Me vas a pedir que te folle delante

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Diana, organiza un viaje con su marido para escapar del mal.
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Diana se bajo del taxi, apremiando a su marido, para que también lo hiciera lo antes posible.

Habían llegado por fin al aeropuerto, y ella tenía prisa por ponerse en la cola, para embarcar las maletas, conseguir sus asientos y empezar a relajarse de una vez.

Llevaban mucho tiempo esperando estas vacaciones, se les había hecho bastante difícil organizar todo, dejar a la niña con los abuelos, conseguir las fechas de descanso los dos la misma semana, y convencer a su marido de que por una vez, irían a un sitio tranquilo, a Canarias, sin otro objetivo que disfrutar del buen tiempo, tumbarse en la playa y dejar que pasara el tiempo. Nada de senderismo, nada de visitas a la ciudad, de excursiones organizadas, nada de salir a un restaurante, nada de nada, simplemente quedarse en el hotel, donde estaba todo incluido, precisamente para escapar a otro tipo de experiencias, que, por lo menos aparentemente por una vez, según su gusto, iba a conseguir

Además, ahora, precisamente ahora, la ola de frio que padecían, parecía que podía traer problemas con los vuelos, y aunque cuando llegaran a su destino, el frio y la nieve de casa les haría sentirse muy a gusto en la playa, hasta arribar a sus destino podría ser un problema añadido. Por eso, apremiaba más a José, para que se diese prisa con las maletas, y consignarlas de una vez, pero cuando llegaron a la fila que les tocaba, sintió la primera decepción del dia, era enorme, la más larga de todo el aeropuerto, y parecía que no avanzaba mucho. Como eran dos filas diferentes, para el mismo vuelo, le entro la duda que siempre surgía en esta situación, en cual de las dos filas ponerse, pero su marido llego con el carrito de las maletas, y se posiciono en la que estaba mas cercana, según su sentido de llegada, así que se resigno, pensando que seguro que la otra iba mas rápido, y se situó junto a su marido dispuesta a padecer el tiempo de espera.

Al poco tiempo constato que sus sospechas se hacían realidad, la otra fila avanzaba mucho mas rápido, y para no enfadarse mas con José, lo mando a comprar los periódicos, y alguna revista, con la excusa de perderlo de vista un rato, y no agobiarse con el por la mala elección realizada.

Mientras esperaba a su marido, hizo tiempo fijándose en la gente que estaba esperando en la cola con ella. Era una costumbre que tenia desde siempre, desde muy niña, y conforme se hizo mayor, la retuvo y la acentuó: se fijaba en la gente, en su forma de vestir, de hablar, de comportarse, de reaccionar ante pequeños detalles y situaciones, y a partir de esto, se hacia su análisis de situación de cómo serian esas personas.

En la fila contigua, se fijo primero en una pareja madura, de unos cincuenta años, un poco abandonados físicamente, pero con ropa elegante y cara. Diana elucubro que probablemente viajaban al sur, a recuperar un poco de calor, del calor del buen tiempo y del sol, pero también para volver a sentir algo de su pasión interna. Apenas hablaban, ni se miraban ni comunicaban, pensó, que seria difícil que recuperan algo de su pasión, si seguían en esa actitud. Después de fijo en una pareja bastante mas joven, que se encontraban bastante acaramelados. Seguro que se trataba de un par de novios, que iban de luna de miel, y que en este viaje alcanzarían su cenit pasional, para empezar a ceder poco a poco a la rutina de la vida en pareja, y a la monotonía que ello conllevaba. Tras ellos se encontraban un grupo algo más heterogéneo, dos chicas que parecían extranjeras, y un chico hablando con ellas. No estaba muy seguro que fueran un grupo en si, quizás el chico, estaba aprovechando la espera, para intentar ligar con ellas. El chico se veía muy lanzado y muy seguro de si mismo, y las dos chicas se mostraban muy receptivas.

