El Investigador Cap. 09

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El reencuentro dominical de dos parejas y un trío.
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Parte 9 de la serie de 10 partes

Actualizado 06/08/2023
Creado 12/27/2016
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EL INVESTIGADOR CAP.9

El reencuentro dominical de dos parejas y un trío.

*****

1

A las 21:45 de esa noche de sábado, los dos agentes vietnamitas quedaron tan absortos mirando cómo se alejaba trotando la muchacha negra frente a ellos, que no vieron en el espejo retrovisor de su van, que apuntaba a la entrada del departamento que ocupaba la científico de la NASA, cómo ésta salía, subía a un automóvil y se alejaba por la calle, pasando al lado de ellos.

Para ellos, había sido refrescante ver a esa hermosa muchacha de color que, como de la nada, había aparecido frente a ellos, les había coqueteado unos minutos mientras se abrochaba su zapatilla y emprendía nuevamente su trote, dejándolos locos con el movimiento de sus caderas, cuya tela de su pantalón deportivo que las comprimía, marcaba claramente la redondez de las nalgas, que se movían de arriba abajo. La siguieron con la mirada fija, como hipnotizados, hasta que dobló en la siguiente esquina.

Después se quedaron comentando de cómo esto sólo podía ocurrir en Norte América. Sacaron una caja que contenían dos pequeñas meriendas y unas bebidas, que procedieron a ingerir. Eso les permitiría pasar el resto de la noche vigilando.

De pronto, el acompañante del chofer, miró por el espejo retrovisor y bajó de la van para mirar hacia abajo por la calle en que estaban estacionados. Entonces subió a la van y le dijo a su compañero que estaba frente al volante “Hay un espacio más abajo para estacionarse, al comienzo de esta calle; eso nos permitirá vigilar mejor la entrada del departamento”. Él que estaba al volante, estuvo de acuerdo y decidieron dar la vuelta a la manzana.

Cuando salieron del lugar en que estaban, uno de los agentes de la NSA que estaba en la van estacionada más atrás, dirigió la cámara y sacó fotos de la van que se alejaba. Tenían las placas del vehículo.

Mientras examinaban las fotos y se comunicaban con la central informándoles de las placas para que fueran identificadas, no se dieron cuenta que minutos después, la van había ingresado nuevamente a la calle que vigilaban y se estacionaba varios metros más atrás de donde estaban ellos.

Una hora más tarde, como a las 2:30 de la madrugada, vieron llegar un vehículo que estacionó y del cual se bajó Karen, acompañada de un tipo que la siguió hasta la entrada del edificio, para después entrar con ella.

Rápidamente uno de los agentes dirigió la cámara y sacó varias fotos, incluyendo un acercamiento de primer plano con el zoom dirigido al rostro del individuo, así como a las placas del vehículo.

“Veo que nuestra científico, no tiene remilgos para buscar compañía” Dijo sonriendo el otro agente, que frente al volante, sólo contemplaba la escena.

“Podría habernos llamado, y le habríamos evitado la salida” Dijo bajando la cámara y soltando una carcajada.

“Cómo les hubiera gustado ¿No?” Se escuchó una voz por los auriculares. Se habían olvidado que estaban en línea con el otro grupo que había seguido a Karen en su salida.

“Ahora tendrán que contentarse en apostar entre ustedes, cuánto se demora en salir esta visita que encontró en un bar” Agrego la voz, riendo también.

“Buena idea para pasar la noche.” Contestó el interpelado, levantando una ceja a su compañero que seguía entretenido el diálogo.

“En todo caso, les doy una pista para la apuesta” Continuo la voz del auricular.

“¿Y cuál es?” Preguntó el agente que sostenía la cámara.

“Se corre el rumor que hace una semana atrás, Chase estuvo con ella toda la noche” Dijo la voz.

“¿Así que nuestro jefe estuvo haciendo algo más que interrogarla?” Preguntó.

“Así parece. Ahora, espero que disfruten la noche. Nosotros llegamos hasta aquí. Nos Vemos” Saludó la voz por el auricular.

“Ok. Nos vemos” Contesto el agente conductor de la van, cortando la comunicación. Después miro a su compañero y le dijo “¿Qué te parece a ti, lo de Chase?”.

