GV1016 Ch. 02

Historia Información
La familia Yoshikai.
8.1k palabras
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8.1k
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Parte 2 de la serie de 11 partes

Actualizado 08/16/2020
Creado 03/25/2011
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La familia Yoshikai

Por fin el coche se detiene.

No debe de estar muy lejos la casa de su madre ya que se me hizo muy corto. No es cómodo el maletero, pero puedo estar agradecido de que la posición fetal a durado mas o menos quince minutos.

Estoy muy nervioso atento a los pasos de Harumi saliendo del Land Cruiser. Son unos instantes de intriga hasta que se abre el maletero por los laterales.

- ¿Estas bien?

Dice una Harumi con el reflejo de una sonrisa compasiva.

- Si, señorita.

Al responder de mi boca se cae el mango de la correa.

Un poco aturdido por la claridad me voy alongando hacia delante para salir. Al poner pie en tierra, comprendo el por que del ruido de la gravilla antes al aparcar. Mis pies picoteados dan unos pasos mas adelantados hacia el bordillo a unos rojizos pisos. Harumi cierra de su mando el coche y coge el mango caído de mi correa para guiarme a seguirla por una especie de patio garaje.

- Mi madre aún no ha llegado, no veo su coche.

Dice mientras abre la puerta principal.

El exterior de la casa es enorme. Su color ladrillo en sus relieves destaca entra las casas vecinas. Harumi abre una elegante y arqueada puerta con cristales. Al entrar damos a un pequeño patio con muchas macetas hasta otra puerta.

Antes de que meta las llaves en la cerradura oigo unos pasos que vienen del interior. Harumi abre la puerta, y sorprendido veo a un hombre y a una mujer desnudos y arrodillados en el suelo de la entrada.

El hombre se muestra con un atuendo parecido al mío, a diferencia de que el cuero de sus restricciones son negros con bolas doradas. Igual la mujer, pero con la única diferencia de un pequeño delantal blanco de encajes que solo le tapa la pubis. Estos en silencio observan atentos como Harumi se descuelga el bolso y se quita los zapatos. El supuesto esclavo recoge sus zapatos del suelo y la esclava deja que Harumi cuelgue su bolso en sus brazos extendidos hacia adelante.

- ¿Mi hermana esta en casa?

Pregunta Harumi a la esclava.

- No ama Harumi, ama Yumi aún no ha llegado, y ama Yoshikai no debe de tardar.

Responde la esclava que luego se levanta y cuelga el bolso en una percha cerca de la entrada.

- ¿Y donde ha ido Yumi?

- Salió con su amiga Tamara a la playa, ama Harumi.

Responde la esclava y vuelve a arrodillarse ante nosotros.

Con la mirada baja y avergonzado, veo unos perfectos pies descalzos sobre el parquet esperando a que el esclavo le traiga unas zapatillas caseras color turquesa. El esclavo que viene de vuelta después de dejar los escarpines en su supuesto sitio, le coloca sus zapatillas acolchadas cerca para que Harumi introduzca cada pie al abrigo.

- Muy bien Susi, sigue con lo que estabas haciendo.

La esclava Susi hace reverencia y se levanta para irse.

- ¿Y tu Tobi, que estabas haciendo?

- Esperaba a mi ama Yumi en su habitación, ama Harumi.

- Vale, puedes retirarte a la habitación.

El esclavo Tobi hace reverencia y se marcha.

Acordándome de la conversación de Harumi con Yaiza, no tengo la menor duda de estos deben ser los esclavos Susi y Tobi. Y Tobi en especial, con esa mirada triste se le adivina molesto por ver a la que fue su propietaria con un esclavo nuevo. Este debe ser el regalo de su hermana del que Harumi hablaba. Susi, sin embargo debe ser propiedad de la familia. No hubiera imaginado que tuvieran una esclava. Aunque esto no es motivo de pensar en alguna relación lésbica o bisexual. Me pregunto si hay al algún varón en la casa que aún no se haya hecho mención.

Guiado por Harumi llegamos a un salón amplio con abundante sillones blancos. Hay un sillón en especial en el que el asiento es largo. Harumi se tumba cómoda dejando sus piernas horizontalmente extendidas a lo largo del asiento. Después de tirar al suelo sus zapatillas, los pies descalzos asoman al borde del mismo. La correa sigue en su mano derecha y yo me arrodillo a ese lado. Luego tira de la cadena para que me acerque mas y con habilidad me quita la traba del collar.

