Ultrasecreto

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Somos casi como hermanos y eso me calienta aún mas
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Parte 22 de la serie de 46 partes

Actualizado 09/07/2023
Creado 08/08/2023
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Mis padres intentaron por años tener otro bebé después de mí, pero luego de dos duros abortos que los dejo destrozados desistieron de la idea.

Ellos adoran los niños y en el barrio que vivíamos mi casa era prácticamente el sitio de encuentro. Nos dejaban hacer camping afuera y mi papá hasta nos construyó una casa en el arbol del patio trasero.

Los cumpleaños, obviamente en mi casa, mi papá y mi mamá con espíritu de recreacionista infantil se disfrazaban y no descansaban todo el día.

---

Bran mi vecino del lado era prácticamente como mi hermano. Si no estaba yo en su casa, él estaba en la mía. Eramos inseparables, uña y mugre.

Sus padres viajaban tanto que mis padres terminaron por asignarle una habitación en la casa de nosotros para que se quedara cuando ellos no estaban.

Me llevaba tan solo un año de diferencia, era tan sobreprotector que no le importaba pelearse con niños mayores que él cuando me insultaban o decían algo apropiado.

Todos esperaban que al crecer termináramos de novios, pero nos veíamos casi como si fuéramos hermanos. Nunca se nos pasó por la idea siquiera darnos un beso.

Estando más creciditos, obviamente empezamos a tener nuestros primeros encuentros sexuales y siempre corríamos a contarnos todo lo que pasaba. No había secreto entre nosotros.

---

Cuando entramos a la universidad Bran ya era todo un hombre, su cuerpo más grueso, llenó de músculos por el deporte y su cara con una barba de hombre de 50 años.

Las chicas lo perseguían demasiado y cuando se las quería sacar de encima me presentaba como su novia. Un juego que pensábamos era inocente, pero que poco a poco nos fue carcomiendo.

No sé si él, pero yo lo empecé a ver de forma diferente. Trataba de disimularlo, pero era demasiado difícil no acalorarse cuando se quedaba en mi casa y salía del baño con su mini toalla.

Trataba de mantener a raya esos malos pensamientos y por supuesto que nunca le dije nada al respecto.

---

Bran empezó a salir con Matilde una de mis mejores amigas. Cada que follaban, ella salía a contarme con lujo de detalles como lo tenía, como se movía, como se lo metía y hasta cuantas veces la había hecho venir.

- Matilde --iuck le hacía cara de asco-- no quería saber tanto

- Lo siento Juana, pero no tengo a quien más contarle y tu cuasi hermano me tiene loca

- Pero no hace falta que me contes las cosas hasta ese punto --cara de nauseas--

- Ay Juani, lo siento, Bran folla tan delicioso, que hasta me dejaría romper el culo

- Tenía que meterse con la más zorra de todas --me solté a reír--

- A él me le convierto en zorra y hasta en puta si quiere --respondió con una risa más fuerte--

En esas llega Bran acostumbrado a entrar sin siquiera tocar la puerta, asomando su cabeza a mi habitación.

- ¿Que están haciendo?

- Nada --responde Matilde muerta de la risa--

- Si claro, ¿Juacha están hablando de mí?

- No --nos miramos y nos toteamos de risa-- para nada

- Me va tocar llevarme a Matilde para hacerle un profundo interrogatorio

Ella se levanta emocionadísima, lo coge de la mano y me lanza esa risotada pervertida al saber a qué iba.

- No quería saber tanto --refunfuñe-- «idiotas»

Les cerré la puerta en la cara y ellos se metieron a la habitación de Bran. Mis padres no estaban y ya sabía lo que seguía.

Esta vez no era capaz de dejar de pensar en todo lo que me había contado Matilde, recordaba a Bran en toalla todo mojado y se me aceleraba el pulso, el corazón me palpitaba hasta el sexo y el aire me faltaba.

Los gemidos de Matilde en la habitación del lado y su cama chocando contra mi pared no ayudaban para nada. Se estaban follando como animales en celo.

No pude más, traté con todas mis fuerzas, pero mi instinto animal pudo más. Le coloqué seguro a mi habitación, cerré los ojos y empecé a imaginar que los veía mientras tenían sexo.

- ¿Juana pero qué demonios?

