Vivero

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La sala estaba llena de humo, nosotras nos levantamos a servir más vino. La casa se empezaba a oscurecer y enfriar. La idea era verlos, pero no con luces artificiales, preferíamos encender la chimenea.

Ellos no tenían ni pizca de afán, se besaban como un par de novios en la primera cita y con delicadeza se metían mano por todas partes.

Los dejamos un rato en su idilio, Ximena me invito a levantar para volver a llenar las copas y mientras las servía me miro a los ojos de una forma que me logro intimidar un poco, pero no puedo explicar porque de alguna forma me gustaba.

- ¿Sabes por qué dije que sí?

- ¿Por qué?

- Porque fuiste directa y sincera --levantó su copa para brindar--

- Corazón es que yo prefiero de frente, a terminar engañada --choqué su copa--

Regresamos a nuestras esquinas abultadas de cojines. Estaban acostados de lado, hablando cosas a su oído, dándose besitos. Esperanza ya no tenía camiseta ni sostén, mi novio la acariciaba con los dedos por las costillas, los senos, la clavícula se le podía ver cuando la piel se le ponía como de gallina.

El erotismo de ambos era impresionante, me excitaba verlos, ver que mi novio no se había concentrado en sólo quitarse las ganas y ya, sino en ser un amante delicioso y dedicado a proveer placer.

Ella lo ayudó a desnudar, él en boxer, ella con unos cacheteros de lencería color blanco. El frío era tan espantoso que ni las medias se quitaron, ni les daba pena o les estorbaba. Se podía ver muy anti-sexy, pero era mejor conservar el calor, además dicen por ahí que ayudan con orgasmos más intensos.

La hizo acostar boca abajo, le corrió el cabello, él se hizo de lado montando su pierna sobre las suyas. Le acarició la espalda, el cuello, las nalgas, la línea entre las nalgas y la pierna. Le besaba el cuello y le decía halagos al oído.

Ella bajó su mano y por encima del boxer le acariciaba el miembro, masturbándolo por encima de la tela. Él le apretó los glúteos, subió por su costado, acarició sus senos pasando por su cuello, le metió las manos entre el cuero cabelludo y ella se estremeció. La piel de gallina le subió como una oleada de los pies a la cabeza.

Todo era tan sensual y natural, la luz del fuego le daba un aire erótico perfecto. Ni siquiera fui consciente de haberme abierto el jean para acariciarme, solo me descubrí con la mano debajo de la ropa interior. Miré a Ximena y andaba en las mismas, una mano bajo la falda y la otra levantándose la camisa, tocándose los senos respirando fuerte y casi gimiendo.

Ella me miró, se bajó la camisa y se sacó la mano tomando un trago de su copa entre risas un poco apenada. Levanté la mía para brindar y después de un sorbo me quité la camiseta para que ella también se relajara y no dudo en quitársela. Me sentí tan cómoda que me quité el jean y ella relajada hizo lo mismo con su falda.

Me desabroche el sostén y ella se mordió el labio. Se que yo le gustaba y seguro me quería hacer mil cosas, pero no me molestaba si solo iba a mirar. Ella hizo lo mismo y les tengo que aceptar que tenía un cuerpo hermoso y unos senos que provocan acariciar.

Ella se corrió las tangas a un lado y se empezó a masturbar sin quitarme la mirada, mientras que yo lo hacía viéndolos a ellos. Esteban le daba besos por las piernas, las nalgas, la espalda, el cuello y los lóbulos... la enloquecía y ella gemía de placer.

Le dio la vuelta, la miró, le beso, chupo los senos, mordió levemente sus pezones. Bajó entre sus costillas, metió su lengua en el ombligo y delineó su ropa interior con la punta de la lengua. Ella me miraba a los ojos y yo me masturbaba viendo sus muecas de placer. Le bajo los cacheteros, le abrió las piernas y yo instintivamente hice lo mismo. Vivía un proceso de transferencia a través de ella.

Le metió la lengua en la vagina y entre gemidos ella se concentró en ver mis dedos acariciar el clítoris. Esperanza gemía, se mordía los labios, cerraba los ojos, se agarraba el cabello y sonreía dichosa. Se agarró de mi pierna, me apretó los tobillos y mi vagina se humedeció.