Viendo a lo lejos acercarse a su marido, se puso a compararse a ellos mismos como pareja, con los tres ejemplos que había visto. Desde luego, después de 5 años de noviazgo, y diez de matrimonio, su situación no se podía comparar a la de los novios de luna de miel, sino mas bien a la pareja madura, que parecían que iban a recuperar algo quizás perdido para siempre. Incluso la actitud de José hacia ella, se parecía a la de aquella pareja, una actitud distante e incluso un poco fría, aunque después de tanto tiempo era un poco lógica. Se pregunto a ella misma cual seria la actitud, que si ella pudiera elegir, preferiría para su marido, y tras dudar un momento, descarto a la de la pareja de novios. Tanto amaneramiento y caramelosidad le parecían un poco excesivos, tras tanto tiempo de relación, preferiría la frescura y la procacidad que usaba el chico con las dos chicas, el atrevimiento, el descaro.

Cuando llego José, le dijo que avanzara, que se estaba quedando atrás. Efectivamente, enfrascada en sus pensamientos se había quedado un poco retrasada, aunque tampoco le gusto mucho el tono en que se lo había dicho su marido. Finalmente, tras unos minutos mas de espera, pudieron consignar sus maletas, y conseguir dos asientos juntos, lo cual, considero como una buena señal de comienzo, ya que aunque era lo lógico, no siempre era lo habitual.

Tras pasar el control de pasajeros, y los desagradables inconvenientes, a los que últimamente sometían a los viajeros, se sentaron en una cafetería, a esperar los 45 minutos de rigor hasta el embarque. Mientras su marido se envuia en la lectura de la prensa, ella mas ávida y curiosa, no dejaba de fijarse en la gente.

Se sorprendía de lo elegante y original que iban la gente en los aeropuertos. Aunque ella viajaba frecuentemente por temas profesionales, nunca dejaba de prestar atención a la manera de ser de la gente cuando viajaban, como se vestían, como intentaban ser elegantes, llamar la atención, sobresalir. De hecho ella tenia algunas teorías al respecto, que muchas veces comentaba con sus compañeros, si quieres ir a un sitio a ver gente elegante, vete a un aeropuerto, y se preguntaba a si misma, que pasaría con esa gente, cuando llegaran a casa, cuando se desmaquillaran, cuando se quitaran los modelones y los taconazos, cuando se desabrocharan los wonderwras y las fajas. De hecho, muchas veces se sorprendía, si entraba al servicio de lo que se demoraban las mujeres en el, no solo en hacer sus necesidades, sino también después en darse sus retoques, en terminar de arreglarse. Muchas veces, Diana se sentía un poco vouyeur, y se entretenía, fijándose en como terminaban las mujeres estos detalles, o si se sentaba cerca de un aseo, cronometraba mentalmente a las personas que entraban, sobre todo si alguna le llamaba la atención, igual que fuese hombre o mujer, y se preguntaba que estarían haciendo para tardar tanto. Entre sus fantasías sexuales, se encontraba hacerlo en un aseo, o en un sitio semipúblico, aunque a José eso no le hacia mucha gracia, o mejor dicho ella pensaba que no le hacia tanta gracia. Ella también manejaba sus teorías sobre las fantasías sexuales, y hablaba mucho sobre ellas con sus amigas, aunque apenas con José. Mantenía, que si se realizaban esas fantasías, ya perdían esa categoría, y además, normalmente, no llegaban a la altura de lo deseado, por eso, sostenía, que muchas veces era mejor dejarlo en eso, en simples fantasías, a las que recurrir en determinadas situaciones. Sumida en esas reflexiones, un inesperado y desagradable anuncio de megafonía la interrumpió:

Sras y sres. Pasajeros, el aeropuerto anuncia el retraso del vuelo IB2427 a Canarias, debido a las inclemencias del tiempo. Permanezcan atentos a la espera de nueva información.

J: Vaya, lo que faltaba

D: Ya me lo estaba temiendo, la borrasca esta no tenía buena pinta,

J: Y ahora que hacemos?

