GV1016 Ch. 02

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Pronto aparece Tobi por el salón y dice...

- Las dueñas nos esperan, Susi.

- Enseguida voy, Tobi.

Susi se levanta y deja la toalla doblada sobre mi vientre.

Pronto bajo mi desconcierto, ambos esclavos desaparecen del salón. ¿A donde irán?. Quizás las dueñas han oído mi gemido, y ya dan por echo el trabajo de Susi. El caso es que me quedo solo con los muslos sostenidos en mis manos. Abierto con el pene flácido al aire descansando sobre los testículos. Y con la toalla manchada, doblada sobre mi vientre, parezco totalmente ridículo.

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Pasan varios minutos y por fin noto a las dueñas salir de la cocina.

- Vamos a ver que tenemos aquí.

Dice Yoshikai que me sorprende con otro atuendo.

Ahora lleva una bata de ceda estampada bien amarrada a la cintura. La bata es bastante chinesca con largas mangas. Pero lo que mas me gusta es ver por donde le llega. Tapa apenas unos muslos que brillan como si llevaran medias. Pero no, no ha llevado medias, y se supone que se ha quitado el vestido con el que vino al principio. Lo que ahora no va descalza, y sus pies son forrados por la suave pelusa de unas zapatillas a juego con la bata. Preciosa!.

Mi pene a pesar de ser ordeñado, aún goza de salud como para brindarle una semi erección ante las miradas de ellas. Estas no tardan en sentarse en el sillón como antes. Ambas a mi derecha.

Harumi sigue con el mismo atuendo y me mira cariñosamente...

- ¿Te han ordeñado?

- Si, señorita Harumi.

- Me imagino que habrás dejado esa toalla perdida.

- Si, señorita Harumi.

- Vamos a ver....

Dice ahora Yoshikai que recoge mi pene con un poco de flacidez entre su mano.

- Aún hay semen en la punta.

Dice luego sonriendo.

Suelta mi pene, y en vez de caer, se mantiene para una nueva erección. Luego sopesa mis pelotas.

- Todavía habrá que darle otra. Tiene un huevo mas grande que el otro.

Dice Yoshikai.

- Su historial dice que recupera semen con facilidad.

Dice Harumi.

Yo ya estaba muy cansado de la posición y a veces tiemblo manteniendo un equilibrio ante las risas de las dueñas.

- Hija, te doy los honores. Yo voy a ver si mis esclavos han terminado de comer... que por cierto!, tu esclavo aún no ha comido, no?

- Mama ya yo me ocupo luego. Voy a ver como se desenvuelve para echar otra descarga, y ya cuando le pongas los aros le damos algo de lo que comen los esclavos.

- Vale te dejo un rato. Y ya de paso llamo a tu hermana al móvil.

- Vale, a ver si consigo reducirle el otro huevo.

Ambas sueltan unas carcajadas.

Yoshikai se levanta y sale del salón.

Harumi se incorpora mas cerca de mis genitales y comienza un ritual de acaricias. Esta vez no se preocupa en extenderme la toalla. Parece que da por suficiente dejarla doblada sobre mi vientre.

- ¿Susi te ha hecho un buen trabajo?.

- Si, señorita Harumi.

- ¿Alguna vez has eyaculado con una esclava?.

- No, señorita Harumi.

Ahora si que estoy asiendo un gran esfuerzo por no gemir en alto.

Las manos de Harumi son suaves a diferencia de las cansadas manos de Susi. Esta vez la paja es mas lenta y las acaricias con la otra mano en mis testículos son mas suaves.

- Tampoco te hagas muchas ilusiones con migo. Una vez que conozca mejor tus límites, pocas serán las veces que te provoque un orgasmo. Estamos en una etapa de conocernos mejor, y muy pronto atenderás todas mis necesidades íntimas en cuanto estemos solo en mi apartamento. Ahora vamos a ver si te vaciamos esos huevos tan grandes para que puedas lucir los aros.

- Si, señorita Harumi.

Ahora la paja es mas rápida.

Al virar mi rostro en contra de la mirada de Harumi, me doy cuenta de que nos vemos reflejado en un televisor apagado. Puedo ver Harumi bombeando mi pene, que desde el televisor parece como si barajara cartas. Ridículo me veo acostado de esta manera en la mesilla, pero al mismo tiempo esta imagen despierta en mi una sensación excitante. Me gusta verme, y ver como mi pene aparece y desaparece en su puño a medida de que me hace una paja. Ya no puedo mas!!!