“Privilegios de ser jefe.” Contestó éste, acomodándose para dormitar un poco.

Éste, apoyado con las manos en el volante, se lo quedó mirando sin ver, imaginándose como sería pasar una noche con esa rubia, que a juzgar por lo que habían observado cuando bajó del vehículo con el tipo, era estupenda. Era la primera vez que se encontraba con un científico mujer, que tuviera esa figura.

****

2

Ese domingo en la tarde en la embajada vietnamita, se habían reunido los cinco agentes para discutir el plan que había diseñado Bu Phan, les preguntó qué información tenían de la vigilancia que habían hecho a la científico de la NASA.

Uno de ellos explicó que la habían visto llegar después de las 2:00 AM, acompañada por un tipo.

“¿La vieron llegar? ¿Y quién era el tipo?” Preguntó Bu Phan.

“No lo sabemos. Lo cierto es que el tipo salió del departamento de la científico minutos después” Contesto el agente cuestionado.

‘Fue corta la visita’ , pensó Bu Phan.

Después diseñaron los turnos de vigilancia para el resto de la semana, al mismo tiempo que repasaban los posibles lugares en que podrían retener a la científico, así como las posibles fechas tentativas para intentar su secuestro.
Estaban en eso cuando la puerta de la sala de reuniones se abrió y entró el anciano jerarca. Ante el gesto de levantarse del grupo, él les hizo un gesto para que se sentaran y se acomodó en un sillón de la cabecera de la mesa que ocupaban.

“Por nuevas instrucciones recibidas, deberemos acelerar todo el proceso” Les dijo, mientras recorría con su mirada uno a uno de los agentes que lo observaban en silenció.

“Deberán secuestrar a la científico esta semana” Dijo mirando a Bu Phan.

“A continuación, deberán ver de qué manera hacen que consigan recuperar el programa en el que trabaja” Y agregó “Comprendo que esa será la parte más difícil, pero confío en que podrás trabajar en ese tema, Bu Phan, junto con tus hombres”.

Éste escuchó complacido. Era la primera vez que lo nombraba por su nombre frente a sus hombres. Sabía que esto último que había mencionado el anciano, era lo más conflictivo de todo. ¿Cómo lograr que la científico saque el programa de los recintos de la NASA?

****

3

Esa mañana de domingo, Karen despertó con una sensación amarga en la boca. Se levantó y se enjuagó la boca y tomando un vaso, bebió un largo trago de agua. Después volvió a la cama y se arropó nuevamente.

Metió sus dos manos entre sus piernas, sintiendo la tibieza de sus muslos. Poco a poco su mente volvió a la nefasta noche anterior, en que acompañada por sus amigas, había tratado de conquistar a alguien, tratando de sacar de su mente a Chase. Hacía más de una semana de su encuentro con él; se daba cuenta que mientras más intentaba hacerlo, más difícil se hacía. Se sentía como si estuviera en un pozo de arenas movedizas, en que mientas más manoteaba, más se hundía.

Era la primera vez que sentía algo así por un hombre. No era sólo su físico lo que la había atraído. Sino esa seguridad que le demostró cuando se encontró por segunda vez con él. Era algo que no había encontrado en otros hombres que había conocido. Y esa imposibilidad de poder reencontrarse con él nuevamente, la tenía destruida mentalmente y, para qué negarlo, sexualmente también.

Por eso que había decidido salir esa noche con sus amigas. Estaba segura que levantaría alguien en el bar que ellas frecuentaban. Efectivamente no le había costado nada. ¡Los hombres eran tan predecibles en estas circunstancias! Al poco rato de llegar, mientras bebían sus tragos, le bastó un guiño de ojos para que un tipo que estaba en la barra, alzara su vaso y la invitara con una sonrisa. Les había hecho un gesto de complicidad a sus amigas Vicky y Sandra y se había dirigido hacia la barra en donde la esperaba ese tipo bien parecido, de mediana edad, bastante más bajo que ella, como pudo apreciar, cuando se sentó en el taburete que él dejó para que ella ocupara. Pocos minutos después habían salido con del bar y subiéndose al automóvil de él, le había dado la dirección de su departamento. Por último se dijo, este tipo me llevará a casa, ya que había llegado al bar en el automóvil de su amiga Vicky, que la había pasado a buscar esa noche.

