Perversión

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Sexo duro y juguetes.
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Has venido con una blusa semi transparente y una falda ajustada. Es fácil imaginarte bamboleado el culazo caminando hasta aquí, exagerando el moviendo de caderas para que todos los hombres se vuelvan a mirarte. Los más valientes se soban el paquete y te susurran piropos obscenos y tú te limitas a sonreír con picardía y darles las gracias pero que ya tienes quien te folle.

Cuando llegas, sin mediar palabra, te empujo contra la pared y te como la boca mientras mis van subiéndote la falda, tan ajustada como una segunda piel. Me lo tomo con calma haciendo te sufrir mientras nuestras lenguas se enredan y se mezcla la saliva. Me separo para escupirte directamente en la boca. Te relames mirándome a los ojos con una cara de vicio que basta para ponerme la polla tan dura que me late deseando follarte.

Te doy la vuelta y te pongo de cara a la pared aplastándote con mi cuerpo y termino de subirte la falda dejando a la vista ese culo cubierto por unas bragas negras, lencería de lujo con pinta de ser muy caras, lo que se pondría una putita con clase para calentar a un macho. Las agarro con fuerza estirándolas hasta que se te clavan la raja del coño, haciéndote soltar un gemido. Puedes sentir como tu clítoris se endurece contra la tela que apenas puede absorber la cantidad de flujo que esta manando de tu coño.

Así manteniendo, las bragas tensadas al límite te lamo el cuello, mordisqueo tu oreja y te susurro al oído:

-Te he dicho mil veces que las bragas son paras la señoras decentes.

Con un fuerte tirón rompo la fina seda, y reprimes un gritito mezcla de miedo y excitación.

-Tu eres un guarra que tiene que llevar el chocho al aire, un puta barata que ha venida aquí a que le metan un buen cipote y se la follen a lo bestia antes de volver a su vida aburrida.

Me recreo amasando tu culo mientras lo meneas mimosa, cuando me te lo esperas te doy un azote que te hace saltar, y luego unos cuantos más hasta dejarte el culo enrojecido.

- ¿Te ha quedado claro? - Sí... cabrón...-. Dices mientras refriegas el culo contra mi paquete - Tengo ganas de tu polla... has conmigo lo que quieras.

De nuevo cara a cara, te paso los dedos por tu húmeda raja, mientras que con la otra mano te sobo las tetas por encima de la blusa.

Tienes el chumino ardiendo y goteando. Con los dedos recojo una buena cantidad de flujo y te lo paso por la boca, sacas la lengua como una perrita para lamerlos, probar el sabor de tu propio excitación. Intentas provocarme chupando los dedos como si fuera una polla, chupando y sorbiendo ruidosamente. Te encantaría que ahora te obligara a arrodillarte y agarrándote del pelo te follara la boca sin piedad como he hecho otras veces. Pero esta vez tengo preparado algo diferente.

Mis dedos se hunden en el pequeño volcán que tienes entre las piernas lubricados por abundante humedad que mana sin para. Entran y salen con un suave sonido de chapoteo. Traviesa, aprietas la vagina atrapándolos y adelantas las caderas buscando más contacto, a medida que acaricio tu punto G y el pulgar frota el grueso clítoris.

Con voz entrecortada, suplicas al borde del orgasmo:

-Follame ya...reviéntame a pollazos, hijo de puta...

Por toda respuesta, doy un tirón haciendo saltar los botones de la blusa y saco tus tetas por encima de las copas del sujetador que no me molesto en desabrochar. Pezones duros deseando que los chupen y los muerdan, estirándolos entre los dientes mientras mis dedos siguen dilatándote el coño sin darte tregua.

Llega un momento en que ya no puedes más; las piernas te flojean y tengo que sujetare para que no te caigas. Te coloco inclinada contra el respaldo del sofá, con las piernas separadas y el culo levantado. Con la falda enrollada en la cintura y la blusa hecha un trapo.

No puedes ver lo que te espera, pero el suave tintineo te da una pista y te estremeces al sentir el por primera vez el frió del metal confirmando tus sospechas.

Son un par de bolas chinas plateadas que deslizo por la caliente e hinchada raja de tu coño, untándolas tu flujo y haciéndolas vibrar sobre tu clítoris. Cuando comienzo a meterla te quejas con voz mimosa:

-No me va a caber, son muy grandes -No son grandes. -- Miento descaradamente porque son las más grandes que he podido encontrar en los sex-shop, algo pesadas y el más mínimo movimiento las hace vibrar, cuando entre chocan entre si esa vibración se vuelve más profunda.