Flass!!

Una gota grande y casi sólida salta hasta mi pecho.

Flass!, flass!

El resto cae sobre la toalla doblada y un río de semen casi transparente resbala en el puño de Harumi.

- Muy bien, no has dejado que me canse.

Dice Harumi que contempla divertida un riego de semen en sus manos.

- Puede que te premie con esta acción alguna vez. Pero para esto debes ser rápido y no aburrirme con prolongaciones largas. ¿Me entiendes?.

- Si, señorita Harumi.

- ¿Eres capaz de eyacular al tiempo de una orden?

Me dice mientras aprovecha la toalla para limpiarse y limpiarme.

- A veces lo consigo, señorita Harumi.

- He oído hablar que los esclavos de tu clase tiene entrenamientos de eyaculaciones controladas en Tasarte.

- Si, señorita Harumi. Algunas cuidadoras he tenido con ese propósito.

- Será curioso. Sinceramente desconozco esos procedimientos, ahora mi madre, si que es una experta.

Dice riendo.

- Que pronto lo terminaste!

Derepente hace aparición en la entrada del salón, la señora Yoshikai, que sorprende a su hija limpiando el lío.

- Pues si, casi como que ni me enteré.

- Eso es bueno, tu esclavo está muy excitado por ser tuyo. Eso es una importante complicidad que deben de tener ustedes. Quien sabe, quizás los tres meses se prolongue a una nueva propiedad.

Dice la madre mientras se sienta al lado.

- El esclavo tiene un año de contrato con Tasarte, y yo sinceramente no estoy interesada de ser propietaria de el.

- Bueno, eso el tiempo ya lo dirá. Lo que si tengo claro es que me gusta este esclavo para ti. Es guapo y muy bien dotado. Te llevará unos años de edad, los cuales son ideales para esta relación. Es ideal para cuando te cases con un apuesto caballero al que no le importe este estilo de vida. Y este esclavo te siga sirviendo como tal, llenando todas tus necesidades de tu vida, y la vida de los que quieres.

- Por Dios mamá!, sabes que eso todavía hoy por hoy es muy extraño.

- Bueno, extraño para tu padre. También desde que nos divorciamos, aquellos años eran otra época. A penas se había implantado la propiedad de esclavos.

- No creas, madre... hoy tuve que traerlo del maletero por vergüenza a ser visto por los vecinos.

- Pero si va en tu coche, y está permitido llevarlos desnudo en coche privado.

- No es por eso. Es que a veces me siento señalada por un sector de la sociedad el cual desaprueba estas libertades. Ya sabes, muchos religiosos nos ven como depravados sexuales o maniacos.

- Ya sabes el discurso...

- Si mamá, lo se... Todo se hace voluntariamente.

- Ay!, parece mentira que con tus 27 años, te de reparo tener un esclavo.

En ese momento la madre unta la crema en mis genitales ahora mas flácidos. Harumi observa y flexiona una rodilla para apoyar un pie desde sus dedos sobre la mesilla. Yo aunque me doy cuenta, no me atrevo saciar mi curiosidad de verlos mas cerca de nuevo, ahora que los tengo cerca de mi perfil.

Yo que siempre he tenido el fetiche de adorar un pie femenino, aún no he tenido la ocasión de hacer contacto con, aunque sea besos, sus lindos pies descalzos. Estuve a punto, y la llegada de su madre interrumpió el momento de lamerlos. Hasta ahora solo he podido besar un descalzo pie de su madre y los escarpines de Harumi, en su momento en la tienda. Espero que les gusten los masajes y que en algún momento me permita besarlos.

Su madre coge los aros. Eso atrae la atención de su hija que mira atenta la posibilidad de introducirlos en mis genitales.

Una mano coge entre los dedos, mi pene. Y la otra introduce uno de los aros empezando del glande ya menos hinchado hasta bajarlo suavemente a la base del pene. Casi que entró perfectamente y sin que me moleste. Esto con una erección sería imposible.

- Ahora viene la parte mas paciente.

Dice su madre palpando mis huevos, en busca de coger un solo testículo. Lo atrapa entre su dedo pulgar e índice y lo dirige al segundo aro libre que cuelga desde el aro de la base del pene.

