Viaje a la Estrella Cap. 01

BETA PÚBLICA

Nota: Puede cambiar el tamaño de la fuente, el tipo de fuente y activar el modo oscuro haciendo clic en la pestaña del ícono "A" en el Cuadro de información de la historia.

Puede volver temporalmente a una experiencia Classic Literotica® durante nuestras pruebas Beta públicas en curso. Considere dejar comentarios sobre los problemas que experimenta o sugerir mejoras.

Haga clic aquí
lurrea
lurrea
7 Seguidores

Mientras caminaban por los jardines del campus, Bliss lo escuchaba con mucha atención. Poco a poco, mientras la conversación continuó, ella trató de llevarla, ya no sobre los temas abordados en la conferencia u otros temas intelectuales, sino más bien sobre temas personales, cómo la razón de tan largo viaje, con quién más venía, cuánto tiempo permanecería en Gaia, etc, etc. En un momento dado, Bliss giró su muñeca que se iluminó y miró la hora.

"¿Que te parece que vayamos a almorzar y me cuentas un poco más de tu viaje?" Dijo ella con una sonrisa, que simplemente a él lo desarmó. Era la primera vez en su vida que una mujer le hacía una invitación de esa naturaleza, por lo que halagado, aceptó sin dilación.

Sería además, la primera ocasión que tendría la ocasión de conversar con una mujer de ese extraño planeta. Desde que había arribado a Gaia, se había enfrascado en buscar información que pudiera darle alguna pista sobre los temas que preocupaban a su amigo Golan, pero también se moría de ganas de investigar un poco más respecto de la sicología de sus habitantes. Le llamaba la atención sobremanera, la gran cantidad de mujeres que veía a cada paso, cosa que le comentaría a Bliss durante el almuerzo. Esta sería una excelente oportunidad de conocer algo más de las mujeres, especialmente de esta joven que lo inquietaba sobremanera.

Cuando se sentaron en el restaurant, ella le indicó algunas especialidades que podía probar, y mientras esperaban que le sirvieran, ella le explicó que en Gaia las mujeres sobrepasaban en gran cantidad a los hombres, casi en una relación de tres a uno y creía que con los años, la brecha seguiría aumentando. Por lo que no le extrañaría, le dijo, que en el futuro se modificaran nuevamente las actuales regulaciones para los matrimonios.

"¿Y cuáles son las que existen en la actualidad?" Preguntó Pelorat, probando una especie de caracol cubierto con salsa.

"Los hombres pueden compartir y casarse con más de dos mujeres, y por supuesto está permitido el matrimonio entre mujeres" Dijo ella, mientras lo miraba sonriente ante la expresión de perplejidad que mostraba él.

Pelorat casi se atragantó cuando la escuchó decir eso, "¿Y eso está permitido también en Gaia?" Preguntó con la voz un tanto ronca por la oclusión de su garganta, tanto que tuvo que tomar rápidamente un sorbo de jugo para aclararla. Lo dicho la joven, lo había descolocado.

"Por supuesto. Si bien la norma tiene un sentido práctico respecto de los hombres, ya que son escasos, se aceptó que las mujeres pudieran hacer lo mismo. Las medidas, no podían ser discriminatorias, se dijo al legislar sobre la materia. Tu comprendes, que ante la falta de hombres, de alguna manera las mujeres han encontrado un sustituto entre ellas para resolver sus urgencias sexuales y por ello es frecuente los tríos entre mujeres. Yo lo he practicado, pero me encantaría ver cómo es hacerlo con dos hombres". Pero, al observar la cara de desencanto de Pelorat, se apresuró a agregar: "Bueno, será con los hombres adecuados, por supuesto" lo dijo dándole a su tono cierta doble intención.

Pelorat la miraba atónito que una muchacha tan joven, mostrara tanto desenfado en referirse a esos temas sexuales delante de una persona que recién conocía.

Cuando terminaron de almorzar, Bliss se colgó de su brazo cuando salieron del restaurant, gesto que sorprendió una vez más a Pelorat. Ambos volvieron a la UCG, Bliss porque tenía una reunión de trabajo en su facultad y Pelorat, porque tenía que continuar con su investigación en la biblioteca. Nuevamente Pelorat quedó de una pieza cuando Bliss lo besó en la mejilla al despedirse.

