Imperio Amazonas 02

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El mercado.
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Parte 2 de la serie de 4 partes

Actualizado 03/28/2022
Creado 02/06/2012
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El mercado

Por fin salimos al exterior donde el aire fresco azota mi desnudes. Aveces entramos en diferentes sombras entre muros y edificaciones que me hace sentir mas frío, pero este estado se equilibra con el cálido sol en cuanto salimos de esas sombras. Gateando sobre la tierra y piedras pulidas sigo tirado de mi correa como la mascota que soy detrás de mi dueña. Me doy cuenta que bordeamos su casa hasta que derepente ante nosotros aparece Platus arrodillado en espera junto a otro esclavo atado a un carro. Platus sostiene las riendas que sobresalen de los testículos del esclavo de cuadra...

El esclavo de cuadra se ve obligado por sus ataduras a estar de pies y manos al suelo. Sin embargo su cadera está fijada a las barras de madera del carruaje. De tal manera, que la altura de las ruedas del carro del que tira, le obliga a tener las piernas casi extendidas. Tan solo un poco de flexión le permite andar de pies y manos. Las riendas salen sus testículos, y Platus lo mantiene tras el, estando de pié a un lado del esclavo.

Mi dueña me lleva de la correa hasta su carro. Al acercarnos compruebo de cerca el aliento de desespero del esclavo de cuadra. Se le ve inquieto, y sus ojos son privados de la visión de los laterales como los caballos de montar. Lleva su collar negro que lo identifica como esclavo de cuadra aparte de su desnudez habitual. Bajo el, un erección es atrapada por el glande por un cordón de cuero. Este cordón es unido a una tira que no tarda de recoger mi dueña de las manos de Platus al ofrecérsela. Pero no es una tira sola de cuero, hay otra que al doblar retorna. La otra va hasta las cargadas pelotas del esclavo. Esta va unida al aro prensado en la base de su escroto. Sin soltar esas tiras, mi dueña sube de unos escalones hasta acomodar sus nalgas sobres los cojines del asiento. Y ya en ese momento es Platus quien sostiene mi correa y me dirige a la trasera de la carreta.

- Sube!

Me invita algo mal humorado Platus.

Subo casi de un salto y busco colocarme detrás de mi dueña. Cerca de ella hay una fusta flexible, así que con mucho cuidado de no tirarla me coloco a un nivel mas bajo de su asiento. Ella recoge la fusta y sin mediar palabra... Flax!!!

Un golpe seco en las nalgas del esclavo de cuadra le hace reaccionar. Este tira andando en manos y pies de la carreta soportando el peso de una hermosa joven y su esclavo mascota.

Platus queda atrás, y bajando la cabeza hace referencia despidiendo a su dueña. Pero ella ni le mira.

Pronto la fusta la suelta a un lado cerca de mi mirada agazapada. Ahora en las manos sostiene las riendas y al querer girar una curva entre casas, mi dueña tira de tal forma la rienda, que desde la atadura del glande hace que rebote su pene al lado donde quiere que su esclavo la remolque. Me fijo en ese detalle, pero me aterrorizo al comprobar que no solo se trata del cordón apretado. El esclavo lleva una argolla atravesando la piel por su glande descubierto. Y esto me hace entender por que no se le cae en una fase en el que su pene no estuviera erecto. El caso es que a golpes de los tirones el esclavo sufre pequeños derrames de líquidos seminales. Con esto puedo entender que el desgraciado pasa su vida en difíciles ataduras sin ningún estimulo sexual. Solo es alimentado y lavado por Platus y luego es mula de carga para la dueña, apenas ve mas persona que las que puede ver ahora mismo en nuestra salida. Su única situación sexual es esta, la de que su miembro sea tirado de esa manera. El esclavo podría esperar una palabra dulce, pero no. Milena ni siquiera repara en si el eyacula por los tirones o no, ella solo se limita a dirigir, mas bien a conducir su carreta.

