La Pianista Cap. 02

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"En minutos estábamos desnudos en su cama. Es un amante perfecto... No sabía lo excitada que estaba hasta que me penetró. Acabé a los pocos minutos que comenzó a moverse dentro de mí. Pero eso me permitió después disfrutarlo con más calma. Teníamos poco tiempo, porque sabía que tenía que volver, pero igual alcancé a probar varias posturas con él. Te juro que me dejó loca."

Yuca se levantó y la abrazó. "Carol, Carol, amiga mía, te aseguro que esta noche lo seguirás disfrutando. Palabra de honor."

"Tú estabas interesada en conocerlo..." Le dijo Carol, como buscando una respuesta que no quería escuchar.

"Lo sigo estando, pequeña. Esta noche lo invitaremos a mi suite y veamos cómo reacciona él. Tú lo conociste primero y no me interpondré si él no quiere" Respondió Yuca. "Ahora, vamos a vestirnos, que ya es la hora" Era la primera vez que Yuca estaba consciente de los horarios.

"Espera, quiero ordenar que me suban algo liviano mientras me preparo. Estoy muerta de hambre. Recuerda que no almorcé. Tuvimos sólo sexo" Respondió riendo Carol, mientras tomaba el intercomunicador para llamar.

***

4

Estaba nervioso en el salón mientras aguardaba la llegada de Yuca Kimara. Me sentía como un adolescente en su primera cita. La expresión de su rostro en la foto me seguía rondando. De pronto las personas que estaban frente a mí se retiraron un tanto, dando paso a alguien que acababa de entrar al gran salón de la Municipalidad en que se había preparado la recepción, y allí pude ver que lo hacían, no sólo una hermosa mujer, sino dos.

Yuca, bellísima, vestía un traje negro bordado por todo el contorno de su pecho y sus hombros y que se ceñía hacia abajo, marcando su cintura, además el encaje nacía bajo sus brazos recorriendo todo el costado de su muslo, insinuando su desnudez. Por mi mente se cruzó una imagen muy similar que había visto en un video de una de sus presentaciones. Era la misma versión de traje largo del video. Caminando junto a ella, lo hacía esa criatura igualmente bella, que había poseído esa tarde, vestida con un traje color damasco que ceñía su cuerpo también escultural como el de Yuca. Estoy seguro que Yuca se dio cuenta que mi mirada se había dirigido primero a su acompañante y no a ella, cosa que traté de arreglar de inmediato acercándome con mi mejor sonrisa.

"Wellcome to our country (Bienvenida a nuestro país)" Le dije.

"Thank you. I'm really impressed by it. Let me to introduce Carol, my assistance and friend. (Gracias. Estoy muy impresionada por él. Te presento a Carol, mi asistente y amiga)" Contestó ella en inglés y alargando ambas manos que estreché efusivamente. Noté una inflexión particular cuando se refirió a Carol como su asistente y amiga.

Cuando tomé la mano de Carol, nuevamente sentí esa sensación eléctrica al estrecharla que había sentido la primera vez que la conocí. Cuando la miré a los ojos, creí que me horadaba el cerebro al tiempo que una amplia sonrisa inundaba su rostro formando un verdadero halo de luz, esa fue mi impresión. Tuve que hacer mi mejor esfuerzo para soltarle la mano, que ella sostenía también con fuerza. Por suerte para mí, en ese momento apareció el alcalde, por lo que comenzaron las presentaciones protocolares y pronto la recepción tomó su cauce normal. La presenté al director de la sinfónica y otras autoridades, con quienes ella junto con Carol se quedaron conversando. Sentí la mirada de Carol mientras me alejaba para atender a otros asistentes.

Estaba conversando con el primer violinista, cuando de pronto sentí una mirada en la nuca y después la voz de Yuca que me decía en inglés.

"He sabido que eres tú el causante de mi llegada a este país."

Cuando vio llegar a Yuca hablando en inglés, el primer violinista se dio cuenta que sobraba y se excusó retirándose.

Me di vuelta y contesté de inmediato: "Oh. Sí. Y no sabes lo contento que me siento de poder tenerte con nosotros".

"Pero, tienes que decirme porqué me elegiste a mí, cuando hay tantas otras pianistas dando vueltas" Insistió.

"Quieres la verdad desnuda o una verdad a secas"

"Me gusta desnuda" Contestó, dándole cierta inflexión a la respuesta, que no dejé de captar. Yuca estaba coqueteando.

"Para mí no hay en este instante una pianista como tú, que haya podido reunir ese algo que realmente me conmueve!" Le dije mirándola fijamente.

Ella se acercó más hacia mí sosteniendo mi mirada, con una sonrisa que hacía hoyuelos en sus mejillas me preguntó: "¿Y qué es ese 'algo' que te conmueve de mí?"

