Nacimiento De Una Esclava Sexual 3

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Nuevos juegos, nuevas experiencias.
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Parte 3 de la serie de 4 partes

Actualizado 05/21/2022
Creado 11/11/2003
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Durante los últimos 6 meses Vi y yo hemos llegado a ser grandes amigos. Al principio nuestra amistad consistía básicamente en el sexo. La llamaba a todas horas del día y de la noche. La hice hacer toda clase de cosas en toda clase de sitios. Nunca me dijo que no a nada. Le compré un sujetador de cuero que se ataba con fuerza alrededor de sus enormes tetas y se las oprimía muchísimo. Cuando se lo ponía, sus pezones se ponían increíblemente sensibles. Lo llevaba durante horas para mí. También le compré un par de anillos para los pezones, pero no de esos que se clavan, y le encantaron. De hecho los lleva a menudo cuando salimos por ahí. Dice que le encanta la sensación de sus tiesos pezones rozando contra su ropa. Otra vez le compré un par de los más increíbles vibradores que he visto en mi vida (uno para cada casa). El vibrador en cuestión tiene forma de huevo y puede metérselo en el coño. Se maneja con un mando a distancia sin cable. A veces se lo mete y me llama para decírmelo (esa es su manera de decirme que necesita un orgasmo). Luego sale al jardín para regar las plantas y yo la excito encendiendo y apagando el aparato mientras trabaja. La dejo al borde del orgasmo varias veces pero no permito que se corra.

- Si quieres correrte, tienes que decírmelo -le digo.

Siempre sé cuando necesita tener mi polla en su boca, porque no lleva puesta la dentadura, pero de todas formas hago que me lo diga. Normalmente me contesta con mucha dulzura.

- Quiero que me folles -me suele decir.

Entonces hago que me describa con todo detalle qué es lo que quiere. Si dice algo como que le coma el coño, entonces le preguntó que qué voy a conseguir yo a cambio y le hago describir con todo lujo de detalles no sólo lo que ella quiere sentir, sino además qué clase de sensaciones y placeres puedo esperar que me proporcione a cambio.

Una vez la llamé por teléfono.

- Hola, soy yo.

- ¿Qué necesitas? -me preguntó. Nuestras llamadas siempre empezaban así.

- Quiero que te tomes un largo baño caliente y que te limpies bien el coño.

- ¿Por qué? -dijo con curiosidad.

- Porque dentro de un rato voy a ir a tu casa y te voy a comer el coño hasta que tus ovarios suenen como las campanas de la iglesia.

Colgamos y me quedé esperando con impaciencia a que ella me llamase diciendo que ya estaba preparada. Una hora después, sonó el teléfono.

- Ya estoy lista -dijo en cuanto descolgué- Puedes venir cuando quieras.

- Antes de que te des cuenta, estoy ahí.

Fui a su casa todo lo rápido que pude ya que estaba excitadísimo. Entré en su casa, fui a su cuarto y la encontré tumbada y abierta de piernas sobre su cama. Sin decir palabra, me senté junto a ella y comencé a frotar su clítoris con mis dedos, pero al momento me detuve.

- Aún no estás suficientemente húmeda -le dije- Si quieres que te coma el coño, tienes que conseguir que esté húmedo de verdad para mí.

- ¿Y cómo voy a hacer eso? -me dijo con voz inocente.

- Ábrete de piernas y mastúrbate hasta que te corras -le ordené.

Lentamente, abrió las piernas de una forma increíble y empezó a masturbarse, primero con un solo dedo y luego con toda la mano. Mientras lo hacía, me senté entre sus piernas y observé el espectáculo. Tras un largo concierto de jadeos, gemidos y pequeños grititos de placer, Vi se corrió con su cuerpo temblando y estremeciéndose por su orgasmo. Esperé a que los últimos rastros de su orgasmo desapareciesen de su tembloroso cuerpo para hablar.

- Ahora si que tu coño está realmente húmedo -le dije y sonrió ilusionada.

Sin más, bajé la cabeza y enterré mi cara en su empapado coño. Empecé a comérselo con furia. Mi lengua entraba y salía de su agujero para después excitar su hinchado clítoris con rápidos y firmes lengüetazos.

- Por favor -me rogaba sin cesar- Vamos a hacer el 69.

- No -contestaba siempre- El único que puede comer ahora soy yo.

