miembro salía chorreando y semi erecto de su vulva. Después, se levantó de la cama y se dirigió hacia la mesita del living, en donde había quedado la champaña. Él tomó la botella y apoyando sus pulgares en el corcho, presionó firme y éste salió volando. Rápidamente tomó una copa y hacerlo, quedó de espaldas de Karen. En ese instante sacó el pequeño sobre de debajo de la bandeja y con un rápido movimiento lo abrió y vertió el contenido en la copa, y a continuación escanció la bebida. Sirvió la otra copa y tomando ambas se acercó a la cama, en donde Karen esperaba. La pasó una copa y chocándola con la suya, le dijo: "Hasta cuando tú lo decidas".

"Hasta cuando yo lo decida" Repitió ella, bebiendo la copa totalmente.

"Humm. ¡Es excelente después de hacer el amor!" Dijo Karen, dejando la copa vacía sobre la mesita de noche.

"Y también para continuar" Dijo él, bebiéndola también al seco y dejándola en la mesita también, se sentó en la cama y rodeó la espalda de Karen, apretando sus tiernos pechos contra él.

"¿Me esperabas?" Le dijo él al oído.

Ella sonrió ante la ternura de la expresión de él y contestó "Al parecer tú también".

"Sí. Te esperaba" Le dijo mirándola a los ojos, como entregando con ellos un significado que a ella se le escapaba en ese momento.

Él comenzó a acariciar su rostro, y después le besó las mejillas, la boca, mordisqueó su barbilla y después buscó el lóbulo de su oreja para aprisionarlo entre sus labios. Karen cerró los ojos. Estaba sorprendida por la ternura de sus caricias. Era la primera vez que se encontraba con un hombre que la hubiera manejado como él la había hecho momentos antes. Sintió nuevamente un calor que comenzaba a inundar sus caderas, centrándose en el centro de su vientre. Pero tuvo un golpe de excitación extremo, cuando él, acercando su boca a su oído le susurró: "¿Quieres sentir cómo me dejaste de duro, quieres sentir cómo te abro tu conchita y te lo meto hasta el fondo, quieres que tu conchita me apriete como lo hizo hace unos minutos atrás?

Karen lo abrazó y abriendo sus muslos lo rodeó con sus piernas, como toda respuesta.

Cuando él comenzó a penetrarla, sintió como si su cuerpo se hundiera más allá del piso de la habitación. Sintió que el pico de él era enorme ahora, que apenas podía entrar en ella, que había crecido a proporciones no humanas, pero igual su vagina lo recibía con ansias, más que antes.

Como en sueños, lo sintió salir y entrar nuevamente dentro de su vulva. Una y y otra vez. Con un ritmo cadencioso, que ella seguía y buscaba con sus caderas; pero, poco a poco esa potencia habitual en ella cuando culeaba, fue disminuyendo, y la fue abandonando y sintió que era sólo un receptáculo para él, y comenzó a sentir una languidez que nunca había experimentado. Se sentía excitada, apreciaba la reciedumbre de esa verga que no cesaba de taladrar su vulva, sentía que respondía, pero era sólo su vulva, como en automático. La musculatura de su cuerpo la había abandonado y de pronto, sintió que había sido drogada.

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