- Súbete al sillón en tus rodillas, que tengo ganas de jugar con esas bolas.

Dice en un momento en el que me da una palmada en los testículos.

Esta situación me recordó esos momentos en Tasarte en las que algunas de mis cuidadoras disfrutaban jugando con mi sexo mientras descansaban plácidas en las tumbonas. Ellas siempre hacían mención de la suavidad de la piel en mis testículos, y casi como un relajante, o como aquel que acaricia un objeto mientras se funde en algún pensamiento, soy víctima de muchas acaricias casi sin la intención de hacerme eyacular o de darme placer. Por ello siempre utilizan sobre mi efectivas cremas que me proporcionan un brillo y una suavidad apetecible para cualquier mujer. Esto es un privilegio que solo los esclavos mas dotados pueden experimentar.

El sillón es amplio y cabe mas de tres personas. Me subo a su lado izquierdo y de rodillas acerco mi sexo lo suficiente para que ella los alcance.

- ¿Estás nervioso?

Una mano me sorprende sopesando mis pelotas.

- Un poco. señorita Harumi.

Mi pene a pesar de mi nerviosismo crece vertical estimulados por acaricias.

- Supongo que debe de estar asustado en un entorno nuevo. Pero se te irá quitando. He leído en tu historial que esta es tu primera vez en alquiler y que nunca has tenido dueña. ¿Eso es cierto?.

- Es cierto, señorita Harumi.

Ahora su pulgar e índice se cierran en el eje de mi pene desde la base. Harumi abre los ojos sorprendida cuando ve que una gota cae en su antebrazo. En realidad no se muestra enfadada y disfruta de mi erección cada vez mas evidente. Tengo la impresión de que quiere tranquilizarme, y que mis respuestas sean naturales.

- Yo aún no estoy interesada en ser propietaria. ¿Sabes?, Tobi fue mi esclavo desde muy joven. Pero en aquellos tiempos no tenía muchas responsabilidades y vivía con mi madre. Así que el peso de los cuidados y los papeleos legales mas bien caía en mi madre. Y ahora que me he independizado he decidido no llevarme a Tobi y regalárselo a mi hermana.

Ahora sus dos manos juguetea en la longitud de mi pene. Y a veces una de ellas ahueca las bolsas mientras la otra simula una paja.

- En cambio Susi es de propiedad de mi madre. Mi madre, que para será la señora Yoshikai, es divorciada. Ellos son los dueños de una cadena de restaurantes japoneses en Canarias. ¿Conoces el Sakura?

- Si, señorita... mmm! Harumi.

- Mi padre se ha quedado con los negocios en Tenerife, y mi madre se ha asentado con los Sakuras en Gran Canaria.

Harumi se da cuenta de que estoy a punto de eyacular y baja el ritmo lo suficiente para evitarlo. Ahora solo deja que las yemas de sus dedos palpen el largo de arriba a abajo.

Mis pensamientos se mezclan en una neblina debido a la excitación, pero un reflejo se pregunta del por que una esclava para Yoshikai.

- Mi madre en Tasarte es una socia muy importante. Es allí donde se ha descubierto así misma. Y esto a mi padre nunca le ha gustado. Ya sabes, compartir la sexualidad de su mujer con esclavos. A si que su descubrimiento para abrirse al mundo ha llegado muy lejos, y se descubre a si misma como bisexual en cuanto conoce a Susi.

- Entiendo, mmm, señorita Harumi.

- Ey! ¿estas disfrutando mucho, no?

- Señorita Harumi, no es mi intención aprovecharme. Estoy aguantando mucho para no eyacular en su sillón.

Harumi se ríe de mi respuesta...

- Anda, ve al suelo. Vamos a dejarlo por si acaso. Y atiende mis pies.

Me incorporo a sus pies arrodillándome en el suelo, mientras Harumi ve divertida como se tambalea mi erección con mis movimientos y suelta unas carcajadas.

Sus pies extendidos en el borde del sillón son perfectos. Una manicura de esmalte trasparente que contrasta con el bronceado de su piel. Estoy muy emocionado, y en el momento que voy a sacar mi lengua para empezar por los lados del empine, se oye el ruido de unas llaves abriendo la puerta de la calle.