Traté de incorporarme en mi cama y mantener las manos alejadas, pero mis pantis estaban tan húmedas que tuve que quitármelas. Al tocar con el dedo mi sexo para ver qué tan mojada estaba y un hilo transparente se estiro frente a mi perdí el control.

- Si, tengo que aceptarlo, el maldito imbécil me calienta

Me recosté, llené de saliva mis dedos y empecé a tocarme con ambas manos, los muslos, los labios externos. Con una mano los abría y con la otra me acariciaba el clítoris que estaba hinchado.

Me agarraba de las almohadas y las mordía para no gemir muy duro. Empecé a meter y sacar unos dedos imaginando que era él, estaba loca.

Al venirme, no estaba en control y sin querer se me escapó un gemido, al escuchar sus risas fue que me percate de que me habían escuchado.

Estaba tan avergonzada y todavía tan caliente que me tuve que meter a bañarme con agua helada. En plena ducha empieza esa conversación mental que te recrimina por lo que haces. Ese pepe grillo que todos llevamos en el interior.

- «¿Pero qué demonios hiciste Juana? una cosa es que lo veas cuando sale del baño, pero otra es que te masturbes pensando en él. ¡Es casi TU HERMANO!»

Mis manos empezaron a acariciar mis senos y se deslizaron hacia mi sexo, encontrando los labios hinchados y lubricados. Lo recordaba semidesnudo en esa toalla y mi sexo pedía a gritos que no lo dejara hasta liberar todo ese deseo.

- «No es mi hermano y no tiene la misma sangre»

- «¿A si? ¿entonces porque te avergüenzas?»

- «Porque fuimos criados juntos y es como...»

- «Como si fuera tu hermano. ¡Exacto! »

Maldita voz de la conciencia. Me saqué la mano y renegue porque gracias a esa maldita conversación conmigo misma, me estaba sintiendo como la mujer más degenerada del planeta. Abri la ducha al máximo y metí el rostro en ella hasta quedarme sin aliento.

- «Maldita sea --golpee ma pared con la mano abierta-- ¿¡por qué!?»

---

Salí de la ducha en toalla y con otra amarrada en la cabeza, estaba tan frustrada que me senté al borde de una de las ventanas del segundo piso y encendí un cigarro para tratar de calmar los nervios.

- Juancha ¿tenes un cigarro para mí? --grito abriendo la puerta--

Salio en boxer, todo despeinado y oliendo a sexo. Para completar mi desgracia, él maldito no se podía ver mejor empapado en sudor.

Matilde no tardo en salir envuelta en una sábana con cara de dicha increíble. Reclamando otro cigarro.

Les abri la cajetilla y se acercaron para encenderlo con mi mechero.

- ¿Nada como un cigarro después del sexo? --dijo Matilde con vos inquisitiva--

- No hace falta tener sexo para fumarse uno --respondí--

- Si, también puede ser después de una buena paja --dijo Bran en tono burlón--

Se miraron entre ellos y dejaban salir el humo de sus bocas mientras se reían a carcajadas, mientras que yo tocía ahogada por su comentario. Él sin parar de reír me empezó a dar palmadas delicadas en la espalda para ayudarme a desahogar mientras mi cara se ponía cada vez más y más roja.

- Ya Juancha relax, todos lo hacemos

- ¿Me escucharon?

- Claro que sí, estabas gimiendo como loca --dijo Matilde--

- Ha sido culpa de Dilan, que me ha llamado a decirme locuras

- Si claro, Dilan --dijo Matilde--

Bran me miro a los ojos y se me ha vuelto a subir todos los colores a la cara. Me estaba delatando y de mala manera.

- A ver hermanita --me dijo con tono fraternal-- confiésate, ¿hay algo que no me has contado?

- Yo yo... --tartamudeaba sin saber que responder--

Trágame maldita tierra, como es que me va a llamar "hermanita" lo que me faltaba para que mi voz de la conciencia tuviera la razón.

- Ya dile Juana...

Me quedé pasmada sin saber que responder bajando la cabeza, ¿acaso él ya sabía que yo?

- ...le contaré yo entonces. Tu "hermanita" --hizo comillas en el aire-- se está escapando con Mario

- ¡¿Con Mario!? --grito sorprendido--

- Ah si si eso --respire aliviada-- no te lo había contado porque...