Seguí comiéndole el coño ajeno a sus peticiones y por fin hice que se corriese de nuevo únicamente con mi lengua. Cuando vi que su cuerpo se relajaba tras el nuevo orgasmo, me levanté de la cama.

- ¿Adónde vas? -me preguntó.

- A mi casa -le contesté tranquilamente- Ya he acabado con lo que había venido a hacer, ¿no?

- No te vayas -me dijo implorándome- Déjame al menos que te chupe la polla un rato o cualquier otra cosa. Haré lo que tú quieras que te haga.

Me detuve en seco al oír estas palabras y me di la vuelta hacia ella.

- ¿Cualquier cosa que yo te pida? -pregunté lentamente.

- Lo que quieras -dijo entregada.

- Está bien -dije- Me quedaré si dejas que te ate.

- Lo que quieras -asintió desesperada- Haré cualquier cosa, pero tú dame tu polla.

Me quité el cinturón y le até las dos manos a la espalda con él. La imagen era increíble. Sus hombros estaban echados hacia atrás y sus tetas habían quedado tirantes y levantadas. Su pecho respiraba con fuerza anticipándose a todo lo que yo iba a hacerle. Pellizqué y retorcí sus pezones hasta que se puso a gemir de placer y a rogarme que le dejase chupar mi polla.

- Por favor..., aaaah. Dámela... Deja que te la chupe... Siiii... Sigue, pero méteme la polla en la boca para que pueda mamártela... aaaah.

- Arrodíllate -le dije- Ahora me vas a lamer y a chupar los huevos.

Contenta por haberse acercado a su objetivo, se lanzó de rodillas contra el suelo. Debió de hacerse daño pero no pareció notarlo seguramente a causa de la excitación. Se abalanzó sobre mis huevos y comenzó a chuparlos y lamerlos con ansia, casi como un animal. De vez en cuando subía la cabeza para meterse mi polla en la boca pero, cada vez que lo intentaba yo retrocedía un poco. Al cabo de un rato hice que se levantase y esta vez fui yo quien se arrodilló a sus pies. Le comí el coño de nuevo hasta que conseguí arrancarle un nuevo orgasmo que sacudió su cuerpo igual que el primero. Luego hice que se inclinase hacia adelante para follármela por detrás con las manos aún atadas. Le di a su coño un par de embestidas y luego saqué la polla de allí. Rodeé a Vi y, metiéndosela en la boca, le di otro par de embestidas. Luego la saqué y volví a su coño, después a la boca y así durante un buen rato. Mientras iba de un extremo a otro de su cuerpo, Vi tuvo otro orgasmo.

- Bueno -dije con urgencia- Ahora me toca a mí correrme. ¿Dónde quieres que lo haga?

- En mi boca, por favor -me rogó- Hazlo en mi boca.

- Está bien -asentí- Vuelve a ponerte de rodillas y abre la boca todo lo que puedas.

Vi se arrodilló rápidamente y abrió tanto la boca que creí que se le iba a desencajar la mandíbula. La cara de Vi mostraba la ilusión de una niña pequeña cuando le van a dar los regalos de cumpleaños. Me meneé la polla unas cuantas veces y de repente empecé a correrme en su boca.

- No te lo tragues -le dije- Y mantén la boca bien abierta hasta que haya acabado de correrme.

Obedeció muy a su pesar y volvió a correrse de nuevo mientras yo seguía llenando su boca con mi cálida leche. En aquella postura me recordaba una de esas crías de pájaro que abren la boca hasta que no pueden más esperando que su madre les dé un gusano para comer. Era realmente excitante ver mi semen llenando su boca, su lengua, su paladar, sus dientes... Por fin, la blanca serie de chorros terminó.

- Ahora cierra la boca y saborea mi semen -le dije.

No hubiese hecho otra cosa con más gusto. Cerró la boca así como los ojos y empezó a saborear mi néctar gimiendo en medio del éxtasis. Yo disfrutaba viendo aquello. Una preciosa mujer con la boca llena de mi semen estaba saboreándolo como si se tratase del más delicioso licor del mundo. No sé exactamente cuánto tiempo duró aquello pero yo hubiese deseado que hubiese sido para siempre. Por fin, Vi tragó ruidosamente el último trago y abrió los ojos como despertando de un maravilloso sueño, con una sonrisa de felicidad en los labios.

- Hmm -exclamó- Esto ha sido la cosa más erótica que he hecho en toda mi vida.

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