Los gemidos de Ximena le hacían juego. Ella se tocaba con rapidez, en círculos, mirándome fijo sin pestañear. Algún sueño lésbico entre nosotras se habrá imaginado para ser de los cuatro la más excitada y la que apretaba sus piernas para tratar de disuadir el orgasmo. Sus gemidos enloquecieron a Esperanza que me soltó y le pidió compartir los fluidos en su mano.

Ximena no tardó, camino en cuatro, extendió su mano y la dejó degustar. Esperanza me miraba fijamente, esperando que hiciera lo mismo y lo pensé por un momento, pero no fui capaz, me parecía demasiado lésbico para mi gusto. Se levantó, quedando de frente a Esteban, mordiendo su lóbulo le pidió que me probara.

Esteban se inclinó hacia adelante para pedirme un beso. Cuando me acerqué metí mi lengua en su boca con Esperanza muy atenta y cercana, Esteban me miró la mano. Se la di a probar, untando sus labios y nariz.

Regresé a mi lugar y ella se lo comió a besos saboreando los fluidos de ambas en sus papilas gustativas. Le agarró el miembro, le bajó los boxer y lo desnudo. Lo empujó y la cara de mi novio quedó entre las piernas de Ximena que igual como yo había hecho con su novia decidió complacer al mío abriendo las piernas y dejándolo ver.

Se agarró de sus tobillos, acariciándola sensualmente. A ella no parecía molestarle. Esteban le separó un poco más las piernas y levantó su cabeza mirando a su sexo, mientras Esperanza le daba una deliciosa y dedicada mamada. Llenándolo de saliva, chupando con suavidad, rodeando el glande, lamiendo sus bolas, acariciando su abdomen, sus muslos y apretando las nalgas.

Eso se veía tan sensual, me encantaría haber sido la que tuviera sus manos en las piernas, me imagine a Ximena haciendo lo que yo haría, saltando a su boca. Apreté las piernas, me tapé la boca con la mano y con la otra presioné mi sexo tratando de no venirme, un espasmo me hizo temblar y no pude aguantar más. Los tres voltearon a mirarme y sentí mi cara arder de la vergüenza.

Ximena andaba peor, la humedad de sus manos y sus jadeos eran deliciosos. Volteó a mirarme levantando sus dedos brillantes y yo le mostré los míos entre risas. Ella se estiró hacia adelante y se los metió en la boca a Esteban que los saboreo con complacido. Me enloqueció eso, me hice de rodillas, separé del cabello a Esperanza que me miró asustada sin entender qué pasaba o si ya había sido suficiente para mí.

Limpie mis manos en el miembro de Esteban, ella se alegró y se abalanzó sobre él atragantándose como una niña con un postre. Yo empujaba su cabeza indicando la velocidad perfecta para volverlo loco. Me gustaba eso de tener en mis manos el poder de guiar otra mujer para él y eso me término de desinhibir.

Me levanté parando por encima de esperanza, abri mis piernas y mirando a Ximena a los ojos me bajé las tangas quedando completamente desnuda y ella al ver mi sexo completamente depilado se saboreó de gusto. Me le senté en la boca a Esteban sosteniéndome de las pantorrillas de Ximena y su lengua entró como un cuchillo caliente en mantequilla. Ella abrió más las piernas para que pudiera ver como se acariciaba y me excitaba demasiado la forma lujuriosa con la que me miraba.

Aunque disfrutaba que ella se masturbara enfocada más en mí que en ellos, igual no quería enviar un mensaje que no era, me daba un poco de nervios que ella lo malinterpretara, pero aun así la quería cerca.

Mientras Esteban me la chupaba me tocaba los senos, estiraba mis pezones, le coqueteaba con la mirada, le sonreía cuando nos encontrábamos la mirada, cerraba los ojos levantaba la cabeza para que me viera el cuello y me mordía los labios. Gemíamos la una para la otra, ella me miraba con el deseo de lo prohibido y más me excitaba.

Antes helaba en la habitación, ahora parecía el infierno, los cuerpos transpiraban y sudaban. Bajé mi mano, acariciando mi sexo, estrujé con fuerza, en círculos. Me agarré del cabello de Esteban y me incliné hacia adelante abrazando sus piernas clavando los dientes en la rodilla de Ximena viniéndome de nuevo. Podía ver su vagina muy cerca, sus dedos entrar y salir cada vez más mojados con las piernas temblando llegando al orgasmo.