Harumi quita sus pies de mi alcance y se levanta del sillón de inmediato. Luego unos pasos en carrera me hace suponer que los esclavos andan apurados para recibir a quien pretende entrar.

- Mi madre, creo que ha llegado. Tu quédate aquí esperando en tus rodillas.

Harumi va directo al pasillo para tener contacto visual de su madre.

- Que pronto has llegado hija!, ¿No has encontrado nada en la tienda a tu gusto?

Dice Yoshikai que me la imagino en la puerta atendida por sus esclavos. Yo me supongo que aunque no las veo desde el salón, estos deben estar repitiendo el mismo ritual que con Harumi cuando entramos.

- Pues si madre, lo tengo en el salón.

- No me digas!

Pronto las noto acercarse, tan rápido, que no se si los esclavos le han dado tiempo de atenderla.

Una mujer japonesa que a pesar de estar en una madura edad, pronto se muestra elegante y guapa en mi ángulo de visión. Delgada y con un vestido estilizado estampado que le llega a sus rodillas. No le ha dado tiempo de calzarse las zapatillas en la entrada, y se me presenta descalza. En la cintura, un cinturón negro es la clave para que se vea mas delgada con ese vestido. El cuello en pico deja ver el canal de dos generosos pechos sin sujetador. No son lo suficiente grandes como para caerse, y por ello no creo que necesite sujetadores. A los hombros van las tiras del vestido. Y su melena lisa cae sobre ellos.

- Que guapo! ¿No vienes a saludar a la madre de tu dueña?

Dice Yoshikai en el momento que me ve de arriba abajo. Mientras, los dos esclavos Susi y Tobi, aguardan tras ellas en sus rodillas.

- Disculpe señora Yoshikai...

Le digo asustado y voy gateando para acercarme a sus pies. Tengo mi primer tacto con la señora Yoshikai y beso el pie desnudo mas adelantado. Una fragancia de perfume se hace agradable cerca de esta mujer. Es refrescante.

- ¿Que has estado haciendo, para recibirme con esa erección?

Me pregunta Yoshikai.

Vuelvo a mis rodillas y bajo la cabeza avergonzado.

- Nada... , disculpadme la erección, señora Yoshikai.

La Madre y su hija se ríen a carcajadas.

- No te preocupes chico, me imagino que estarás drogado con esas pastillas que te ponen en la tienda para excitarte mas. Ni yo y ni mi hija somos partidarios de que tengas erecciones artificiales por esas pastillas. No nos molesta que nuestros esclavos estén excitados, todo lo contrario nos gusta verlos siempre así. Pero mas nos halaga si es de forma natural.

Harumi se vira hacia el esclavo Tobi...

- Tobi, trae mi bolso.

- Enseguida, Ama Harumi.

El esclavo obedece al deseo de una Harumi que toca el hombro de su madre para decirle...

- Le he comprado una joya genital, y me gustaría que me ayudaras a ponérselos.

El esclavo vuelve muy rápido con el bolso. Harumi coge el pequeño saco aterciopelado y saca la joya para que su madre la vea.

- Uy!, pero tu esclavo tiene un volumen testicular asombroso, como para realzárselo mas con estos aros.

Dice su madre.

Harumi devuelve el bolso a Tobi y este sale rápido a colgarlo a su sitio.

Yoshikai mira su esclava Susi, que aún aguarda de rodillas...

- ¿El almuerzo esta listo?

Pregunta su dueña.

- Si, Ama Yoshikai.

- Ve preparando la mesa para dos. Mi hija Yumi come fuera y viene por la tarde.

- Enseguida, Ama Yoshikai.

Su esclava anda directamente a la cocina y Tobi no tarda en llegar a arrodillarse en el salón después de a ver colgado el bolso de Harumi.

- Tobi aquí no se le necesita. Vete a la habitación de tu dueña.

Le ordena Yoshikai.

Tobi apenado se retira del salón.

En cuanto nos quedamos los tres solo, Yoshikai me mira profundamente un instante y...

- Esclavo, quiero ver tu espalda descansando en esa mesilla a tu derecha.

Delante de los sillones hay una mesilla negra de bajas patas, pero de una anchura que casi se podría acostarse en ella. Obediente me dejo caer de espalda sobre la mesilla y me doy cuenta que solo mis piernas se quedan fuera de ella.

