Ladrón de Sexo

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Denise llegó un rato antes de lo esperado y estuvo a punto de sorprenderme pero alcancé a refugiarme en la biblioteca y luego escapar escaleras arriba hacia los dormitorios. Al rato hizo su aparición la deliciosa Lara.

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Gracias a mis cámaras espías pude seguir todos sus movimientos y esperé a que Denise terminara de ducharse y Lara entrara al baño antes de capturar a la primera de ellas.

Una vez que neutralicé a la rubia bonita de tetas chiquitas y boca laboriosa fui en busca de la morocha de labios gruesos y vagina ardiente, y aunque ella sí alcanzó a verme no pudo evitar que le aplicara el paño empapado en narcótico sobre su preciosa naricilla.

Una vez desvanecida la cargué sobre mis hombros para llevarla hasta la planta alta donde la dejé cómodamente acostada al lado de su amiga en el inmenso lecho matrimonial de mi jefe.

Después de atarlas con la firmeza y la suavidad de la seda envolviendo sus tobillos y muñecas tomé un baño antes de regresar a su lado para festejar el reencuentro.

EPÍLOGO 2

Germán despertó al recibir de pleno un rayo de sol sobre los ojos. Con la mente todavía embotada demoró algunos instantes en darse cuenta de que esa cama no era la suya y algunos más en identificar los cuerpos femeninos que flanqueaban el suyo.

A la derecha se encontraba Denise Müller y a la izquierda su amiga Lara Rosales. Ambas dormían profundamente.

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«Todo ha terminado» -pensó Germán al darse cuenta de que ya no llevaba la máscara de esquiador y tenía las manos amarradas a la cabecera de la cama con los mismos pañuelos de seda que él había utilizado para amarrarlas a ellas.

Al tratar de comprobar la tensión que tenían las ligaduras sus movimientos hicieron despertar a sus acompañantes.

-¿Cuando llega la policía? -preguntó sin dirigirse a ninguna de ellas en particular, porque de repente sintió vergüenza, algo que hacía mucho tiempo no experimentaba.

-Todavía no la hemos llamado -respondió Lara tomando la palabra tras una pausa que utilizó para estudiarlo.

-¿Por qué no?

-Porque todavía no sabemos realmente lo que eres, ¿tú cómo te definirías? --le preguntó Denise interviniendo por primera vez.

Germán conocía la aguda inteligencia de Lara y la de Denise no parecía irle a la zaga, estaba casi seguro de que entre ellas habían urdido un plan para ¿humillarlo? antes de entregarlo a la policía, pero como todavía no tenía la certeza de que fuera así estaba seguro de que seguirles la corriente no iba a modificar en nada su situación.

-Como un simple ladrón de sexo.

-Bien, veo que comenzamos a entendernos --dijo Lara- pero debo advertirte que debes responder correctamente a todas las preguntas que te haga Denise, porque de lo contrario vas a tener que pagar las consecuencias de tus actos. ¿Estamos de acuerdo?

EPÍLOGO 3

En la siguiente reunión de gerentes convocada por Pedro Müller, Germán se encontró con que alguien le había reservado el asiento contiguo al de la Sra. Müller.

Aunque parecía sonreírle, ella se mostró tan inflexible como de costumbre cuando discutieron los presupuestos para cada departamento y cuando finalizó la misma y Pedro Müller lo invitó a cenar esa noche en su casa Germán estuvo a punto de negarse, pero el gesto de Erika lo convenció de aceptar.

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Realmente le pareció extraño entrar por la puerta de esa casa que un mes antes había tomado casi por asalto.

Después de las formalidades de costumbre Don Pedro lo invitó a tomar una copa en la biblioteca antes de pasar al comedor, donde henchido de orgullo paternal le presentó a su hija Denise, futura colaboradora en el departamento de Seguridad y a su amiga Lara que estaba de visita.

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Germán llamó desde su teléfono celular para cancelar la cita con la Dra. Montalbán cuando faltaban pocos minutos para la hora fijada.

-Hágame el favor de avisarle a Mercedes que se me presentó un problema en la oficina y no terminaré hasta muy tarde.

-¿Se siente bien? -preguntó la secretaria.

-Perfectamente -respondió Germán antes de cortar la comunicación.

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Cuando Mercedes Montalbán abrió la puerta de su departamento seguía con la mente puesta en Germán Villalobos y en su cancelación de última hora, así que ni siquiera notó que algo estaba muy, pero muy mal.

Lo último que recuerda antes de perder el conocimiento fue la luz que titilaba en el panel de control de la alarma.

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Al despertar boca abajo y amarrada de pies y manos a los postes de su cama con dosel Mercedes Montalbán intentó gritar, pero la mordaza que le cubría la boca se lo impidió.

Su murmullo de temor sonó confuso, pero Germán pudo interpretarlo, no en vano cargaba con doce años de terapia sobre sus espaldas y veinticuatro robando sexo.

-¿Qué quiere de mi? -preguntó atemorizada.

-Agradecerle como es debido -respondió Germán separándole las nalgas.

-¿Agradecerme qué? --alcanzó a murmurar Mercedes antes de que la punta del miembro comenzara a hundirse en su trasero, porque ese día Germán no tenía tiempo para seguir la rutina y había decidido pasar directamente a la prueba definitiva.

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  • COMENTARIOS
Anonymous
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1 Comentarios
AnonymousAnónimohace alrededor de 15 años
Un relato muy bien elaborado

No es común encontrarse con relatos tan bien elaborados, la historia no pierde el ritmo y sus protagonistas son perfectamente creibles.

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