Y las cosas habían resultado un desastre. Al tipo le faltaba finesa. Prácticamente, la había tratado como a una puta. Apenas llegaron a su departamento, el tipo la había semi desnudado en el living, le había bajado las bragas y allí, simplemente la había penetrado sin ningún preámbulo. Minutos después, se había quedado echado en el sofá mirándola, como esperando que Vicky hiciera el trabajo de despertarlo nuevamente. Ella lo había mirado, se había levantado para acomodarse la falda que tenía arremangada en la cintura y le había dicho secamente:

“Me gustaría que te marcharas”

“Pero, vamos. Espera que me recupere. Podemos seguir en tu cama. ¿No te parece?” Le dijo, dándole una sonrisa, y viendo que no las tenía todas consigo en ese momento.

“No. Recupérate en tu casa. Ahora, por favor, vete” Le dijo, tomándole su chaqueta y pasándosela.

El tipo la había tomado en silencio y había salido sin agregar palabra. Se había dado cuenta tarde que la había cagado.

Ahora ella, mientras recordaba ese fiasco, se acurrucó en posición fetal, sintiendo emocionalmente mal. Lo único que había logrado esa noche, era aumentar la necesidad de sexo. Y lo peor, darse cuenta que durante toda la última semana, no había podido sacarse de la cabeza la imagen de Chase.

Casi sin pensarlo, sus dedos reptaron entre sus muslos que abrió levemente, para permitir que sus dedos rozaran los labios de su vulva. Los acarició suavemente, pasando las yemas por los bordes, a todo lo largo hasta subir a su pequeño botón que pareció abrirse paso entre sus labios al tensarse. Lo acarició girando su índice alrededor e introduciéndolo entre los labios, y dándose cuenta que parecía un pequeño y firme pico, que envuelto de suave piel, se hundía en las profundidades de su vagina.

Siguió hundiendo lentamente su índice en el interior mientras seguía la protuberancia de su clítoris, imaginándose que era Chase que la penetraba, no obstante que el tamaño de su dedo, estaba lejos de parecerse en grosor y largo al pico de él. Se estremeció de placer cuando arqueó su dedo, tratando de frotar su punto G. Gimió cuando lo logró y metió más su dedo, para comenzar a friccionar su vulva con ritmo pausado, al que acompañó después con su otro dedo, al tiempo que con su otra mano, tiraba de sus pezones. Ahora apretando sus muslos enardecida, aceleró el vaivén de su mano.

En un momento se giró en la cama, para quedar de bruces, asesando ante el esfuerzo que hacía para masturbarse sin piedad. El ritmo crecía en intensidad, presionado con su dedo pulgar la punta de su clítoris, mientras hundía ambos dedos en su vulva mojada. Mojó con salida el dedo medio de su otra mano y la llevó hasta sus glúteos y buscó el pequeño orificio de su ano, lo metió allí. Su cuerpo era un arco tenso sobre la cama, mientras se masturbaba acariciando ambas aberturas. Minutos después, todo su cuerpo se tensó en un largo orgasmo que lo recorrió haciéndola temblar durante largos segundos. En ese momento gritó, en parte de placer, en parte de frustración, de tener que haber tenido que hacer esto para poder liberar la tensión sexual que la había acompañado toda la semana, y que se había exacerbado con esta relación reciente y tan frustrante.

‘¡Maldito Chase!’ Grito a continuación, cuando retirando sus manos se giró de espalda y se quedó inmóvil en la cama, sintiendo que su cuerpo se crispaba de tanto en tanto, por los resabios de su reciente orgasmo.

No supo cuánto tiempo permaneció así. Creyó dormir, hasta que el sonido de su celular sonó sobre la mesita de noche.

Eran Vicky y Sandra que querían interrogarla, como de costumbre. Por un instante quiso no contestar, pero ellas eran sus únicas amigas. A ellas se lo permitía. Habían sido compañeras de universidad, y aunque habían seguido carreras diferentes, nunca habían permanecido alejadas. De alguna manera, eran su cable a tierra, cuando su trabajo la abrumaba.