Después de esa primera cita, Bliss lo esperaba a la salida de sus conferencias que tenía día por medio. Generalmente ella lo invitaba a caminar fuera del campus universitario y se abrazaba a su cintura mientras lo hacían, en un gesto que a Pelorat lo confundía, hasta que poco a poco se fue acostumbrando a la cercanía de su cuerpo.

Las despedidas fueron siendo cada vez más efusivas. Cuando Bliss no lo veía durante el día, se comunicaba con él por las tardes. Para Pelorat, ver por primera vez aparecer su imagen holográfica de Bliss en la habitación del hotel, fue toda una novedad; y posteriormente esperaba con ansias su llamada, ya que en muchas oportunidades ella proyectó su imagen en su dormitorio, mostrándose bastante ligera de ropas, ocasiones en que ella le coqueteaba abiertamente, preguntándole si le gustaba tal o cual indumentaria.

Los encuentros entre ellos, día a día tenían para Pelorat una tensión sexual que iba en escalada y que nunca creyó posible. Ella siempre buscaba el acercamiento físico entre ellos. El roce de su mano, de su cuerpo contra él eran frecuentes, cosa que a él lo ponía nervioso por la enorme excitación que sentía cada vez que estaba al lado de ella. Y claro, la indumentaria que acostumbraba a usar frente a él, que era la habitual entre las mujeres de Gaia, delineaba las generosas curvas de un cuerpo que había dejado atrás las menguadas medidas de la adolescencia y que sus ojos recorrían casi con una mirada libidinosa cada vez que la veía. Eso era especialmente así, cuando en lugar de usar la tenida casi oficial para las mujeres en Gaia, consistente en una túnica corta que les llegaba a unos centímetros de las rodillas, Bliss aparecía con esos trajes enterizos llenos de colorido, que se pegaban a su cuerpo como una segunda piel. Bliss se había dado cuenta hacía tiempo de las reacciones de Pelorat ante esas tenidas, por lo que frecuentemente las usaba.

Todo ello, hizo que la atracción inicial que Pelorat tenía por la muchacha, creciera día a día, especialmente ahora que la muchacha también demostraba lo mismo por él. Ella, ahora no asistía a las conferencias, para evitar comentarios de sus compañeras y simplemente lo esperaba en un café cercano a la universidad.

Bliss le había confidenciado a su amiga Gratell sus intenciones de seducir a Pelorat. Se lo dijo durante una de sus largas sesiones sexuales que ambas mantenían regularmente. Y fue en una de esas oportunidades en que Bliss le comentó que Pelorat había venido con otra persona que nunca le había presentado hasta ahora.

"¿Y por qué no me lo habías contado? En una de esas me lo presentas" Dijo Gratell.

"Es que veo que Pelorat no tiene ninguna intención de hacerlo. Déjame ver qué hago al respecto." Contesto Bliss, quien estaba muy intrigada también de la reticencia que tenía él de hablar, aunque nunca se lo había preguntado directamente.

Esa tarde, después que salieron del café para caminar por una de las tantas avenidas arboladas que circundaban los terrenos en donde estaba instalada la UCG, Bliss le mostró a Pelorat unas pequeñas cabinas, que pintadas con los tonos de la vegetación que las circundaban, parecían mimetizarse con el entorno. Para sorpresa de Pelorat, ella le invitó a que entraran a una de ellas, diciéndole:

"Déjame mostrarte una de las instituciones sociales de Gaia" y tomándole de la mano lo condujo hasta la puerta de una de ellas. Allí, ella introdujo una moneda que sacó de su pequeña cartera de mano y la puerta se abrió, mostrando una pequeña sala a la que se accedía bajando unos pocos escalones. Entraron, y Pelorat observó que en el interior era todo muy acogedor. La habitación contenía un enorme sofá en forma de L, con una enorme pantalla al frente con una mesa con unas extrañas patas diagonales sobre la había una computadora. A un costado había una máquina que expendía una serie de brebajes, los que podían ser seleccionados desde una pequeña pantalla que mostraba sus características.

