La lucha contra la tentación...

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Mujer se cuestiona su relación marital.
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La lucha contra la tentación...

"La excelente historia contada por rgjohn©, me dejó con la sensación de que algo había quedado pendiente cuando se la traduje a mi pareja. Por esa razón, decidí escribir el siguiente epilogo para los lectores de habla castellana.

Rosario se cuestiona

Rosario, (aunque su marido siempre la llamaba Rosaria, ya que cuando la conoció por primera vez en Portugal, el que sería su marido, entendió mal su nombre y siempre la siguió llamando así), observó cómo el Reverendo Michael O'Reilly miraba fascinado a su esposa succionando la verga de Monseñor Sheamus O'Shaunessey, su marido.

Para ella, varias cosas habían pasado en esta jornada en la que se habían juntado las dos parejas. Por una parte observaba que el Reverendo Michael O'Reilly mostraba un amor por su esposa que nunca había observado en otras parejas. Ello se expresaba a cada momento: su preocupación de atender los menores deseos de ella, por nimios que fueran, la mirada arrobada que mostraba cada vez que la contemplaba, incluso en la presente situación en que Faith chupaba fascinada la verga de su marido, era algo que iba más allá de su comprensión. Sin embargo, una cosa sí le parecía clara: el Reverendo Michael estaba realmente enamorado de su esposa Faith.

Por otra parte, se daba cuenta también que su marido, Monseñor Sheamus O'Shaunessey, había mostrado un interés por Faith, que tampoco había observado en encuentros de este tipo con otras parejas.

Normalmente éste tomaba una actitud más bien desaprensiva, la misma que había venido mostrando en todas las últimas sesiones de 'consejería matrimonial', como él las llamaba, aunque para ella estaba claro que simplemente era una actividad que había ingeniado, y que le permitía dar rienda suelta a su sexualidad incontrolable que siempre le mostró y que ella, teniendo lo suyo en ese aspecto, había aceptado de buena manera.

Sin embargo, en esta oportunidad, observó con preocupación que su esposo Sheamus, desde el momento mismo en que aparecieron Michael y Faith, mostró un interés que no pudo ocultar en ningún momento, y a ella no se había escapado el detalle que cuando Faith se desnudó, la erección de Sheamus fue simplemente increíble.

Nunca, en los años que llevaba casada con Sheamus, había visto el nivel de excitación que mostró en ese preciso momento, y que tampoco había observado en las numerosas oportunidades en que se reunieron con otras parejas en sus sesiones terapéuticas.

Rosario se daba cuenta que siempre había acompañado a su marido en todas estas que ella llamaba 'incursiones amatorias', sin ninguna clase de reparo. Lo hacía plenamente, sin ninguna clase de inhibición, tal como lo hacía cuando ellos estaban solos. No obstante, en los últimos meses, había notado un cierto desgano por parte de él a hacerle el amor, y no de la manera fogosa a que la había acostumbrado desde que se conocieron y que, después de casados, continuó mostrando.

Su naturaleza sensual, le exigía tener sexo anal y sexo oral. Esta actividad la habían estado teniendo por lo menos día por medio, casi desde el momento en que se casaron.

Eso no estaba ocurriendo. Ahora Sheamus sólo lo hacía cuando estaban en sus 'asesorías matrimoniales', pero no cuando estaban solos.

Pero hoy, la situación era peor. Sheamus no sólo no le había hecho sexo oral, sino que estaba observando cómo Sheamus, había tomado a Faith por los muslos, se los había abierto y se había lanzado hacia su vulva con si fuera la primera vez comía una.

Peor aún, parecía como si estuviera solo en la habitación con Faith y, durante largos minutos se escucho el sonido de la succión que ejercía en las labios de la concha de Faith, chupando su clítoris, y mordiendo sus muslos de un modo tal, que hizo que su propia vulva comenzara a palpitar de una forma incontrolable.

Temblando, excitada se acercó a la pareja y buscó la mirada de Michael, que estaba semi arrodillado en la colchoneta de la piscina, al lado de la pareja observando.