- Recógete las piernas a cada lado!

Entiendo su orden perfectamente y mis manos van en busca de cada muslo para separar a cada lado mis piernas flexinadas.

- ¿Lo has bañado antes?

Pregunta Yoshikai a Harumi mientras ambas se sienta en los sillones de asientos mas cortos justo a mi derecha.

- No. De todos modos los aros son fijos, no?

- No lo digo por el aro. Es importante antes bañar los esclavos recién salidos de la tienda. Ya sabes que allí solo los lavan por las noches, mientras durante el día sudan demasiado.

- Pensaba hacerlo en mi apartamento.

- No importa... De todos modos, para que aro no le haga mucho daño, tenemos que darle una crema.

Derepente Yoshikai recoge entre sus dedos la piel arrugada que cubre mis pelotas. Puedo sentir unas uñas largas que casi parece apuñalarme la piel.

- Tiene mucha piel para resbalarlo en el aro testicular. ¡Susi!!

Yoshikai llama a su esclava.

- ¿Me llamó, Ama Yoshikai?

- Si, ve a vuestras celdas y trae me del armario de Tobi su crema.

- Enseguida, Ama Yoshikai.

En lo que Susi desaparece del salón, Yoshikai abarca en su mano la forma de mi pene.

En ese momento cierro los ojos con algo de reparo evitando algún futuro gemido. La mirada de Harumi me ha intimidado lo suficiente pera virar mi rostro al lado contrario, pero esta me pregunta...

- ¿Cuando ha sido la última vez que has eyaculado?.

Me pregunta Harumi que me desafía para que esté atento a ella.

- Ayer, señorita Harumi.

- ¿Ayer?. No parece ser tan pronto.

Dice sorprendida su madre que se entretiene meneando en círculo mi pene, como si quisiera verlo de varios ángulos.

- Si, señora Yoshikai.

- El historial dice que has entrado ayer a la tienda. ¿Has eyaculado en la tienda?

Pregunta Harumi.

- Si, señorita Harumi. Una dependienta me ordeñó en mi puesto de exposición.

- No es normal que se les permitan eyacular mientras estén en venta. Aunque supongo que en esa tienda el personal goza de muchas travesuras... De todos modos, ¿quien se resiste a no vaciar semejante volumen testicular?.

Dice Yoshikai en el momento que sopesa en la palma de la otra mano mis testículos.

Pronto la llegada Susi interrumpe las risas de la madre e hija. Se arrodilla cerca de su ama Yoshikai y...

- Con permiso, aquí le traigo la crema.

- ¿Que tal va la mesa?

Pregunta su ama.

- Todo listo, Ama Yoshikai.

- Uy, no se. No quiero que se nos enfríe el almuerzo. ¿Comemos primero hija?

- Creo que será lo mejor, tengo mucha hambre. Después ya le pondremos los aros.

Responde Harumi frotándose la barriga.

- Si, pero antes hay que ordeñarle esos huevos si queremos introducir el aro testicular. Y por lo que veo hay que vaciarlo por dos veces.

Dice su madre mientras ahueca mis pelotas haciendo como si las sacara de mi para mostrarlas.

- Se me ocurre... Susi, ve a buscar a Tobi para que nos atienda en la cocina. Luego te ocupas del esclavo de Harumi. Le das un poco de crema y me lo ordeñas una vez sola. Intenta que eyacule sobre una toalla.

- Mama, yo quería hacer los honores.

Interrumpe su hija.

- No, pero si luego vendremos a darle otra. ¿Te parece bien?

Responde su madre mientras Susi espera arrodillada una decisión.

- Vale, supongo que tampoco me va la vida en ello.

Responde su hija riendo.

- Susi, has lo que te he dicho.

- Como ordene, Ama Yoshikai.

Susi sale del salón y Yoshikai y su hija se levanta de los sillones.

- Tu, esclavo, quédate como estás hasta que volvamos. Mientras, Susi se ocupará de ti.

- Si, señora Yoshikai.

Por un lado tengo ganas de preguntarle si yo podría comer algo, ya que aún no he comido nada, y por otra parte siento emoción por ser ordeñado en este segundo día fuera de Tasarte. Pero al final estas señoras se marchan del salón dejándome solo. De todos modos tengo la esperanza de que me den algo de comer después. Es un protocolo del que estoy acostumbrado. Siempre los esclavos comen una hora después.

