El Masajista 4a. Parte

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El reencuentro juvenil.
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Parte 4 de la serie de 8 partes

Actualizado 03/18/2021
Creado 11/27/2014
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El masajista, 4ª.parte

El reencuentro juvenil

La verdad pocas veces es pura y nunca simple

Oscar Wilde

*

Esteban, después que recibió la llamada de Isabel, fue al living en donde estaba Josefa con Lucía. Ambas leían.

"Josefa, ¿me puedes prestar el automóvil? Tengo una movida con Jorge" le dijo Esteban sintiendo que le subía un rubor por su cara, por la mentira. No quiso decirle que se encontraría esa tarde con la chica que había conocido en la piscina el domingo anterior.

"Por supuesto, cariño. Están sobre la mesa de la entrada. Recuerda no beber" le dijo ella, mirándolo intensamente.

"No. Tu sabes que no." Se despidió de ambas y salió.

Esteban, mientras conducía hacia la casa de Marián, se preguntaba si, considerando el rumbo que había tomado su relación con Josefa, tendría sentido que tratara de sumar puntos con Marián. La joven por supuesto que lo había entusiasmado. Tenía un rostro muy agradable; pero, también un cuerpo que mataba; con una cintura que hacía resaltar su trasero duro que había mostrado en la piscina, y que estaba seguro de poder abarcar con sus dos manos, lo había dejado rayado. '¡Qué diablos, veamos lo que pasa y después pensaremos qué hacer!', se dijo con la típica mentalidad de joven, en que las hormonas se encargan de manejar la mayor parte de las decisiones, aunque eso de 'hormonas' sea un eufemismo.

Después de un largo trayecto por la autopista, enfiló hacia la avenida que le había señalado Marián. Aminoró la marcha hasta dar con la calle y el número de la casa en donde vivía la muchacha.

La casa era impresionante, cuando tocó el timbre, la muchacha ya lo había visto llegar desde la terraza del segundo piso. Segundos después, Marián le abría la puerta y le daba un amistoso abrazo.

"¡Hola, Esteban!" dándole un beso en la mejilla

Entraron y Marián lo condujo hacia una salita de estar. A los pocos minutos, apareció una mujer que era la copia mejorada y aumentada de Marián.

"¿Sin duda tu mamá?" le susurró al oído

"Esteban, te presento a mi mamá"

"Señora.." balbuceó Esteban sin dejar de mirar el cuerpo impresionante de la mujer.

"Hola Esteban, dime Marianela" le dijo con una sonrisa, apreciando el físico del muchacho que la miraba con unos ojos que daban claras señales de admiración. Se sintió halagada, por supuesto.

"Marián, ¿Por qué no invitas a Esteban a la terraza y le ofreces algo? Yo tengo que salir con tu padre a una cena a casa de unos amigos, por lo que si quieres le puedes ofrecer algo de beber, que no sea alcohol por supuesto" agregó con una sonrisa. Se despidió con un beso de su hija e acercó su mejilla a Esteban, para que este se despidiera también.

"O.K., mamá. Vamos Esteban, sígueme" y lo condujo a través de un enorme living y salieron hacia una terraza. Mientras lo hacían escucharon el automóvil de sus padres que salían de casa.

Marián trajo unos jugos de frutas con una botella de vodka.

"No te importará que yo le coloque malicia, ¿no?" le preguntó a Esteban mientras servía el jugo. Después se sentó en el sofá al lado de él y le ofreció el vaso.

"A mí no, tu sabes que tengo que manejar" Le dijo Esteban oliendo el vaso.

"¡Pero si no vamos a salir de inmediato!" le retruco Marián, acercándose más a él.

Esteban comprendió que la muchacha no tenía mucha intención de salir, por lo que colocó su brazo en los hombros de ella y chocó su vaso con el de ella.

Pronto la muchacha acercó su cara hacia Esteban para que éste la besara.

Esteban después de besarla castamente, la apretó contra él y comenzó a besarla con más audacia.

Marián devolvió cada beso abriendo su boca y buscando con su lengua, la lengua de él.

Poco a poco Marián fue girando su cuerpo hacia él, hasta que comenzó a subir su muslo sobre la pierna de Esteban, hasta que finalmente simplemente quedó montada sobre él.