Siento un cosquilleo que me llega al vientre, o como si se me moviera las carnes en mi pubis. A partir de ahora me preocupo, y temo por la acción.

La semilla entra por el aro, pero ahora Yoshikai tira del saco de piel para llevarlos al otro lado del aro. Así hasta que consigue palpar el otro testículo.

- Bien!, pensé que iba ser mas complicado.

Harumi arruga los ojos preocupada por si me hace daño.

Al final cuando ya solo falta pasar un huevo, Yoshikai hábilmente con una mano sujeta la piel ya pasada por el aro, y con la otra se prepara con un dedo para el...

AYYY!

Me quejo del dolor en cuanto empuja el huevo que falta por el aro.

- Listo!

Dice satisfecha Yoshikai dando palmadas a unos testículos caídos en la mesilla con la base apretada en el aro.

- Me encanta como le queda!

Responde Harumi haciendo una acaricia leve sobre mi pubis.

- Bájate de la mesilla, y no me separes a partir de ahora las rodillas del suelo.

Me ordena la madre.

Yo me supongo que debo permanecer de rodillas delante ellas y me bajo de la ya cansina mesilla.

- Susi!

Derepente grita Yoshikai.

- ¿Me ha llamado, Ama Yoshikai?

- Llevase al esclavo a que almuerce algo. Y Tobi que venga para descansar los pies.

- Si, Ama Yoshikai.

Susi me mira cómplice de la orden, y me invita a seguirla.

Ella se pone de pie cuando anda, pero yo no olvido las indicaciones de Yoshikai y no separo las rodillas del suelo. Así que la sigo gateando como un animal.

Gateando me doy cuenta de que mis genitales parecen estar separados de mi cuerpo. Se tambalean de tal manera que siento como si llevara enormes cascabeles. Sospecho que esto debe ser la utilidad de estos aros imposibles de caerse a la gravedad.

Susi hace un giro hasta dar con una grandísima cocina.

- Espera aquí.

Me dice y luego se va, a lo que yo me supongo que a buscar a Tobi de la habitación de Yumi.

Mientras espero observo encantado la amplitud de esta cocina. Al fondo hay unas cristaleras que dan a una vista preciosa del valle de Santa Brígida. Es allí donde inteligentemente la dueña tiene las mesas en las cuales seguramente comieron antes. Cerca, en el suelo hay dos cuencos de perros con los nombres de Susi Y Tobi. Valla!, no se pierde la costumbre de dar de comer a los esclavos en cuencos de plástico. Yo ya no recuerdo de como comía con cubiertos y sentado en la mesa. En fin.

Pronto llega Susi a la cocina...

Pasa de largo y abre una de las gavetas de los muebles. De allí coge un bol de plástico y lo deja sobre un negro mármol como base de unos blancos muebles. Luego enciende un micro hondas y en cuanto hace ping!, saca un plato de revuelto de huevos y salchicha que ya estaban preparados para mi. Aunque no están cerca de mi vista, el olor es inconfundible.

El plato lo voltea sobre al bol de plástico y lo deja en el suelo.

Es extraño que una esclava me ponga de comer como si fuera un perro. El caso es que me siento alegre por la comida y su olor. Por lo tanto gateo enérgico hasta el bol de revueltos con salchichas.

Natural, y sin ayudarme de las manso, como siempre he hecho desde ya casi mas de un mes, como del bol felizmente. A mi lado espera Susi de pie tranquila. Cuando levanto un poco la vista, veo sus pies descalzos sobre el suelo casi pegados al bol. Sus tobillos lucen unas tobilleras de cuero negro con unas enormes bolas doradas que parecen cascabeles, pero no lo son. Simplemente es parte decorativa de su atuendo de esclava.

Parece no querer interrumpirme y aguarda en silencio. Tengo la sensación de que le urge que termine pronto. Pero hay algo que estoy echando de menos. Así que la miro, trago y ...

- Necesito agua.

- Eso te lo daré cuando termines.

Sorprendido me doy cuenta de que alguna manera, cuanto la dueña esta ausente, ella tiene el control de mis deseos. No me queda de otra que obedecer y terminarme el bol.

Por suerte las salchichas están entre el revuelto cortadas en rodajas. También noto la presencia de zanahorias cocidas y perejil. No es un plato muy apetecible que digamos, pero cuenta con la nutrición necesaria para no caer en el hambre.

