Papá Divorciado Necesita Ayuda

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Un papá recientemente divorciado le pide ayuda a su hija.
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Su papi se estaba pajeando en el sillón de living. Ella lo miraba por la puerta del pasillo. Veía como su padre agarraba vigorosamente esa pija venosa que por muchas noches había cojido fuerte la conchita de su madre, antes de que se divorciaran por cojerse a su secretaria en el auto de su esposa. Ahora tanto su ex mujer y su secretaria se habían ido de su vida, por lo que no le quedaba otra que sacarse la leche él solo.

Pero su hija, Sara, estaba ahí mirando todo, sin que él sepa nada. Su padre tenia los ojos cerrados mientras con la mano izquierda subía y bajaba con furia por esa verga que seguramente llegaba a los veinte centímetros. Dios, pensó su hija cuando miró por la puerta del pasillo luego de acercarse por escuchar los gemidos graves de su padre. Sin querer, su entrepierna se empezó a humedecer.

Su padre estuvo un rato así, hasta que las flexiones de su brazo se aceleraron. Sara sabia lo que se venía, pero la tomó por sorpresa. La leche salió de la punta de la pija de su padre con fuerza, saltó para todos lados mientras el no paraba de pajearse. Se manchó todas las piernas y el piso del living delante del sillón. Su padre exhaló profundamente de alivió cuando terminó de salir la ultima gota y se quedó ahí acostado unos minutos, con la pija colgando. A Sara le sorprendió lo mucho que tardó en bajársele la erección, que todavía parecía latirle mientras se iba durmiendo. La trató bastante mal, pensó Sara riéndose internamente.

Cuando su padre atinó a levantarse, Sara salió disparada a su cuarto, subió a su cama y se tapó con la frazada. Se suponía que ella estaba tomando una siesta, cansada de estar toda la mañana en la facultad.

Una vez abajo de las sabanas, no pudo evitar deslizar una mano a tu entrepierna. Sintió mojado en el punto donde estaba los labios de su concha debían estar. Pasó su mano por debajo y comenzó a acariciarse, sin poder evitar pensar en la pija enorme, venosa, de su padre. No sabia que le daba mas morbo, si el hecho de haberlo visto o el hecho de que sea su padre.

Unos minutos de caricias sobre el clítoris después, Sara escuchó que la puerta de la habitación de su padre se cerraba. Seguramente se había ido a acostar luego de lanzar semejante carga.

¿Habría limpiado el desastre? Esa pregunta y la imagen del semen de su padre en frente del sillón, en el piso, rondó su mente con fuerza.

Se levantó de la cama sin sacar su mano debajo de la bombacha. Se fijo que no hubiera nadie en el pasillo o el el living y, sigilosamente y dando unos circulitos sobre su clítoris, fue hacia el sillón de la sala.

Se puso en cuatro para poder mirar el piso, en busca de alguna marca. Había visto como mancha el semen al coger con su ex novio. Este le había lecheado toda las sabanas de la cama una vez que los dos estaban calientes y no tenían preservativos. Buscó manchas parecidas, pero no las encontró de inmediato; su padre había limpiado bien al parecer.

Pero entonces vió el respaldo izquierdo del sillón donde su padre había lanzado. Ahí había una tira ya seca de semen, no podía ser otra cosa. Sara extendió el dedo índice de la mano que tenía libre y lo rozó por encima de la mancha. Se calentó mucho al tocarla e instintivamente empezó a darse mas rápido en la concha. Tan rápido se dio que temió seriamente que su padre escuchara el sonido mojado que hacia su concha con su mano. El orgasmo llegó fuerte, sus piernas temblaron, y, como si perdiera el control, apretó el cachete de su cara sobre la macha de semen del respaldo mientras se daba las ultimas sacudidas y caricias.

Al igual que su padre, se quedó unos segundos respirando forzadamente, recuperándose de la acabada. Cuando volvió en si, se levantó, se sacó la bombacha empapada y la puso con la ropa sucia. Luego volvió a su cuarto, se puso otra bombacha seca y limpia, y se acostó a dormir la siesta que se suponía debía estar durmiendo.

Los días pasaron y las secuencias se repetían. Todos los mediodías Sara llegaba, almorzaba con su padre, charlaban un rato mientras comían, y entonces ella se retiraba a su cuarto para tomar una siesta. Lo único que podía pensar ella era que no importara las palabras que le dijera su padre mientras almorzaban, ella solo pensaba en que su padre la tenia enorme. Solo quería que pasara el tiempo para poder irse a su cuarto y esperar a que su padre se empezara a pajear, y así poder verlo.

Como todas las tardes luego de que su padre acababa, ella esperaba a que se fuera a dormir para terminar su paja mientras buscaba machitas de leche.

Esto duró una semana solamente, hasta que su padre, en uno de esos almuerzos, se mostró algo molesto de lo normal, evasivo.

-- ¿Te pasa algo, pa?

-- Nada hija, solo algo... estresado. Mucho laburo.