Levanté el rostro, nos sonreímos. La vi hermosa y sensual, ella me miró la mano y se la extendí sin pensarlo mucho. Se lamió cada uno de los dedos mirándome a los ojos, pasando su lengua entre la separación de cada dedo, chupando y pasando su lengua entre los pliegues como si se tratara de una vagina. Cerré los ojos, me dio un calor impresionante, la piel se me estaba quemando, me tenía pensando hacer locuras que nunca imaginé.

Abrí los ojos y la miré con tantas ganas, que ella se abalanzó a darme un beso y me quedé atónita. No podía ni moverme, los labios me temblaban de los nervios, solo ella movía los suyos. Se sintió incómoda, se separó y me miró esperando mi confirmación.

- No puedo, lo siento --me pare y regresé a mi esquina asustada--

El corazón se me quería salir. Esteban me miraba preocupado, no entendía qué había pasado, él no había alcanzado a ver nada. Trató de levantarse, pero disimulé con una sonrisa para que no interrumpiera a Esperanza y me incline hacia adelante dándole un beso.

- No paren amor, estoy bien

- ¿Segura?

- Si, solo necesito un poco de aire

Me levanté a sentir el frío del suelo y tomé un poco de agua de la cocina. Los pensamientos iban y venían «¿pero que putas fue eso Claudia?» le echaba la culpa a la marihuana y el alcohol, no me atrevía a confrontarlo sin juzgarme.

Miraba a Ximena que siguió como si nada, concentrada en ellos para masturbarse y yo en shock total.

- ¿Tienes un condón? --me preguntó Esperanza--

- Si, si

Fui a buscar uno en el bolso, me corrí el cabello que no me dejaba ver bien y de reojo vi los pies de Ximena a mi lado.

- Lo siento, no quise...

- No --conteste nerviosa-- no te preocupes

- Si lo hago --me tomó del brazo-- yo no te quiero poner incómoda

- Yo me lo busqué

- No ¿vos me dijiste desde el vivero que eras hetero?

- Si, pero... --me temblaban las manos-- pero no se

- ¿Quieres probar?

- No

- Listo no hay lio, vamos que no pasa nada

Me tomó de la mano y empezó a caminar, pero me quedé como un témpano incapaz de dar un paso.

- ¡Condón! --grito Esperanza--

Ximena lo arrebató de mi mano, se lo entregó y volvió a hablarme.

- Ey ya relax, ven --me cogió de la mano y sentí como un rayo atravesar mi cuerpo-- y los vemos

- No me molesta estar cerca, pero no...

- No te toco, ya se

- No tengo problema con eso, pero...

- No te vuelvo a besar ¿ok? --me extendió la mano como cerrando un contrato--

- Si, porfa --la apreté y sonreí--

- ¿Tienes otro condón?

Metí la mano al bolso y riendo saque una tira de 6 condones.

- Te mantienes preparada --se rio pícaramente--

- Nunca se sabe, la esperanza es lo último que se pierde

Soltamos la risa por el juego de palabras con su novia. Ella se acercó a un cajón cerca de la chimenea y sacó un dildo pegado de un arnés y un tarro de lubricante. Me tomó de la mano y cuando volteamos Esperanza ya estaba encima de Esteban cabalgando.

Que sensual e increíble. Ella apoyando las manos en su pecho, moviendo de la cintura para abajo lentamente, sus caderas de arriba abajo apretando sus nalgas cada que subía y las relajaba para volver a bajar.

- Nos llevan ventaja --dijo Ximena--

Se rio y sentí una cercanía como si fuéramos amigas de toda la vida. Me tomó de la mano y me llevó a mi esquina, tiró todo eso delante de mí. Se iba a sentar en su esquina y le pedí que se hiciera a mi lado.

- ¿Segura?

- Si, pero

- Nada de besos, te lo prometí

- Ok --afirme nerviosa con el corazón a mil--

Recogió los cojines de su esquina y se acomodó a mi lado con toda naturalidad. Metió su pierna debajo de la mía y con su mano acomodó la mía para quedar igual de abiertas. Tomó el frasco de lubricante, me extendió la mano y me llenó los dedos, ella hizo lo mismo y se empezó a masturbar como si nada incomodo hubiera pasado antes.

