La MILF más Deseada 14

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Capítulo 14.
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Parte 14 de la serie de 18 partes

Actualizado 06/10/2023
Creado 08/05/2020
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Nokomi
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Diana salió de su cuarto y fue en busca de su hijo, sabía que lo encontraría jugando con la PlayStation y también que estaría de mal humor. Él la miró de reojo, ella tenía puesto un conjunto sumamente erótico, de látex negro. Estaba conformado por una secuencia de cintas horizontales unidas por un delgada franja transversal. Para Diana fue complicado ponerse eso, porque al principio no entendía muy bien la disposición del vestido, y el que fueran tantas cintas prácticamente separadas le complicó un poco pasar las piernas. Pero una vez que pudo ponérselo, quedó encantada con el resultado. La franja que cubría sus tetas bastaba solo para tapar los pezones, que de todas maneras resaltaban, debido a lo ajustado que era el vestido. Casi todo su vientre quedaba expuesto, cruzado por dos franjas más. Se podía ver una buena parte de su pubis, luego estaba la franja que servía de falda. Era casi ridículo llamar a eso "falda" porque apenas y si lograba taparle la concha. Lo mismo ocurría con sus nalgas, buena parte de ellas quedaba expuesta. Si Diana se agachaba un poco, terminaría mostrándole la concha a quien estuviera detrás de ella.

Con poco disimulo deambuló de un lugar a otro de la sala, acomodando algunas cosas que Julián había dejado tiradas por ahí. Tenía como meta llamar la atención de su hijo, y tal vez quitarle el mal humor. Sin embargo Julián parecía estar muy molesto. Diana sabía perfectamente que este enojo se debía a la actitud que mostró con aquellos tipos de la playa... a pesar de que ella lo recompensó muy bien al finalizar la sesión de fotos.

"Le chupé la verga, carajo --pensó Diana--. ¿Cuántas madres hacen eso con sus hijos?". Ella también se estaba enojando.

Diana podía entender que Julián estuviera un poco celoso, al fin y al cabo ella era su madre. Pero también se estaba hartando de la actitud de su hijo, quien parecía creerse dueño de las acciones de su madre. Diana se consideraba una mujer independiente, tenía derecho a coger con quien quisiera, sin que su hijo le estuviera haciendo escenas.

A ella le hubiera encantado poder hablar del tema con Julián, con total naturalidad, y contarle lo mucho que se había excitado durante esa sesión de fotos, mientras ella se divertía con dos buenas pijas. Para ella había sido un gran momento de liberación personal. Pero daba toda la impresión que a él le importaba poco la satisfacción que pudiera conseguir ella.

Al fallar su nuevo intento por llamar la atención de Julián, Diana ya estaba dispuesta a soltarle un discurso de madre furiosa. No podía ser que ella tuviera que dar explicaciones si se la daba la gana cogerse a un tipo... o a dos. Era su concha, ella hacía lo que quisiera con ella. Pero en ese momento sonó el timbre.

Ambos se quedaron paralizados, por la expresión de Julián, Diana se dio cuenta de que no esperaba a nadie. Ella se acercó a la puerta, espió por la mirilla y sonrió. Había intentado llegar a Julián por las buenas, y no funcionó. Ahora tenía la oportunidad de llamar su atención, por las malas.

La rubia abrió la puerta y recibió a los invitados vistiendo ese revelador atuendo que dejaba muy poco a la imaginación. Como era de sospechar, se trataba de Lucho y Esteban, quienes seguramente venían con la excusa de visitar a Julián, manteniendo viva la esperanza de poder ver un poquito más de Diana. Ella no los defraudaría, ahí tenían lo que habían venido a buscar.

--¡Hola, chicos! ¿Cómo están? --Saludó la MILF con total naturalidad.

Los recién llegados parecían estatuas, a duras penas fueron capaces de avanzar un par de pasos y permitirle a la rubia cerrar la puerta. Sus ojos no dejaban de recorrer la anatomía de esa mujer, apenas cubierta por un sugerente conjunto de látex. Sus ojos bailoteaban para todos lados, como si quisieran encontrar la forma de espiar debajo la cinta de látex que cubría la concha de la rubia.

--¡Mamá! ¿Qué hacés? --Preguntó Julián, poniéndose de pie--. ¿Estás loca?

