Cobertura Profunda 02

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Cuando un Clóset se cierra, otro se abre.
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Parte 2 de la serie de 2 partes

Actualizado 03/23/2022
Creado 04/29/2005
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Cobertura Profunda 2: Realineamiento

A falta de algo mejor qué hacer, tuve algunas sesiones sáficas con Laura, ya en nuestros apartamentos y con mayor confianza entre nosotras, y aunque tuvimos orgasmos muy intensos, fui perdiendo el interés. En realidad, me cuesta visualizar a una mujer en términos románticos, así que comencé a esquivar las invitaciones que ella me hacía. Laura tomó la indirecta y se sintió en la libertad de salir con otras chicas, y yo aproveché para ir a citas con varones. Estas no fueron muy memorables, aunque los jóvenes eran muy apuestos y bastante exitosos en sus carreras, se creían la última maravilla, y se portaban muy egoístamente en la cama, insistiendo en mamadas y otros actos que me desagradan. Llegué a añorar el toque de mi amiga, pero no le di mayor importancia, y preferí concentrarme en mi propio trabajo y pasar mi tiempo libre con una copa de vino, un baño caliente y un buen vibrador, obsequio de Laura como despedida.

Tras algunos meses, ella me llamó, muy excitada por la noticia que me iba a dar:

- ¡Kristen, lo más maravilloso me ha pasado: me enamoré!

Le pregunté en tono de broma.

- ¿Quién es el afortunado?

- ¿Cómo va a ser un macho? ¡No, tonta, de una mujer, y qué mujer! Es algo bajita y rolliza, pero eso significa que tiene buenas tetas y nalgas. Además, es muy madura segura de sí misma. En fin, una mujer de verdad y que me ama también.

- Felicidades, te mereces ser feliz. ¿Y cómo la conociste, si se puede saber?

- Por supuesto, pero mejor, quiero que vengas a conocerla y tal vez se anime a contarte ella misma, con lujo de detalles. Por cierto, ¿no estás celosa?

- No, amiga, en realidad, me siento aliviada. Es que yo te veo a ti más como una hermana mayor que...

- Bueno, te tengo que dejar. ¿Qué te parece el próximo fin de semana? Te recojo al salir del trabajo, a menos que tengas otros planes...

- Bueno, Laurita. Te espero.

Llegó el viernes y puntualmente, Laura pasó a recogerme y salimos con rumbo al centro comercial de la vez pasada. Extrañada, le pregunté:

- Pero, ¿por qué vamos tan lejos?

- Está bien, te contaré: Volví a la "boutique" para comprarme aquel conjunto azul que tanta sensación causó en el desfile, por cierto, durante la fiesta, me di cuenta de que Roxana, que es como se llama la empleada, me dirigía unas miradas discretas pero intensas. Como te iba diciendo, decidí medírmelo en los probadores, y al notar que ella trataba de ver hacia adentro, me quité la ropa interior, me puse el conjunto, y la llamé:

-- Señorita, ¿puede ayudarme?

-- Por supuesto, señora, ¿qué se le ofrece?

-- Creo que habrá que hacerle ajustes a este vestido. Por favor, entre conmigo y mírelo.

- Entró Roxana y le indiqué mis caderas, y le pregunté:

-- ¿Usted qué opina: me queda demasiado ajustado?

-- Se le ve bien. A ver, salgamos al pasillo, para que sienta cómo se mueve la tela sobre su cuerpo.

- Salimos del probador y le modelé el vestido, y vi cómo su mirada seguía cada uno de mis movimientos. Huelga decir que me excité mucho. Me metí al probador de nuevo y allí me siguió. Palpó mi piel a través del vestido y no pude más: me despojé de él y me mostré desnuda ante ella. Se mostró sorprendida, pero se quedó callada. Me acerqué a ella para besarla, pero escuchamos la voz de la gerente, así que ella salió aprisa diciendo:

-- No se preocupe, Señorita, le queda bien así como está...

- Me vestí a toda prisa, recogí todo lo demás en mi cartera y fui al mostrador para pagar. Todo parecía muy normal, una vendedora cobrándole a su clienta, pero al devolverme la tarjeta de crédito, rozó mi mano casi imperceptiblemente y fue así como supe que me deseaba.

