Un Día de Trabajo

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El buen sexo se disfruta incluso en el trabajo.
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Un día de trabajo!

Alrededor de las 9 a.m. del sábado el sol estaba bastante fuerte sobre la ciudad de Miami. Como de costumbre mi gran amor se encontraba en su trabajo, terminaría su jornada laboral sobre las 2 p.m. e iríamos al cine, tomarnos unas copas y disfrutar de la noche.

Llegó a casa sobre las 3 p.m., nos duchamos y preparamos para salir, la tarde pintaba bastante divertida y la noche llamativa. Ya listos para salir sonó el teléfono, era el supervisor del trabajo de Mauro, necesitaba personal para el turno de la noche y era un día donde todos querían pasar en familia y pocos se apuntaban a trabajar extras en pleno sábado y más para esa noche donde tendría que meterse en el Metro Mover horas enteras dando vueltas para probar un nuevo tren que sería parte de la nueva flota que se adquiriría pronto.

Le dije que fuera sin problema, igual el domingo es un día bastante bueno para gozar y más cuando tienes los lunes libres. Así pues acepto.

Salimos a comer pues aún quedaba suficiente tiempo para compartir antes de él ir al trabajo, a eso de las 7:30 estaba ya de pie en la puerta listo para ir al trabajo, da media vuelta y me dice que le acompañe, igual a esa hora no abría problema, estaríamos juntos y sería la primera vez que le acompañara en pleno trabajo, algo poco usual y extraño. Mi temor era que ganara algún problema en su trabajo pero que importa! igual no le iba a interrumpir cuando tuviera que hacer lo suyo.

La propuesta me tomo por sorpresa y sobre el tiempo no podría cambiarme para tal ocasión, así que salí tal y como estaba. Llevaba una falda bastante corta de color negro, una blusa negra ajustada con escote algo profundo que permitía apreciar mis pechos que no son precisamente pequeños y un collar artesanal que tenia una pluma rosa que jugaba entre mis tetas, zapatos de tacón alto y un pequeño chal de tela delgada y transparente que cubría mis hombros desnudos.

Sin pensar mucho tome mi cartera y salí acompañando a mi hombre a su trabajo. Llegamos alrededor de la 7:55 p.m., timbro su tarjeta y nos dirigimos a subir al trencito en el que pasaríamos casi 5 horas dando vueltas y más vueltas. Mauro solo tenía que observar que todo estuviera en orden mientras estaba el dichoso tren en movimiento y todo dentro de el mismo funcionara a perfección. Durante la primera hora probó la cámara de seguridad, el radio de comunicación, la alarma de emergencia, las luces... en fin. Yo solo observaba la ciudad, sentaba en una de las 4 sillas que tiene cada vagón, la ciudad se veía preciosa bajo una luna enorme que daba un toque romántico a la ciudad. Una vez terminó su inspección técnica tendimos mi chal sobre un espacio bastante amplio donde te puedes sentar aunque no sea una silla precisamente y nos sentamos.

Tomamos una posición bastante cómoda, me recosté a él quien me rodeo con sus brazos, mirando por la ventana a la ciudad nos pusimos a charlar de lo bien que se veía la ciudad, de la economía... en fin, así pasamos casi dos horas entre charla y charla.

Sus manos jugaban con las mías y las acariciaba suavemente, de repente comenzó a darme pequeños pero tiernos besos en el lóbulo de la oreja lo cual me llevó a calentarme un poco e inclinar más la cabeza hacia atrás invitándole, sin palabra alguna, a besar mi cuello. El mensaje llegó y así lo hizo dándome pequeñas lamidas que hacían que mi piel se pusiera de gallina. En medio del disfrute le dije que era una verdadera pena que hubieran cámaras de seguridad y sobre todo que el tren podría parar en cualquier momento en alguna estación (era más en broma, aunque con cierto deseo confieso) a lo cual con una sonrisa de picardía total se levanto dirigiéndose al extremo del tren y con una habilidad sorprendente desactivo todo el sistema de dicho tren haciendo que este se detuviera sobre el rio de Miami. Sin luces, radio o cámaras que pudieran molestar por un buen tiempo.