Ya casi me queda pocas raciones para atrapar en mi boca y ahora que Susi se da cuenta, se aparta para coger un baso de agua cerca.

- Ten!

- Gracias.

Cojo en mis manos ese vaso y casi de un trago lo acabo.

- ¿Quieres mas?

- No gracias, estoy bien.

Entonces ella se agacha con un paño y seca mi boca de los manchones aceitosos de la comida.

- Vamos al salón con las dueñas.

Susi se adelanta andando y yo la sigo gateando.

- Ama Harumi, su esclavo ya ha comido.

Dice Susi arrodillándose en el salón.

Sorprendido veo como utilizan al esclavo Tobi como reposador de pies. La señora Yoshikai es la que posa unos pies desnudos sobre la espalda arqueada del esclavo. Este esta en sus codos y rodillas dándonos la espalda y con las piernas algo separadas, lo suficiente como para ver que debajo esas dos bolas sale una atrevida erección que toca el suelo.

- Bien!

Dice Yoshikai y luego mirando para su hija pregunta...

- ¿Quieres que Susi se encargue de bañar a tu esclavo?.

- Madre, no es necesario. Ya en el apartamento me encargo yo de su aseo.

En ese momento se oye unas llaves en la puerta desde el exterior de la casa.

- Mira! Ya viene tu hermana.

Yoshikai levanta los pies del esclavo y...

- Tobi, ve con Susi a recibir a vuestra dueña Yumi.

Susi y Tobi corren hacia la puerta de entrada y yo me quedo con la incertidumbre quedándome de rodillas cerca de las dueñas.

Desde fuera se oye...

- Tobi! ¿has estado jugando con tu cosita?

- No, ama Yumi.

- ¿Y esa erección?

- Ama Yoshikai y Ama Harumi están en el salón.

- Si?

Pronto unos pasos descalzos recorren con rapidez el parquet hasta el salón.

- Hermanita, no te esperaba por aquí. ¿Y eso???

Me muevo en mis rodillas para no dar la espalda a Yumi, y veo con cuidado no hacer contacto visual a su mirada, unas delgadas piernas sin calzado alguno sobre el parquet. Solo si subo un poco la mirada, me doy cuenta de que lleva unos mini pantaloncitos cortos sobre los muslos. Casi que una franela roja lo tapa.

- Un esclavo que me llevo para el apartamento. ¿Te gusta?.

Yumi se acerca a darle dos besos en la mejilla a su hermana y luego me mira de arriba abajo.

- Muy atlético... ¿que edad tiene?

- 33 pone en su ficha.

- No esta nada mal...

Tobi y Susi hacen presencia y se arrodillan.

- ¿Mi mochila?

- Se la he dejado en el patio de su habitación, Ama Yumi.

Responde Tobi quien trae sus zapatillas y las deja cerca de sus pies.

Yumi se calza y se acerca a mi, mientras dice...

- Tobi, ve a mi cuarto.

El esclavo se marcha y solo se queda Susi de rodillas cerca de mi.

Yumi se agacha para coger un pellejo de mi piel escrotal y...

- Joder, vaya huevadas!

- Ahora con los aros parecen mas enormes.

Responde su madre.

Me suelta el pellejo y...

- A Tobi hay que ponerles unos aros igual.

- ¿Igual?, ¿Te acuerdas que tubo unos anillos anchos y tu te quejabas por que no eyaculaba apenas?

Dice la madre.

- Mamá, pero estos no comprimen el paso del semen. Estos son solo aros.

Interrumpe Harumi.

- Ya, por ello he decidido dejarlo un tiempo liberado. Ya sabes que casi estuvo un año con el anillo, y eso le ha afectado un poco a su capacidad eyaculadora. Se llegan a enterar la asociación de Tasarte... y me lo expropian.

Responde su madre.

- Hermanita, ¿te quedas la tarde en casa?

- No, no le se, ya casi que me iba.

- ¿Por que no aprovechas que Yumi se va dar una ducha, y dejas que lo asee ella?

Yumi abre los ojos encantada por la idea de su madre y mira para su hermana.

- Al final, le están sacando mas provecho al nuevo esclavo que yo.

Se ríe Harumi.

- Venga, a mi no me importa. Ya tendrás tiempo de conocer mejor a tu esclavo.