La pequeña falda de la muchacha se había subido hasta sus muslos, por lo que Esteban pudo acariciarlos sin restricción.

La muchacha en esa posición, sintió cómo el bulto del miembro de Esteban comenzaba a presionar contra su pubis y de inmediato sintió también que su pequeña almeja comenzaba a mojarle los calzones.

'Esto no tiene retorno' pensó la muchacha y su mano buscó el cinturón de Esteban, mientras seguía besándolo. Después de mucho batallar para encontrar la hebilla, logró abrirla y soltó el cinturón; a continuación la muchacha subió sus caderas dejando así espacio para que su mano pudiera bajarle la cremallera.

La muchacha metió su mano por el borde del bóxer, y en la posición en que estaba, de rodillas y abierta de pierna miro lo que su mano estaba tocando.

'¡Oh, dios, es enorme' pensó la muchacha cuando sus manos envolvieron el tronco palpitante que tenía frente a sus ojos.

Marián de temperamento ardiente como su madre, siempre tuvo una fijación por el miembro masculino, desde que había visto a su padre con una erección en el baño, al que había entrado pensando que estaba vacío. Para una niña que recién se enfrentaba a la pubertad en que sus hormonas generaban profundos cambios en ella, fue un tremendo chock.

Ella había tenido muchos encuentros con muchachos de su edad a los que no tenía reparos en darles mamadas, cosa que le encantó desde el comienzo.

Una vez en un momento de intimidad, le comentó a su madre esa fijación, a lo que ella no tuvo reparos en darle a conocer su propia experiencia al respecto. Le dijo derechamente que a ella también le encantaba y le transmitió sus conocimientos. Le dijo por ejemplo, que era la mejor manera de retener a un hombre, porque la misma situación ocurría a la inversa. El sexo oral generaba en la pareja un lazo que era difícil de explicar. Marianela le explicó que con su padre era habitual entre ellos. En su explicación, fue mucho más allá, dándole a conocer ciertas técnicas que ella debía aplicar, si en un momento quería hacer acabar rápidamente a la pareja de turno.

Marián miraba encantaba la verga de Esteban que nunca pensó que tuviera esas proporciones. Sin soltarlo, resbaló hasta la alfombra, quedando de rodillas entre las piernas del muchacho. Lo tomó con ambas manos como si hubiera tomado un sirio y fuera a rezar. Por supuesto no era esa su intención. Ante sus ojos asombrados tenía el más hermoso pico que jamás había contemplado. Deslizó sus dedos a lo largo de esa carne hinchada y gruesa y escurrió hacia debajo de la cabeza, el líquido cristalino que manaba de la pequeña hendidura y que hacía brillar la verga con las enormes luces del living.

Esteban miró fascinado como la muchacha acercaba la lengua, que estirada, se movía como en cámara lenta hacia la cabeza brillante. Marián saboreó con la punta de su lengua el jugo que empezaba a correr hacia abajo mojando su mano, abriendo la boca cubrió con ella la dura y suave verga de Esteban.

Chupó y saboreó largamente todo lo que pudo meter dentro de su boca. Le encantaba su textura, su rigidez. Apenas podía contenerla dentro, pero trató de metérsela más y más dentro de su boca. No estaba segura ahora de poder meterla toda en su boca, pero siguió sacándolo de su boca e insistió a tragarlo todo.

Después de chupar largamente la verga de Esteban, Marián decidió que había llegado la hora del toque final, le tomó con sus dedos el borde de la cabeza y comenzó a succionar la punta con fruición. Fue allí cuando Esteban se dio cuenta que no duraría mucho su resistencia con ese juego, porque sintió que sus testículos comenzaban a apretarse, señal inequívoca de que Marián había encontrado su punto débil y con un largo gemido acabo interminablemente en la boca de la muchacha.

Chorro tras chorro cayó en la lengua de la muchacha que lamió como un gatito la leche que salía de la verga de Esteban. Marián lo quedó mirando complacido. Había logrado hacer acabar a ese tremendo muchacho, utilizando la técnica que su madre le había explicado en su momento.

Lo que Marián no sabía, era que las cámaras de vigilancia que su madre había hecho instalar, después del robo que habían sufrido durante las últimas vacaciones de verano, tenían un sistema de grabación y que todo el episodio de la terraza estaba siendo registrado.