Nosotras dos más relajadas compartimos risas, gemidos y no me molestaba para nada tenerla tan cerca, ni siquiera nos estorbamos porque yo era zurda y ella diestra. Igual debo confesarles que no es la primera vez que hago algo parecido, tenía una prima con la que nos masturbábamos juntas para aprender, pero no hacíamos más que eso, solo masturbarnos juntas.

Esperanza era una mujer de locos, se movía delicioso y sus gemidos podían calentar hasta derretir un témpano. Sin embargo, a Esteban ya se le notaba el desespero, se cansa muy fácil cuando uno está arriba, dice que no es mucho lo que se siente. Él le pasó las piernas hasta abrazarlo por detrás, mientras le besaba los senos y sin sacárselo la levantó con cuidado y la descargó en dirección a nosotras.

Esperanza cerró los ojos al sentir como Esteban al dejar caer su cuerpo la penetraba metiendo su miembro al fondo. Nos miraba masturbarnos, se acariciaba los senos y gemía como loca. Ximena la miraba a ella a los ojos, Esperanza me miró a la vagina, se saboreó y volvió a mirar a su novia mordiéndose los labios.

Ximena le sonrío de vuelta, colocó su mano en el aire cerca de mi muslo y volteó a mirarme esperando aprobación. Cerré los ojos y asentí con la cabeza, era una locura lo sé, pero no sé ni porque la deje hacerlo. Empezó a acariciarme la pierna con sus dedos, por la pantorrilla, la rodilla y al interior de los muslos. Esas malditas manos y dedos me tenían vuelta nada, me moría de ganas de voltear a mirarla, pero no era capaz. Me gustaba, me excitaba y no lo iba a evitar.

Empezó a jugar con sus uñas en mis muslos, acercándose peligrosamente y yo no pude aguantar más. Agarré su mano y la coloqué en mi sexo, evité mirarla porque sabía que si lo hacía iba a salir corriendo de ahí. La nena era toda una especialista, coloqué la mía tratando de enseñarle el lugar exacto, cerré los ojos y apoyé las manos en el tapete pues a ella no iba ser necesario guiarla, sus dedos eran casi mágicos. Abrí los ojos y mi novio mientras le besaba el cuello a Esperanza me miraba con una sonrisa de sorpresa, pero complacido.

- Ven amor, ven por favor --Esperanza le rogaba a Ximena-- que rico unos besitos tuyos

Con su mirada penetrante me sonrió y ni siquiera sé que me hizo con los dedos, pero no era capaz ni de hablarle de tantos espasmos que me provocaba.

- ¿Te molesta si...? --preguntó pidiendo permiso--

- No, adelante

Ximena me quitó la mano, se lamió cada dedo mirándome a los ojos con deseo y ese calor que sentí antes que me carcomía por dentro volvió a aparecer. Esa mujer era muy extraña, cautiva y embrujadora.

Esteban se hizo de rodillas, le levantó las nalgas con uno de los cojines a Esperanza. Se montó sus rodillas sobre los hombros y se lo metió despacito en esa posición.

- ¡AMOR VEN! --Esperanza suplicaba--

Ximena desenmaraño nuestras piernas, se hizo de rodillas y me dijo al oído.

- Si quieres probar cosas nuevas, no tengo problema

Se acomodó en cuatro y comenzó a besarla. Estaba con su torso de lado y como no teníamos mucho espacio, bajo mi pierna paso su sexo por encima, sentí el calor y humedad de su entrepierna emanar de su interior frotándose lentamente.

No paraba de masturbarme, traté de contenerme, no tocarla, pero sus nalgas me llamaban como si estuviera bajo hipnosis. No me aguante, acaricie su trasero y apreté sus caderas. Algo me pasaba, yo no soy así, nunca me han gustado las mujeres de esa forma, pero Ximena me ponía a dudar de mi heterosexualidad y podía llegar a ese punto, pero nunca aceptar su invitación.

Me hice consciente, quité la mano lo más rápido que pude. Ella se acomodó entre mis piernas, levantó su trasero que me quedaba casi en la cara, se movía hacia adelante para pasar entre los labios y senos de su novia, viendo como sus nalgas se separaban y se asomaba un delicioso asterisco. Mas y más rápido me masturbaba, aguantándome las ganas de no pasar uno de mis dedos mojados.