“¿Y qué tal estuvo ese tipo que te levantaste anoche?” Preguntó Vicky, conectando la llamada en sistema conferencia.

“¡Horrible. Una mierda!” Dijo Karen, suspirando aliviada de poder transmitir esa frustración que aún la consumía.

“¿No me digas que te dejó colgada?” Le preguntó Sandra.

“Tal cual. El tipo se fue como a los 15 minutos.” Dijo Karen.

“¿Se fue de tu departamento tan rápido?” Preguntó con asombro Vicky.

“No seas inocente; acabó, eyaculó, se fue cortado, antes de los 15 minutos” Dijo Karen, echándose a reír ante la pregunta de su amiga, lo mismo que Sandra hizo por la otra línea.

“Con Chase no te pasó eso, que yo recuerde” Continuó Vicky, tratando de llevar la conversación por otra ruta, para ocultar la vergüenza de haber hecho esa pregunta tan infantil.

“Para nada” Contestó Karen, sintiendo que esos recuerdos que venían a su memoria, sólo hacían que volviera su frustración.

“Sí. Chase te dio como caja, ¿no es verdad, Karen?” Dijo Sandra, mientras trataba de contener la risa.

“¡Vamos, no seas ordinaria!” Le dijo Karen, sonriendo para sus adentros. Y su imaginación corrió a mil cuando la hicieron recordar a Chase.

“¿Por qué no vienes a mi casa? Almorzaremos en la casa de mi primo Freddy” Le preguntó Vicky, recordando de pronto que la había invitado a una barbacoa que preparaba su primo con unos vecinos, ya que verían un partido de football del equipo americano que se preparaba para participar en el mundial.

Karen conocía al primo de Vicky, por lo que pensó unos segundos y le prometió ir. No se sentía con ánimo de pasar la tarde sola, después de lo de anoche, y esa sería una oportunidad de olvidarse un poco de estos últimos sucesos.

******

4

Esa mañana de domingo, Chase llevó sus manos a los ojos y los refregó, tratando de despertar. El silencio que reinaba en el dormitorio, le hizo pensar que era muy temprano. Se incorporó y en ese momento recién su mente comenzó a procesar su entorno. Sintió la tibieza de los cuerpos desnudos que rozaban sus piernas. Miró hacia su derecha y observó que la sábana cubría a Carmen sólo hasta la cintura, dejando al descubierto a partir de allí, parte de cadera y su muslo. Cuando fijó más la vista, pudo ver el suave hoyuelo donde se iniciaban su grupa levantada. Miró hacia su izquierda, y tuvo una réplica exacta, aunque pudo darse cuenta que el cuerpo desnudo de Catherine, mostraba unas líneas más firmes, debido a la intensa preparación física que había recibido y seguía recibiendo en la NSA.

Sin embargo, era claro que ambas mujeres tenían los mismos genes. Ambas dormían en posición supina, con ambos brazos sobre sus cabezas. Miró con curiosidad que la línea del comienzo de sus glúteos, se dibujara tan claramente donde terminaba el muslo, iniciando una curva violenta hacia arriba, que explicaba por qué se marcaba tanto el trasero de ambas, con cualquier ropa que usaran, y también el oscilante movimiento de sus nalgas al caminar.

Apoyó sus palmas en el trasero de ambas. Una sensación eléctrica lo recorrió, enviando señales claras de excitación a su cerebro. Era extraña esa sensación de tocar a ambas mujeres. Recordaba cómo había acariciado sus cuerpos desnudos durante esas maratónicas horas que había estado con ellas. Recordaba la aprehensión que sintió cuando vio aparecer a Carmen desde el closet donde había estado oculta, espiándolos mientras Catherine le hacía sexo oral. El no esperaba que Carmen participara nuevamente cuando él estuviera con su prima. Pero, se dio cuenta que precisamente había sido Catherine la que lo había permitido, cuando ella le había susurrado algo y Carmen se había arrodillado frente a él, y había comenzado a besarlo.