Marián se alzó y nuevamente se montó en la falda del muchacho y poniendo sus brazos alrededor de su cuello, lo besó recorriendo con su lengua el interior de su boca. Para Esteban fue una sensación nueva y al mismo tiempo extraña; sentir su propio semen siendo traspasado a su boca por la muchacha, fue algo que algo inesperado; pero, se dejó llevar y la besó y chupo su boca mientras que al mismo tiempo, sentía que su miembro nuevamente comenzaba a cobrar vida.

La muchacha que al alzarse del piso había dejado atrás sus calzones, sintió claramente que el miembro de Esteban se hinchaba y subía por su vientre y, excitada como estaba con la reciente mamada que la había dejado totalmente mojada y casi al borde del orgasmo, apoyada en sus rodillas alzó su pubis y alineo la hendidura de su pequeña almejita contra la cabeza de la verga erguida.

Con su mano el muchacho la tomó por el tronco y terminó de guiarla hasta su raja y cuando ella sintió que la cabeza ya estaba dentro de su concha, comenzó a bajar sus caderas.

Las manos de la muchacha se crisparon cuando sintió que ésta empezaba a deslizarse sin dificultad dentro de su caliente vulva totalmente mojada.

Esteban tuvo un momento de lucidez y le dijo angustiado "¡Marián, no tengo puesto condón!"

Ella le respondió con un "¡Shiii, tengo la inyección.." "¡Aaah, cielos...!" gimió a continuación mientras sentía que había logrado meter casi la mitad de la verga del muchacho. Éste colocó sus manos abiertas contra la cintura y apoyo la presión que ejercía Marián con sus caderas.

La muchacha al darse cuenta que no lograba que esa enorme verga entrara, se levantó un poco y sin sacarla completamente y con sus manos en sus caderas, bajó todo su peso hasta que pudo sentir a Esteban totalmente dentro de ella.

"¡Oooh, no sé cómo me cabe todo tu pico, Esteban!" balbuceó la muchacha, mientras apoyaba su boca contra su cuello, besándolo y mordisqueándolo mientras levantaba sus caderas a lo largo de su verga, para después bajarlas violentamente contra sus piernas.

Ya había caído la noche y no se escuchaban ruidos. En la terraza ahora en silencio, sólo se sentían la respiración agitada y los gemidos y el rápido chocar de las nalgas de la muchacha contra el cuerpo de Esteban. Éste, algunas veces la tomaba de la cintura, otra la abrazaba, la besaba. Ambos enloquecidos por el placer que se entregaban mutuamente.

Marián ya había logrado un orgasmo y su cuerpo joven buscaba más, porque la verga dura dentro de ella le indicaba que esto iba a durar.

En ese momento, Esteban le puso sus manos en sus nalgas se irguió junto con ella. Ella abrazada a él, de inmediato cruzó se piernas alrededor de su cintura, quedando así empalada con su verga.

'¿Qué pretende, si me tiene todo el pico adentro?' se preguntó la lola. Tuvo la respuesta de inmediato, ya que tomada como la tenía, la comenzó a subir y a bajar sobre su pecho. La muchacha dio un gritito al sentir que todo el grosor de la verga le abría su almejita.

"¡Chucha!" gritó sin percatarse de su lenguaje. Se sentía como una muñeca en los brazos de él, mientras la subía y la bajaba sintiéndose casi violada por la fuerza de la verga que entraba y salía de su vulva.

"¡Chucha, chucha, chucha!" gritó descontrolada cuando sintió que su vulva comenzaba a chorrear jugos sin parar, como si se hubiese meado en el pico del muchacho, cayendo por sus piernas y mojando los pantalones que estaban arroyados a sus pies.

Esteban tuvo que utilizar toda su fuerza para mantener el equilibro ante las convulsiones del cuerpo de la muchacha que no cesaban. Cuando notó que se detenía totalmente, este levantó un pie para deshacerse de una de las piernas del pantalón e hizo lo mismo con la otra. Ya con sus piernas libres, la llevó hasta el sofá y la colocó de espaldas. Marián, que seguía asida con piernas y manos al cuerpo de Esteban, sintió que la verga seguía dura dentro de ella.