"Aquí tu puedes quedarte el tiempo que desees, para recorrer la historia de Gaia, la que ya tú debes conocer de sobra, o las materias que desees conocer o estudiar si quieres" Le dijo presionando un costado de la mesa que hizo que se elevara a la altura del sofá en que ellos se habían sentado.

"O puedes también entretenerte viendo una película." Señalando un mando a distancia que había sobre la mesa.

"Esto fue diseñado por el gobierno para que cualquiera persona pudiera educarse en las materias que deseara. Claro, lo que no esperaban era que se convirtiera en un lugar de reposo para las personas y también que se le diera un uso mucho más variado". Dijo Bliss mientras presionaba el costado de la mesa para hacerla retornar a su tamaño habitual, al tiempo que trataba de leer en el rostro de Pelorat su reacción ante la información que le estaba dando.

Vio la sorpresa reflejada en su rostro y también lo que estaba pensando. Auscultarlo mentalmente se había hecho un rutina para ella cada vez que se encontraban. Incluso, lo había escaneado cuando Pelorat estaba lejos. Sabía por ello de la existencia de la otra persona que había llegado con el a Gaia. Pero ella nunca le había preguntado por él; deseaba que Pelorat fuera quien le hablara de él. Sin embargo, y era algo que a ella le extrañaba, nunca le había mencionado de su existencia.

Si abandonar su tono alegre Bliss continuo: "Aquí pueden ingresar hasta dos personas solamente. Existen cámaras que controlan que se cumpla esa sola norma. Todo lo que aquí se haga, siempre que no sea delito, está permitido" Y cuando vio que Pelorat la miraba como preguntando, dijo: "No. Ninguna actividad sexual se considera delito en Gaia, si es eso lo que te estás preguntando."

Por primera vez Pelorat comenzaba a conocer otra faceta de Bliss. No era la estudiante despreocupada superficial, como todas las chicas de su edad, sino que una mujer que tomaba las opciones cuando se le presentaban. Totalmente extrovertida respecto de mostrar lo que deseaba, sin tapujos ni timidez. Lo supo cuando ella sentada a su lado, le hablaba mientras mantenía su mano apoyada en su muslo, como si lo hubiera conocido toda la vida. Pronto estaba sentada en su falda y lo había comenzado a besar sin tapujos de ninguna especie para después bajar la mano a su entrepierna, para comenzar a acariciar el enorme bulto que se había formado bajo la túnica que usaba Pelorat. Estaba tan sorprendido que continuó con sus manos apoyados en los costados del sofá, mientras ella subía y bajaba su mano acariciando su erección.

Ante eso, Pelorat comenzó a acariciarle los pechos que ella había desnudado finalmente para él. Mientras la besaba ansioso, ella seguía subiendo y bajando su mano por su gorda verga, pasando su dedo pulgar por la hendidura y con el jugo que salía, cubría la cabeza y sus bordes. La caricia se volvía cada más excruciante para Pelorat, casi una tortura, llevando su excitación a un extremo que hacía mucho no enfrentaba. Tener sobre él a esa hermosa muchacha que lo acariciaba de esa manera, lo estaba llevando casi al límite de lo que podía soportar. Bliss se dio cuenta y tomando el control de su mente, lo hizo desviar su atención, logrando bajar su nivel de excitación y con ello la rigidez de su erección. Lo dejó descansar mientras lo besaba hasta recomenzar su caricia. Cuando notó en su mano que su erección tomaba la firmeza que esperaba, apoyó sus pies en el piso y levantando sus caderas la apuntó a la entrada de su vulva y bajó. Bliss en ese momento también estaba muy excitada, por lo que cuando la corta verga de Pelorat se hundió en ella, con tan solo unos pocos vaivenes sintió que el orgasmo la estremecía y más aún cuando sintió la eyaculación de él que la inundaba.