- Vale, pero no tardes.

Yoshikai mira para Susi, que aún espera arrodillada.

- Susi, ocupa el lugar de Tobi aquí.

Su ama señala el piso donde Tobi fue su reposa pies. Y Susi no vacila en colocarse de la misma forma que lo estuvo Tobi.

- Hermanita, ya que subes a tu habitación, dile a Tobi que venga a ser de reposa pies para mi, mientras espero hablando con mamá.

Madre e hija se miran y sueltan una carcajadas, que supone que algo interesante en la conversación se ha quedado en el aire.

- Vamos bicho!

Yumi, como el que llama a un animalejo, me hace señas para que la siga.

Gateando doy los paso necesarios para salir del salón. Yumi extrañada se vira, y al verme...

- ¿Que eres, un perro?

Confundido, no se que contestar a su pregunta.

- ¿Por que gateas?

Me pregunta de nuevo.

- La señora Yoshikai me ha ordenado no despegar mis rodillas del suelo.

Respondo avergonzado.

Yumi suelta una carcajada y dice...

- Venga!, mas vale que me sigas de pie. ¿No pretenderás subir las escaleras así?

Veo a Yumi subiendo un par de peldaños de unas escaleras de madera, y doy por comprendido la situación que para mi suerte me favorece. Ya tenía ganas de estar de pie.

Voy tras la joven hasta el final de las escaleras. Al final, un pasillo lleno de jarrones nos aguarda. Giramos a la derecha y damos para un gran balcón. Bueno, mas que un balcón, es un gran patio repleto de macetas en flor. Lo que mas me sorprende es una caseta de madera donde una puerta de barrotes de hierro aguarda abierta medio cuerpo de Tobi en sus rodillas y codos. Este parece esperar así hasta la espera de que le llamen. Yo pensaba que el esperaba en la habitación de Yumi. Pero claro, pronto salgo de dudas. Cerca de la caseta hay un arco de cristaleras donde unas cortinas corridas a mitad enseña su supuesta habitación. Y efectivamente, Yumi corre las puertas correderas y antes de entrar a la habitación le ordena a su esclavo....

-Tobi, ve al salón a atender a mamá y Harumi.

Tobi abre los ojos de emoción y sale deprisa de la caseta.

Esa caseta parece ser su celda, o el lugar donde duerme, no lo se. Puede que simplemente sea un capricho de Yumi para formarlo a una humillación en su interés.

Pronto nos quedamos solo en la habitación.

- ¿Tu adopción esta siendo placentera?

Me dice derepente en un momento en el que me desabrocha las correas de mi collar.

- Si, señorita Yumi.

- ¿Si, o solo me temes?

Dice mientras tira mi collar en la cama.

- No, señorita Yumi. No le temo, solo la respeto.

Yumi coge mis brazos para desabrocharme las muñequeras.

- ¿Te gusta mi hermana?

Me dice ahora que se agacha para desabrocharme las tobilleras.

Sonrojado casi no sabía que decir, hasta que encontré un escape...

- Su hermana es encantadora, señorita Yumi. Yo estaré encantado de servirla.

Yumi sonríe y acerca su mano derecha a mi pene...

- Puesto que eres de alquiler, ¿Sabes que la familia cercana de Harumi, tienen derecho sobre ti?

- Si... eh, supongo que tienes el permiso de su hermana, señorita Yumi.

- Faltaría mas. Pero supongo que serás discreto si relevo alguna intimidad.

Me dice mientras acaricia mi pene.

No entiendo lo que quiere decir, la verdad. Pero hay algo en ella que me da miedo.

- Bueno, vasta de charlas. Vamos al mi cuarto de baño.

Sin soltar mi pene y tirando de el, me dirige al baño de su habitación.

- De rodillas!

Me ordena.

Yo me arrodillo mientras miro de reojo como se quita la camiseta. Ella esta dispuesta a desvestirse delante mía. Bajo esa camiseta ya se deja ver la parte de arriba de un biquini rojo. Los mini pantalones cortos son tan estrechos, que la raja de su culo parece aducirlo para sus adentros. No tarda nada en bajárselos hasta los tobillos. Saca cada pie de las zapatillas y de los orificios del pantalón. Al final mi erección se contempla en cuanto la veo en ese biquini rojo. Yumi se destraba la parte de arriba y me brinda una mirada pícara...

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