A partir de ese momento, toda la situación tomó un rumbo que no esperaba. Desde el momento en que en la mañana anterior había aparecido Carmen en el dormitorio de Catherine, le había costado aceptar que la muchacha aceptara ese ‘juego de tres’. Pero, lo había hecho sin remilgos y tenía que confesarse a sí mismo si él podría estaba dispuesto a esto continuara. Era la primera vez que tenía sexo con dos mujeres, y menos con una adolescente a la que le casi duplicaba en edad.

Cuando tuvo su primer encuentro sexual con Catherine, se dio cuenta que ella representaba un tipo de mujer que no había conocido antes: sensual, desinhibida, provocativa, siempre tomando la iniciativa, por momentos obligándolo a mantener un buen control de su umbral de excitación, para poder seguirle el ritmo.

Y ahora, había aparecido esta adolescente que era una réplica de Catherine, en una talla menor, pero igualmente incisiva. Se lo había demostrado cuando lo había conducido a la ducha de la mano y se había agachado frente a él, esperando que él la culeara. Era cierto que la sintió quejarse cuando la penetró, y que a los pocos minutos había acabado. Eso lo hizo reflexionar que tenía poca experiencia, pero era de naturaleza tan caliente como su prima. Lo demostró una vez más, cuando después de salir del closet se acercó a su prima, quien después decirle algo al oído, dejó que se acercara a él para besarlo y poco minutos después, se colocaba de rodillas sobre el cuerpo de él, y con sus manos apoyada contra el respaldo de la cama le ofreció su sexo.

A partir de ese instante, toda duda o aprehensión que tenía respecto de la presencia de Carmen para participar de su encuentro con Catherine, quedó nublada ante esta orgía erótica que se abría por primera vez para él. Lamió y chupó cada centímetro de la apretada hendidura de esa adolescente, que se retorcía entre sus manos, gimiendo sin parar.

Al poco rato sintió que Catherine, habiendo dejado de hacerle sexo oral, se había colocado a horcajadas sobre él, para montarlo, primero dejándose caer de arriba abajo sobre su pene, moviéndose de forma frenética. Después, había apoyado sus nalgas sobre él, con toda su erección hundida hasta el fondo de su vulva, y había comenzado a oscilar sus caderas de adelante hacia atrás, para después apoyar sus manos en la espalda de Carmen, mientras lo hacía. Recordaba claramente cuando la muchacha había lanzado largos gemidos en el momento en que fue impactada con un largo orgasmo que la hizo estremecerse contra su cara. Los dedos de sus manos se habían crispado contra sus caderas, cuando sintió que no pudiendo resistirse más, había eyaculado dentro de la vagina de Catherine. Segundos después sintió que ella daba un chillido cuando inundó sus muslos con el líquido que había comenzada a escurrirse en el instante en que también era golpeada con un intenso orgasmo que hizo que se abrazara a la espalda de Carmen.

Ahora, despierto, contemplaba la enorme erección que sobresalía entre sus muslos, producto de sus reminiscencias, de estar mirando los hermosos cuerpos desnudos de ambas mujeres, y en parte generado precisamente por las ganas de orinar que tenía. Tratando de no despertarlas, reptó hasta los pies de la cama para pararse allí y dirigirse al baño. De pie frente al excusado ahora, tuvo que presionar su dura erección hacia abajo para descargar trabajosamente su vejiga. Cerró los ojos y disfrutó de ese momento tan propio de todo hombre en las mañanas. Se estiró y se metió en la ducha con su verga colgando menos erecta ahora. Nuevamente cerró los ojos allí, y dejó que el agua tibia escurriera por su cabeza y por todo su cuerpo que tanto lo necesitaba, después de la larga actividad sexual que había tenido con esas intensas mujeres, toda esa tarde anterior y parte de la noche.

Estaba en esa posición, cuando sintió que una mano agarraba su pene y una boca mordía su pera y succionaba el agua que corría por ella. Pronto sintió unos pezones duros que presionaban su torso. La sensación de ambas caricias, fue tan intensamente eróticas, que las paredes de su pene se llenaron de sangre poniéndole erecto nuevamente en la mano que lo sostenía firmemente. Se apoyó en la pared de la ducha y tomándola de la cintura atrajo el flexible cuerpo de Catherine, pegando sus tetas y su vientre contra su cuerpo, mientras besaba sus labios, para bajar por su cuello, dándole así una señal que iba por más.

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