"¡Dame más, dame más, culéame, méteme todo el pico!" chilló Marián, y Esteban comenzó a moverse contra ella como si recién comenzara a culearla. Los embates de la verga de Esteban contra la vulva de la muchacha, fueron haciéndose cada vez más rápidos, al mismo tiempo que sus gritos de placer aumentaban en intensidad.

Esta vez ella sintió que Esteban daba un largo quejido y sintió que los chorros del semen golpeaban las paredes de su vulva y, en ese mismo momento, ella sintió que una vez más su cuerpo comenzaba a agitarse convulsionada bajo el cuerpo del muchacho.

Ya no le importó donde estaba, y Marián dio chillidos tras chillidos de placer.

Cuando se relajaron, recién en ese momento Marián miró a Esteban y le dijo sonriendo

"Espero que no lleguen los pacos"

Y ambos se rieron a carcajadas.

Después Marián le invitó a que la siguiera. "Vamos a ducharnos" le dijo. Esteban tomó su ropa, lo mismo hizo Marián pensando que no podía cambiarse de ropa, porque quedaría en evidencia lo que había pasado esa noche.

Su madre vería las grabaciones al día siguiente y eso era algo que Marián hasta ese momento no sabía.

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El sinuoso cuerpo desnudo de Marian se movió con gracia mientras conducía a Esteban por el amplio pasillo al que accedieron directamente desde la terraza. Cuando entraron al dormitorio, la muchacha dejó su ropa en la cama señalándole a Esteban que hiciera lo mismo.

En ese instante sonó un celular, Marián miró hacia el velador y vio que era el suyo. Se recostó sobre la cama lo tomó y contestó, mientras Esteban se sentaba cerca de ella.

"¿Hola Juan?" dijo Marián al contestar mientras modulaba hacia Esteban diciéndole que era el salvavidas de la piscina del cerro.

"Si. Decidí quedarme en casa", le contesto a la pregunta que le hizo Juan.

"Si. Estoy sola" y le guiñó un ojo a Esteban mientras decía eso. Este se dio cuenta del juego que Marián pretendía hacer en ese momento, por lo que se acercó a la muchacha y colocándose en la misma posición en que estaba ella, le abrió los muslos dejando a la vista su concha de la que aún escurría su semen.

Marián se llevó su mano libre a su boca y dio un

pequeño grito ahogado.

"No. Es que estaba mirando una escena en la tele" dijo en el celular, como explicando lo sucedido.

Esteban siguió acariciando el trasero de Marián. Le abrió las nalgas y empezó a lamerle su pequeño agujero estriado.

Marián no pudo impedir lanzar nuevamente un pequeño gemido.

"Si. Es que la escena que estoy viendo es terrible", le explicó a Juan por el celular.

Esteban esta vez le tomó por las caderas e hizo que levantara su grupa para poder tener un mejor acceso. Marián quedó de rodillas con su cabeza apoyada sobre la cama mientras mantenía en su mano el celular con el que conversaba con Juan. Esteban se puso de rodillas y comenzó a pasarle la lengua primero por el culo bajando hacia la hendidura de su pequeña almeja.

Marián trataba de mantener el control de la voz mientras conversaba con Juan, aunque movía sus caderas como siguiendo la boca de Esteban.

Éste comenzó ahora a acariciarle sus pechos, mientras Marián sentía el grosor de su miembro deslizándose entre sus nalgas y pasando por la entrada de su pequeña hendidura estriada.

Esteban decidió cambiar el juego por algo más drástico, y levantándose tomo su miembro que estaba duro como roca, tanto por el juego que le estaba haciendo a Marián, como por la excitación extra que proveía ésta al tratar de mantener una conversación por el celular, y lo enfiló hacia la concha que había comenzado a gotear. Tanto los jugos de Marián como los que estaba generando su propio pene, permitió que éste se introdujera casi hasta la mitad, en el primer envión de las caderas de Esteban contra las nalgas de la muchacha.

"¡Esto es increíiiibleeee..!" dijo Marian casi gritando al celular que temblaba en su mano.