Fue en ese momento en que me encontré con la expresión de la foto. Yuca bajando levemente el mentón, tenía clavados sus ojos en mí. Y al fijarme más, pude observar que tenía los ojos grises y chispeantes más increíbles que había visto, y que era lo que le daba esa expresividad tan particular. Su boca de labios carnosos, terminaban de entregar ese toque sensual que ahora se multiplicaba por mil al estar frente a ella. En ese instante por el rabillo del ojo, vi moverse y acercarse a alguien hacia nosotros. Era Carol. En ese momento, mi mente quedó atrapada. Me era difícil ahora mantener la atención centrada en Yuca, habiendo llegado Carol. Ambas mujeres me miraban divertidas. Era como si estuvieran conscientes de lo que ambas me estaban provocando. Me sentí atrapado en una vorágine, como en un remolino en el agua que lo traga todo; eran sensaciones que no podía discernir. Sólo tenía claro que quería mirarlas a ambas.

"¿De qué hablan ustedes, tan callados?" Preguntó Carol, apoyándose en el hombro de Yuca.

Ella, sin despegar su vista de la mía, le respondió "Me estaba diciendo que yo lo conmuevo"

"¿Y cómo puede ser eso. Qué le has hecho?" Dijo Carol sin dejar de sonreír.

"Precisamente eso era lo que le estaba preguntando. Y aún espero una respuesta"

Esta vez dirigiéndome a Carol le dije: "Le estaba diciendo que ella reúne como pianista dos cosas: su belleza y su pasión"

"Pero la pasión y la belleza no sólo la encuentras en una pianista" Dijo Carol, y al decirlo, sus ojos se achicaron generando esa expresión sensual que había observado en ella en algún momento esa tarde, cuando la penetraba pausadamente.

A partir de ese momento, la conversación tomó un tono de coqueteo y flirteo permanente. Las frases de doble sentido pasaban de ellas hacia mí y viceversa. Traté de mantener el foco de la conversación, dirigiéndome a ambas, sabiendo que la interacción con cada una de ellas era distinta, porque los intereses de cada una de ella eran distintos. Si lo logré, no estaba seguro, pero lo que sí me di cuenta que en un momento creí escuchar a ambas preguntarme si podría darles una vuelta por la ciudad. Eso por un momento, no lo podía creer. ¿Me estaban pidiendo que saliera con ambas. Y Carol lo aceptaba?

"¿Las paso a buscar al hotel?"

"Sí. Por supuesto. A las 10." Dijo Yuca, apoyando su mano en mi antebrazo, apretándolo significativamente.

***

5

"Iván, tienes tarea nuevamente" Le dije a mi chofer que esperaba al lado de la puerta. "Y a propósito, te portaste un siete esta tarde, te lo agradezco. Ahora te lo agradeceré doblemente, ya que tenemos que ir a buscar a la pianista y a su asistente."

Ivan me miró, sonrió y no contestó mientras me abría la puerta del Mercedez. Allí estaba toda su respuesta.

Entré al hotel en donde se hospedaban y las esperé en la recepción. Cuando aparecieron, toda clase de sensaciones me llegaron de golpe al verlas. Iban vestidas con trajes de trajes distintos a los usados en el cocktail, menos ceñidos. Pero, se veían increíbles. No pude dejar de recorrer el cuerpo de Carol, tratando de distinguir en su silueta, el hermoso cuerpo desnudo que había tenido esa tarde entre mis brazos, y sentí de inmediato un calor que comenzaba a inundar mi entrepierna al sólo pensarlo.

"¡Hola Paulou!" Me saludaron. Era todo su castellano por ahora. Ya habría tiempo para enseñarles algo más.

"¡Yuca, Carol, you are ravishing!" (Están increíbles!) Les dije cuando me levanté mientras se acercaban.

"¡You, flattering!" (¡Adulador!) Dijeron ambas riendo, mientras me tomaban del brazo.

"Impossible not to be, with so beautiful women!" (Imposible no serlo con tan hermosas mujeres!) Les dije mientras las conducía hacia la salida del hotel, en donde nos esperaba Iván con una sonrisa.

Las llevé a un lugar distinto de la zona alta de la ciudad, en donde se bajaron para mirar hacia el valle iluminado. En un momento ambas se apegaron a mí. Las sentí temblar. La noche de comienzo de la primavera, estaba helada.

"¿Shall we look for a wormer place? (¿Buscamos un lugar más cálido?)" Les pregunté abrazándolas ofreciéndoles mi calor.