Él entendió perfectamente que su madre lo estaba castigando por su actitud de berrinche, y se arrepintió totalmente de haberse portado así. Si tan solo hubieran conversado, ahora ella no estaría prácticamente desnuda frente a sus amigos.

--Chicos, cuánto tiempo --dijo la rubia con una sonrisa, ignorando completamente a su hijo--. Hacía rato que no los veía por acá.

--Em... nosotros... em... vinimos a saludar --dijo Esteban--. Espero que no te moleste.

Diana mostró una sonrisa libidinosa.

--No me molesta para nada. Al contrario, me encanta que hayan venido. Pasen, chicos, pasen.

Ella supuso que Lucho y Esteban habían hablado entre ellos muchas veces, mientras miraban las fotos que le habían sacado. Probablemente se hubieran hecho la paja más de una vez. Eso excitaba mucho a Diana, le daba mucho morbo sentirse deseada por esos dos chicos que habían sido amigos de Julián durante años, y que más de una vez le habían dedicado una mirada libidinosa. Aún podía recordar la época en la que ella se avergonzaba cuando sorprendía a uno de los amigos de su hijo mirándole las tetas... cómo no recordarlo, si fue apenas unos meses atrás. Pero ahora su actitud era totalmente diferente. Ya era actriz porno, su trabajo consistía en ser el objeto de deseo de muchas personas, principalmente de hombres. Lucho y Esteban le demostraban que ella tenía talento para ese trabajo; la hacían sentir más confiada.

Diana se preguntó si ellos le habían mostrado a alguien más las fotos que le sacaron. De ser así, no se enojaría con ellos, ya que había fotos mucho más explícitas en internet. Cada vez disfrutaba más con la idea de seducir a otros hombres, y aunque le doliera admitirlo, también le agradaba que su hijo se pusiera tan celoso.

--¡Basta, mamá! Andá a cambiarte.

--Chicos, llegaron en un buen momento --dijo Diana, como si no hubiera escuchado a Julián--. Necesito su opinión honesta. Resulta que voy a salir con un... em... amigo... y quiero usar algo que lo sorprenda. --No quiso hacer mención a las sesiones de fotos que tenía con Julián, pero la excusa del amigo serviría perfectamente--. ¿Qué opinan? ¿Qué tal me queda?

Ella giró lentamente y empezó a caminar de un lado a otro, como si estuviera modelando. Sus tacos ayudaban mucho a que su cola se levantara aún más. De reojo pudo ver cómo los tres chicos, incluido Julián, hacían un notable esfuerzo por ver mejor aquello que seguramente se debía asomar con cada paso que ella daba. Diana había visto su parte trasera en el espejo y sabía muy bien que al moverse exponía la parte inferior de su concha. Ellos podrían ver dos gajos sobresaliendo por la parte de abajo de esa cinta de látex. Separó un poco las piernas, manteniéndolas bien tensas, para que tuvieran una mejor visión de su concha, que se asomaba con impertinencia. Al girar la cabeza la rubia se fijó en el bulto del pantalón de Esteban, el cual ya estaba creciendo. Ella sonrió y se agachó un poco más, esta vez sí, mostrándoles buena parte de la concha.

Esta fue la gota que rebalsó el vaso. Julián tiró el control de la PlayStation sobre el sofá, se puso de pie de un salto, y con grandes zancadas se fue hasta su pieza. Diana pensó que él se quedaría encerrado allí, pero apenas unos segundos después lo vio salir, con la cámara de foto en manos. Julián pasó de largo, ignorando a su madre y a sus amigos, abrió la puerta de la calle y salió. Se fue de allí dando un fuerte portazo.

--2--

Julián regresó a su casa cuando ya estaba oscureciendo. Había pasado el día tomando fotos de algunas zonas de la ciudad que nunca había visitado. Esto le ayudó a mantener la cabeza despejada y no pensar en las actitudes de su madre. Se sentía un idiota, no sabía si tenía derecho a estar enojado o si debía pedir perdón. Había actuado como un inmaduro, al mostrarse tan severo con su madre. Pero de verdad le carcomía la bronca cada vez que la imaginaba cogiendo con otros hombres. No tenía mucho problema con que miles de personas vieran las fotos porno de su madre; pensó que podría manejar toda la situación. Pero desde que Lautaro le clavó la verga, el trabajo de actriz porno de Diana se había vuelto cuesta arriba para él.