Cuando llegamos a una calle principal después del giro, veo fascinado entre un bullicio suave de la mañana, a muchas mujeres y niñas andando de aquí para ya. No es multitud, pero se nota movimiento en las calles. Derepente ya no soy la única mascota y no solo hay un esclavo de cuadra. Hay diferentes carretas llevados por esclavos de la misma manera que el que nos lleva. Todos jadeaban por los tirones en su miembro. Puedo adivinar que deseaban seguir tirando de los diferentes vehículos y comprender el por que de esta técnica con esos esclavos. Está claro!, estos condenados no tienen mas vida que esta. Si no tiran de cargas, estos no podría hacer otra cosa mas que esperar en la oscuridad de sus jaulas. Esta claro el podría envidiar la vida de Platus o la mía. Tanto yo como Platus tenemos mas suerte.

- ¿Que pasa Mulo?

Reprende su dueña al mas mínimo error.

Mulo de vez en cuando tropieza con torpeza por el empedrado de la calzada. Su pies están totalmente lastimados con costras y arañones. Eso por no nombrar su cadera, muslos y las nalgas cubiertos de dibujos en lineas de fustazos. Pero eso no impide que la dueña coja su fusta con una mano y le propine varios golpes para alentarlo. En una de estas la fusta al soltarlo a su lado casi resbala del sitio y cae fuera de la carreta. A esto ella encuentra la solución y...

- A la boca!

Entonces se lo que quiere. Ya que estoy mirando hacia delante casi al lado de mi dueña, cojo en mis labios esa fusta.

- Buen chico!

Una caricia en mi cabeza y luego no deja de soltar las riendas.

Por un momento me olvido de los extraños jadeos de gloria y dolor de Mulo, y miro hacia los lados esas las calles. La gente vestida de túnicas y batas son solo mujeres, y sin embargo todos los hombres van desnudos con tan solo sus collares. Los que van de pie junto a sus dueñas son esclavos domésticos como Platus. No todos son tirado por correas, incluso algunos anda libre tras los pasos de su dueña. Los que si van siempre de la correa son los esclavos mascotas como yo. En este caso ninguno anda de pie. Todos gatean con habilidad como si fuera la única forma de andar que conocen. Curiosamente se ve mas frecuente los doméstico con mujeres mas maduras. En cambio jovencitas, tanto adolescentes y niñas, van casi siempre acompañado con sus mascotas humanas.

La carreta de mi dueña no es la única que circula, a poco pasos nos cruzamos con mas carretas tirados por estos desgraciados. En un momento me acuerdo de Mulo, y descubro que su miembro expuesto derrama un chorro de semen por sus muslos hasta llegar a los tobillos. Esta ves parece que haya tenido un orgasmo completo el solo. Milena lo ve, y no le da importancia. Sabe que los tirones de rienda son los culpables de su estímulo. ¿Que otro estímulo podría tener atado en soledad en su jaula?. Como no abuse Platus de el al bañarlo, lo lleva claro. Yo me imagino que como yo prefiere las caricias de las dueñas.

Derepente al pasar cerca de un terreno de maderos en fila especial para dejar las carretas, descubro un grupo de carretas sin dueña pero con los esclavos atados de collar a la barandilla metálica. Están afilados en orden, pero con ellos había unas niñas jugando con sus penes. Por dios! Si sus madres le vieran en ese momento, se enfadarían mucho. Parecen niñas pobres, incluso me supongo que mendigaban limosna antes de entretenerse mortificando a los esclavos de carga. Está claro que hay un sector de esta sociedad que pueden permitirse la compra de un esclavo, y por lo tanto estas niñas seguro que buscan entender el comportamiento de estos extraños animales.

El carro de mi dueña ya está entrando. Las niñas se percata de una adulta y dejan a los esclavos tranquilos. Aunque Milena seguramente las ha visto, decide parecer invisible. Ella al llegar a una de las barandillas da un tirón en seco de los testículos de Mulo. Y Mulo se detiene.

Luego se baja de la carreta, se adelanta hacia Mulo, y amarra una cadena de la barandilla al collar del esclavo.

- Vamos!

Me dice.

Suelto la fusta de mi boca, y casi de un salto bajo de su carreta.

Pronto sin mas palabras Milena recoge la cadena de mi collar y andamos. Bueno, yo no, casi que andar no. Por los pasos ligeros de mi dueña tengo la necesidad de andar de pies y manos. Con las rodillas sería imposible seguir su ritmo.