Dejó caer su cabeza sobre el hombro de Pelorat y se quedó pensando cuán diferente era tener sexo con un hombre que con una mujer. Sintió que no era mejor ni peor, tan solo diferente. Y eso la hacía pensar que no podría dejar de juntarse nuevamente con su amiga Gratell.

****

3. La primera revelación

"¡Tuviste sexo con el profesor! No te lo puedo creer" Exclamó su amiga Gratell, mientras caminaban hacia la facultad, cuando Bliss le contó que habían terminado la tarde anterior en una de las 'cabinas de agrado', como las llamaban eufemísticamente los gaianos.

"¡Sí. Fue algo que no lo pude evitar, tú sabes cómo soy! ¡Además, él es tan tierno!" Le dijo Bliss.

"¡Pero, cuéntame más! Cómo son estos tranctonianos. ¿La tienen distinta?" Le preguntó ansiosa Gratell.

Bliss, cuando escucho eso, se detuvo, la tomó por los hombros y mirándola fijamente le dijo; "¿Me prometes que no se lo dirás a nadie?"

Confundida por el gesto, su amiga le afirmó repetidamente con la cabeza diciéndole "¡Sí. Te lo juro que no le contaré a nadie!"

"¡Me vas creer que cuando se la tomé no pude cruzarla con mis dedos! ¡Así la tiene de gorda!" He hizo un gesto para crear una especie de tubo con ambas manos, y darle así una idea de su grosor a su amiga y después hizo un gesto abriendo la boca ampliamente como si se la tratara de tragar, sin conseguirlo.

"¡Nooo!! ¿Y... cómo pudiste...." Dijo Gratell, llevándose la mano a la boca en señal de asombro. Su imaginación en ese momento voló con la descripción que le hacía Bliss.

"Al principio también pensé que no podría, pero estaba tan excitada que apenas me metió la cabeza acabé como un río." Dijo Bliss, elevando los ojos al cielo, en señal de asombro también, por la hazaña que había logrado.

Continuaron su marcha hacia la universidad mientras Bliss seguía dándole detalles de su aventura. Cuando llegaron a la UCG, Gratell le confidenció que estaba muy mojada y que tendría que ir al baño antes de entrar a clases.

"Te acompaño" Le dijo Bliss, y sin más se dirigieron hacia la zona de los servicios higiénicos. Allí ambas se metieron en uno y se encerraron. No sería la primera vez que ambas se acariciaban en el baño para lograr liberarse.

Pocos minutos después, ambas salieron abrazadas a sus respectivas actividades, prometiendo juntarse esa noche en la casa de Bliss.

***

4. Pelorat se confiesa

Trevize en su calidad de Consejero de la Junta de Asesores del Imperio, había llegado al planeta Gaia, hacía unos seis meses, en la enorme nave antigravítica que le había sido proporcionada para esta misión por el gobierno central del Imperio. Trevize se había hecho acompañar en este viaje, por Janov Pelorat, académico en historia y antropología, que había sido su profesor en la universidad con quién, a pesar de sus 20 años de diferencia en edad (Trevize tenía 36), se había generado una profunda amistad. Había elegido a Pelorat como su compañero de viaje, porque creía que sería un tremendo aporte a la hora de analizar la información histórica acerca de los orígenes del grupo de planetas que hoy conformaban El Imperio.

Su decepción fue enorme cuando después de casi cuatro meses de investigación, Pelorat le dio la información de que los registros existentes en Gaia no tenían más de 20 mil años y se suponía que la estructura planetaria del Imperio, había tenido sus orígenes hacía más de 50 mil años. Ante esa noticia, decidió que tan pronto llegara a su departamento en el hotel, enviaría un mensaje a uno de los consejeros que hacía de enlace en este viaje, informándole que había tomado la decisión de continuar su viaje hacia el siguiente planeta en esta parte de la galaxia.

Lo que no estaba en los planes de Trevize, era la situación inesperada que había surgido en esta estadía y que estaba fuera de su control, lo que claramente retrasaría su decisión de partir: Pelorat había mantenido oculta su relación amorosa con una muchacha estudiante por casi cuatro meses, sin decirle nada a Previze. Y pero aún, se había convertido de acuerdo a los cánones locales, en su pareja oficial, situación que desconocía qué ribetes legales eso podría tener.

