Elvira - Una sorpresa terrible 02

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Elvira cede al chantaje de Gerard, pero es un dulce chantaje
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Parte 2 de la serie de 2 partes

Actualizado 01/21/2022
Creado 07/03/2007
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II -- El dilema

Este tío me tiene atrapada y nada puedo hacer para defenderme. La verdad es que me gusta muchísimo, siempre me gustó... pero no puedo hacerle eso a mi hija. -- Pensaba. -- Por otra parte si lo hiciera salvaría su matrimonio. Realmente él tiene razón, sería una amante inofensiva para el matrimonio de mi hija. Dios... ¿Qué debo hacer? Con ella no puedo hablar de este asunto.

El miércoles no pasó nada de especial. Elvira no paraba de darle vueltas a la cabeza.

El jueves, durante la cena, Gerard le dijo: Elvira, te estoy muy agradecido por todo lo que haces y organizas aquí en casa.

Es verdad, mama... yo para eso no valgo y tú siempre tienes todo tan bien organizado...

Bueno, mi experiencia anterior me enseñó mucho. Estoy aquí en casa con vosotros y de alguna manera tenía que intentar ser útil.

¡Lo eres, Elvira! No lo sabes, pero el éxito que tuve de parte última en algunos negocios, en parte te los debo a ti. Por ejemplo, el cónsul de M. y la mujer, quedaron encantados con la recepción que tú organizaste el mes pasado y cómo resultado, hemos firmado un negocio muy beneficioso para la empresa. Él no negoció nada con nosotros, cómo es evidente, pero influenció muchísimo en ciertas decisiones que fueron tomadas a nivel de estado y a algunas personas que estaban involucrados en la negociación.

¡Qué exageración Gerard!

No, no lo es. Muchos negocios se resuelven a la mesa. No es al azar que se hacen continuamente comidas de negocios, en vez de tratar de todo en los despachos. En todas las cenas, comidas y recepciones que organizaste, todo el mundo quedó muy contento y se generó un clima muy favorable que dio sus frutos. Te puedo contar otros casos, pero no ahora. Es una larga conversación.

Me alegro. Pensaba que ya no valía para nada. Desgraciadamente a los cuarenta y cuatro años ya nadie te quiere contratar...

¡No, Elvira! -- le dijo Gerard. -- Eso va a cambiar. Si lo aceptas, claro.

Ella lo miró entre desconfiada y sorprendida. -- ¿Qué quieres decir?

Te necesito y te quiero contratar en G D Executive. -- Era una de las empresas de Gerard. Una compañía de aviación, con cuatro reactores Falcon 2000, de transporte ejecutivo basada en Torrejón de Ardoz.

¿Qué me dices? Ya no tengo edad para ser azafata. -- Ahora, Elvira estaba muy interesada.

Serías una azafata impecable, pero estarías desaprovechada, dadas tus capacidades. Lucia Gómez se va. Ella lleva todo lo del catering, azafatas y contactos con clientes. Tú, con esa capacidad ampliamente demostrada, eres la persona que necesito. Hablas muy bien inglés, dominas perfectamente el sector en el que vas a trabajar, si aceptas mi proposición de trabajo, claro. Tienes una belleza y una finura impresionantes y pareces mucho más joven. Nadie te da más de treinta y cinco. Además, sabes tratar a esa panda de pijos con pasta. Lo veo continuamente. Ese trabajo te va como el anillo al dedo, Elvira. Y para eso necesito a alguien de total confianza. Jenny te presento a Elvira López, mi futura directora comercial. ¿Qué me dices?

¡Qué guay, mama! Gerard... ¿Cómo no me habías dicho nada?

Era una sorpresa para las dos.

Gerard... Te agradezco mucho tu confianza, pero no sé si estoy a la altura de una cosa así... Creo que exageras mis capacidades.