Susi es una esclava aparentemente de unos treinta años. Creo que mas madura que Tobi. Su piel es muy blanca bajo una melena mal cortada por el cuello de color negro azabache. Tiene una apariencia algo vampírica o siniestra, pero su cuerpo goza de una figura excelente. Sus pechos son grandes bolas bien recogidas con dos argollas en cada pezón. La cintura estrecha soporta un amarrado en lazos delantal de encajes que no deja ver su sexo al aire. Pero su culo son dos cachetes rojizos por supuestos castigos de pala, que sobresalen fuertes y duros. Tan solo sobre ellos les cubre las tiras del delantal.

Pronto hace aparición con una toalla doblada en su brazo. Ella no se sienta en los sillones, se arrodilla a mi izquierda y me coloca la toalla desde la base superior de mi pene hasta casi taparme la cara. Perece hacerlo adrede para evitar cruzarse con mi mirada. Curiosamente estoy en un momento, en el que me siento el amo y dueño de esta esclava. Puedo imaginarme como se siente un hombre libre, el cual goza de eyaculaciones a mano por una esclava, mientras permanece acostado. La única diferencia es que mi posición es algo ridícula manteniendo mis muslos separados de esta manera.

Sin visión noto como sus pequeñas manos empiezan a trabajar. La crema es algo fría, aunque siento una agradable sensación de relax por unos instantes hasta que termina de untarme la crema.

Desde donde estamos se puede oír las voces de Yoshikai y Harumi siendo servidas por el esclavo Tobi. La cocina no debe de estar muy lejos. Y Susi se muestra muy interesada en terminar cuanto antes. Así que empieza a bombear directamente mi pene con una ágil mano dispuestas a trabajar duro. Con la otra mano mas relajada, sostiene en una caricia, mis testículos. Siento como un pulgar corre mis pelotas de un lado a otro, mientras el resto de los dedos sostiene el peso del forro. La otra mano trabaja rápido resbalando en la aceitosa crema sobre la punta de mi pene. Mi glande no para de recibir repetidas frotaciones en su puño. Estoy en un momento difícil y ya mi mente se pierde en el limbo.

- Mmmmm!

Gimo con libertad sabiendo que no están las dueñas.

- Zuuu! A mi dueña no le gusta oír los orgasmos de sus esclavos.

- Lo siento...

- Calla, que nos pueden oír. Procura terminar pronto y no te aproveches para alargar su placer. Si vuelven mis dueñas, y aún no has terminado, me sentiría inútil ante mi dueña. Y no quiero verla enfadada.

- Mmmm! no quiero causarte problemas mmmm!!!!

- Vamos!, esto no es algo que me agrade hacer. Termina rápido!

Los movimientos de sus manos son cada vez mas rápidos y mi pene totalmente hinchado es ya un preludio de un volcán. Estoy apunto de reventar....

AGHHHH!!!!!

No pude controlar mi voz, y el gemido es acompañado con unos repetidos disparos de semen que aterrizan sobre la toalla. Siento varias gotas que caen y hacen como el sonido de las primeras gotas de lluvia sobre un paraguas. Me pedo sentir afortunado de que la toalla tape mi rostro.

- Si no sabes controlar los gemidos, lo vas a pasar muy mal en esta casa.

Me advierte Susi, mientras apriete el glande para sacar la últimas gotas.

Normalmente suelo controlar los gemidos, pero hoy me he sentido diferente. Quizás sea por que se trata de una esclava, y de alguna manera no siento la presión intimatoria de un superior. No lo se. Lo que se es que hoy he conseguido eyacular hasta el final. No son muchas las veces que eyaculo con intención de vaciarme. Casi siempre desde que he estado en Tasarte y la tienda, todo se ha quedado en chorros con denegaciones. Quitando esta vez, lo mas cerca de eyacular por completo ha sido con la dependienta ayer. Pero para nada es igual. Aquello fue en objeto de burla y casi que no había terminado de vaciarme.

Susi quita la toalla de mi rostro y finge una sonrisa de alivio en cuanto hacemos contacto visual. Sin decir nada se dispone a limpiarme con la toalla los restos. Yo me sorprendo luego, cuando la veo limpiando el suelo y parte de la mesa. Dios! casi lo dejo todo perdido.

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