- ¿Y que pasó después? - le pregunté ansiosa por más detalles.

- La esperé contemplando vitrinas, y cuando salió, la seguí hasta que me vio y le hice señas para que me encontrara a la salida. Cuando yo pasé frente a ella en mi auto, se montó y el resto es historia.

Hubo un breve silencio y ella lo rompió al decir pícaramente:

- ¿Qué? ¿Acaso esperabas los jugosos detalles?

- No, gracias, no hace falta; me los puedo imaginar.

En eso, llegamos al estacionamiento, y Laura apagó el motor. A los pocos minutos, ella exclamó:

- Allí está.

Abrió la ventana y la llamó:

- ¡Roxana!

Llegó corriendo hasta la ventanilla de la conductora y se asomó para besar a mi amiga breve pero efusivamente. Nos bajamos y las amantes se abrazaron, y cuando se iban a dar un beso más intenso, recordaron mi presencia. Se separaron graciosamente y yo le extendí mi mano, diciendo:

- Hola, soy Kristen...

Apretó mi mano sensualmente, besó mi mejilla y dijo:

- Roxana.

Me soltó y preguntó:

- ¿Pero, Laura, es esta tu pareja? ¿O la trajiste para hacer un trío...?

Yo bajé mi rostro y Laura vino en mi auxilio, y tomándome por los hombros para quitarme de la "línea de fuego", contestó:

- No, chica, es solamente una amiga del trabajo...

- ¡Oh, perdón! Una ya no sabe quién es qué...

Se volvió hacia mí y me dijo:

- Ojalá usted no se haya molestado...

Le dije, sobreponiéndome a la incomodidad:

- No hay problema. Yo tampoco soy una experta en lesbianismo.

Y volviéndose hacia Laura, nos dijo:

- Vengan, conozco un lugar agradable para que conversemos.

Nos montamos en el carro y Roxana nos dio direcciones hasta llegar a una pequeña barra de ambiente íntimo y discreto. Laura y yo ordenamos copitas de vino y Roxana ordenó algo más fuerte, y dijo:

- Tengo algo que contarte, y ni siquiera sé por dónde empezar. Habría preferido que vinieras sola, pero en cierto modo, tal vez sea mejor que tu amiga esté presente hoy, porque no sé cómo lo tomará Ronaldo...

Laura la interrumpió:

- ¡Un momento! ¿Quién es este Ronaldo? ¿Acaso es...?

Roxana esquivó la mirada y murmuró:

- Mi esposo...

En la penumbra del salón, apenas se podían ver las lágrimas bajando por las mejillas de ambas mujeres, mientras Roxana proseguía:

- Desde la escuela superior, admiraba los cuerpos de mis compañeras tanto como a los muchachos. No le di importancia, y me casé con un joven de mi clase, y cuando empecé a trabajar en la boutique, ni siquiera se me ocurrió espiar a las clientas. Pero en el desfile de modas, al ayudar a las modelos a cambiarse tras bastidores, estos sentimientos brotaron en mí de repente, y sentí también algo que Laura irradiaba durante la fiesta. Esa noche, hubiese hecho el amor con mi marido, creyendo que así olvidaría todo el asunto, pero él volvió tarde de su taller de mecánica, y al quedarme dormida, tuve sueños muy extraños.

Se volvió hacia mí e inquirió:

- ¿Kristen? ¿No te contó acerca de cuando volvió para comprarse una de nuestros vestidos? Yo no podía apartar mi vista de ella, y cuando salí, allí estaba esperándome. Me llevó a un motel cerca de aquí, y allí me le entregué, y por unas pocas horas, me hizo olvidar que tengo una vida ya hecha...

Se cubrió el rostro con sus manos para llorar, y cuando Laura le echó el brazo para consolara, Roxana se lo sacudió con brusquedad. Se tragó lo que le quedaba en su vaso, y yo decidí llamar a la camarera para pagar e irnos. La llevamos a su casa y vimos que su esposo aún no llegaba. Roxy nos dijo:

- Tendré que confesarle la verdad a Rony, pero primero, le prepararé algo de comer para que no esté de tan mal humor...

