Hotel de Lujo

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y un platito de leche.
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Esta vez la cita es a media noche en un hotel de lujo.

Puedo escucharte al otro lado de la puerta, ya has metido en la cerradura la llave de la habitación 502 que te envié; pero te has quedado en el pasillo dudando si lo que haces está bien. Si el placer que te doy compensa la forma en que te trato. El vicio gana la batalla y cuando entras en la habitación, me encuentras sentado con una copa en la mano.

- Desnúdate, es lo único que te digo con un tono de voz calmado y frío.

Comienzas a desabrocharte los botones de la camisa dejando a la vista que has cumplido mis intrusiones de llevar lencería negra. Vas cogiendo confianza y me miras buscando mi aprobación.

- "Mantén la mirada baja. Déjate la camisa y quítate la falda," tengo que reñirte con el mismo tono de voz serio.

La falda cae al suelo dejando ver las medias y el liguero que llevas para mí. Eso me hace sonreír. Me acerco y disfruto de tenerte en mitad de la habitación, medio desnuda e indefensa ante mis caprichos. Te quito la camisa con suavidad, desabrocho en el sujetador con un solo movimiento y dejo tú sola te lo quites. Haces un tímido intento de cubrir un tus pechos como si fuera un virgen cuando los dos sabemos que eres una puta que has venido aquí por propia voluntad. Que eres mi puta.

Me paro detrás de ti y te paso la copa por la espalda; el tacto frío y húmedo del cristal te hace estremecer, mientras mi otra mano está bajando por tu vientre. Te doy a beber de mi copa, un licor fuerte que te quema la garganta. Te beso de saboreando el licor de tus labios y mis dedos dejan de juguetear con el borde del tanga para meterse bajos la tela con descaro sintiendo el suave bello... calor y la humedad de tu coño. Sintiendo que estas completamente entregada a mí.

Dejo la copa, y con la mano te acaricio las tetas mientras te beso la nuca. Y tú ronroneas de placer. Tanta dulzura, tantas caricias... cuando te arranco el tanga te pilla por sorpresa, una pequeña fortuna en lencería de lujo destrozada con un par de tirones bruscos. Abro la puerta de la habitación.

- "Sal," es lo único que te digo y vuelves a dudar.

Sabes que eres libre, que puedes recoger tu ropa y marcharte, no volver a verme nunca más.

- "Sal," vuelvo a repetir con calma.

Tímidamente sales al pasillo del hotel llevando solamente liguero y medias negras y zapatos de tacón de aguja.

- "Camina hasta el final y vuelve."

Esta nerviosa, aunque es muy tarde aún puede que algún huésped abra su puerta y te descubra caminando desnuda por ese pasillo de lujo. Es muy excitante verte sobre esos tacones de agujas la forma en que se mueve tu culo la línea de la espalda resta como si intentaras mantener un poco dignidad a pesar de la situación. Cuando vuelves hacia mí vuelvo a sonreír al ver tu expresión de miedo y vergüenza pero a pesar de eso tus pezones están duros y la humedad brilla entre tus labios vaginales.

- "Lo has hecho muy bien y mereces un premio."

Preparo un platito de leche para que lo lamas en el suelo como la gatita que eres. Prohibido sorber, solo puedes usar la lengua. A cuatro patas vas dando sonoros lengüetazos, mientras camino a tu alrededor. El culo te queda bastante más alto que la cabeza y completamente abierto dejando ver tu ojete y la entrada de tu coño. Mientras sigues lamiendo te acaricio en coño, jugando con los labios vaginales hinchados por la excitación y repartiendo el jugo que mana desde tu interior.

Tu coño es un animalito hambriento que busca mi mano. No tardó mucho en meterte dos dedos y sentir como tu coño los aprietas como si quisieras atraparlos. Estas tan caliente que empiezas a jadear y te cuesta seguir lamiendo la leche pero te ordeno que continúes. Los voy metiendo y sacando lentamente, buscando tu punto G mientras que el pulgar juega con la entrada del ano. Mueves las caderas buscando más y más.

Cuando te levanto tienes la cara manchada de leche de una forma deliciosa y no dejo que te limpies.

Te llevo al balcón de la habitación, un quinto piso. Te doblo sobre el barandal atándote las manos a los barrotes con mi corbata. Te separo las piernas con brusquedad y te penetro sin muchos miramientos, metiéndotela de golpe, sacándotele lentamente... Otra embestida hasta que mis huevos golpean tu clítoris. Estas ardiendo mi pequeña putita y te voy a follar delante de toda la ciudad.

Cuando te levanto tienes la cara manchada de leche de una forma deliciosa y no dejo que te limpies.

Te llevo al balcón de la habitación, un quinto piso. Te doblo sobre el barandal atándote las manos a los barrotes con mi corbata. Te separo las piernas con brusquedad y te penetro sin muchos miramientos, metiéndotela de golpe, sacándotele lentamente.... Otra embestida hasta que mis huevos golpean tu clítoris. Estas ardiendo mi pequeña putita y te voy a follar delante de toda la ciudad.

Gimes con fuerza, como si te falta el aire, retorciéndote y arqueándote mientras te follo, recontando todo mi peso sobre ti para lamerte el cuello y susurrarte al oído que esta noche eres de mi propiedad. Puedo sentir coño húmedo y caliente se contraerse atrapando mi polla y cuando mi mano baja por tu vientre para acariciarte y jugar con tu clítoris, no puedes evitar soltar un gran suspiro.

En el balcón de al lado se adivina una figura, una mujer en camisón se asoma tímidamente, seguro que tus jadeos la han despertado. Pero no voy a parar simplemente, bajo el ritmo para prestarle atención. La mujer se mantiene indecisa, medio iluminada por la luz del interior de su habitación, la expresión de su rostro entre la indignación y el morbo. Le sonrío con descaro, dejando claro que sé que está mirando. Vuelva follarte más fuerte soltando una sonora cachetada en tu culo que no hace más soliviantarte como una yegua que tiene que ser domada.

Mis manos buscan tus tetas que se babosean suavemente, los pezones duros reclamando un poco de atención. Los froto, y los retuerzo, los maltrato, y los mimo, mientras la excitación sube a un punto donde me es difícil mantener este ritmo lento. Nuestra mirona ha comenzado a tocarse, a media luz puedo ver como sus manos se pierden bajo el camisón disfrutando del espectáculo. Suavemente pero con firmeza te levanto la cara para que la mires, disfruto al ver la vergüenza brillando en tus ojos, pero es vergüenza mezclada con excitación.

Gimoteas: No, no por favor, pero el morbo de la excitación hace que tu coño se moje aún más.

Acelero el ritmo y los dos llegamos casi a la vez aun orgasmo demoledor. La mujer se sorprende y hace amago de volver a dentro pero una vez más la curiosidad y el morbo vuelve a vencer. Parece tragarse su vergüenza y da un paso a hacia la luz antes de dejar caer el camisón y mostrar su cuerpo maduro pero apetecible, con la humedad de su propio orgasmo brillando entre los rizos de su coño. Sonrío complacido y con un par de tirones te desato las manos, te levanto con ternura mientras el resto de mi leche empieza a escurrirse entre tus piernas.

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