Estoy muy confundido... ¿Para llegar aquí hizo falta salir en carreta? No, no creo que este sea el destino final. Tengo la sospecha de que vamos de paso a algún sito. De momento estamos en una cochera pública donde mas a delante se ve una gran plaza. Esto debe ser lo mas céntrico de Imperia, un lugar de reunión de comerciantes.

Los pasos de mi dueña son mi objetivo en estos momentos, olvidándome un poco de una multitud de damas los cuales esquivo con agilidad, no dejo de observar cada detalle de lineas y curvas de las formas de los pies de Milena en esas bonitas sandalias. Hay mas pasos, mas pares de piernas en sandalias cruzando y pasando. También hay manos de esclavos mascotas sorteando el empedrado, esclavos que gatean al lado de sus dueñas. Y de vez en cuando veo pies desnudos de los esclavos que andan también con sus dueñas. Pocos pares de sandalias de damas andan sola. Casi siempre al lado hay un esclavo. De todos modos no siento la curiosidad de levantar mas la vista mas allá de los pasos de mi dueña.

Se detiene.

Al detenerse en un puesto de frutas yo aprovecho para dejar mis rodillas al suelo. La mirada baja no me permite ver mas que piernas de varias damas agrupadas llamando la atención de la frutera. Yo aguardo detrás de Milena donde la longitud de la cadena me permite sin estorbar a nadie. Pero al ver a mi lado otro esclavo, me sorprende el brillo plateado de la tobillera metálica de este. ¿Que clase de esclavo es?. Subo mi vista y descubro que es el único esclavo con los genitales cubiertos que he visto en mi vida. ¿Por que?. Lleva una tela suelta como delantal. No es lo suficiente grande como para cubrir por completo sus genitales, pero sin embargo tiene la privacidad de sus genitales.

El está de pie al lado de su supuesta dueña con muñequeras y collar plateado. Plateado si, pero es tan brillante que parece oro blanco. ¿Que clase de esclavo podría portar ese lujo?. No lo se, quizás con un poco de lógica podría tratarse de una especie de esclavo real. No, no puede ser... La dama que lo acompaña aparenta la misma adquisición que mi dueña. No creo que sea de palacio. Y menos en estos mercados.

El esclavo mantiene la mirada baja como todos. No habla pero parece entender el lenguaje. Es como los sirvientes, me imagino que seguro sabe leer y escribir. Por tanta curiosidad pierdo la atención de la reanudación de movimiento de mi dueña y... El tirón de la correa me recuerda que debemos seguir.

Andamos y veo como mi dueña lleva un saco pequeño de tomates en su mano libre. Ni me enteré cuando los compró. Los andares por el mercado son pausados, y esto me permite aveces poder gatear con las rodillas. Posiblemente mi dueña sea ahora mismo la única en llevar la carga de compra. Lo normal es que los cargue el esclavo sirviente o los cestos para mascotas. Y yo no llevo ningún cesto de esos. Sin embargo al mi alrededor hay otras mascotas humanas con esos cestos de mimbres atadas a sus lomas como burros de cargas. Que aunque los haya, no sería buena idea en caso de andar de pies y manos. Estos podrían volcarlos si no son capaces de gatear con las rodillas o al menos intentar nivelar las lomas. Por ello otras mascotas humanas llevan cestos mas pequeños entre dientes. Pero mi dueña ni se trajo a su sirviente Platus y ni me ha puesto un cesto. Es posible que tema los robos de las niñas que vagan por las calles.

Ni cuando andamos ligero o cuando se va deteniendo, pierdo su ritmo. La correa ahora mismo, salvo el despiste al ver aquel esclavo, no se ha tensado jamás. El holgado es perfecto, me gusta mantener el mismo dibujo cuidando la distancia. Y no por ver sus lindos pies pierdo ese detalle. La actitud maniática, mi experiencia y el entrenamiento consigue en mí una aplicación perfecta en mis movimientos. No se si mi dueña se percata... Me gustaría que me viera. Al fin al cavo intento ser provocativo y ganarme una caricia. Cualquier caricia!.

Noté que hemos bordeado el mercado, y ahora seguimos de vuelta. Si, ya casi estamos de nuevo cerca de la carreta. Al llegar compruebo curioso que no están las niñas de antes, y que ahora hay muchas mas carretas paradas. Casi que no consigo reconocer al Mulo.

- Sube!

Sus orden se cumple, y subo a la carreta.

Continuará...

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