"¿Your place or our place? (¿Tu lugar o el nuestro?)" Escuché decir a Yuca, mientras Carol sonriente la miraba enarcando una ceja, pensando cómo lideraría Yuca toda la situación que se venía ahora?

Yo no podía creer lo que había escuchado. Las cosas se precipitaban de una manera inesperada. Con mucha entereza les dije que estarían más cómodas en un lugar más familiar para ellas, su hotel. Ellas aceptaron de inmediato y caminaron abrazadas a mí hasta el automóvil.

Cuando subimos en el ascensor, las tomé de la cintura y las abracé nuevamente y ambas me besaron en la boca. No lo podía creer. Estar con esas dos increíbles mujeres. El sueño de todo hombre. ¿Estaría a la altura de las expectativas de ellas? Eso estaba por verse. Por un segundo pensé en vergas, en mi verga. ¿Respondería adecuadamente? Por lo menos nunca había tenido quejas de mis amantes ocasionales. De Ester no había tenido quejas, y eso había sido recientemente. Durante todo el ascenso, sus rostros se alternaban frente a mí, ofreciéndome sus labios sin reparos. Al poco rato sentí sus manos que bajaban por mi vientre para acariciar mi erección que ya a esta altura de la situación, presionaba mi bragueta.

"¡Someone is ready for action! (Alguien está listo para la acción!)" Susurró Yuca a mi oído.

Carol accionó la puerta del departamento de Yuca, con su tarjeta de acceso, y entramos directamente a su dormitorio. Mientras pasábamos, pude ver la silueta del piano en la sala, y de alguna manera me sentí culpable de estar distrayendo a la más famosa de las pianistas de la actualidad. ¿Pero, realmente la estaba distrayendo, no estaba siendo parte de su vida en ese instante, lo mismo que la de Carol? ¿Quién era yo para cuestionar o siquiera juzgar las decisiones cotidianas de esta famosa y hermosa mujer? Además, estaba seguro que yo pasaría por su vida, como pasa la quilla de un barco por el mar, sin dejar siquiera una huella.

No hubo ni indicaciones ni preámbulos, los tres nos movíamos como en automático. Mientras nos acercábamos a la cama, me iba desprendiendo de mi chaqueta, corbata, camisa, hasta que quedé cerca de la cama. En ese instante, como sincronizadas, Carol y Yuca se arrodillaron frente a mí y quitando mis manos de mi cinturón que pretendía desabrochar, lo comenzaron a desprender, hasta que pudieran bajar mi pantalón. En ese momento Yuca introdujo su mano en mi boxer, para sacar con dificultad mi verga erecta que se enredaba en el elástico.

Y allí comenzó todo: Sentí que sus manos se apoderaban de mi verga y comenzaban a acariciarla, para después alternarse en besarme y lamerme de arriba abajo. Sus bocas se hundían alrededor de mi erección que palpitaba entre sus dedos. Mis manos sólo atinaron a apoyarse en sus cabezas. A veces Carol dirigía su mirada hacia mí, buscando ver mis reacciones y otras veces lo hacía Yuca. Yo estaba en el paraíso. Hubiera muerto en ese instante.

Después de un rato, fue Yuca la que se levantó y mirándome sin decir palabra, comenzó a desvestirse, quedando sólo con un bretel que apoyaba sus redondos pechos desde abajo, dejando la mitad al descubierto lo mismo que sus pezones, los que ahora lucía erectos. Después se acercó, y yo tomándola por la cintura la atraje hacia mí buscando su boca. Yuca levantó su mentón y me ofreció sus labios que mordisquee y besé, mientras ella me tomaba el rostro manteniendo así la cercanía de nuestras bocas que movían frenéticas sus lenguas. Por un instante sentí que Carol se detenía. La vi mirándonos por algunos segundos, para recomenzar el trabajo de su lengua. Después Carol, que no cesó de lamer mi glande y para después tragar todo lo que podía de mi verga, bajó su boca buscando mis testículos.

Esa tarde Carol me había dicho que quería sentir mi verga en su boca, pero que no teníamos el tiempo, ya que debía volver con Yuca. Todo lo que me prometió, lo estaba haciendo ahora. Sus manos acariciaban mis muslos y viajaban hasta mi trasero que agarraba con fuerza, al tiempo que su boca me absorbía totalmente hasta hacer chocar su nariz contra mi pubis. En el silencio de la habitación sólo se escuchaban gemidos y chasquidos húmedos. Yuca se desprendió de mis brazos y comenzó a desprenderse de su ropa interior, y nos quedó mirando cuando Carol se levantó para abrazarse a mí. Pase mis brazos hacia atrás de ella, y la aprisioné por los homóplatos y ella de un salto, se colgó de mí cruzando sus piernas alrededor de mis caderas, mientras la punta de mi glande encontraba su camino entre los labios de su vulva.