Era obvio que ella lo estaba haciendo de gusto, pero terminó por darse por vencida. Avanzó hasta quedar con su boca en el sexo de su novia y su vagina en la suya. Ximena apenas y se concentraba en la parte superior, en su clítoris evitando el miembro de Esteban y Esperanza le hacía sexo oral de forma tan magistral que me hacía estremecer.

Su novia me miraba a los ojos y a mí me tocaba cerrarlos porque no podía dejar de pensar lo rico que se debe sentir que una mujer te la chupara así. Me atormentaba lo que pasaba en mi mente «demonios Claudia ¿qué te pasa? ¿qué te pasa?» trataba de contenerme con regaños que no rendían fruto y de convencerme de no seguir «Claudia vos no sos así, vos NO sos así, QUE NO. Se suponía que la idea era ver como Esteban se la comía, no que terminará en...».

Ximena volteó a mirarme sobre el hombro, interrumpió mi tertulia mental. Me descubrió muy interesada en lo que su novia le estaba haciendo. Miraba disimuladamente el arnés, cuando yo lo volteé a mirarlo me hizo una morisqueta meneando su trasero riendo con maldad y volviendo a su labor.

Cuando lo había traído y me pidió un condón, yo creía que lo hacía pensando en mí después de haberla rechazado. Claro, «porque a mí me gustan los hombres» me dije tratando de convencerme, pero volví a mirarla y sus agujeros palpitaban de deseo, pedían a gritos ser penetrados. Ahora entendía cuál era su plan.

Besarla me dejo paralizada, no me imaginaba estar con una mujer, muchísimo menos hacerle sexo oral, pero lo que me proponía no era tan mala idea. Ni siquiera iba a ser yo la que la iba a tocar, solo tenía que jugar ese papel de macho con un pene de plástico y penetrarla.

Me puse de pie y me coloqué el arnés. Esteban me miraba atónito y Esperanza se mordía los labios dichosa. Le coloqué un condón, lo llené de lubricante y me hice de rodillas detrás de ella. Cogí el dildo con mi mano tratando de apuntar en se sexo, pero Esperanza interrumpió sin siquiera dejarlo entrar, lo cogió con su mano y acomodó en su trasero, picándome un ojo y sonriendo sin dejar de darle placer.

Ximena me miró mirarme con picardía, pensando que había sido mi idea, empujo hacia atrás metiéndolo un poco gimiendo de la emoción.

- Niña mala ¿También te gusta por detrás?

Ni le respondí, es algo que solo he intentado un par de veces y no me ha ido muy bien, pero al parecer a ella le fascinaba, decidí ni responder, era mejor que pensara lo que quisiera.

Apretó sus labios, cerró los ojos moviendo un poco su trasero hacia atrás dando la aprobación. La llené de más lubricante y le pasé el dildo de plástico entre las nalgas, porque es algo que me encanta que haga mi novio antes de comerme cuatro.

Ella misma pasó la mano hacia atrás cogió el dildo para llevar el control de la penetración. Se frotaba el trasero y me inducía a empujar, lo metía un poco y lo volvía a sacar. En uno de esos intentos la cabeza del dildo entró y me agarró del brazo con un gesto de pena y dolor en su rostro. Me moví hacia atrás para sacarlo, eso habría querido yo, pero se agarró fuerte de mi brazo.

- Espera, espera, quieta, quieta, no lo saques

Necesitaba unos minutos para que su trasero se dilatara. El apretón disminuía a medida que se sentía más cómoda. Me llevó las manos a sus caderas y a su propio ritmo lo fue metiendo y sacando, poco a poco, lentamente hasta meterlo hasta el fondo. Acababa de entender porque yo nunca he podido hacerlo, en el momento más difícil y doloroso toca tener calma en vez de sacarlo.

Ximena se dejó caer el sexo sobre su novia, esa cara cuando sintió su lengua me revolcó todo, me antojó de sentir algo igual. Mi novio me miró fijo a los ojos, yo le levanté los hombros, no tenía cómo explicarle nada de lo que estaba haciendo, solo me dejé llevar. Él sonrió, levantó sus dos manos al frente y yo las tomé entre cruzando los dedos. Nos mirábamos sin creerlo, sonriendo, complacidos y extasiados. Nunca en la vida nos llegamos a imaginar que nos íbamos a estar follando dos nenas al tiempo, para sellar la perfección nos acercamos para besarnos.