Sara se sintió algo mal por su padre, pero por otro lado solo pudo pensar en que, a causa del estrés, seguramente su padre se pajearía mucho mas fuerte que antes, y hasta seguro saldría mucho mas semen para que ella busque.

-- Bueno, pa. Pero charlemos un rato, quizá te ayude. -- conocía a su padre, el no querría hablar de trabajo.

-- No, hija. No te quiero molestar con esas cosas. Bah, que se yo. No son solo cosas del laburo, ¿sabés?

-- ¿La vida?

-- Claro, si. Algo así supongo.

-- Pero dale, pa. Contame, no te guardes las cosas; eso me lo enseñaste vos aparte.

Su padre la miró con una sonrisa.

-- La puta madre, sos igual que tu madre de despierta. Pero enserio, no puedo contarte que me molesta, son cosas personales.

Esto avivó mas la curiosidad de su hija. Pija, solo pensaba en pijas.

-- Ufa che. Yo si te cuento mis cosas personales.

-- ¿Ah si? Vos no me contaste cuando empezaste a tener sexo, se lo contaste primero a tu madre.

Sara abrió los ojos sorprendida, no se esperó que su padre le hablara de sexo así como así.

-- Eh... bueno, no. Necesitaba un consejo de madre, de mujer a mujer.

-- Y bueno, en mi caso necesito un consejo de hombre a hombre, creo... Bah, una mujer necesito.

-- Dale, pa. Contame.

Su padre le desvió la mirada antes de volver a hablarle.

-- Extraño a tu madre.

Se nota, le hubiera gustado decirle Sara. Pero antes de que empiece a hablar, el siguió hablando.

-- Extraño tener sexo con ella, ¿Sabes?

-- Supongo que si... Osea, me encantaría ayudarte, pero yo...

Su padre se levantó y fue hacia el sillon donde se masturbaba todas las tardes. Sara lo siguió y se sento en el piso a un lado.

-- Sara, te pido perdón desde ya de lo que te voy a decir y pedir. Pero la cosa es que últimamente se me está parando mucho la pija. Mucho, ¿Si? Normalmente cuando se me ponía así la tenia a tu madre, y la agarraba en cualquier parte de la casa, esté donde esté, para sacarme las ganas. Pero bueno, viste que ahora se fue.

-- Si...

-- Bueno, hija. Se que es muy raro, y hasta está mal, lo que te voy a pedir, pero como vos queres ayudar...

Sara lo miró expectante. Su padre parecía debatirse entre seguir hablando o no. Pero al final lo largó:

-- ¿Me podes chupar la pija, hija? -- y empezó a hablar aceleradamente, preocupado --, se que es raro, pero te juro que lo necesito, queda acá, ya con la mano no puedo más, hasta me intente coger las almohadas, pero tampo...

-- Si, pa. No hay problema. -- interrumpió Sara.

Su padre se la quedó mirando, repentinamente callado. Sorprendido.

-- ¿En serio me decís?

-- Si, en serio -- y le sonrió.

-- Uf, pensé que iba a parecerte raro o que porque soy tu papá te iba a parecer inmoral o que se yo.

-- Si me parece, pero es que...

-- ¿Que, hija?

-- Es que...

Su padre ahora parecía preocupado.

-- Dale decime, Sara.

-- Es que hace unos días que te veo pajearte en el sillon a la tarde.

-- ¡Ay, hija! ¿Por que no me dijiste? Que vergüenza.

-- ¿Verguenza? -- sonrió la hija con malicia --, ¿Me acabas de pedir que te chupe la pija y ahora me decis que te da vergüenza que te mire pajearte?

Ambos rieron.

-- No, bueno, pero pensé que te habría dado vergüenza verme haciendo eso.

-- Es que... es por eso que acepte chupartela.

-- ¿Como? - Su padre levantó una ceja.

-- La cosa es que hace rato que te la vengo mirando de lejos, y se ve que la tenes muy grande, pa.

-- Ah, creo que entiendo. La puta madre ya se me está poniendo dura.

-- No pasa nada, ¿No es esa la idea?

Su padre se rió mientras abría las piernas sentado en el sillon donde todas las tardes se habia estado pajeando, y que ahora sabia que lo habia estado haciendo mientras su hija lo miraba. Sara pudo ver como los veinte centímetros empezaban a hacer un buen bulto en el pantalón de su padre.

-- No aguanto mas, hija.

Su padre no tardó nada en levantarse, bajarse el pantalón, sacarse el bóxer y dejar expuesta su tremenda verga venosa, larga y con una cabezota redonda. Cuando su padre la sacó rápida del bóxer, Sara vio como la pija de su padre se revoleaba por la fuerza de quedar libre. Cuando se sentó devuelta en el sillón, esa pija bamboleo un poco y cayó de costado sobre el abdomen de su padre.

-- ¿Que te parece, hijita? --le dijo su padre con lujuria mientras se la agarraba con su mano izquierda bien de la base.

Sara no respondió, sino que se quedó mirando fijamente la pija se su padre. Ya tenia la concha mojada, no duró mucho con la bombacha seca.

-- Te gusta ¿No?