Me cuesta un poco meter la primera, pero la forma te he dilatado con los dedos y lo caliente que estas facilitan las cosas.

- Mamón, son muy gordas.- Vuelves a quejarte pero tu coñito goloso dice otra cosa. Se abre y se cierra ansioso de tragarse la segunda bola que entra más fácilmente llenándote por completo, hasta el punto que tu vagina se queda entreabierta, dejando ver el brillo del metal.

Cuando te agarro las caderas y te la muevo lentamente, el desplazamiento de las bolas en tu interior te hace ronronear como una gatita; de nuevo, un par de fuertes cachetazos en el culo bastan para que las vibraciones te provoquen un pequeño orgasmo.

Meto los pulgares en la raja del culo abriéndolo como si fuera una fruta madura. Escupo y dejo que la saliva se escura lentamente antes de lamer los pliegues del ano y me recreo en un húmedo beso negro. Esa saliva es el único lubricante cuando te meto un dedo en el culo para empezar a dilatarte mientras mordisqueo las nalgas. Con tu gusto por el sexo anal, no hace falta mucho para meterte el segundo dedo y moverlos lentamente círculos. Quiero dilatarte pero no demasiado, quiero sentirte apretada mientras te termino de abrir con la polla.

La punta entra bien, pero grosor del tronco obliga a tomarse las cosas con calmas. Me gusta has hacer que lo pidas.

-Jodeme de una vez... pedazo de cabrón... dame por culo con esa polla gorda.

No te hago caso, lentamente voy metiéndola hasta la mitad, sintiendo las bolos a través de la pared que separa la vagina del ano. Eres tan viciosa que estas apretando el culo para atrapar mi verga y mover las caderas provocándome. Solo entonces termino meterla con golpe seco, hasta lo huevos; haciéndote soltar un grito ahogado.

Las bolas entrechocan en tu interior y puedo sentir la vibración. Es justo lo que esperaba. En cada embestida puedo sentir como se mueven llevadas por la inercia. Compartimos la vibración espoleándome a follarte más fuerte.

-Así, así... reviéntale el culo a tu puta... que me estas matando de gusto.

Tu culo acaba por adaptar al tamaño de mi polla, que ahora entra y sale como una maquina de vapor y tus tetas se bambolean por encima del sujetador. Meto la mano entre tu piernas el flujo te empapa los muslos y acaricio tu clítoris.

Has perdido la cuenta de los orgasmos que has tenido, pero la sensación de mi polla en tu culo, las bolas en tu coño y mis dedos pellizcándote el clítoris a la vez es demasiado intensa. Corveteas como una yegua salvaje empeorando las cosas, porque puedo sentir como dentro de tu coño las bolas chinas vibran aun con más fuerza.

Te agarro del pelo y te levanto la cabeza, tienes la mirada perdida y te muerdes los labios. Poco a poco bajo el ritmo mientras lamo el sudor de tu cuello, ahora me muevo más calmado y suave pero a la vez más profundo. Jadeante, sueltas obscenidades sin sentido.

-¿No era esto lo que querías? ¿No viniste aquí a que te follara como una perra en celo? -Sí... sí...dame más...- Consigues decir entre dientes.

Vuelvo a penetrarte con furia, de una forma egoísta buscando mi propio placer, las bolas parecen volverse locas deslizándose arriba y abajo por tu vagina.

-Aprieta bien el coño, porque como se te escape una te voy a castigar.

Gimes poseída por el placer, fuera de control. Siento como mi orgasmo se acerca, y tiro de golpe del cordón de las bolas provocándote un orgasmo demoledor. Salen con un sonoro Ploff y atrasando detrás una pequeña catarata de flujo a la misma vez que te inundo con oleadas de espeso semen. Aun sigo bombeando hasta quedarme completamente saciado ti, te dejo sobre el sofá y sonrió al verte con coño completamente abierto y el culo manando leche. Te vuelvo a coger del pelo pero esta vez para besarte en la boca y decirte:

-Llama a tu casa y pon cualquier excusa porque quiero que pases la noche aquí; aun no he terminado contigo.

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