Laura

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Correspondencia intima entre esposos.
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Querida Laura

Hace rato que estoy dándole vueltas a mi cabeza con la interrogante de si te adelanto por escrito las situaciones vividas en este viaje a la capital, o si mejor espero para cuando estemos juntos disfrutando de esas conversaciones intimas que acostumbramos a sostener cuando estamos en nuestros momentos máximos de placer puro. Deleite optimo para nuestros cuerpos y almas, como hemos bautizados estos momentos.

He decidido narrártelo de esta forma; primero porque sé lo mucho que te excitará y disfrutaras los pormenores de esta aventura, como lo has hecho con todas mis aventuras pasadas, claro esta vez la narración es en forma escrita y estando yo ausente.

Segundo porque sé que así, conociendo los hechos con antelación tendrás material para preguntarme y repreguntarme sobre detalles que muy probablemente por la excitación que siento en estos momentos se me escapen o no estén expresados con suficiente claridad para complacencia de tu morbo y el mío.

Y finalmente porque sé del alivio sexual que experimentaré, al igual que tú, al terminar esta historia y poder entregarme aquí en la soledad de la habitación del hotel donde me hospedo, a imaginarte, soñarte y derretirme de gusto y delirio sexual entre tus hermosas y lujuriosas piernas, conociendo que tú vas a estar en una situación similar a la mía, disfrutando de una prolongada y húmeda masturbación. Tal es la excitación que me produce el compartir este relato contigo.

Bueno cariño no perdamos más tiempo y vayamos a lo nuestro. Tu recuerdas que cuando me dejaste en el terminal de pasajeros donde iba a abordar el bus, el mismo ya estaba a punto de salir y yo fui el ultimo pasajero en abordar.

Bien cuando me dirigí al puesto que tenía asignado, estaba allí sentada una mujer, con pinta de señora, tú me entiendes verdad? La cual al principio no reconocí y que de no muy buenas ganas se hizo a un lado para que yo pasara y tomara el asiento que va al lado de la ventana, siendo que el que me correspondía a mí era el que ella estaba ocupando, pero bueno una vez instalado en mi asiento me di vuelta hacia mi compañera de viaje para agradecerle y de esta manera suavizar un poco su actitud, cuando de golpe ¡la gran sorpresa!, la futura compañera de jornada era nada más y nada menos que nuestra amiga en común, la viuda, la que se distanció y corto toda comunicación con nosotros porque no asistimos a una invitación que nos hizo a una velada en su casa. Bueno me devolvió las gracias con una seriedad que no auguraba que iba a tener un viaje entretenido tal y como uno siempre desea, así que me quedé tranquilo y no quise revolver ese avispero, pensando que peores viajes había tenido y que lo mejor era siempre lo que ocurría.

Así pues el bus emprendió su jornada y al poco tiempo nuestra amiga se colocó un antifaz oscuro, de esos que se usan para que la luz no moleste cuando uno quiere dormir sin interrupciones, aunque como era de noche y las cortinas estaban cerradas, esta acción parecía un poco como redundante.

No habrían pasado más de una hora de viaje, hora de silencio mutuo, cuando mi compañera de viaje comenzó a cabecear, dando muestras de somnolencia temprana, yo por supuesto, tú me conoces, trate de pensar en otras cosas aunque no dejaba de lamentar el incidente que nos había ocurrido con ella sin poder conciliar un poco de sueño, que al final fue lo que pudo desencadenar la serie de situaciones agradables que se sucedieron en nuestro viaje.

Hasta ahora debo confesarte que por mi mente no había pasado que sucedieran los hechos que a continuación te cuento: resulta que en una de esas tantas curvas que existen en la zona montañosa de la carretera y que el chofer del bus toma a la velocidad que ellos acostumbran, la cabeza de nuestra amiga viene a dar sobre mi costado derecho, hasta aquí todo normal puede pasar, pensé, pero nuestra amiga una vez que el bus enderezó su curso, no sé, tardo algo en recuperar su posición y lo que es mas, no la recupera del todo y queda con su cabeza y su brazo izquierdo apoyados sobre mi hombro y brazo derecho.

