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"¿Y tú crees eso posible?" Dijo Leonid, abriendo lo ojos, buscando una mayor explicación de parte de Terese.
"¿No crees que tenga las condiciones para ello?" Dijo ella, dirigiéndole una mirada inocente.
Leonid, se llevó las manos al cabello, y se apretó la cabeza. Después tomó a Terese por los hombros y le dijo: "Nunca te pediría que exageraras los límites de tu labor. No lo permitiría, y menos ahora que te he conocido."
Ella, le tomó la cara entre sus manos y dijo: "¿Tú estarás siempre conmigo, no?"
"¡Sí. Por supuesto, No puedes dudarlo!" Le dijo serio.
"Entonces, lo haremos" Dijo ella.
Él la atrajo hacia él, abrazándola tal como ella lo quería sentir. Estuvieron así, por largos minutos, sin expresar palabra alguna, sólo conscientes de la cercanía del otro.
Teresa, con su boca pegada al oído de él, le susurró: "Te quedarás conmigo esta noche?"
"¿Tú crees que podremos dormir?" Le contestó él, sin soltar el abrazo.
Ella, siempre pegada a su oído, contestó: "Hay un par de golosos que no les importará"
"¿Te refieres a la pequeña?"
"Y también al bebé" Contestó Teresa, pegada a su oído, mientras bajaba su mano hacia la entrepierna de él, para notar de inmediato, la dureza de su erección. No había duda, habían encontrado un diálogo que los excitaba a ambos sobremanera. Ella también sintió palpitar el centro de su sexo, cuando tocó a Leonid.
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