¡Lo sé yo! Y tú también lo sabes de sobra. No te hagas la modesta. Te propongo que nos reunamos la próxima semana con Lucia en la oficina, en María de Molina. Quizá el martes. Tendrás tu coche de empresa, pero que en realidad es tuyo, sin tener que pagar seguros, mantenimiento, etcétera, ni la gasolina. ¿Un Audi A3 te gusta? Dentro de ese precio, eliges el que te guste. Tendrás un sueldo alto a negociar, más comisiones. La empresa no va a cerrar, te lo garantizo. Tengo a otra candidata muy buena, pero tú eres sin ninguna duda la mejor. Piénsatelo bien. Me gustaría hacer la reunión mañana, pero tengo otra a las 15:30. Es lo más importante que tengo en este momento entre manos. Imposible aplazarla. -- Elvira sabía a qué reunión se refería Gerard. Era con ella en el apartamento. -- Piénsatelo y próximo sábado volvemos a hablar de ello. ¿Te parece?

Me dejas de piedra. Vale. Me lo voy a pensar.

¿Y se puede saber qué es la cosa tan importante que vas a tratar mañana? Estoy curiosa. -- Le preguntó Jenny.

No quiero preocuparte con mis cosas, cariño. Pero reza para que todo corra bien.

¿Tan grave es?

Si... pero no te preocupes. Sé que correrá bien. Las personas involucradas no son tontas y tenemos intereses comunes. Solo puede ir bien.

Elvira terminó el día con un montón de pensamientos contradictorios en la cabeza. Tenía la solución en la mano y no había segunda opción. Si supiera hacer las cosas, tal como Gerard había dicho, todo estaría solucionado. Lo demás eran daños colaterales, que solo había que saber mantener en secreto, para que su hija no sufriera.

El día siguiente a las 15:00 se dijo a sí misma: Bueno, me voy. -- No le quedaba otra solución.

Cuando llegó, Gerard la esperaba. Le sirvió un whisky y se preparó otro.

Sabía que venías, cariño. Una mujer inteligente no tiene precio. -- La abrazó y la besó en los labios.

Gerard... lo hago por mi hija. -- Él empezó a desnudarla. Ella se dejó.

No me importan los motivos. Solamente los resultados; y este triángulo me da mucho morbo. Mmmm... Qué linda eres. Tenía que haberme casado contigo. Vales mucho más que Jenny en todo y eres toda una hembra. Pero la sigo queriendo mucho y esta solución me satisface.

No me digas eso... Pobre Jenny. A ver si se le pasa eso de la otra chica y todo vuelve a lo de antes.

Ven, cariño. Vamos a ducharnos juntos. -- Se fueron los dos desnudos cogidos de la mano a la ducha.

Mientras le ponía gel en las mamitas, Gerard sintió cómo se le ponían duros los pezones. Estaba de pie detrás de ella. Su enorme y erecta polla estaba durísima y la tenía encajada entre sus glúteos.

Elvira cogió un poco de gel, se dio la vuelta y empezó a lavarle la polla y los huevos.

Estás buenísimo, Gerard. Nunca vi ni sentí un instrumento como este. Mi marido lo tenía grande pero este es enorme. Qué tonta es Jenny. A lo mejor es demasiado grande para ella y le haces daño.

Me dio mucho trabajo desvirgarla, pero lo hice con mucho cariño, se adaptó bien y nunca se quejó.

Elvira se arrodilló en la bañera y empezó a hacerle una felación.

Para cariño. Me gusta mucho, pero no quiero correrme ya. Vámonos a la cama.

Se limpiaron y se fueron. Elvira lo cogía por la polla. No era capaz de soltarla.

¿Te gusta mi pollita, eh?

¿Pollita? Es un pollón tremendo. Estoy deseando empalarme en ella. A ver si me va a salir por la boca, jajaja...

Gerardo se acostó boca arriba y la colocó encima, montada sobre él, con la vulva en su boca. Elvira era muy sensible y a los doce minutos tuvo su primer orgasmo, produciendo una considerable cantidad de líquido vaginal. Siempre había sido muy mojada. Gerard se lo tragó todo.