D: Pues me temo que no tenemos muchas alternativas más que esperar... y desear que se mejore el tiempo

J: Ya te avise que irnos de vacaciones, ahora con este tiempo, no era una buena idea

Diana se enfado mucho con esa respuesta de su marido, y le respondía airadamente

D: A veces, hasta las malas ideas son mejores que ninguna idea, ya te valdría a ti tener alguna de vez en cuando

José recibió ese comentario con cara de circunstancias, y se enfrasco en la lectura del periódico. Entonces ella escucho el sonido de entrada de un mensaje en su móvil. Era un número desconocido para ella, y cuando lo abrió se sorprendió con el contenido:

"Parece q no t lo estas pasando muy bien, t apetece una visita al reservado para desestresarte?"

Diana enrojeció al leerlo, e inmediatamente levanto la vista para intentar localizar al emisor. Tras una ojeada escrutante al amplio salon del aeropuerto, su mirada se cruzo con el rostro sonriente del chico al que antes había visto en la cola con las dos extranjeras.

Antes que pudiera reaccionar, su marido le pregunto

J: Quien era

Diana, aliviada porque no había apartado el periódico, y no pudo darse cuenta de su estado de azoramiento, le respondió.

D: Nada, una de esos mensajes de publicidad, ya sabes...

Inmediatamente, de una manera casi impulsiva, respondió al mensaje:

"Vete a la mierda, pervertido", tras esto le dijo a su marido

D: Me voy a dar una vuelta por las tiendas, si te vas a mover, avísame

J: De acuerdo

Tras esto, se levanto, y sin ni siquiera mirar, ni a su marido, ni al chico, y se fue hacia las tiendas. Se sintió muy liberada, de poder estar un rato sola. Habían sido demasiados sobresaltos de golpe. Primero el retraso, luego la recriminaciones de su marido, y por último el mensajito, necesitaba poner un poco de orden en su cabeza.

Se dirigió al área de duty free, y aunque intentaba concentrarse en buscar algún perfume, no conseguía quitarse el mensaje de la cabeza. Al principio se preguntaba como habría conseguido el chico su número de teléfono, aunque luego cayo en la posibilidades que la tecnología blue tooth, sin cable, ofrecía. Seguramente, el chico había pasado cerca suya, y había contactado con tu terminal de teléfono mediante esa vía, aunque nada podía asegurarle a el, que ese era realmente su teléfono, y menos, en un sitio como el aeropuerto, donde todo el mundo llevaba sus teléfonos conectados.

Ese pequeño detalle, esa audacia del chico, ese atrevimiento, la hizo reflexionar un poco. Desde luego el chico se había fijado en ella, de eso no le cabía duda, cuando levanto la mirada tras recibir el mensaje, el la estaba mirando de una manera sonriente y simpática. Cuando se refería a si misma en sus pensamientos al chico, lo hacia consciente de su diferencia de edad. Diana tenia 38 años, y aunque se castigaba en el gimnasio y corriendo y haciendo, cuando su familia y el trabajo le dejaban un poco de tiempo libre, se consideraba aún en buena forma, lo cual no quitaba que esa temible frontera de los cuarenta, se acercara inexorablemente, de una manera cada vez mas rápida.

Y no era ella misma quien se consideraba en buen estado, estaba acostumbrada a que en algunas ocasiones, los hombres se volvieran a mirarla, o le prestaran especial atención en las reuniones de trabajo, a nivel ejecutivo, en la que la mayoría de los participantes eran varones. Ella era consciente de su atractivo, aún a pesar de esa edad, a la que ya estaba llegando.

Por eso se sintió especialmente molesta por el mensaje. Que esperaba el chico, que al recibir el mensaje, ella lo dejaría todo, y se lanzaría a sus brazos, bragas en mano, para entregarse entera...Diana no entendía la evolución que el concepto de la seducción y la conquista estaba teniendo últimamente: citas a ciegas, chats, perfiles por internet, paginas de contacto, sms...todo eso se apartaba de su ideal de la seducción, que se ajustaba a parámetros bastante clásicos: encuentros visuales, sonrisas, miradas cómplices, algo mas elaborado que un simple mensajito de móvil, y aunque se daba cuenta que estos valores, sus valores clásicos estaban hoy en dia en decadencia, ella no estaba dispuesta a dejarse avasallar por los nuevos tiempos, definitivamente no.