Las luces de la ciudad y la misma luna iluminaban el interior del vagón sin dejar escapar rincón alguno, una luz suave y algo azulada hacia que fuera un poco romántico, perfecto para una aventura. Mauro se acercó a mi invitándome a levantarme de mi lugar y con aquella sonrisa picarona dibujada en sus jugosos labios se besó como si nunca hubiese probado mis besos. Con mis brazos rodee su cuello y me aferre a aquellos labios en un apasionado beso mientras sus manos se deslizaban bajo mi falta apretando mis nalgas. Poco a poco me fue llevando contra la barra vertical para sostenerse cuando el tren está en movimiento, levanté los brazos y me agarre de aquella barra, él quitó sus manos de mi trasero para deslizarse bajo mi blusa mientras la iba subiendo besaba mi vientre y subía conforme lo hacia mi blusa hasta detenerse en mis pechos y la blusa volaba a algún rincón del vagón. Mi excitación era cada vez mayor y sentía como mi vagina se mojaba más y más.

Bajo mi sostén haciendo que saltarán mis tetas, de las cuales una fue recibida por su cálida mano y la otra por su húmeda y caliente boca que quería devorar mi pezón, alternando cada teta recibió una deliciosa mamada al tiempo que sentía como bajo mi falda su otra mano me tocaba el monte de venus sobre el panty el cual estaba ya bastante mojado por mis propios jugos. Mientras mi cuerpo respondía a tal excitación desabroche mi falda la cual él hizo caer pronto. Mi deseo crecía y deseaba ya que esa verga, que tanto me enloquecía, me tomara con suma urgencia, así que desabroche su pantalón para obtener mi premio.

Premio negado, como era su juguetona costumbre, no sería tan fácil albergar aquella herramienta en mi vagina sin antes hacerme suplicar que me penetrara luego de gozar hasta el agotamiento.

De una forma ruda pero con mucha ternura me levanto haciendo que mis piernas rodearan su cintura y mis brazos su cuello, me llevó cargada hasta la parte trasera y me sentó suavemente sobre el chal, haciendo que mi cuerpo quedara apoyado sobre la ventana y halando mi culo hacia él. Se arrodillo frente a mi, tomo mi panty y lo deslizó lentamente por mis piernas, yo sabía a donde iba a llegar y deseaba que lo hiciera pronto pues mi excitación no podía esperar más. Quitó mis zapatos y empezó a besar mis pies, subiendo lento, suave y sin pausa dando pequeñas puchadas y besos que me enloquecían y hacia que mi cuerpo se contrajera completamente a cada beso. Conforme iba subiendo abría mis piernas cada vez más hasta quedar completamente abierta y sus labios tan cerca que mi vagina pero a la vez tan lejos y sus manos acariciaban mi vientre, sentí su respiración cálida sobre mis muslos y con mis manos tomé su cabeza invitándolo a llegar a mi clítoris a lo cual se negaba pasando al otro muslo y bajando suavemente hasta casi llegar a la rodilla, volvió a subir lentamente a lo cual mis piernas respondieron abriéndose más para ofrecer mi vagina en todo su esplendor.

Tome mis tetas apretándolas con lujuria y al fin, después de aquella eterna espera y mis jugos saliendo por la excitación, sentí sus labios apoyarse sobre el monte de venus y su lengua cual serpiente salía de su boca para probar mis jugos, primero suave como quien prueba un helado, yo no podía más de placer y mis jadeos eran cada vez más fuertes, luego sentí sus lengüetazos con más vigor como si quisiera devorarme por completo. Mi placer no pudo ser mayor, sentí como mi cuerpo llegaba al clímax total y mis gemidos eran ya gritos de placer, no se detuvo un momento, seguía chupando, lamiendo y mordisqueando mis labios vaginales y mi clítoris, sentí como sus dedos penetraban mi vagina y jugaban dándome aún más placer hasta llegar a mi segundo orgasmo en su boca.

Enloquecida de placer y deseo, me incorporé haciendo que él se levantara, baje su pantalón y bóxer, tomé su pene duro cual piedra, enorme cual herramienta de batalla campal y sin aviso o delicadeza alguna lo metí en mi boca, quería chupar aquel caramelo sin tregua alguna, fue una sorpresa para él pues siempre se lo mamo suave iniciando por el glande, pero esta vez quería comérmelo sin piedad, lo metí hasta el fondo de mi garganta y aún así no me cabía por completo, apretaba mis labios por todo su pene, metiéndolo y sacándolo con energía como si se fuese a acabar y no alcanzaría a disfrutarlo. Su placer era enorme y tuvo que detenerme para no venirse en mi boca. Saboreando sus jugos pase mi lengua por su glande y luego por la comisura de mis labios.

