Sexo en la Sauna

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Dejarse llevar por el calor y...
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He tenido esta fantasía muchas veces, tanto cuando estoy con un hombre como cuando estoy sola, masturbándome.

La sauna está vacía. No sabía que lo estaba cuando he entrado envuelta en la toalla que proporciona el gimnasio. El vapor es tan espeso que me cuesta encontrar el camino a uno de los asientos enlosados. Me siento en uno de ellos con los pies levantados, abrazando mis rodillas. Mi cuerpo empieza a sudar y mis ojos están acostumbrándose al vapor. Entonces caigo en la cuenta de que estoy sola y puedo hacer lo que quiera. Empiezo a sobarme, a acariciarme suavemente el clítoris con un dedo, metiéndolo luego dentro de mi coño y tocando esos cálidos jugos que siempre me empiezan a salir cuando yo o cualquier otra persona me toca en ese lugar. Pero no me hace falta la humedad del interior de mi cuerpo para humedecerme el clítoris y así masturbarme mejor ya que, unas tremendas gotas de sudor y de vapor condensado caen por mis piernas y por mi vello púbico empapándome toda esa zona.

No he oído la puerta de la sauna abriéndose. Mis ojos han estado cerrados, mi mente envuelta en la creciente excitación, y únicamente me doy cuenta de que hay alguien más allí conmigo cuando oigo un ruido. Rápidamente levanto la vista y veo otro cuerpo sobre la plataforma enlosada de enfrente. Me quedo petrificada.

¡Dios mío! ¿Habrá visto lo que me estaba haciendo? Estoy demasiado asustada como para moverme y finjo que estoy dormitando, cerrando de nuevo los ojos. Me tiendo completamente sobre la plataforma de losas, tirando tan hacia arriba de la toalla que casi me tapa la cara. Estoy dormida, o por lo menos eso es lo que finjo. De repente, una mano se posa sobre mi muslo, ascendiendo lentamente por él. Mi respiración se acelera, oculta tras mi toalla. El vello de mis piernas se me pone de punta a causa de la mezcla de excitación y miedo que siento en esos momentos... ¿Debería salir corriendo de allí?

Pero la toalla me protege, me oculta y yo sigo quieta. Me olvido de vigilar que otra persona entre y nos encuentre. Dejo esa preocupación a quien me está acariciando; ella vigilará por la cuenta que le trae. Sus manos están ahora sobre mis dos muslos, masajeándolos lentamente, sus dedos suben cada vez más y más alto, hasta que me abren suavemente las piernas. Me quedo esperando su boca y me deja así durante unos segundos que se me hacen eternos..

- ¡Por favor, por favor, no pares, bésame, bésamelo! -ruegan en silencio mis labios tras la toalla.

Sus dedos separan los labios de mi coño, dejando expuesto mi clítoris al cálido vapor y éste parece crecer, expandirse hacia ella, intentando alcanzar su boca... y de repente, suavemente, delicadamente, sus labios se posan sobre mí, su cálida lengua se aprieta contra mí, moviéndose.

Una parte de mi mente no puede evitar preguntarse qué pasaría ahora si fuésemos descubiertas, pero ya no tengo opción. Soy suya. No puedo abandonar esos dedos, esa boca. El sudor me corre por la cara, el vapor gira alrededor de mí. Mi sensibilidad crece por momentos, no he sentido nada de ella salvo sus manos y su boca. Aparte de eso, ella no tiene forma para mí.

Ahora puedo sentir mis jugos chorreando de mi coño, y ella se los bebe, su saliva, su sudor, mi sudor, todo mezclado en mi coño. Sus labios son tan maravillosos y su lengua tan cálida, lamiéndome lentamente, recorriendo todo el camino que va de mi culo a mi clítoris, pero deteniéndose en éste, recreándose en él, empezando luego su lengua a moverse en pequeños círculos alrededor de él, excitándolo, pero siempre volviendo atrás, y cuando la lengua vuelve, los labios también lo hacen, el beso perfecto una y otra vez. El calor es tan intenso, así como mi propia excitación, que tengo miedo de desmayarme. Estoy a punto de gritar. Muerdo con fuerza la toalla, levantando el culo de repente para que toda su lengua se meta en mi coño, y entonces me corro...

Me quedo durmiendo allí tendida mientras ella se va... en silencio.

¿Habrá una segunda vez?

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