El Profesor de Tenis Cap. 03

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Si entrenas bien, ¿puedes perder una competición?
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Parte 2 de la serie de 8 partes

Actualizado 06/08/2023
Creado 10/12/2016
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Si entrenas bien, ¿puedes perder una competición?

****

Inga y Karen, las dos rubias adolescentes, hijas de la dueña de la hostería, arreglaban ese martes el comedor para el desayuno. En esta época de verano, solían pasarla con su madre, ya que coincidía con sus vacaciones de invierno en Alemania, en donde estudiaban. Ayudaban a su madre no sólo en administrar la hostería, sino que no tenían reparo en apoyar en otras tareas su negocio, como la que realizaban en este momento. Sin embargo, ambas estaban conscientes que en este caso, había un interés adicional. Inga había estado en la recepción el día en que llegaron Pedro y Julián, y se lo había contado a Karen, y ésta había quedado fascinada con el físico de Julián cuando lo vio vestido en tenida de tenis la tarde anterior, cuando ambos salieron a entrenar.

Esta mañana Inga estaba colocando unas tortas, unas jarras con jugo recién exprimido, jamón trozado y queso de diferentes variedades sobre un gran mesón. Karen colocaba manteles en las mesas, mientras no cesaba de mirar hacia la entrada del comedor. Ambas muchachas vestían de jeans. Ambas eran muy altas, rubias, casi platinadas, de ojos azules, pero de contextura muy distinta. Mientras Inga apretaba sus jeans a morir, ya que era de contextura más bien gruesa, su hermana Karen era todo lo contrario: esbelta, muy bien proporcionada, parecía una atleta. Pero era claro que tenían los mismos genes de su madre. Ambas eran muy curvilíneas, de grandes pechos, caderas anchas y redondo trasero.

"Karen, convéncete. Al que le pusiste el ojo, no va a venir a desayunar, por cierto tu galán se llama Julián" Le decía su hermana burlándose de ella. Sabiendo que eso la molestaba, ya que Karen le había comentado a su hermana Inga, haber quedado impresionada con el físico de atleta de Julián. Ella, siendo una corredora en la universidad de Bonn en donde estudiaba, siempre le habían atraído los físicos esculpidos, además de gustarle los tipos rubios; pero, nunca antes había conocido un moreno como Julián, alto, de brazos y piernas de músculos marcados, y eso la había dejado loca, especialmente cuando lo vio caminar con esa seguridad de macho ALFA.

"Además, te engañó con esa morena que lo acompañaba anoche cuando vino a dejar a su amigo. Salió con ella y anoche no volvió"

"¿Y cómo sabes que no volvió?" Le preguntó Karen.

"Porque su automóvil no está estacionado, tontona"

Le dijo inga mientras colocaba unos panes integrales en las paneras y tapaba las tostadas recién hechas con un pequeño mantel para mantener su calor. El comedor había quedado preparado para el desayuno de los turistas que llenaban la hostería esa semana.

Cuando Pedro entró al comedor, Inga lo miró y le susurró a su hermana, medio en risa: "Ves, te lo dije, bajó solo, porque tu galán te engañó, pasó la noche con la morena estupenda y tú sabes lo que eso significa, ¿verdad?".

"¿Y cómo sabes que salió acompañado?" Insistió con la esperanza de que su hermana le estuviera mintiendo o fuera otra de sus bromas.

"Muy simple, cuando regresó en la noche, dejó al rubio en la cabaña, el que acaba de entrar, y después salió y no ha regresado hasta ahora, que yo sepa."

"Ahh", exclamo Karen, decepcionada y se dirigió a terminar de arreglar una mesa mientras Inga se acercaba a la que Pedro había ocupado.

"Soy Inga. ¿Desearía un par de huevos a la copa?"

"Gracias, sí. Me encantaría, Inga" contesto Pedro, impresionado por la maciza y juvenil belleza de la adolescente, a la que no le quitó la vista mientras se alejaba. Definitivamente era una bebé rolliza que daban ganas de apretujar.

"Y su amigo,¿no bajó a desayunar?" Le preguntó al volver, después de dar la orden para que le prepararan los huevos, mientras le servía el café.

"No. No llegó a dormir, por lo que tendré que pedir un taxi que me lleve al estadio municipal". Contestó Pedro.

"No será necesario. Yo te llevaré" Se escuchó una voz detrás de él. Era Julián que apareció en ese momento.