-- Es linda. Y grande -- su padre sonrió con malicia cuando Sara notó lo grande que la tenía. Habia empezado a mojer su mano lentamente de arriba a abajo --, ¿Sos zurdo?

-- Me hice zurdo -- rió --, así con la otra mano podia agarrar bien a tu madre de la cadera o del pelo.

Sara abrió los ojos, sorprendida del comentario. Su padre lo notó:

-- Perdon, es que me pongo medio violento cuando quiero sacar leche eh. Me sale lo peor -- rió el padre --, me vuelvo boca sucia.

-- No pasa nada, pa. No me molesta. Me gusta.

-- Bien... -- Dijo, lascivo. Se apretó mas la verga mientra miraba a su hija mirarle la pija --. Dios, como me gusta que me miren la pija...

-- ¿Si?

-- Si. A tu madre la hacía mirarme pajearme a veces. Cuando vos ibas al colegio, algunas tardes le decía a tu mamá que se ponga a doblar la ropa acá en el living mientras yo me pajeaba en el sillon. Me encantaba que me mire mientras lo hacia.

-- Y, la verdad que da gusto mirarla.

-- ¿No? -- pero su padre no esperó respuesta, y se empezó a pajear un poco mas rapido, con mas ritmo.

-- Pero, pa. ¿No me habias dicho que querias que te la chupe? -- Su padre bajo un poco el ritmo para responderle.

-- Fua, ¿tantas ganas tenes de tenerla en la boca? -- Sara sonrió como respuesta, timida --. Para que me pajeo un poquito mas y ya te la meto. Dios, mirame. ¿Me viste mucho pajearme estas tardes?

-- Si, si. Hasta que acababas.

-- Ah, dios. Me viste tirar toda la leche en el piso entonces.

-- Si, hasta busque a ver si habia quedado alguna mancha cuando te iba despues de limpiarlo.

-- Uf, dios. Dale vení, me pusiste a mil con eso que dijiste.

Sara se acercó a la pija de su padre pero este no esperó a que se acomodara. La agarró por atrás de la colita de caballo y apuntó la punta de la pija en los labios de su hija. Esta abrío la boca y recibio toda la punta de la verga de su padre.

-- AH DIOS, QUE BOQUITA TENES. -- gimió el padre cuando su hija empezó a mover la lengua y a apretar sus labios alrededor del glande de su padre. Este se calentó de sobremanera y, apoyando bien los pies en el piso, y soltando su mano izquierda de la base de su pija para ponerla en el respaldo, comenzo a empujar la cabeza de su hija mas abajo para empezar a cojerle la boca.

-- Si, si. Dale, metetela mas al fondo. Tragatela toda. Tragate toda la pija de papi. Me tenes al palo, hija.

Sara empezó a escupir y a hacer gárgaras, ya tenia casi la mitad de la verga de su padre en la boca, y parecía que este apuntaba a cogerle la garganta. Se dejó llevar por su padre.

Este levanto un poco el culo del sillón y empezó a cojerle la boca frenéticamente, sin dejarla sacarse la verga para respirar. Cada vez le daba mas rapido, hasta que él empezo a jadear de la calentura.

-- Tomá, tomá -- decía continuamente su padre sin dejarle en paz el agujero de su boca. -- Dios, como necesitaba esto. Te la vas a pasar con mi pija en la boca eh, hija. Tomá.

Siguió así hasta que su respiración se volvió mas fuerte, y Sara recordó haber escuchado esa respiración en esas tardes donde su padre manchaba todo el piso.

Cuando parecía que su padre iba a soltarle para tirar toda la leche, este hizo todo lo contrario. La agarró bien fuerte de la colita del pelo y apretó bien fuerte para meterle toda la pija en la garganta.

Sintió que se quedaba sin aire y que se ahogaba, pero se dejó hacer cualquier cosa.

-- AH. Ya sale, ya sale. Toda en la garganta, eh. Toda adentro -- Su padre estaba hecho un animal en celo. Apretó hasta que sintió que le forzó la garganta, permitiendo que toda esa verga entrara en ella. La nariz de Sara tocaba ahora la pelvis de su padre, algunos pelos le hacían cosquilla. Sara pudo oler el olor a hombre de los pelos de su pija. Entonces su padre disparó toda la leche en su gargante, sintió el calor y el fuerte agarre de la mano de su padre apretando su cabeza mientras dejaba salir hasta la ultima gota.

Parecía un sin fin de leche, y cuando ya su padre pareció terminar de disparar, la soltó abruptamente. El aire volvió a ella violentamente, provocando una toz.

Cuando se recompuso vió a su padre exhausto en el sillón, aun con la pija grande, ahora mas blanda, sobre su pelvis peluda.

-- Gracias, nena. Gracias.

-- De nada, pa. Cuando quieras.

Sara se levantó, se limpió un poco de leche que le habia quedado en los labios y se fue rapido a su cuarto. Necesitaba urgentemente hacer algo con lo mojada que tenía la concha. Y como su padre con la paja, a ella ya no le bastaba con su mano.

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