- ¿Mario? ¿En serio? --hizo cara de decepción--

Ellos dos no se llevan muy bien, pero al menos esa infidencia me había sacado del lio. Yo me quedé callada y Matilde como buena chismosa le terminó de contar lo que se suponía era un secreto.

Terminé el cigarro, lo apagué en el cenicero y pasé por en medio de ellos que ya habían empezado con sus miraditas calientes.

Me metí en ma habitación, volando de un brinco a la cama, metiendo mi cara entre las almohadas y gritando para liberar el estrés.

---

Después de ese día no había Dilan, no había Mario ni ninguno de mis "amigos" que lograra complacerme, podía estar en la cama con ellos, pero mi mente siempre estaba volando y pensando en mi Bran. Justo cuando cerraba los ojos y pensaba que era él era cuando me venía. Ni siquiera esperaba a que ellos terminaran, no me importaba. Me levantaba, vestía sin mediar palabra y me iba. No era capaz ni de verlos a la cara.

Llegaba a mi casa me metía a la ducha y me bañaba por horas esperando que eso que sentía y me atormentaba fuera capaz de llevárselo el jabón y el agua.

La única solución que encontré, fue terminarle a Dilan y concentrarme en mis estudios. Tal vez un buen tiempo de celibato y reflexión me iba a sacar esas ideas del demonio de la cabeza.

---

Al terminar semestre, mis padres se fueron a visitar a los abuelos al pueblo y los de Bran como cosa rara estaban en otro país. Yo esperaba que se fuera a pasar vacaciones Matilde, pero a ella la obligaron a ir de visita donde sus primos, sin su novio.

Llevábamos solos una semana en la casa, cada uno en lo suyo y la verdad sin interactuar demasiado porque trataba a toda costa de no estar demasiado tiempo en el mismo lugar con él. Hasta que llego ese fatídico domingo de Noviembre en el que no paraba de llover.

Él estaba en su habitación con sus cascos y gritando como loco en algún juego en línea de esos que no paran de dar bala. Yo estaba con una pijama largo, acostada en la sala entre cojines y cobijas viendo películas románticas.

Un trueno iluminó toda la casa y sonó tan fuerte que tuvo que haber caído en la misma calle. Acto seguido dos transformadores explotaron en la calle y grité como una loca del susto. Nos quedamos sin luz, en penumbras y ahora sin nada que hacer.

Bran bajo con la linterna de su teléfono encendida, buscó un par de velas y las prendió sobre unos platos pequeños para que la esperma no se regara en el piso mientras hablábamos de lo cerca que habían caído, me corrió con su pierna para que le abriera campo y se me acostó al lado.

- ¿Y ahora qué hacemos?

- No sé --respondí nerviosa-- no se me ocurre nada

Falso de toda falsedad, verlo en sudadera gris, obviamente sin boxer con su miembro colgando libremente y sin camisa me daba unas cuantas ideas.

- ¿Y si probamos esto?

Mostrándome un porro perfectamente armado con una sonrisa traviesa.

- ¿De dónde sacaste eso Bran? ¿Eso es...

- Marihuana, si

- No ¿acaso estás loco?

- Nunca la he probado, me lo regalo un amigo de la U

- Lo mejor que puedes hacer es botarlo a la basura

- Juancha dale, así probamos juntos y nos cuidamos

- No sé, no me parece buena idea ¿y sin nos pasa algo?

- Bah, no sea exagerada, además que otra cosa podemos hacer --mirando para todos lados--

- Jugar damas, domino o ajedrez --afanada por pensar lo que fuera menos en sexo-- por ejemplo

- Eso jugábamos de niños

- No importa prefiero juegos de niños a los de los adultos --mi inconsciente otra vez empezaba a hablar de más--

- El Counter Strike no es de adultos

Afortunadamente a veces es como lento y creyó que estaba hablando de sus juegos de video.

- No claro que no, matar gente cada cinco segundos debe ser cosa de niños

- Ya no me des más cantaleta, que pareces tu mamá. Me rindo, juguemos ajedrez, pero fumamos

- Estas loco

- Dale Juancha, porfa, porfa, porfa, porfa

- Esta bien trae el maldito ajedrez

Acomodamos las fichas y antes se hacer la primera jugada se colocó el porro en la boca, le acerque el mechero para que lo encendiera.

Le dio un par se fumadas y me miro como si no le hubiera hecho efecto.