Pero, por otro lado, aún recordaba cómo ella le chupó la verga en la playa... y que también lo hizo antes. ¿Qué madre le chupa la verga a su propio hijo y permite que éste la fotografíe mientras tiene sexo? Debería sentirse afortunado de tener una madre tan hermosa, con una mentalidad tan abierta. Pero lo costaba mucho.

Abrió lentamente la puerta del cuarto de su madre y espió. Diana estaba durmiendo completamente desnuda. No había señales de nadie más en la habitación. Esto tranquilizó a Julián, porque durante todo el día estuvo pensando en que encontraría a su madre enfiestada con Lucho y con Esteban.

Julián se dio una ducha y se fue a dormir. Se propuso no ser tan duro con su madre, quería que la relación entre ellos volviera a ser tan buena como antes. Requeriría un gran esfuerzo de su parte, pero cuando tuviera la oportunidad, intentaría hablar con ella sobre esta nueva etapa de liberación personal.

--3--

Al día siguiente Julián se acercó a su madre, mientras ella preparaba el desayuno, y cabizbajo dijo:

--Perdón, ya sé que me estuve portando como un idiota --Diana ni siquiera giró para verlo, siguió en la labor de cortar pan para luego ponerlo a tostar--. Ayer me quedó super claro que lo que hiciste fue para que yo entienda que no puedo decidir sobre tu vida.

--Así es. --Dijo la rubia, mirándolo de reojo--. Sé que te molestó, porque te carcomen los celos cuando me ves en esa actitud con otros hombres, especialmente si son tus amigos. Pero me jodió mucho tu postura infantil, de hacer de cuenta que yo no existo. Julián, somos socios en esto... y puede que me haya excedido un poco en la playa, al dejar que esos dos tipos me cogieran; pero, siendo honesto... ¿cuánta plata vamos a ganar con esas fotos?

--Muchas. Las fotos son buenísimas. Los de la página web me estaban pidiendo algo así... un trío, en el que vos seas el centro de atención.

--Y no me dijiste nada de eso.

--Ya sé... estuve mal.

--Claro que estuviste mal. Esta es la forma en la que nos ganamos la vida. Por primera vez en muchos meses tenemos estabilidad económica.

--¿Y por qué seguimos comiendo tostadas? --Dijo Julián, a modo de broma. Esto hizo sonreír a Diana.

--A vos te compré facturas. Están en esa bolsa de allá. Ya sé, soy la mejor madre del mundo.

Julián se acercó a su madre, la abrazó por detrás y le dio un beso en la mejilla. Sus manos, sin pedir permiso, se aferraron de esas grandes tetas, y Diana pudo sentir el bulto contra la cola. Al parecer su hijo se había levantado con mucha energía. La situación apenas duró unos segundos, él se fue en busca de su facturas y Diana se acercó a la mesa con sus tostadas.

--¿Querés una factura? --Preguntó Julián.

--No, gracias. Ahora que tengo un trabajo que depende mucho de mi cuerpo, me tengo que cuidar un poco la silueta... especialmente teniendo en cuenta que ya tengo más de cuarenta.

--¡Ay, mamá! Vos estás re buena, y vas a seguir estándolo dentro de diez años, aunque te comas una factura todos los días.

--Tal vez; pero prefiero no arriesgarme. Incluso estoy pensando en anotarme en un gimnasio, esto me vendría bien.

Por la mente de Julián pasaron todos los tipos de cuerpo escultural que solían deambular en los gimnasios, y lo mucho que ellos se interesarían en Diana. Pudo haber dicho muchas cosas en ese momento, pero recordó su promesa personal de intentar llevarse bien con su madre. Le dio un gran mordisco a una medialuna rellena con dulce de leche y eso lo ayudó a quedarse callado.

--¿Te pidieron algo más los de la web alemana? --Julián asintió con la cabeza, mientras masticaba--. Imagino que tiene que ver con penetraciones...

--Sí. Quieren más fotos de ese estilo. Muchas más. Dijeron que las van a pagar bien.

--Entonces no podemos desperdiciar la oportunidad.

--Pero tampoco podemos contratar un modelo.

--Ese fue un golpe bajo.

--Eh... lo dije porque son muy costosos...

--Sí, sí... ya entendí. Y yo no puedo andar por la calle provocando tipos para que me cojan. O sea, lo que pasó en la playa fue espontáneo y estuvo bien... pero tampoco puedo andar haciendo eso todos los días.

