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- Yo tampoco idiota, hasta nunca
- Hasta nunca ricurita
Salió corriendo por el estacionamiento y antes de desaparecer de mi vista, se volvió a dar una última mirada coqueta y torcer esa boquita con esa risita maldadosa que solo ella tiene. Desapareció por las escaleras y con el eco me di cuenta que estaba llamando a su novio, que la esperaba desde hace rato en la portería con su mamá.
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Yo esperé unos minutos más para darle tiempo de salir y no encontrármelos. Verifiqué que no estuviera nadie más en el estacionamiento. Le di una última mirada al lugar, que no solo estaba lleno de cajas, sino que ahora apestaba a sexo. Le iba a recordar a ella toda la vida lo que habíamos hecho y con toda seguridad cuando su novio no fuera capaz de saciarla regresaría a masturbarse a ese lugar pensando en mí.
Al llegar a la portería veo que aún estaba ahí. Su novio estaba furioso porque se había demorado demasiado y porque estaba tratando de montar una maleta enorme que su mamá había empacado para un viaje de un solo fin de semana.
Ella estaba distraída mirando al infinito, comiéndose un paquete de Doritos con los dedos color naranja. La muy maldita, no había nada más perfecto para disimular su aliento a semen. Pero lo que sí le costaba disimular, por la forma incomoda en que estaba parada era que seguro iba apretando el plug en su culo para que ahora que estaba sin tangas no cayera al piso y rodara el semen por sus piernas.
Mientras yo esperaba que el portero me abriera la talanquera quede a espaldas de su novio y la muy coqueta se comenzó a chupar los dedos de forma sugestiva arqueando una ceja.
¿Con qué quieres seguir jugando? Saqué las tangas del bolsillo y le di un par de vueltas en mi dedo índice. Se puso roja, sus pezones se marcaron en su camisa y no se aguantó la risa. Su novio volteó a mirarme de reojo y antes de que me viera, bajé la tanga a toda prisa y disimulé organizando el radio.
Al girar en la primera esquina, me tocó parar a reírme a carcajadas. Espero no haberla metido en problemas, pero lo gracioso es que así fuimos siempre, adictos al peligro y la adrenalina.
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Camino a casa olía sus tangas en cada semáforo, recordando la locura que acabamos de cometer. Tenía una erección que no se me bajaba con nada.
Al llegar al estacionamiento de mi unidad y con la complacencia de los vidrios polarizados, me masturbé con sus tangas recordando cada instante de sus locuras. Las que acababan de ocurrir y las del pasado.
Lastimosamente, ni el fetiche de frotarme con sus tangas moradas fue suficiente. Me di cuenta que sin la dueña no eran lo mismo y de alguna forma tenía que deshacerme de la evidencia antes de llegar a la casa.
Uno de los vecinos había dejado el vidrio trasero a medio cerrar y cuando pasé por el lado los tiré disimuladamente en su interior. Muerto de risa pensé que ella siempre era la causante del caos. No me quiero imaginar la pelea que causamos por culpa de esas tangas moradas.
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Sabes que ricurita, sé que querías leer alguno de mis escritos y este lo hice pensando en vos. Siempre, siempre vas a ser una maldita delicia para mí, uno de mis mejores recuerdos y sin duda, uno de mis mejores polvos.
Te deseo lo mejor en tu vida.
Hasta nunca.
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Escrito: Daniel
Editado: Axel