No sé si fue Laura o si fui yo misma, pero surgió la pregunta:

- ¿Es violento tu hombre?

- Tiene mal genio, pero a mí nunca me ha levantado la mano. Conmigo, siempre se comportó como un caballero. Eso es lo que verdaderamente me preocupa: que la noticia lo lastimaría mucho...

Laura sugirió:

- Si quieres, te acompañaremos...

- Mejor no...

- O si no, podemos venir más tarde...

Roxana asintió con la cabeza, sin decir palabra. Laura volvió a hablar:

- Tú ya sabes mi número de celular. Llámame si tienes problemas...

- No creo que haya, pero gracias.

- Adiós y buena suerte.

Nos dimos besitos de despedida y Roxana entró a la casa, mientras nosotras abordábamos el automóvil. Laura dijo:

- Kristy, no quisiera dejarla sola; ¿estás dispuesta a que nos quedemos en aquel motel? Y perdona que te haya metido en este embrollo...

- Para mí, no es molestia. Tú me has ayudado mucho y hoy me toca apoyarte.

Tomó mi mano fuertemente y dijo:

- ¡Gracias!

Nos registramos en el motel, nos duchamos por turnos y dormimos en camas separadas. Yo no la deseaba sexualmente y ella sentía mucho por Roxana. Antes de despertar, sonó el teléfono. Era ella. Laura conversó con ella brevemente. Luego nos levantamos, nos vestimos, fuimos a desayunar al restaurante y al terminar de comer, decidí preguntarle:

- Finalmente, ¿qué te dijo?

- Que vayamos a media mañana. Está decidida a decirle todo y nos quiere allí para animarla.

- O para protegerla...

- No pienses negativamente. Bueno, ¿estás conmigo?

- En las buenas y en las malas.

Pagamos y nos dirigimos a la casa. Tocamos y Roxana ya estaba en la puerta para abrirnos. Al invitarnos a pasar, la saludamos normal y nos invitó a sentarnos en la sala para presentarnos a su esposo. El señor veía un juego en el televisor desde una butaca que daba hacia un extremo de su sofá. Laura se sentó en el mismo con Roxana y a mí me tocó una butaca al extremo opuesto. Preguntamos al caballero:

- ¿A cuál equipo le va usted?

Y él comentó:

- A ninguno, pero el resultado de este juego puede afectar las posibilidades de mi equipo para llegar a la final.

Roxana terció:

- Mi amor, ¿podrías apagarlo entonces?

- Está bien.

Oprimió el control remoto y el televisor se apagó. Entonces preguntó:

- Y ahora, ¿qué querías decirme?

Roxana tragó mientras miraba fijamente a su marido. Laura y yo nos intercambiamos miradas por un segundo para finalmente fijarnos en la reacción de la esposa. Ella por fin dijo:

- Rony, me quiero divorciar de ti.

El sonrió nerviosamente e hizo la pregunta retórica:

- ¿Es esto una broma?

- ¡Tú ya me conoces, yo nunca bromearía con algo así! Yo... yo...

El palmeó sobre su descansabrazos con fuerza y le gritó:

- ¡Maldita sea, Rox, al menos pudiste decírmelo en privado! No hacía falta que involucraras a otras personas en nuestros problemas, ¿o es que las trajiste para que pudieran ver nuestro dramita? Después de todo, son tus invitadas. Muy bien, déjame preguntarte algo: ¿acaso será que andas con otro...?

Supongo que hizo una lista mental de todos los amigos y conocidos con quien se imaginaba que su mujer lo engañaba, pero ella lo interrumpió:

- No es por un hombre, es que... es que...

El varón la miró atentamente, y ella se puso aún más nerviosa. Laura quiso intervenir, y Roxana por fin organizó sus pensamientos y confesó:

- ¡Es que soy lesbiana!

Ronaldo se levantó de su butaca como impulsado por un resorte e hizo un gesto amenazador. Roxana sintió miedo y Laura, instintivamente, se acercó a ella para protegerla con su propio cuerpo. Lo único que yo pude hacer fue ponerme de pie y dirigirle a él la mirada más severa de la que yo fui capaz. Eso bastó para que se sentara de nuevo, abatido. Lágrimas comenzaron a brotarle mientras balbuceaba:

- ¿P... pero por qué...? Yo siempre creí que eras una chica normal...