Desde el lugar en que estaba, el rostro de Karen se iluminó cuando lo vio entrar en su buzo deportivo y se lo quedó observando embobada mientras Julián se sentaba al lado de Pedro. Cuando Inga se acercó a su hermana le comentó que estaba de acuerdo con que Julián tenía una figura atlética y continuaron cuchicheando entre ellas mientras miraban a los dos amigos.

"Vamos qué sorpresa. Creí que no aparecerías. ¿Y vas a poder entrenar?" Le preguntó Pedro, levantando una ceja, con una sonrisa socarrona en su rostro.

"¿Y por qué no?" contestó Julián, mientras atacaba unas tostadas con mantequilla y queso y miraba de arriba abajo a su amigo.

"Por tus ojeras. No creo que hayas dormido mucho anoche" Le dijo Pedro sonriendo.

Las muchachas sentadas a un par de metros, no se perdían nada de la conversación que mantenían ellos. Karen no podía ocultar su decepción.

"Ves, te lo dije hermana, estuvo toda la noche con esa muchacha que lo acompañaba" Le dijo en voz baja mientras esperaban que llegara el resto de los pasajeros de la hostería.

"¿Así que tú crees que pasó la noche con ella?" Insistió Karen a su hermana.

"¿Qué tienes en la cabeza que no comprendes? Por supuesto, ¿No le ves la cara de sueño que tiene? Además viene recién bañadito"

"¿Y cómo lo sabes?" pregunto inocentemente Karen, manteniendo baja la voz, para no ser escuchada.

"Mírale el pelo, lo tiene mojado" le cuchicheó.

"¿Y eso qué?" le preguntó Karen.

"Vamos hermana, no seas ingenua. Déjame llevarle los huevos a la copa al rubio y te cuento las verdades de la vida después. ¿O prefieres llevarlos tú?" le preguntó, lanzando una risotada después.

Cuando Karen se acercó con los huevos a la copa, alcanzó a escuchar a su 'galán' que decía a su amigo: "La pasé a dejar tempranito a su casa. Prácticamente me tuve que arrancar, sino todavía estaría allí con ella. En todo caso la pasaré a buscar esta tarde. Espero que me acompañes"

"Y qué, ¿quieres que vaya tocar el violín?" Contesto Pedro sonriendo.

Terminaron de desayunar y se despidieron de las adolescentes. Karen se quedó mirando con una cara de cachorro apaleado a Julián, mientras lo veía salir del comedor y su hermana la observaba divertida. Siendo Karen la menor de las dos, recién había cumplido los dieciocho años, sabía que su hermana tenía muy poca experiencia sexual.

****

Una vez que ambos amigos llegaron al estadio municipal, solicitaron una cancha para entrenar en forma liviana, centrándose especialmente en que Pedro practicara el servicio. Julián vigiló toda su práctica durante casi una hora. Si bien fue corta, fue muy efectiva, gracias a la cual cuando Pedro entro al mediodía a la cancha con mucha confianza y logró pasar su primera ronda con bastante facilidad. Terminado el encuentro, Pedro invitó a Julián para celebrar este primer triunfo, a un restaurante del que le habían comentado esa mañana otros participantes. Mientras salían del estadio, pudieron observar las caras serias de los que habían perdido esa mañana y que volvían a sus respectivas ciudades y países. Pedro se felicitó de no estar en ese grupo de tempranos perdedores.

Mientras se servían unos exquisitos congrios fritos con ensaladas surtidas, Julián le comentó, sin entrar en detalles, lo bien que lo había pasado con Verónica. Al parecer le había caído muy bien, ya que le preguntó si saldrían esa noche nuevamente. No quiso agregar que la había dejado loca, ya que nunca le gustaba alardear de sus conquistas, pero eso había tenido también su precio: la morena lo había dejado seco.

"Era que no. Te mandaste cuantos sets, ¿dos, tres, al menos supongo?" le dijo Pedro mientras sonriendo se levantaba de la mesa. Julián lo quedó mirando lanzando flechas con los ojos, sin decir nada. Un verdadero caballero no se jacta de sus conquistas, le dijo.

Como habían acordado, ambos volvieron a la hostería para hacer una siesta. Al bajar, ambos divisaron a Inga, quién desde el comedor, les hizo un saludo con la mano. La rubia adolescente a quien habían visto esa mañana con unos jeans apretados a morir, que hacían resaltar su impresionante trasero y sus piernas contorneadas, estaba vestida esa tarde con una blusa camisera y falda. Pedro tragó saliva al verla, porque se dio cuenta que por su altura, era la versión rubia de Verónica, la amiga de Julián.