- ¿Ya estas volando?

- No, la verdad no siento nada

- Debe ser que hay que fumar mas

Le dio otro par de caladas y levanto los hombros con una mueca de incredulidad.

- Nop, nada

Me confíe en su comentario, le di una fumada y sentí el sabor a hierbas pasar por mi garganta, un sabor raro, pero al menos no tan áspero como el del cigarrillo. Lo aguanté en los pulmones lo saqué.

- Es verdad, no se siente nada diferente

- ¿Será que me han timado?

- No creo, al menos si huele parecido

- ¿Y tú qué sabes de marihuana?

- Todos sabemos a que huele y esta claramente huele a maria

Le dimos otro par de fumadas y empezamos a jugar mientras nos pasábamos el porro como si se tratara de un cigarro. Sin darnos cuenta ya estábamos bastante volados y todavía seguíamos diciendo.

- No siento nada

- Yo tampoco, ni las manos, ni la boca, ni el tiempo, ni la gravedad. Nada de nada

Nos causó tanta gracia su comentario que terminamos tirados en las cobijas sosteniendo la barriga. Parábamos de reír y con solo vernos a la cara era suficiente para desatar un nuevo ataque de risas.

- Ahora sí, nos cogió ¿Cierto?

- Si claro, ¿todo se mueve más lento o soy yo?

- Si la vida va más relajada

- Sera esto a lo que llaman volar

- No sé, yo solo veo que te mueves despacio, con gracia y te ves más bonita como en esos comerciales de shampoo

Me he quedado pasmada ¿me lo estaba diciendo en serio o era una broma? Traté de no darle importancia, son bobadas mías, cogí el cabello de las puntas y lo moví como si fuera el viento.

Se ha toteado de risa, tirándose hacia atrás, sosteniendo su estómago. Yo me he reído también, pero no pude evitar notar que en su sudadera algo estaba empezando a crecer de tamaño.

- Ya, basta de risas vamos a terminar este juego al menos --le dije--

Se incorporó, cruzo las piernas, se encorvo hacia adelante y colocó su mano encima para tratar de disimular su erección.

- Vale, vale que aún falta que te coma --hizo una pausa para volverse a reír-- la reina

- Seras idiota, que esta reina va directa por ese rey --sin poder dejar de pensar en su erección--

- Ya lo veremos

Siempre hemos jugado a mover fichas sin pensar demasiado para agilizar la mente, el uno movía y el otro de inmediato respondía. Peones caían muertos en batalla, alfiles, caballos y torres.

- ¡Jaque! --levanté mi mirada y sonreí--

- Te lo advertí Juancha --dibujo una sonrisa placentera--

Miré de reojo y me di cuenta que con ese último movimiento acababa de dejar al descubierto a mi reina a merced de una de sus torres.

Cuando se inclinó hacia adelante, se la arrebaté de las manos.

- Devuelvis, devuelvis, no vale

- Cual devuelvis, ficha tocada, ficha movida

- No, la reina no

La cogí con las manos y la metí debajo de mis piernas. Él se me lanzó por encima del tablero tirando todas las piezas y caímos de espaldas. Me sostenía las manos y hacia cosquillas para poder que sacara mis manos y la pudiera recuperar.

Sin mala intensión me metió la mano entre mis piernas para llegar a la ficha y se quedó pasmado al notar que mis panties estaban empapados. Levantó su mirada y nos quedamos mirando a los ojos muertos de susto.

No sé por qué demonios, pero la reacción de lagarto de mi cerebro fue mandarle la mano a su miembro y sorprenderlo para mostrarle que él estaba igual o peor.

- ¿Qué haces Juana?

- ¿Qué haces tu? --miré su mano que ya estaba posada directamente en mi sexo--

Empecé a masturbarlo y su cara de placer me volvió tan loca que mi sexo terminó de empapar mis panties. El calor que emanaba era como lava ardiente de un volcan en la que Bran no tardó en correr mi ropa interior a un lado y meter un par de dedos para comprobar por sí mismo que tan caliente estaba.

- ¿Esto es lo que tengo que hacer para recuperar a mi reina? --moviendo sus dedos en mi interior--

- Bueno, es una batalla perdida porque yo tengo a tu rey en mis manos --apretando su miembro--

- Juancha --me dijo serio-- es mejor que no sigas con este juego

- No estoy jugando "hermanito" --le dije en tono irónico--

Se empezó a acercar lentamente hasta colocar su boca frente a la mía, me empezó a besar despacito, con ternura y sutileza y de mi boca se escapaban unos suaves gemidos de placer.