Me invitó a levantarme y nuevamente me beso con pasión cogiéndome las tetas y apretándolas, luego mis caderas y por último mi culo, me apoyo sobre la barra vertical más cercana y me levanto con tal facilidad que mis piernas rodearon su cintura, me agarré del tubo, sentí el frio hierro entre mis nalgas y cómo él me levantaba un poco más hasta penetrarme. Sosteniéndome de las caderas con sus manos me incitaba a subir y bajar, mi excitación era tal que con ayuda del tubo subía y bajaba de forma fuerte, mis tetas con sus pezones duros subían y bajaban bruscamente al ritmo de mi cuerpo. Se escuchaba el sonido del golpeteo de mi culo y contra sus huevos mientras nuestras bocas se envolvían en besos apasionados, mis jadeos y gemidos no permitían besarlo mas si podían decir "sí, así papi, más, más... dame duro amor" sentía como él mordisqueaba mis labios o mi cuello que era devorado de igual forma. Sentí como palpitaba mi vagina de placer, de éxtasis total y como mi cuerpo se perdía en el placer que recibía sin compasión alguna hasta que llegué a un delicioso orgasmo acompañado de gritos que no pudieron ser reprimidos.

Deje caer mi cuerpo sobre sus hombros mientras él seguía sosteniéndome del culo. Estaba agotada por el placer que sentía, aún así mi excitación no disminuía gracias a aquellos besos que recibía mi cuello.

Pocos segundos después me bajo de su cintura, me dio la vuelta y se pegó a mí, me besaba el cuello como él sabe hacerlo y sabe también que es uno de mis puntos débiles, con una mano jugaba con mis tetas y con la otra me hacia una paja, en medio de mi disfrute yo solo jugaba con su cabello, las piernas me temblaban y con pequeños pasos me acerco a donde estaba el chal ya mojado con mis jugos, me incliné poniendo mis manos sobre la base del vagón mientras disfrutaba de aquella pajita rica que me hacia Mauro. Vale decir que es un experto en qué y cómo me gusta que me las haga pues mi placer era enorme y la excitación subía con cada movimiento de sus dedos en mi clítoris. Aprovechando mi placer y con mis propios jugos y los suyos lubricó mi culo, ubicó su pene en mi ano y de forma delicada y suave fue empujando su verga, poco a poco fue entrando suavecito mientras yo tome su lugar haciéndome la paja. Mi deseo era enorme y deseaba tener su verga en mi culo por completo, así que empuje un poco más hasta sentir como gran parte había penetrado mi ano, él por su parte entendió que yo estaba lista para recibir toda su herramienta en mi culo y me penetro por completo haciendo que mi cuerpo se estremeciera de placer.

Con deliciosos movimientos de su cadera y sus manos en mi cintura fuimos gozando del sexo anal, yo en mi lujuria me pajeaba el clítoris mientras con la otra mano me apoyaba para equilibrar el cuerpo por las embestidas tan sabrosas que me daba por el culo Mauro, pues mis tetas bailaban en un va y ven, aquello era placer total, sentirme llena con aquella verga y mi clítoris a punto de reventar, nuestros jadeos eran rítmicos y sincronizados. Los movimientos eran cada vez más fuertes y rápidos no puede aguantar más y mi orgasmo llegó, él tuvo que agarrarme fuerte para no caerme pues las piernas me fallaban, sin pausa alguna él siguió invistiéndome y loca de excitación continué con mi paja, para entonces había perdido ya la cuenta de los orgasmos que había tenido hasta ese momento. Se sentía tan sabroso tener a mi macho dentro de mi culo y yo cual mujer en calor pajeándome sin control. Nuevamente sentí contraerse mi cuerpo y las piernas flaquear, mis sentidos perderse en algún lugar del universo y un líquido caliente que invadía todo mi ano en lo más profundo. Ambos habíamos llegado al orgasmo.

Rendidos, agotados y casi sin fuerza nos sentamos sobre el chal, acariciándonos exhaustos de tanto placer y mirando las luces de la ciudad y aquella luna cómplice que se alejaba un poco tomando hacia el horizonte y descansando de aquella locura en horas laborales. Después de media hora nos incorporamos, vestimos y él, mi Mauro, restableció el sistema y aquel vagón de tren del Metro Mover de Miami, siguió su rutina de "inspección".

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