Se tiraron a la cama cuando entraron al dormitorio, dispuesto a tomarse una siesta corta, ya que volverían al club municipal para entrenar en la tarde, tal como habían acordado hacer mientras durara la competencia. Desde su cama, Julián le comentó: "Verónica me dijo que trataría de invitar a una amiga para esta noche"

Pedro revoleó los ojos y le preguntó: "¿Y qué tal es la amiga?"

"Haré como que no te escuché" le contesto Julián riendo y dándose media vuelta en la cama se puso a dormitar.

****

Esa noche después de cenar, Julián y Verónica volvieron a la hostería para dejar a Pedro. En el camino, Verónica se volvió hacia el asiento de atrás y dijo: "Lo siento Pedrito, pero mi amiga me dijo a última hora que no podía venir a cenar con nosotros". Éste contestó que no importaba, ya que debía acostarse temprano y habría sido muy decepcionante haber dejado plantada a su amiga.

Pedro se bajó se despidió de ambos y entró a la cabaña, se desvistió y se fue a la cama, un tanto frustrado ante el prospecto de no haber podido conocer a la amiga de Verónica. Pero al mismo tiempo, se sintió un poco culpable de pensar así, por lo que pensó llamar a su novia, como acostumbraba a hacer cada noche cuando le tocaba viajar. Aunque pensándolo mejor, dudó que fuera una buena idea, porque Paola, cuando se comunicaban por celular, le enviaba fotos íntimas con poca ropa, para después mantener largos y tórridos diálogos. Era su manera que ambos tenían para desahogarse a la distancia.

Decidió no llamarla y hacerlo en la mañana antes de salir para su segundo partido.Se quedó pensando en lo ajetreado que habían resultado estos dos primeros días en Valdivia. Aunque claro, más lo habían sido para Julián,que si bien no había jugado las dos horas que le tomó ganar su partido, el encuentro con la morena seguramente le debió tomar mucho más tiempo que eso. Se sonrió y sintió que el sueño lo vencía. No supo en qué momento se quedó dormido profundamente.

No supo cuánto durmió, cuando un golpe en la puerta de la cabaña lo despertó. Pedro se levantó pensando que era su amigo Julián que había regresado y no había llevado sus llaves. Cuando abrió la puerta con los ojos medio cerrados. Convencido de que era Julián, giró el pomo y abrió la puerta de entrada, y sin mirar le dijo "Diablos, Julián, por qué no llevaste llave". Había dado tan solo un paso, sintiendo que la puerta se cerraba a sus espaldas, cuando sintió dos tetas que se pegaban contra su espalda desnuda y unas manos rodeaban sus caderas y bajaban por la pretina de sus boxers para agarrar su verga.

Por un segundo quedó paralizado cuando escuchó junto a su oreja el aliento de una voz femenina que le decía. "No eres muy cuidadoso, Pedro. No puedes abrir la puerta así como así. ¿Y si no hubiera sido yo y hubiera sido un asaltante?"

En ese instante giró su cabeza y exclamó "Inga, ¿pero qué haces?"

"¿Qué crees tú, Pedro?", contestó ella, con su simpático acento alemán que lo desarmaba.

"Es que... No me parece adecuado" contestó Pedro, sin saber qué decir. Todo esto lo tenía muy confundido, pero al mismo tiempo muy excitado. Se dio cuenta que la muchacha había bajado la parte delantera de esa blusa campesina con que la había visto en la tarde y había pegado sus enormes pechos contra él. Estaba claro que no usaba sostén.Tuvo una erección inmediata al sentir los duros pezones contra su espalda.

"Además, estoy de novio", dijo esto último sin mucha convicción.

"A ver. ¿A cuántos kilómetros estás de tu noviecita? ¿A unos quinientos, seiscientos? Es mucha distancia y tú y yo estamos a digamos.....digamos... ¿a unos catorce centímetros?" le dijo Inga mientras acariciaba su verga endurecida.

"¿Por qué catorce?"

"Lo que mide esta" le dijo Inga mientras apretaba su verga que saltó entre sus dedos.

"¡Hey, un momento! ¡No mide eso!" dijo Pedro, sintiéndose ofendido.

