Taking Control Ch. 01

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-Ni se te ocurra aún – dije parando el mete saca de mis dedos –tocate los pezones como te los tocaba Luis.

Isabel se quitó la chaqueta que llevaba y se sacó la blusa. Llevaba un sostén azul celeste a juego con sus bragas. Rápidamente encontró el cierre y se lo quitó. Sus hermosas tetas quedaron ante mis ojos. No eran muy grandes, pero se curbaban hacía arriba eróticamente y terminaban en unos largos pezones. Isabel no perdió un segundo y comenzó a tirar de ellos, suspirando de placer. Yo me levanté y le bajé las bragas. Ella colaboró levantando su culo del sofá. Después me bajé los pantalones mientras ella seguía relatando:

- Entonces Luis me pidió que me tragase su semen. Le obedecí sin protestar. Su leche estaba caliente tras varios minutos en mi boca. Me dio asco y me sentí humillada. Después exigió que lo llevase a mi habitación, quería follarme en la cama que compartía con mi esposo. Yo sólo pensaba en tener su rabo dentro de mi y le llevé allí casi corriendo. Me ordenó tumbarme en la cama con las piernas bien abiertas y las rodillas flexionadas y entonces me la metió de un golpe.

Yo me había quedado desnudo de cintura para abajo e Isabel miraba mi polla embobada mientras pellizcaba sus pezones. Sin entrar en medidas diré que mi rabo es largo y grueso, bien por encima de la media.

-¡Dios santo! ¡Vaya polla! Ni siquiera la de Luis era comparable.

- Pues ya es hora de que la pruebes un ese coño de zorra que tienes – dije yo posicionándome entre sus piernas y recorriendo su raja con mi glande.

- Sí, sí, follame como me folló Luis. El cabrón me la metio de golpe pero estaba tan mojada que casi me corro al instante. Y luego comenzó a meterla y sacarla diciéndome que estaba más estrechito que el de Susana. Yo le miré y el rió diciendo que llevaba ya varias semanas follandose a esa zorra y que ahora iba a tener dos guarras en la oficina para joderselas cuando quisiera. Yo estaba a cién y me corrí al instante gozando como nunca lo había hecho y estaba a punto de tener otro orgasmo cuando sonó el móvil de Luis. El respondió mientras me follaba. Eso me calentó tanto que volví a tener otro orgasmo, más potente que el anterior. Pero entonces Luis me la sacó y me dijo que era una emergencia y se tenía que ir. No volvió y el lunes no se presentó en la oficina. Pregunté a Susana. Ella me dijo que vendría un nuevo director, pero nunca supimos qué pasó con Luis. Como sabes, ella ya salía con Octavio y yo estaba casada así que pactamos guardarnos mutuamente el secreto.

- Bien –corté yo- puesto que fuiste tan amable con el director previo no veo por qué no has de serlo con el actual.

Y diciendo esto le clavé toda la polla hasta los mismísimos huevos.

- ¡Aaaaagh! – gritó Isabel pillada por sorpresa. Mi polla era grande pero entró facilmente en su encharcado coño y comenzó un vigoroso mete-saca. Isabel se corrió casi al instante.

- ¡Oooooh!!Dios mio! ¡Qué gorda! Me siento llena como nunca. ¡Me..me voy a correr! ¡Oh, sí! ¡Oh, sí! ¡Siiiiiiiiiiiiiii!

Isabel se perdió en su orgasmo, entre gritos y gemidos, mientras yo seguía martilleando su coño con mi rabo y excitándola con mis palabras.

-Eso es zorra, correte y goza como la puta que eres. De ahora en adelante vas a ser mi puta particular. Voy a hacer contigo lo que quiera y cuando quiera. Y no sólo contigo. Esa puta de Susana va a probar también mi rabo. Vais a ser mis putillas de oficina. Y ya podeis ser obedientes porque si no os voy a poner el culo rojo.

-¡Aaaaaaaahhhhh!!Dios, Dios, Dios!!Otro, otro! –gritó Isabel mientras su cuerpo temblaba y gozaba de otro orgasmo, con la sola mención de los azotes.

No cabía duda de que a esta guarra le excitaba el castigo. Alcé mi mano y mientras la embestía con mi polla comencé a descargar cachetadas sobre sus nalgas. Isabel comenzó a temblar y extremecerse de forma incontrolada. Sus gritos de placer inundaron la habitación mientras encadenaba un orgasmo tras otro. Era imposible aguantar más viendo a una hembraza como Isabel gimiendo y gozando de tal forma. Sentí como mis huevos se contraían, mi cuerpo se puso rígido y la piel de mi cuello se erizó. Sentí mi leche recorrer la longitud de mi polla y fluir hacía lo más profundo del coño de mi subdirectora. En medio de sus orgasmos, Isabel también sintió mi leche inhundando su concha y una pasión incontrolada se adueñó de ella gritandome que me amaba, que era su macho, que la siguiese follando así...Yo seguí soltando semen y jodiéndola hasta que nuestros orgasmos terminaron. Entonces se la saqué y le dije:

- Creo que venir a hablar contigo a merecido la pena. Ya no me importa tanto lo de mi mujer.

Isabel no dijo nada, me miraba exhausta, espatarrada sobre el sillón con semen escurriendo de se concha. Estaba intentando creerse lo que había pasado. Siguió en silencio mientras yo me vestía y me dirigía hacía la puerta. Entonces dijo, con un susurro que denotaba su agotamiento:

- Jamás pensé que fueses así.

Yo giré la cabeza y le sonreí antes de salir y cerrar la puerta. Entonces pensé:

- Yo tampoco lo sabía, pero ahora os vais a enterar de quién soy yo.

Miré mi reloj. Faltaban siete minutos para las nueve.

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