Por otra parte Pelorat, después de haberle contado a Trevize, tenía emociones contradictorias. No le había contado de esa relación, porque sentía que esa parte de su privacidad no tenía por qué compartirla con Trevize. Pero, después de analizarlo un poco más, se dio cuenta que muy en el fondo, había tenido vergüenza de contarle que se había metido con una muchacha que podría ser su hija. Situación que de un modo u otro, podría conocerse en Trancton, en donde mantenía una situación legal no resuelta.

Pelorat era casado. Una noche en que Pelorat lo había visitado en su departamento para conversar, le había confidenciado que había abandonado a su esposa para acompañarlo en este viaje. Le dijo también que al irse tan intempestivamente, no había dejado resuelto su situación legal, por lo que seguía bien casado. Si bien Pelorat era un catedrático de larga trayectoria, que interactuaba en los círculos académicos de renombre en Tranctor, desde el punto de vista sentimental, era una adolescente. Él pensaba que debía haberle dicho a su mujer, que la vida juntos ya no tenía sentido, pero, no se había atrevido a decirle que la dejaba. Fue así como esa mañana había salido de casa con un escaso equipaje y sin despedirse siquiera de su esposa, se había dirigido al lugar de despegue de la nave en donde lo esperaba su amigo.

Todo lo que Pelorat le había comentado era que la UCG, en las que estaban instaladas las mayores bibliotecas de Gaia, lo había invitado a dictar una serie de conferencias de su especialidad, a lo que él había accedido, ya que eso haría menos tedioso su trabajo de investigación. Trevize no había ido a ninguna de sus conferencias, ya que desde su arribo a Gaia, era invitado frecuentemente a diversas reuniones con las autoridades de gobierno, ansiosas de conocer un poco más el sentido que tenía este viaje y sobretodo deseaban conocer la tecnología que había en la nave antigravítica en la que había llegado. Una mañana, antes de salir hacia la UCG, Pélorat golpeó temprano en la puerta de la habitación de su amigo, quien le abrió cubierto de transpiración.

"Hola, pasa. Estoy terminando mi rutina de acondicionamiento diario" Le dijo mientras Pelorat se sentaba en el living del departamento y Trevize se dirigía a la ducha. "Dime, que tienes de nuevo" Le dijo, mientras unos minutos después se secaba frente a él.

Pelorat lo miró por unos segundos, pensando en cómo comenzar, hasta que finalmente se atrevió a hablar.

"Golan, amigo mío. No me preguntes la razón por ahora, pero te he estado ocultando algo durante bastante tiempo... "

Trevize sólo se remitió a mirarlo, esperando que continuara.

"Conocí a alguien." Le dijo, sin agregar más.

"Y, qué tiene de particular eso. Yo también he conocido a mucha gente debido a las innumerables invitaciones que he recibido. Me han llovido las ofertas y muy directas. Tu sabes, aquí en Giaia, lo que sobran son mujeres y a decir verdad, en cualquier nivel que te muevas. Así es que cuéntame algo nuevo. Es natural que hayas recibido 'invitaciones' dijo Trevize, mientras terminaba de vestirse.

"Es que no es una invitación casual. La persona que conocí, con quien me he reunido hace ya más de tres meses, es alguien muy particular, tanto que me ha ofrecido que viva en su casa" Dijo, algo compungido Pelorat. "¿Y podrás aguantar ese tren de vida?"

Pelorat lo miro y agachó la cabeza sin contestarle.

"Bueno, eso ya resulta un poco más serio. Supongo que será alguien que podrás dejar en cualquier momento, tú sabes que pronto tendremos que preparar nuestra salida de este planeta".

"Es que de acuerdo a los cánones que se estilan en Gaia, soy su pareja oficial, por lo que me pidió conocerte." Sin responder a lo que le planteaba Trevize.

"Ah, quiere conocer al que será tu padrino" Dijo sonriendo Trevize.

"Te ruego que no te burles, esto es algo serio, Golan" Dijo Pelorat.

lurrea
lurrea
7 Seguidores