Amor,! que te digo, aquello fue como un centellazo que ilumino mi morbo y enseguida vinieron a mi mente aquellos momentos de parranda cuando ella se acostaba en los muebles de nuestra sala y ahora pienso que haciéndose la dormida dejaba reposar su cabeza en mi regazo, sobre mi sexo, lo cual me producía una erección que yo no disimulaba y con toda la lujuria del momento se la apretaba contra su cachete mojándome la ropa interior y a veces hasta el pantalón con mi líquido seminal, lo cual ella disimulaba después diciendo que el calor la había hecho sudar y mojado la mejilla.

Vino también a mi mente el masaje que me dio en nuestra cama en tu presencia, y al momento pensé, Dios como pude ser tan ciego para no vislumbrar claramente esa situación en aquel entonces. Claro en aquel tiempo ella estaba casada.

Con todo este razonamiento, a mi favor, claro está, me propuse no perder más tiempo y con toda la determinación del mundo gire un poco hacia ella, con mi mano izquierda sostuve el dorso de su mano derecha abriéndole paso a mis dedos entre los de ellas, los cuales se abrieron en señal de consentimiento, con esta pequeña señal levante entonces mi brazo derecho sobre su cabeza y la atraje hacia mi pecho lo cual ella ahora aceptó y en señal de aprobación movió su mano libre hacia mi bragueta y comenzó a acariciar mi verga que para el momento ya estaba mojándose y a punto de salírseme del pantalón.

De allí en adelante ella comenzó a comandar la situación, como si temiera que no fuéramos a pasar de eso, según me confesó después, con su cobija que había llevado para protegerse del frío en el bus, nos cubrimos hasta el pecho y con una hábil maniobra desabrocho mi pantalón me saco la verga, y metiéndose debajo de la cobija, la empezó a mamar con desespero y con tanta presión que tuve que ponerle la mano sobre su cabeza e insinuarle que lo hiciera con movimientos más suaves, no fueran los pasajeros que iban en la fila de al lado, darse cuenta de la situación al notar los mas que insinuantes movimientos.

Yo por mi parte me acomodé mejor y comencé a meterle mano por detrás, llegando a agarrarle su sexo que estaba bastante húmedo, producto de las caricias que nos estábamos regalando y que ya le habían producido su primer orgasmo.

De esa manera un poco más un poco menos transcurrió la primera parte de nuestro viaje, o sea hasta que se produce la primera parada que acostumbran a hacer los chóferes de los buses para comer los que deseen hacerlo a esa hora, o para estirar las piernas y sacarse un poco el frío del viaje otros.

Bueno para ese momento de la parada nuestra amiga ya se había tomado su ración de leche natural y tenía a la vaca o al toro mejor dicho dispuesto a entregarle su segunda ración, lo cual era un alimento que según su propia confesión hacía años que su cuerpo le estaba pidiendo.

Ahora bien cuando el bus hizo su parada habitual yo le exigí que nos quedemos adentro, que no bajáramos, porque si bien es cierto que ella se había tragado mi jugo con aquellas ansias, yo lo que más deseaba ahora era metérselo y que con el autobús sin gente podríamos disfrutar de posiciones más cómodas, que por supuesto nos producirían mayor placer.

Así se hizo y al quedarnos solo yo salí hacia al pasillo e hice que ella se colocara en cuatro, bueno en realidad no era en cuatro exactamente, ella se arrodilló con las piernas abiertas sobre su asiento y la cabeza la apoyó sobre el que yo ocupaba al lado, el apoya brazos que va entre ambos puestos, desde hacía rato lo habíamos subido, levantó las caderas y allí me di un gustazo con tal vista, que no resistí la tentación de agarrar el teléfono y tomarle una foto a tan maravilloso espectáculo, cosa que tu podrás apreciar cuando estemos juntos.

