Somos Felices Las Tres Capitulo 30

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- Bueno, ya les dije que podrán contarse muchas cosas después cuando estén las dos solas. Sigue, Claudia, cuéntanos más.

- Lo primero que hicieron fur trabajar en mis ojos. Yo no sabía cómo comportarme, por lo que decidí que lo mejor era ser completamente sumiso y dejar que trabajaran en mí, ya que al fin y al cabo ellas sabían lo que debían hacer y no yo. Al comienzo me sentí un poco incómodo, pues había otras clientas en el salón y podían ver cómo me depilaban las cejas y después me maquillaban. Entre el dolor que sentía cuando me arrancaban los vellos de las cejas y la vergüenza inicial, decidí que lo mejor sería ignorar todo lo que estaba a mi alrededor, y sumergirme en la imaginación morbosa de lo que habría ocurrido entres ustedes dos.

- Y ¿eso te ayudó?

- Muchísimo, pero el inconveniente que tuve fue que mi bichito comenzó a dar señales de vida, pero por estar tan comprimido dentro de mi mini panty, me causó un poco de dolor. Pero debo confesarles que fue un dolor raro, pues me gustaba esa incomodidad.

- Toma nota, Nuria. A Claudia le gusta que le torturen su clítoris.

- Si... ya aprovecharemos esto más adelante, mi dulce cielo.

- También pasó por mi mente el hecho de que mi apariencia personal estaba siendo transformada de un modo visible. Mis clientes y amigos tendrían que notar forzosamente el cambio de mis gruesas cejas por aquella delgada línea que desde ahora mostraría. No se trataba de un ligero retoque, sino de la creación de un arco muy fino y femenino y hasta exageradamente sexy. Pero ya era tarde para echarme para atrás, aparte que gracias a ustedes he descubierto mi vocación por dejar de ser lo que hasta ahora he sido para ser una hembra como ustedes.

- Ya te estás dando cuenta del gran paso que estás dando, Claudia. Tu vida ya no podrá ser la misma. Así como Nuria se ha convertido en mi esposa y yo en su mujer, desde hoy Claudio ya no existe. Es una fecha muy importante para las tres, pues desde hoy estamos llamadas a ser una familia de tres mujeres y el objetivo es que seamos felices las tres.

- Si, mi dueña y señora. A medida que avanzaba el proceso de mi transformación estaba tomando conciencia de cada cambio significaba un peldaño más de una escalera que no permitirá devolverse. Supe que cada minuto que pasaba en aquel salón representaba un avance sin retorno a una nueva realidad para mí. Lo que había sido tan solo una fantasía se estaba convirtiendo en una dramática e irreversible realidad. Nada de esto hubiese sido posible si tú no hubieses descubierto mi secreto y compartirlo con Nuria, para que entre ambas me sigan guiando en este proceso de feminización.

- Y vendrán cambios más profundos, mi amor. Erika y yo hemos discutido los cambios que queremos ver en tí, y te prometo que será una experiencia inolvidable. Serás la mujer que queremos que seas y la que tú has deseado ser.

Esas palabras, viniendo de mi esposa, me impactaron mucho, por ser la primera vez en la que no se trataba de una simple aprobación a jugar a ser mujer, aceptando mi afición a vestir prendas íntimas femeninas. Ahora ella se encargaba de comunicarme planes que habían sido discutidos con nuestra dueña Erika. Estaba claro que no solo aprobaba el proyecto, sino que de verdad quería que dejara de ser el hombre que siempre había conocido para ser transformado en una mujer. Nuria iba a colaborar en ese proyecto y realmente quería que fuese de ahora en adelante una mujer. Sus necesidades de tener como compañero a un varón habían sido cambiadas de un modo dramático en cuestión de días. Se sentía tan satisfecha al sentir el cuerpo de otra mujer a su lado que ahora no iba a sentir nostalgia por la relación con un hombre. A mí me impresionaba ese cambio, pero al mismo tiempo me parecía un proyecto alucinante.

La comida transcurrió como era de esperar entre tres chicas que habían decidido compartir sus vidas de ahora en adelante, y la excitación por las experiencias recientes de nosotras tres y las expectativas que teníamos se sentía en el ambiente. Terminada la comida Erika se levantó y me dijo que me encargara de lavar los platos pues ella quería tomar una siesta con Nuria, a quien le pidió que se desnudara, y después le ordenó que la desvistiera a ella. Todo ello allí, frente a mí. Quedaba claro que todo lo que ocurriría en nuestra vida compartida sería sin pudores ni ocultamiento.

Mientras yo lavaba los platos Erika tomó de la mano a Nuria y la condujo hasta el sofá grande, el que varias veces habíamos compartido las tres para hablar o para ver películas. Erika se acostó primero, arrimándose contra el respaldo, abriendo espacio para que Nuria se acostara pegadita a ella. Ambas se abrazaron y comenzaron a hablar en un murmullo que no me permitía escuchar lo que se decían, pero era obvio que se estaban diciendo cosas románticas, pues de vez encuando podía escuchar pequeñas risas y el sonido de los labios al besarse.

Yo estaba loco por terminar mi labor para sentarme enfrente de ellas y contemplar la escena, pero cuando terminé, ya ambas habían caído en un estado de sopor y dormían abrazadas la una a la otra. A mí me pareció una escena bellísima, por lo que busqué mi celular y tomé varias fotos, desde diferentes ángulos. Resultaba tan atractiva aquella mezcla de curvas femeninas entremezcladas y con el toque exótico de los distintos matices de piel, el blanco pálido de Erika contra el moreno aceitunado de Nuria. ¡toda una belleza!

Me senté frente a ellas para hacerme la paja. Para mí aquella masturbación jamás se ha borrado de mi mente, no solo porque podía contemplar la realización de una gran fantasía personal, viendo a mi esposa desnuda en brazos de otra, y nada menos que de una empleada mía. Pero además, me maravillaba ver mis dedos agarrando y frotando mi miembro, unos dedos que llevaban uñas largas y pintadas de un rojo apasionado. Por primera vez en mi vida pude sentir alguna que otra vez la sensación cortante de los bordes de mis nuevas uñas. Sin duda, tendría que aprender a manejar mejor mis manos ahora que llevaban largas uñas. Y para rematar, podía ver mis pies con sus dedos también decorados de la misma forma. Todo ello sin olvidar que vestía como una mujer, abiertamente y sin ocultarlo, delante de mi esposa. Ya habían quedado atrás y para siempre aquellos momentos furtivos y secretos en los que me ponía alguna prenda femenina a escondidas. La sumatoria de todo esto me excitó muchísimo, por lo que mi orgasmo no demoró en llegar.

Al acabar, y para no perder de vista la maravillosa escena que tanto había ansiado contemplar de mis dos mujeres compartiendo su amor lésbico, recogí toda mi leche con los dedos y me los llevé a la boca para chuparlos mientras las seguía contemplando. De ese modo pude dejar completamente limpio mi vientre y mis manos a la vez que disfrutaba el sabor de mi propia leche, sin imaginarme que pronto me tocaría probar la de otros hombres, por voluntad y decisión de nuestra dueña y señora, Erika.

Querido lector/a ... te ruego me des una calificacion por esta entrega de mi larga historia... tambien ayudame a encontrar temas para los proximos capitulos.

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