"Bueno, ¿quieres que la midamos para salir de dudas?" le dijo la muchacha mientras sin soltarlo, lo empujaba hacia la cama con sus tetas pegadas a su espalda.

Pedro se dio cuenta que esta batalla estaba perdida y siguiéndole el juego, se sentó en la cama, mientras Inga se colocaba a horcajadas sobre él y rodeaba con sus muslos sus caderas. Después lo empujó y cuando cayó sobre la cama, Inga en un solo movimiento tomó su blusa y la sacó sobre su cabeza dejando a la vista sorprendida de Pedro, sus enormes pechos desnudos. Sus manos se movieron como imanes hacia la muchacha, tomando sus tetas sin alcanzar a cubrirlas con sus manos. Estaban durísimas, lo mismo que sus pezones que se deslizaron como lápices entre sus dedos. La muchacha lo miraba sonriente mientras con su mano izquierda tomaba la pretina de su bóxer para liberar su verga que tenía agarrada con su mano derecha. Una vez fuera de sus boxers, la acarició con suavidad, pasando la punta de sus dedos por la cabeza que ahora lucía inflamada. Pronto la muchacha comenzó a humedecer toda la cabeza con el líquido transparente que comenzaba a escurrir desde la punta. Pedro, serio ahora, atrajo a la muchacha hacia él y la rubia se dejó hacer, pero no le permitió que la besara.

"Pedro, esto será sin besos en la boca. Eso lo dejo para mi novio en Alemania. Mis labios le pertenecen."

'Será', pensó él. '¿será lo único taboo?, investiguemos' y tomando su falda se la deslizó para sacarla hacia arriba. Inga se dejó, quedando con unas bragas que se acomodaban a sus caderas con una fina cinta. Ella empuñó su verga con ambas manos, una arriba de la otra.

"Parece que me equivoqué. ¿Me perdonas, Pedro?", le dijo Inga mientras acariciaba la larga verga erguida que palpitaba entre sus manos.

"Sí. Pero ahora, acortemos distancia" le contestó él.

La muchacha sin tardanza, levantó sus caderas y con una mano hizo a un lado el borde de su braga y dirigió la húmeda cabeza de su verga hacia su hendidura. Fue un enorme Ahhh! que emitieron ambos cuando sus sexos se conectaron.

Pedro no podía creer que iba a culear a esta hermosa alemana de ojos azules y que tenía el cuerpo de la amiga de Julián. La sintió tan mojada, pero tan apretada al mismo tiempo, que temió no durar lo suficiente y acabar antes que ella. Por otra parte, era ella la que tenía el control en este momento, ya que apoyada en sus rodillas comenzó a subir y bajar sus caderas con tal fuerza, que Pedro realmente se sintió violado. La muchacha había cerrado sus ojos mientras se movía con un ritmo endemoniado sobre él. Pedro por un instante, pensó que acababa en breves minutos. Tuvo que hacer su máximo esfuerzo de concentración para no dejarse ir. Gracias a ello, sintió que a los pocos minutos la muchacha comenzaba a temblar y vio cómo su cuerpo se retorcía para caer sobre él golpeando su torso con sus tetas. Tomándola por sus nalgas, Pedro levanto sus pies para apoyarlos al borde de la cama, y comenzó a golpear hacia arriba, buscando también eyacular. Por breves segundos pensó en que no se había puesto condón, pero era demasiado tarde porque en momento en que le pensaba, comenzó a lanzar chorro tras chorro en la profundidad de la concha de la muchacha. Fue en ese instante cuando Inga, no pudiendo contenerse, agarró el rostro de Pedro y lo beso y metió su lengua en la boca de él una y otra vez, imitando la verga que se hundía dentro de ella, con cada empuje que le daba él al eyacular.

Cuando todo terminó, la muchacha cayó sobre su pecho y murmuró algo en alemán. Después de unos minutos, se levantó de la cama, reunió su ropa y se dirigió al baño. Pedro escuchó la ducha y después de varios minutos, Inga apareció vestida como había llegado.

En ese momento sonó su celular. 'Mierda, debe ser Paola' pensó mientras se quedaba sin saber qué hacer.

"Pedro. Te veré al desayuno. Que duermas bien" dijo Inga sin hacer ningún comentario y salió de la cabaña.