"!Si¡ Es que no había visto ni sentido algo así. Perdóname, pero no he podido dejar de mirar la tele", explicaba Marian con voz entrecortada por el celular, mientras Esteban comenzaba a culearla sin más trámite.

"Si... Juan,... podemos,... conversar si tú no tienes... inconveniente que yo siga con mi programa favoritooo!" le decía Marián por el celular, tratando de mantener el control de su voz.

"¡Clarooo... Tal vez podríamos... Pero, la verdad... no se... cuando...!"

"¿Hoy...venir a mi casa?... La verdad... es que... me acostaréee... prontooo...

¿Que te parece como si me estuviera masturbando...? La verdad es que sí. ¡Me encantaaa... hacerlo cuando veo teleee...!"

"O.K. Llámame en la semana. Chao!" y Marián cortó. Justo cuando comenzaba a tener un orgasmo.

"¡Eres muy malo, Esteban! ¡Pero también muy rico! Pero, mejor nos vamos a la ducha", sintiendo que Esteban sacaba su verga aún dura de su concha.

Salió de la cama y tomando de la mano a Esteban lo condujo hacia la ducha. Allí procedió a abrir el agua que cayó tibia por sus cuerpos sudorosos.

Ella tomó un frasco de gel y comenzó a enjabonarse mientras Esteban miraba cómo el agua comenzaba a cubrir la grácil figura de Marián. Cuando el trató de tomar el gel después de que ella había cubierto su torso de espuma, ella hizo un gesto alejando su mano con el frasco y le dijo:

"¡No. Yo te voy a enjabonar!" Y diciendo eso, echó el líquido en su mano y acercándose a él, comenzó a cubrirle el torso con el líquido. Las suaves manos de la muchacha pronto hicieron su efecto, ya que Marián vio y sintió que el enorme miembro se comenzaba a hinchar contra su vientre.

"Hum. ¡Parece que a alguien le gusta que lo bañen!" le dijo Marián mientras se arrodillaba y comenzaba a enjabonar el vientre hasta tomar con ambas manos la verga y sus testículos.

La muchacha continuó con sus muslos y le hizo un gesto con su mano para que se girara.

Aún de rodillas, siguió pasando el gel por las caderas y después le tomó los firmes glúteos con ambas manos. En ese momento ella se levantó y pegó sus duros pechos contra la espalda de Esteban y abrazándolo, asió con ambas manos su miembro.

Esteban no pudo evitar lanzar un gemido de placer al sentir las manos de Marián que comenzaban a acariciarlo, mientras el agua seguía cayendo sobre sus cuerpos.

Esteban se giró, bajó sus brazos la tomó de sus nalgas y la alzó y la apoyó contra el muro de la ducha. Marián de inmediato, alzando también sus piernas, le abrazó por la cintura. La muchacha gimió al sentir que él hacía recorrer todo el tronco de la verga hacia arriba y hacia abajo a lo largo de toda la hendidura de su vulva. El levantó aún más su cuerpo, hasta que la cabeza de su verga se alineó con la entrada de la pequeña almeja de la muchacha.

"¡Si, si. Ya está ahí, métemelo ya!" Gimió Marián cuando sintió que toda la cabeza se había insertado en ella.

Esteban comenzó a bajarla lentamente para que la pequeña vulva de Marián se acomodara a la presión que comenzaba a ejercer su enorme y erecto pene.

La muchacha gimiendo de placer, apoyó cabeza en el cuello de Esteban cuando sintió que toda esa masa de carne estaba nuevamente dentro de ella.

Después ella perdió la noción de cuanto rato Esteban la culeó en la ducha hasta que su cuerpo comenzó a estremecerse y fue en ese momento cuando Marián comenzó a dar gritos ante la magnitud del orgasmo que se había apoderado de su cuerpo. Se convulsionó en los brazos de Esteban, mientras éste seguía subiendo y bajando su vulva a lo largo de su verga, tal como si estuviera masturbándose con la muchacha.

En momento dado, Esteban le dio mayor rapidez al movimiento, mientras la muchacha seguía gritando, hasta que sintió la contracción en sus bolas primero, para sentir el reguero que comenzó a recorrer su verga hasta lanzar el caliente semen dentro de la vulva de la muchacha.

Ésta siguió gritando aún más cuando sintió los chorros que la inundaban.

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