--Bueno, existe otra opción.

Diana tomó un sorbo de té y miró fijamente a su hijo, en silencio, mientras procesaba esas palabras.

--No --dijo ella--. Definitivamente no.

--Pero...

--Pero nada. Sí, ya sé qué me vas a decir... me metí tu verga en la boca... hasta te la chupé. Pero hacer eso me costó mucho, me tuve que mentalizar que meterse una verga en la boca no es gran cosa. Lo otro me parece demasiado.

--Pero mamá... lo haríamos solo posando para las fotos. Ni siquiera hace falta meterla toda...

--Ahora mismo solo quiero tener un desayuno en paz. Prefiero no discutir sobre este tema.

--Está bien.

--4--

Más tarde, ese mismo día, Diana sorprendió a Julián haciéndose una paja. Pero esta vez no fue por entrometida, él lo estaba haciendo con la puerta de su pieza abierta de par en par, mientras miraba fotos de su propia madre. Ella le dedicó una sonrisa y siguió con sus quehaceres, mientras su hijo seguía sacudiéndose la pija.

Esta imagen quedó grabada en las retinas de la rubia, ella intentó concentrarse en la tarea de limpiar el baño pero no podía dejar de pensar en la firme verga de su hijo. Tal vez ella pudiera ayudarlo de alguna manera. Pero no, no debía abusar de eso. Estaba bien si, de vez en cuando, le chupaba la verga, como forma de retribuírle todos los favores que Julián le había hecho, al conseguirle este nuevo trabajo. Sin embargo ella seguía siendo su madre, y las madres no andan comiendose las vergas de sus hijos... aunque ella sí que lo había hecho, y en más de una ocasión. Se había arrodillado frente a él y se había metido toda la pija en la boca. La concha se le empezó a mojar de solo recordar el aluvión de emociones que la invadió cada vez que se sometió a esa tarea.

Analizando la situación en retrospectiva, le costaba creer que ella hubiera accedido a hacerle un pete a su hijo... y si sólo hubiera sido uno, tal vez la cosa no sería tan seria; pero había ocurrido en más de una ocasión... y estaba luchando contra la tentación de hacerlo otra vez.

Ella sabía que estaba mal, pero también estaba convencida de que los dos disfrutarían el momento. Diana se sentía culpable por lo que había ocurrido con Lucho y Esteban y si ahora mismo se dirigía al cuarto de su hijo, podría hacer las paces con él.

Se acarició la concha, tenía puesto un vestido corto y no llevaba ropa interior. Sus gajos se abrieron como una flor, ante el contacto de sus dedos.

Estaba decidida, lo iba a hacer. Era muy importante que los dos se llevaran bien, y eso rompería la tensión.

Diana se puso de pie, llena de convicción; pero no llegó a dar ni un solo paso. Un par de fuertes manos se aferraron a ella por detrás. Las garras se cerraron sobre sus grandes tetas, no sin antes dejarlas expuestas completamente. El susto se le pasó rápido, ella conocía muy bien el tacto de esas manos impertinentes.

Sintió un rígido bulto contra sus nalgas, Julián tenía la verga completamente dura. Diana, llevada por puro instinto sexual, levantó la cola y el glande logró ubicarse entre los húmedos gajos vaginales. Ella suspiró de placer y la mente se le nubló completamente. Su hijo no sólo la había sorprendido con la guardia baja, sino también con una calentura que crecía de forma vertiginosa.

Ella se meneó lentamente y pudo sentir cómo el glande iba abriéndose camino en su concha, la cual ya estaba empezando a dilatarse.

--¡Ay, por favor, Julián!

Al chico lo puso a mil escuchar a su madre gimiendo su nombre. Podría haber metido toda la verga de golpe, pero su objetivo era otro. La introdujo con mucho cuidado, casi dejando que se deslice hacia adentro con total naturalidad. Diana, traicionada por sus instintos sexuales, separó más las piernas y se inclinó hacia adelante, mientras Julián le pellizcaba los pezones.

El mundo giró descontroladamente cuando ella intentó concientizarse de que esa verga que se estaba metiendo, y que le estaba brindando tanto placer, era la de su propio hijo. Esto no podía seguir, ella debía apartarse inmediatamente. Sin embargo algo extraño ocurrió: Julián dejó de moverse.