Roxana, ahogada en llanto, no respondía, y sin pensar, se refugió en los brazos de Laura. Yo rodeé una mesita entre el sofá y el televisor y me acerqué a él, me imagino que para evitar que él se volcara contra su aún esposa. Yo mido un respetable 5'6" pero él mide más de seis, además, yo soy la más esbelta y él es musculoso y tiene "vientre de cerveza", así que no estaba segura de cuán efectiva sería mi postura ante él si se violentara. Ya no lo miraba desafiantemente porque de su rostro se había ido el enojo, y solamente le quedaba un dolor indescriptible. Repetía:

- ¿Por qué me has hecho esto? Todos estos años pensé que estaríamos juntos para siempre, ¡para siempre!

Roxana se levantó y entró a la alcoba mientras él le reclamaba:

- ¿Cómo? ¿Y ahora, te vas así, tan tranquila?

Roxana lo miró y le respondió:

- Créeme que esto es tan difícil para mí como para ti. Aún te amo, pero ya no siento lo mismo por ti.

Y se encerró en la habitación, mientras Laura y yo flanqueábamos a Ronaldo. Luego, ella salió con un bolso de viaje y las tres nos dirigimos hacia la puerta. El caminó tras nosotras, mientras gemía como un niño:

- No me dejes así...

Yo me sentí responsable por la situación y dije a mis amigas:

- Sigan ustedes, yo me quedaré.

Sorprendidas, se volvieron hacia mí pero las tranquilicé con estas palabras:

- El no me hará daño, si eso les preocupa. ¿Verdad, Ronaldo?

Y le eché el brazo. No sé cuál de los cuatro estaba más extrañado con mi comportamiento. Laura contestó:

- De acuerdo, pero llámame si necesitas algo.

- Estaré bien, pero gracias.

Y salieron. Yo me volví hacia él y le dije:

- ¿Podemos ir a lavarnos un poco?

El respondió humildemente:

- Por supuesto. Venga por aquí.

Entramos al baño y le indiqué que se inclinara frente al lavamanos. Comencé a lavarle la cara con una ternura que ninguno de los dos se esperaba. El trató de decir:

- Yo nunca la traté mal...

- Shhh, ya pasó. Cálmate, todo estará bien. Tú eres un hombre fuerte y te repondrás.

Lo giré hacia mí como para inspeccionar mi trabajito, y algo me impulsó a abrazarlo y él bajó su guardia. Lo conduje a su alcoba y lo senté sobre su cama, y parada frente a él, comencé a besarlo inocentemente. El no me opuso resistencia, sino que me acarició los brazos tan gentilmente con sus manos ásperas de mecánico, para sobar mis mejillas mientras yo, movida por una emoción más allá de mi comprensión, besé sus frente y sus mejillas mal afeitadas hasta moverme hacia sus labios. Luego, acuné su cabeza para besarlo más intensamente, y finalmente, posé su rostro contra mi hombro. El ya no lloraba, ahora temblaba de deseo. Me miró extrañado y preguntó:

- ¿Qué me haces?

- Calla y confía en mí...

- ¿Y tú, confías en mí?

- Soy tuya.

- Y yo soy tuyo...

Nos besamos nuevamente, y él, tímidamente, metió sus dedos bajo mi blusa. Lo incité con la mirada y él me desabotonó con manos trémulas. Cuando me vi libre de la prenda, le ayudé a que me quitara el sostén y me desabroché la falda. Amasó mis menudas tetas y chupó mis pezones erizados, y fue tanto el placer que mis pantaletas se impregnaron inmediatamente con mis fluidos vaginales. El mismo me las bajó, y así desnuda, lo ayudé a que se desvistiera. El se reclinó boca arriba sobre el lecho, y acariciantemente, me moví a gatas sobre él para darle más besos. Bajé mi rostro hacia sus propias tetillas, y al sentir mis labios, él suspiró:

- Oh, Roxana... Oh, perdón, Kristen...

- Tranquilo, cualquiera se confunde, especialmente cuando una relación se termina y otra apenas comienza.