La miró cerrar la puerta mientras contestaba apresurado: "...Hola, mi amor...Precisamente estaba pensando en que me llamarías...Si... Me había quedado dormido... No... No escuche tu llamada anterior... Debo haber estado muy dormido... ¿Que me mandaste unas fotos?... No, no las he visto... Posiblemente fue cuando... cuando estaba durmiendo... ¿Quieres que las mire ahora?..." Miró la hora. Eran las 12:30. Pero, se dio cuenta que no podría decirle que no a Paola. Estaba en la línea. Ella quería jugar. No podía darle escusas. Se sentía culpable. Pinchó el adjunto del último mensaje recibido de Paola y allí estaba, semi acostada en la cama, desnuda, medio de costado con un muslo levantando, para mostrarle su hermoso trasero y el comienzo de su raja, mientras sus manos tomaban sus pesados pechos. Sintió de inmediato que todo su cuerpo se ponía alerta, Inga lo había dejado demasiado despierto. Escuchó la voz de Paola.

"Te quedaste mudo, cariño. ¿Te parece un culo conocido?" le dijo riendo.

Pedro pinchó la pantalla y apareció el rostro de Paola. Casi no se atrevía a mirarla directamente a los ojos. Era tal su sentimiento de culpa, que seguramente se vería reflejado en su rostro.

Fueron unos segundos eternos antes de que pudiera calmarse un tanto y contestar:

"Es ese culo exquisito que echo de menos. Quisiera estar allí contigo" se lo dijo con toda la sinceridad que su culpa le permitió.

"¿De qué manera te gustaría estar aquí?" le preguntó ella, coqueta, con los ojos chispeantes

Pedro la miró y le dijo "Con mi cara entre tus piernas", 'sí, porque estoy muerto de vergüenza' agregó mentalmente.

"¿Y qué harías allí, cariño, acariciarme con tu lengua?"

"Acariciarte con mi lengua y morderte ese trasero que tú sabes me vuelve loco", le dijo. Pedro en ese momento se dio cuenta de hacia donde los llevaba este diálogo, el que siempre sostenían cuando estaban separados. Sabía en qué momento se iniciaba, pero no sabía cuándo terminaría, probablemente cuando ambos terminaran masturbándose. En ese momento también se dio cuenta que su participación en el torneo de tenis terminaba precisamente esta noche. Podría habérselo recordado a Paola, pero se daba cuenta que dado lo que había pasado, no podría reprocharle nada a ella y decidió no decirle nada. La miró y sonriendo continuó con el diálogo caliente que se había iniciado.

******

Esa noche Julián, después que al igual que la noche anterior en que habían cenado los tres y había ido a dejar a Pedro a la hostería, conversaba con Verónica, mientras tomaban un bajativo.

"Creo que Pedro jugó muy bien esta mañana; pero, tal como le dije, no podrá confiarse ya que a medida de que se avanza, los desafíos son mayores."

"Qué lástima que no podré ir a verte jugar, me da mucha lata." Le dijo ella, mirándolo arrobada a los ojos.

"¿Y por qué no?", preguntó Julián

En ese momento Verónica bajo su mirada y desde esa postura le dijo "Julián, tengo que hacerte una confesión"

Las alertas se levantaron de inmediato en la mente de Julián. 'Esta chica es casada', pensó de inmediato. "¿De qué se trata?" preguntó.

"Estoy comprometida. Hace seis meses", dijo levantando la vista hacia él.

Julián miro el hermoso rostro de la muchacha, con esa boca cuyas comisuras se torcían hacia arriba como si sonriera siempre, con esos labios regordetes que estaban hecho para ser besados y le contestó: "¿Él está en la ciudad?"

"No, no. Él sólo viene los fines de semana" le contestó apresurada, mirándolo ansiosa, como si esa explicación fuera suficiente, pero dándose cuenta que era lo más estúpido que podría haber dicho. "Quiero decir... Eh. Nada. No sé cómo explicarlo" y bajó la vista avergonzada.

Julián le tomó ambas manos y le dijo: "Vero, mírame. Si hubieras estado casada, tal vez lo hubiera pensando, por un segundo o dos. Pero siendo así, no me importa. Después de lo de anoche, ya nada importa. Sólo deseo estar contigo. Tú sabes tan bien como yo, que estoy de paso por la ciudad y tendré que regresar a la capital. Por ello creo que lo único que importa es, que los días en que pasemos tú y yo juntos, hagamos cuenta que no existe tu novio.

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