Mónica y Cecilia

A medida que sus penes iban volviéndose más flácidos los fueron retirando lentamente, cuanto estuvieron totalmente fuera me sentí como anormalmente vacía. Noté como hilillos de esperma escapaban de mis recién desocupados orificios. Me puse de costado en una postura fetal muy cómoda y me dejé ir, como para dormir.

¡No, no! Abrí los ojos y tenía otros tres machos rodeándome, en un sillón cercano, Vicente me miraba con una sonrisa, mientras trataba de recuperarse. Recuerdo que traté de recordar cuantos miembros puede tener un equipo de balonmano y traté de dividir el número por dos pero antes de que pudiera llegar a ninguna conclusión ya tenía a tres vigorosos penes dentro de mí. Mi cuerpo estaba cansado pero para mi sorpresa y estupor volví a desear aquello y a gozarlo incluso más que en la anterior sesión.

A la mañana siguiente, cerca del mediodía, amanecí acurrucada bajo una manta, estaba bien caliente. Abrí un ojo y vi desperezarse a Mónica, traté de hablarle y descubrí que estaba ronca y me dolía la articulación de las mandíbulas. Traté de incorporarme y tenía agujetas generalizadas y notaba que mi ano había sido dilatado al límite, no me dolía pero notaba que había sido distendido de manera importante. Por fin conseguí llegar al baño donde había una buena jacuzzi y abrí el grifo del agua caliente. Mientras se llenaba conseguí hacer unos gargarismos y comunicarme con Mónica que aceptó contenta compartir la jacuzzi conmigo.

Mónica presentaba un aspecto acorde con lo ocurrido, sus largos cabellos estaban enredados con grandes pegotes de esperma seco al igual que su bien perfilado vello púbico, las caras internas de sus muslos presentaban churretes que debían ser mezcla de esperma seco y flujo vaginal. Además tenía una ceja rígida como si le hubiera puesto fijador. Viendo aquello me dirigí al espejo y sonriendo vi que yo estaba aproximadamente igual

Durante el baño nos relajamos mucho más y pudimos comenzar una animada charla pasando revista a la noche anterior.

Las dos coincidimos en que después del primer polvo, que nos resultó fantástico a ambas, sufrimos una mezcla de desinhibición, lujuria desbocada y deseo que nos impulsó a pedir más. ¿Cuánto más? Nos pusimos a contar en términos de descargas de semen recibidas ya que nos resultó imposible contar en número de machos. Acordamos que habíamos recibido unas veinte raciones cada una.

Luego hablamos de las triples penetraciones que habíamos recibido y nos desvelamos que ambas habíamos sido vírgenes analmente y nunca habíamos tenido tres penes al mismo tiempo. Sin embargo para las dos había sido un grato descubrimiento que nos prometimos tratar de repetir algún día.

También charlamos que el hecho de haber estado juntas en la aventura nos había ayudado a desinhibirnos mas y a tener mas confianza y ser mas osadas que si hubiéramos estado solas por lo que pensamos que había nacido una asociación muy interesante que se prometía muchas mas aventuras sexuales gratificantes en el futuro próximo.

Las dos nos dejamos acariciar por el agua deliciosamente caliente, nos callamos un rato y rememoramos los deliciosos e intensos momentos de la noche pasada.