Para apartar todo esto de su cabeza, se impuso a si misma la idea de comprar un perfume, de cambiar el suyo, o al menos de buscar uno alternativo para algunas ocasiones especiales. Tras dejarse aconsejar por una vendedora, y tras probar varios diferentes, finalmente se decidió por el nuevo de Versace y aunque el precio no era lo que se podía denominar como asequible, se convenció a si misma, pensando en su desahogado sueldo, y considerando, que a pesar del retraso y los problemas, se iban de vacaciones, y la mejor manera de comenzarlas, era con la satisfacción y el subidon personal que a una mujer le da permitirse un caprichito.

Con el paquete de perfume en la mano, y otro ánimo de espíritu, se percato que ya había pasado casi una hora, y volvió en busca de su José, con la idea retomar la conversación de seducirlo en la cabeza, y con el perfume como instrumento de seducción, pero cuando llego a la zona de bares donde había dejado a su marido, se llevo una tremenda sorpresa.

Su marido esta charlando animosamente, con el chico del mensaje, en un tono aparentemente muy relajado y risueño, con varia botellitas pequeñas de licor, de las que servían en los aviones, vacías sobre la mesa.

Diana se asusto un poco ante este panorama, pensó incluso en dar la vuelta, y volverse a las tiendas, durante unos segundos, pero inmediatamente se sobrepuso. Pensó, que tenía que volver con su marido y afrontar la situación con serenidad y aplomo. Ella era una mujer madura, y con mucho mundo, y no iba a dejar que el muchachito tomara la iniciativa.

Se acero hasta ellos, evitando que la vieran llegar, y cuando estaba al lado, interrumpió su conversación:

D: Vaya, paree que la fiesta ha empezado sin mi, que estais celebrando?

Los dos hombres se volvieron sorprendidos, y su marido al reconocerla, le respondió jocoso

J: Bueno, ya sabes, si una mujer se va de compras, es mejor prepararse para una larga espera

D: Ya veo que incluso has aprovechado para conocer gente, por lo visto te aburres bastante, no?

J: Mira este es Pedro, me cruce con el, y casualmente vuela con nosotros, ella es Diana, mi mujer

Pedro se levanto, dispuesto a darle dos besos, según el típico saludo, pero ella se adelanto, y le tendió la mano, en un gesto firme, que no le dio la oportunidad a alternativa alguna;

D: Hola, ya has escuchado a mi marido, soy Diana, como estas?

P: Hola, yo me llamo Pedro, y creo que nos conocemos de algo, no?

Pedro, le dijo esto, sosteniéndole la mano, alargando el apretón, y amortiguando un poco la sensación de pequeño triunfo que Diana había experimentado al imponerle su saludo...

D: No, no creo, soy muy receptiva para las caras, y si te hubiera conocido antes, seguro que me acordaría de ti...

Tras decir esto, dudo un poco, no estaba segura que el pudiera darle un doble sentido a su frase...

P: Bueno, espero que a partir empecemos una bonita relación de amistad..., tal y como hemos hecho tu marido y yo...

Diana escucho las risas de su marido, y sonrió ella también...

J: Es verdad, en este rato que llevamos juntos, hemos coincidido en muchas cosas, es increíble que fácil es hacer amigos, mientras esperas un retraso de un vuelo, ja, ja, ja.

Diana notaba que su marido estaba un poco entonado, y no pudo dejar de comentar:

D: Claro, también es fácil hacer amigos, con una copa de mas, no?

P: No piensas mal de nosotros, es cortesía de la compañía aérea, para hacernos más amena la espera, nos han invitado a una copa, quieres tomarte tú también algo, tenemos más invitaciones?

D: No gracias, no hace falta, espero que el retraso no dure mucho mas...

P: Cualquier cosa que podamos hacer para hacer la espera mas amena, no dudes en pedírnoslo, no José?

J: Claro, claro.

Pedro le había dicho esto, mirándola a los ojos, con una mirada clara y firme, segura y radiante, y aunque había usado a su marido como supuesto apoyo para esa en teoría amable oferta, no había dejado de mirarla, y aunque ella intento sostener su mirada, la intensidad de la misma, y la carga de profundidad que sabia que tenia, hizo que no pudiera aguantarla, como en principio había sido su objetivo...