¡Ay qué gusto! Cómo sabes mamar un coño, cabrón... me matas de placer... Ohhh...

¡Qué sabrosa eres! La próxima vez te quiero depilada, ¿vale?

¡Vale! También me gusta mucho y ahora que te tengo a ti... me lo haré. ¡Que boca tienes! No entiendo cómo Jenny se busca a las tías...

No se... quizá le guste la tijera. -- Se rieron los dos.

Hazme el perrito, cariño. Es una posición que me encanta. -- Gerard se puso detrás de ella y se lo metió despacio pero firmemente.

Ohhh... ¡Que polla tan buena tienes! Delicioso... Mmmm. -- Gerard se movía para adelante y para atrás aumentando el ritmo. -- Fóllame, Gerard. ¡Fóllame toda! Ohhh... Me voy a correr pronto... ¡No! No me hagas eso, cariño. En el culo no me toca ni dios. -- Gerard se había lubricado un dedo con gel y se lo estaba introduciendo en el culito. -- No... no lo saques. Pero házmelo despacito. Ya no me duele... Sigue... Ohhh... Ahhh... Me cooorrooo... Ahhh... ¡Sí! Sácalo ya. Estoy muy sensible... Ohhh.

Se acostaron abrazándose y besándose. Se quedaron cómo quince o veinte minutos dormidos.

Ven conmigo, Gerard. Te quiero lavar. -- Se fueron al baño y ella le lavó los genitales. -- Ahora te voy a comer y a beber toda esa leche, le dijo apretándole los huevos.

¡Qué delicia de suegra eres! Sobrepasas todo lo que me esperaba de ti.

Qué aguante tienes, hijo. Pero ahora quiero que te corras en mi boca.

Se la estuvo mamando unos diez minutos y finalmente Gerard se corrió, inundándole la boca con varias descargas de esperma grueso y caliente.

¡Ay qué leche! Eres delicioso, Gerard.

Bueno... ¿todavía me consideras un chantajista miserable?

Si... lo eres, pero me gustas demasiado. ¿Por qué será que a las mujeres nos gustan tanto los impresentables y descarados como tú? -- Se reía.

Porque los otros son unos sosos. Elvira... lo del empleo en G D Executive va en serio.

Lo acepto. Con la condición de que sigamos con esta relación y de que no dejes a Jenny. ¡Tampoco te voy a tolerar ninguna otra relación!

Mmmm... ¡Celosa y exclusivista! ¿Y con tu hija, me dejarías?

¡Claro que sí! Pero si ese milagro ocurre, después no me dejes plantada del todo. Creo que me merezco un gustito de vez en cuando. -- Se reía con gusto.

Tranquila. No me interesan otras relaciones. Solo contigo y si fuera posible con Jenny, también. Follas e mamas cómo una diosa. Creo que la diosa Kali sería algo así como tú. Pero con seis brazos. Esa podía hacer seis pajas a la vez, jajaja.

Vale. Trato hecho. -- Se dieron la mano, sellando simbólicamente el trato.

Tenemos que irnos ahora, cariño. Nos vemos esta noche en casa... ¡Querida suegra!

Eres un capullo de mucho cuidado. ¡Y un cínico! No sé por qué me gustas tanto... ¡Querido yerno! Hasta luego.

Gerard salió primero y regresó a su despacho. Elvira se sentó un rato y se tomó otro whisky. Salió media hora más tarde, cogió un taxi y se fue para casa.

¡Qué amante! Un chantajista y un hijo de puta, pero de lo mejor que he tenido entre las piernas. ¡Y qué lengua! Jenny es tonta del culo. Bueno... así me lo aprovecho yo y ella sigue siendo Madame Dupont. Por lo menos no se busca a una que le destruya el matrimonio. -- Así pensaba, para aliviar su complejo de culpa. Discretamente se metió la mano por dentro de la falda y se acarició un poquito el clítoris. Después se chupó el dedo. El monstruo dormido que tenía dentro, se había despertado...

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