En esa posición me acerqué a la cama llevando en vilo a Carol, en donde Yuca estaba erguida de rodillas, Cuando estuvimos cerca, ella abrazó la espalda de Carol, acercó su boca y me succionó el labio inferior para decirme:

"¡This gorgeous girl was already yours. Yo have to taste me now! (Esa chica hermosa ya fue tuya. Ahora tienes que probarme a mí ahora)"

Yuca se echó hacia atrás y deposité a Carol sobre la cama que siguió cogida a mí hasta el último instante. En ese momento todo se precipitó. Carol metió sus brazos entre los muslos entreabiertos de Yuca y deslizó su cuerpo hacia arriba sobre la cama, para quedar con su cabeza debajo de las nalgas de ella. Yo coloqué las rodillas a ambos costados de las caderas de Carol, y atraje el cuerpo de Yuca hacia mí, mientras ella se apoderaba de mi erección y la apuntaba hacia su vulva. Yuca quebró hacia mí sus caderas, hasta que pudo sentir que mi glande se alineaba con la entrada de su vagina. Segundos después empujé para penetrar mi verga entre los suaves pliegues de su hendidura. Estaba totalmente mojada cuando la penetré y la sentí gemir cuando lo hice. Fue una sensación increíble, sentir su vulva acogiéndome palpitante. El tener entre mis brazos a esa mujer que me recibía en los confines de su ser, y que sólo había conocido hacía algunas horas, tenía algo de mágico.

Carol seguía excitada nuestras maniobras. En la posición supina en que estaba, pudo ver desde abajo como mi verga se insertaba y se hundía en la vulva de Yuca. Ella, en un momento en que descansábamos nos relató esa experiencia que a ella le pareció tremendamente excitante. Nunca había presenciado una copulación de la manera en que la había observado con nosotros, y menos con esa cercanía. Creyó que acabaría sólo de ver cómo se deslizaba mi verga dentro de la vagina húmeda de Yuca. Ahora, ella miraba que de la entrada de la vulva de Yuca, sólo sobresalían mis testículos; los acarició con una mano y con la otra agitó sus dedos en su clítoris. Yuca mientras yo la penetraba, no cesaba de chupar mis labios, metiendo su lengua en mi boca. En varios pasajes, cuando ella trataba de golpear sus caderas contra las mías buscando una penetración más profunda, la sentí gemir y la escuche emitir sonidos ininteligibles que fueron ahogados por mi boca. Después me diría que trataba de vocalizar lo que estaba sintiendo en ese instante conmigo, pero que sólo le salieron palabrotas.

El erotismo de toda la situación era de tal intensidad y nos tenía tan excitados, que los tres estábamos conscientes que no podía durar mucho. No supe cuánto duraron mis empujes, lo cierto fue que Yuca fue la primera en gritar, cuando un orgasmo la encontró en el momento mismo en que logré introducirme en ella hasta el fondo de su vagina.

"¡Fuck, fuck, FUCK, ¡¡FUCK!!" Gritó mientras se asía a mi cuello para no caer sobre la cama.

Carol fue testigo del intenso orgasmo de Yuca, cuando sintió que un reguero de líquidos caía por su mano que asía mis testículos y recorría todo su brazo. Mi golpe de caderas y la profusa emisión de líquidos de Yuca, fue el detonante para que Carol, agitara furiosa sus dedos entre los labios de su vulva, y acabara dando gritos de placer, tal como los que había emitido esa tarde en mi departamento.

Las contracciones del orgasmo de Yuca, fueron tan violentos que dobló su cuerpo por la cintura, haciendo que mi verga saliera en el momento mismo en que lanzaba mi primer chorro de semen. Mi verga quedó rígida en el aire mientras seguía eyaculando. Pero Carol, que seguía atenta mis movimientos, la tomó en su mano y apuntó los chorros hacia ella, dirigiendo la punta hacia su lengua que había estirado como si esperara caer maná del cielo. Parte cayó en su boca y otros chorros cayeron en sus mejillas. Yuca se había dejado caer y acodada en la cama, miraba sonriente la acción de Carol. En un momento estiró su mano para retirar algunas gotas de semen de su rostro.

"¡Humm. Yummy! (delicioso)" Dijo mirándome complacida, mientras palmeaba el centro de la cama con su mano, para que me acostara al lado de ella.

Lo hice y pronto Carol se unió acostándose a mi lado. Ambas, recostadas en mi hombro, llevaron su mano a mi verga, que lentamente bajaba su erección después de terminar de eyacular.

Allí estaba yo, entre dos hermosas mujeres, sin saber qué sería de mi vida a partir de ese momento.

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