Lo miré a los ojos, sonrió y se incorporó con una risa triunfal. Levantó su mano y me mostró la reina. La sacó sin que me diera cuenta mientras me daba ese beso.

-!Maldito tramposo!

Me le he lanzado de frente, el cayó de espaldas y nos empezamos a besar con fuerza, pasión, desespero y locura. Rodamos por toda la sala metiéndonos mano por cada centímetro de piel. Ninguno de los dos volvió a mediar palabra, ni siquiera un atisbo de duda había en nuestros ojos o en la forma de actuar.

La hierba multiplicaba el placer y cada caricia era como poesía erótica. Nos arrancamos los labios a besos como si nuestros cuerpos no se pudieran separar, nos arañamos y hasta mordimos. Sus manos viajando por mi cintura, empujándome hacia él mientras las mías se posaban en sus nalgas. Su lengua en mi cuello y en mis senos, su miembro duro en mis piernas. Nuestros gemidos de placer combinados.

Dimos una vuelta más hasta que quedé encima, me apoyé en su pecho empujando mi sexo hacia abajo. Le levanté las manos para que no interviniera y al bajarle la sudadera me encontré con ese delicioso miembro depilado del que tanto alardeaba Matilde.

Se me hizo agua la boca, pasé mi lengua por el contorno de los labios mirándolo a los ojos y sin dejar de hacerlo me empecé a comer su glande a besos. Él me miraba a los ojos, gemía de placer mientras disfrutaba como desaparecía su miembro en mi boca, chupando de arriba abajo.

Me tomó de los brazos y me atrajo hasta sus labios. Me tomo de las caderas, abrió las piernas y sentí la cabeza de su miembro levantarse como con vida propia en medio de mi sexo separando los labios. Lo paso de arriba a abajo, frotándolo en mis fluidos hasta que se movía libremente de un extremo a otro.

- Ay no, no --cerré los ojos-- ahhhhhhhhhhhhhh

Me excité tanto solo pensando en que era Bran el que está a punto de metérmelo que no pude aguantar. Traté de disimular mi cara, pero era obvio que había tenido un orgasmo.

Él notó que estaba un poco avergonzada por venirme tan rápido, me tomo del rostro con una ternura que nunca antes vi en él y mientras me besaba deslizó su miembro pacito a pacito, muy suavecito hasta meterlo.

- Ay Bran, que peligro esa hierba

- Me encanta lo mojadita que estas

Metió sus dedos en mi cabello y mientras me besaba se movía metiendo y sacando su miembro. Gemíamos con los ojos cerrados, entre besos arrancando los labios a mordiscos.

Me senté sobre su miembro, levantando mi cuerpo, tomé el pijama y me la quité por encima de la cabeza. Había imaginado mil veces esa imagen, montándolo mientras me desnudaba para él como símbolo de entrega total.

Le metía los dedos a la boca y él los chupaba, me agarraba los senos y empujaba su pelvis para meterlo al mismo ritmo que bajaba mis caderas.

- Ay rayos --le clave las uñas en el pecho-- me matas

Cerré los ojos y él se inclinó hacia adelante. Me abrazó por la cintura, pasó mis piernas detrás de su torso, mientras me besaba los senos y el cuello, me acariciaba la espalda con la yema de los dedos, gemíamos con las bocas unidas, pero sin poder besarnos. Me colocó mis brazos alrededor de su cuello y bajo sus manos a mis caderas apretando mis nalgas y volviéndome loca.

- Ayyyyyy HP es más rico de lo que había imaginado --grite sin pensar--

- Yo también me soñaba este momento juntos

Cerraba los ojos tratando de callar a mi conciencia repitiéndome que debía detener esta locura ahora mismo. Pero lo miraba a la cara y cuando me besaba me excitaba tanto que esa voz desaparecía. Me levantaba de las nalgas y me volvía a dejar caer.

- ¿Te gusta esto?

Me hice frente a él lo miré a los ojos, los cerré al sentir que me lo metía hasta el fondo. Los volví a abrir y vi ese fuego en los suyos.

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