El ya había perdido su erección por el bochorno, pero fue cuestión de seguir bajando por su vientre hasta quedar frente a sus muslos, y lamer sus testículos y chupar su glande como si fuese un clítoris, y al recobrar su pene el tamaño de poco más de siete pulgadas, se fue metiendo en mi boca por sí solo. Apenas me cabía, no tanto por su longitud sino por su grosor y vellosidad, pero le chupé y lamí lo más que pude, y casi me daba tanto placer como el que él mismo me dio sobre mis pechos momentos atrás. Su miembro temblaba con una eyaculación inminente, pero él me lo sacó y me volteó para con sus labios gruesos, abarcar mis labios vulvares e impregnarse con mis jugos, y también lamérmelos como un perro. Luego, aprisionó mi clítoris entre su labio superior y la punta de su lengua y succionó una y otra vez, imitando una felación. Sus movimientos eran rápidos y certeros, y la sensación fue subiéndome por todo mi cuerpo. ¡Me visualicé como un termómetro a punto de reventar por el calor! No pude contener mis caderas que golpeteaban contra su cara mientras yo gritaba:

- ¡Oooh, ooh! ¡Ooooooohh!

Mi gemido orgásmico me hizo entender por qué yo misma me puse en esta posición, y le dije:

- Ven, muchachón, que quiero sentirte dentro de mí...

Ni corto ni perezoso, se abalanzó sobre mí y me penetró salvajemente, y yo, bajo el efecto de mi primer orgasmo, lo acogí en mi vagina desbordante. Su órgano me ensanchó bastante e instintivamente me ajusté al ritmo de sus embestidas para deleitarme en la mezcla de placer y dolor. Mis orgasmos me vinieron en oleadas, y en la mejor parte, él me tomó por la cintura para hundirse bien dentro de mí, y entonces sentí su ardiente chorro de semen en mis entrañas. Cuando todo acabó, exclamé:

- Todo esto es increíble, casi mágico.

El observó:

- La magia la has puesto tú; eres tan sexy. Ha sido el destino el que te trajo a mi vida.

Me besó los labios y la frente, y me volteó para que yo quedara sobre él, y mientras descansábamos, él jugaba con mis cabellos. De pronto, sonó el teléfono, y Ronaldo lo contestó. Era Laura. El me la pasó y ella me preguntó:

- ¿Kristy? ¿Estás bien? ¿Estás viva? ¿Te hizo daño...?

- Estoy bien, no pasó nada, no me ha lastimado, excepto con su pene; lo tiene tan enorme que creí que me partía en dos bandas...

- ¡Oh, Dios mío! ¿Entonces te violó?

- No, chica, no me violó, yo lo quise así. Fue maravilloso, aunque imprevisto...

- ¡Por eso era la insistencia de quedarte a "aliviar su sufrimiento", so putona...! ¡Y pensar que yo, como una tonta, temía por tu bienestar! A propósito, yo iba a dejar a Roxy en casa de su madre, pero por el camino, nos dio un ataque de llanto y al abrazarnos, una cosa llevó a la otra y nos metimos de nuevo al motel...

En medio de risas llenas de complicidad, colgamos y yo me volví hacia mi hombre y lo besé para sellar mi destino a su lado...

En conclusión, gestionamos un divorcio amistoso para Roxy y Rony, y fue fácil para ella conseguir empleo en otra boutique de la ciudad, lo que le ayudó a consolidar su relación con Laura, pero por el contrario, él ya tenía una participación en el taller y no lo podía dejar así para probar suerte en otro ambiente. Tuve que regresar sola a trabajar, limitándome los encuentros con mi nuevo amor a algunos fines de semanas o a visitas inesperadas por su parte, pero eventualmente, quedé preñada. Decidí tomarme vacaciones por maternidad, las cuales pasé en su casa, ahora de ambos. La revista fue muy acomodaticia, aunque tuve que ceder mi puesto de editora de sociales y quedarme como reportera al nacer nuestro hijo. Rony me obsequió un automóvil usado, restaurado por sus propias manos, para que pudiera viajar a cubrir mis reportajes, y así pude combinar mi carrera con mi nueva faceta como esposa y madre.

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