Diana también se quedó quieta, sintiendo algo duro en la entrada de su concha. Su experiencia en el sexo le decía que la verga no había entrado completa, posiblemente, teniendo en cuenta el tamaño de Julián, apenas había entrado una cuarta parte.

--¿Creés que podés aguantar esto? --Preguntó el muchacho.

--¿Eh? No entiendo...

--Para las fotos. ¿Aguantarías algo como esto?

--¿Para las fotos? --De pronto la memoria de Diana se activó y recordó el asunto de las fotos eróticas, como si esto se hubiera borrado completamente de su existencia durante unos segundos--. Vos decís... ¿hacer esto en las fotos?

--Sí, solo esto... creo que sería más que suficiente.

--No sé... me incomoda mucho... si me la tengo que meter en la boca, no tengo problema... pero ésto es demasiado.

--Esto no es ni la mitad...

Sus sospechas eran ciertas, Julián apenas había metido una pequeña parte de su verga.

--Pero...

--Mamá, si no empezamos a generar fotos con penetraciones, en unos meses nos podemos quedar sin trabajo.

--Es cierto, pero... no sé...

--Mirá, te lo estás aguantando muy bien, ni siquiera te moviste. Vos pensá en cualquier otra cosa... o no pienses en nada... yo aprovecho a sacar fotos.

--No es tan fácil... ¿Trajiste la cámara?

--No, ahora no... porque no sabía si ibas a aceptar.

--Es que... tendrías que haberla traído... me tomaste por sorpresa y ya la metiste... o sea, tendrías que haber aprovechado para sacar la foto así. Ahora sacala.

Diana se apartó de su hijo. La concha le quedó dilatada, aún con la sensación de tener algo duro clavándose en su sexo. La verga de Julián seguía firme, apuntando descaradamente hacia ella, que ahora la miraba de frente.

--Pensé que si hacía eso te hubieras enojado.

--Tal vez... no sé... qué se yo... estoy confundida. No me gusta que me hagas eso, sin pedir permiso... pero si me pidieras permiso, te diría que no. Si hubieras aprovechado a traer la cámara, tal vez ahora tendríamos un par de fotos más, para vender.

--Pero no es tan fácil, podría haber sacado un par de fotos desde mi perspectiva; pero con eso no alcanza... habría que programar la cámara, para sacar fotos desde distintos ángulos.

--Ya me estás pidiendo demasiado, Julián. --Toda la seguridad sexual de la rubia empezó a flaquear--. Sos mi hijo. Me cuesta horrores pensar que me vas a meter la pija en la concha... aunque sea para las fotos. Pero... si hubieras traído la cámara...

--Sí, ya sé... tendríamos al menos algunas fotos más.

--Emm... sí, bueno. No vuelvas a hacer esto. --No lo dijo con enojo, sino con preocupación--. Ahora me gustaría terminar de limpiar el baño.

--Está bien. Voy a seguir editando las fotos... todavía no quería mandar a la web las que sacamos en la quinta de ese tipo, porque seguramente las van a pagar mejor más adelante.

--Bueno, eso es cierto, mejor las guardamos, para un buen momento.

Julián salió del baño sin tener idea de que su madre estuvo a punto de chuparle la verga. Él aún estaba muy excitado, pero por suerte le quedaban todas las fotos porno de la computadora, y la sensación de haber metido la pija en un agujero tibio y húmedo, de lo más agradable.

--5--

A pesar de que Diana se sentía incómoda por lo ocurrido en el baño, no dejó que esto alterase su nuevo ritmo de vida. Siguió usando ropa muy sexy, a veces deambulaba por la casa vistiendo los conjuntos de lencerías que le habían mandado los alemanes, solo para poder mirarse al espejo de vez en cuando y sentirse sexy. Algo que Julián agradecía y ya no se atrevía a ignorar a su madre cuando ella se vestía sexy. Por lo general se acercaba a ella le manoseaba el culo, y en ocasiones la concha. Para Diana ser tocada así por su propio hijo era una explosión de morbo. Algo que, si bien sabía que no era lo correcto, se lo permitía. Al fin y al cabo ya tenía mucha confianza con Julián, y los dos sabían perfectamente cómo funcionaba la calentura del otro. Ella ya no encontraba tan calamitoso que su hijo terminara con la pija dura después de estar metiéndole los dedos en la concha durante un rato.

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