D: No te preocupes, estoy acostumbrada a esperar

J: Pedro esta acostumbro a viajar, y opina que quizás esta espera puede hacerse un poco larga

D: Bueno, en ese caso hay que relajarse, no ponerse nerviosos, y prepararse para la espera

P: Eso mismo le estaba diciendo a José, que hay que relajarse, y hacer la espera lo mas llevadera posible.

Diana volvía a sentir la mirada intensa de Pedro y empezó a preocuparse un poco, creía que se estaba poniendo un poco pesado, pero tampoco quería montar ningún escándalo delante de su marido, así que intento cambiar de tema.

D: Y como es eso que viajas tanto?

P: Es por mi trabajo, soy consultor turístico, y trabajo para las grandes cadenas de hoteles, y a cada tanto me toca visitarlas, para instruirles sobre nuevas técnicas y adelantos, todo orientado a la satisfacción de los clientes..

Pedro, dijo esta última frase, en un tono tan especial, que Diana volvía a sentirse aludida..

J: Si ya me ha dado un par de consejos muy interesantes, sobre lo que podemos hacer para sacarle mas partido a nuestra estancia. además conoce el hotel donde nos quedamos y me ha recomendado un par de atracciones especiales, ya veras

Pedro asistía sonriente a esta conversación. José estaba creando una especie de halo especial sobre el, dándole unas capacidades, que le hacían sentirse muy seguro, y el, muy consciente de eso, parecía que aumentaba su aurea personal. fijándose en el paquete envuelto que traía del duty free le pregunto:

P: Y tú que has comprado?

Diana se mostró un poco reacia a enseñárselo, al fin y al cabo había comprado el perfume para ella y para su marido, y no le apetecía nada enseñárselo al muchachito.

D: No es nada, un perfume..

Entonces su marido curioso le pregunto.

J: Déjame verlo, es el de siempre?

Diana vio un brillo en los ojos de Pedro, y a continuación comprendió su pregunta.

P: Cual el es perfume que usa tu mujer, José?

Ella sabia que su marido no sabría acodarse de su perfume, y espero divertida su respuesta

J: la verdad, no lo se, casi todos huelen igual

P: Bueno, cada uno corresponde a un tipo de mujer, déjame que adivine cual te has comprado Diana

D: No creo que lo sepas, además, el que he comprado no es el de siempre, es uno diferente

Se arrepintió en seguida de haberle dado esa respuesta, seguro que era capaz de sacar alguna información extra de ella.

P: Bueno, cuando una mujer cambia su perfume, es que hay algo en su interior que le dice que algo tiene que cambiar en su vida, no es cierto Diana?

Diana empezó a sentir que estaba cediendo un poco de terreno ante aquel chico, la insistencia que tenía en dirigirse a ella por su nombre, la sutileza con la que manejaba la poca información que le daba, hacían que su actitud de resistencia empezara a resquebrajarse un poco.

D: No, no es nada de eso, simplemente quería probar otra cosa

Su marido interrumpió su frase, para ponerla en evidencia.

J: Bueno, déjanos ver que es lo que has comprado

D: No hace falta abrirlo aquí, ya lo veras en otro momento.

J: Venga mujer, ábrelo de una vez...

Pedro observaba risueño esa pequeña discrepancia de pareja, y como ella notaba que su marido, animado por la ingesta de alcohol, no se iba dar por satisfecho hasta que se saliera con la suya, finalmente cedió, un poco enfadada.

D: Esta bien, hay lo tienes, ábrelo tu mismo.

José, satisfecho como un niño pequeño que se sale con la suya, cogio el paquete y lo abrió. Cuando Pedro vio la marca, comento:

P: Versace, me lo había imaginado, para la mujer que busca nuevos retos, te pega bastante

Diana se ruborizo cuando lo escucho, efectivamente, ese era el lema de la publicidad del perfume que había comprado, y el podría imaginar cualquier cosa al respecto, en relación con el mensaje que había mandado...

Mientras tanto, su marido, abrió el frasco, y apretando el pulverizador, y echando un poco en su mano dijo