Sabiendo que el tiempo de que disponíamos no eran más de treinta minutos, sin dilación me incline sobre su raja y comencé a lamer y chupar su afeitado coño de arriba a abajo hasta hacerla que me suplicara por Dios que se lo metiera, cosa que hice después de saborear sus jugos, los cuales habían aumentado con otro de sus orgasmos que esta vez lo produjo con un quejido que temí que despertara a una dama como de nuestra edad que había preferido permanecer durmiendo y no bajar del bus.

Fue así como entonces se produjo mi segundo orgasmo el cual esta vez se lo finalice bien adentro de su inundada y lampiña pepa, no sin antes habérselo introducido en su amplio culo, el cual era una vía muy transitada por su difunto marido, según su propio testimonio.

Esta segunda acabada tuve que apurarla porque ya podía ver a través de una de las cortinas que estaba entreabierta que la gente se estaba acercando para abordar de nuevo. Nos arreglamos entonces lo mejor que pudimos y cuando prendieron las luces para el abordaje nosotros parecíamos dos tortolitos adormilados, ella por su puesto con su antifaz de dormir que había tenido a bien colocarse nuevamente.

El resto de la jornada transcurrió con una amena conversación donde ella me manifestó lo mucho y el tiempo que ha estado deseándome, que era algo que teníamos que repetir porque como era sabido por nosotros, al quedar ella viuda, no tenía ningún impedimento para ver sus deseos satisfechos.

Yo le respondí que se acordara que yo te tenia a ti de quien estaba profundamente enamorado y que manteníamos una relación de confianza y respeto mutuo sumamente placentera. A lo que ella respondió que lo que quería era un pedazo muy pequeño de nuestro tiempo para ella poder disfrutar esa felicidad que en nosotros abunda, y que nada malo tenía en que regaláramos un poco a quien con tanto deseo lo solicitaba. A lo que yo le respondí que no veía inconveniente siempre y cuando ella aceptara las condiciones de no romper las reglas, las cuales no son más que actuar con bastante prudencia, sin importar cuan intenso fuese su deseo.

Por supuesto me respondió diciendo que sería muy cauta y prudente, que ella no era una mujer que le gustara acabar con relaciones de parejas, mucho menos de una pareja como nosotros dos, que además de ser sus amigos, nos veíamos y lucíamos una felicidad contagiosa. Y que sería tan discreta, que este episodio de hoy y los venideros, que tienen que venir, según ella, será el secreto mejor guardado de la tierra. Y que si alguna vez, sabiendo ella lo moderno que somos nosotros dos en cuanto a las relaciones íntimas, deseábamos introducir otra persona en nuestra cama, ella estaría encantada de ser esa persona. Que por favor tuviera eso en mente

Yo le contesté que esa posibilidad no había sido considerada por nosotros hasta el momento, pero que nunca se sabe cuándo algo así puede surgir. Así que si alguna vez en un futuro cercano recibe una invitación de nosotros para pasar un fin de semana en la playa o en la montaña, que no la vaya a rechazar.

Reímos, nos abrazamos besamos e intercambiamos teléfonos para acordar mientras estuviéramos en la ciudad, al menos una noche juntos, y que cuadráramos el viaje de regreso, cosa de reforzar nuestros nuevos lazos de amistad.

Contenta me pidió que por favor al desocuparme de mis diligencias en la ciudad la llamara para ver si podíamos repetir la sesión, le dije por supuesto que sí pero quiero tener tu aprobación, porque tú me conoces y sabes que si duermo con ella, la cogida que le voy a dar la va a hacer olvidar todas las cogidas que le pudieron haber echado antes, y no deseo que se empepe tanto que después no quiera salir de la casa. de todos modos te mantendré al tanto con los detalles.

Por siempre tuyo,

Tony

Por Quino Lubrio

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