Éste se dio cuenta que Rosario, desnuda frente a él, con sus manos tirando sus pezones, retorcía sus caderas muy excitada. Michael que hasta ese momento había estado interesado sólo en las reacciones que estaba mostrando su esposa Faith, se encontró con este nuevo escenario que se había abierto frente a el. Hasta ese momento no se había percatado de que Rosario no estaba participando en esta 'reunion' y de pronto veía que frente a él, a esta una mujer que prácticamente se le estaba ofreciendo.

Fue en ese momento en que Michael se percató de la real belleza de Rosario. Increíblemente, él no se había fijado en detalle en el hermoso cuerpo moreno de Rosario. Sus enormes pechos, su estrecha cintura que hacía resaltar aún más sus amplias caderas.

Rosario le señalo en silencio el sillón que estaba retirado del lugar en que su marido le hacía sexo oral a Faith. Michael entendiendo la invitación, se levantó presto del lugar, haciendo saltar su verga, semi erecta cuando miraba la acción de la pareja, ahora más hinchada ante la expectativa que le presentaba Rosario.

Rosario le tomó de la mano y se encaminó con él, hasta el sillón, en donde le instó a sentarse luego, arrodillada entre sus piernas tomó entre sus manos, el enorme miembro de Michael.

"Tengo que probarte primero, cariño", le dijo con ojos glaseados de deseo. Michael la miro entusiasmado, cuando ella comenzó a lamer la punta de su verga, para terminar succionándola.

Rosario mientras lo hacía, se dio cuenta de lo distinta que era la verga de Michael, comparada con la de su marido.

Es cierto que en el último tiempo, en que había conocido los maridos de las parejas a las que le impartían sus 'asesorías matrimoniales' con Sheamus, había tenido la oportunidad de conocer vergas de todo tipo, largas y delgadas, anchas pero cortas, torcidas, o ridículamente pequeñas, en esta oportunidad su boca estaba probando una verga muy parecida a la de su marido, pero al mismo tiempo muy distinta. Tenía su grosor, y más o menos su largo, pero su forma era diferente. La cabeza pequeña en la punta y comenzaba a enancharse hacia la base; pero, lo más que le agradaba, era la suavidad de la piel. Hinchada y dura como estaba, era muy resiliente al paso de su lengua. La acarició largamente, sintiendo cómo se mojaba más y más, lo mismo que sentía en su vulva cuando lo succionaba profundo.

Michael había cerrado los ojos, mientras sentía la boca de Rosario acariciando su verga. Quiso empujar para sentirla más dentro de ella, pero ella con su mano en su pecho, lo apaciguó.

"No, espera, cariño" dijo ella casi sin aliento. "trata de no empujar, ya lo harás cuando estés aquí adentro", le dio mostrándole su vulva, y volviendo a introducir su verga siguió chupando esta vez con más fuerza.

De pronto Rosario se detuvo y parándose frente a él, le dijo "hora de que pruebes a tu nena", le dijo tomando su vulva con la mano y presentándosela.

Michael con su verga dura como roca y bamboleando, se levantó y tomándola entre sus brazos, la beso apasionadamente. Rosario, sintió una oleada de calor que recorrió todo su cuerpo al sentir su abrazo. Era como si todo su ser se hubiese trasladado a los comienzos de su relación con su marido; pero, era Michael el que la abrazaba en este momento. Su verga caliente, mojada, dura y palpitante contra su vientre, y ese cálidos brazos que envolvían su cuerpo, le mandaban un mensaje a todo su ser. No es Sheamus, es Michael el que abraza tu cuerpo. Y su excitación crecía más y más.

Michael la deposito suavemente en el sillón, mientras la seguía besando. Rosario se pego a su boca, su lengua buscando la de él, como una posesa. Era una sensación increíble. Ahora, era ella y Michael solamente. El era su amante en este momento, y eso era lo único que importaba.

Michael, dejó su boca lentamente y fue bajando por su cuello, sus pechos. Chupó sus pezones duros como goma. Bajó su boca por el vientre, besando su ombligo, su ingle, hasta llegar a la vulva. Rosario temblaba como una muchacha que recién iba a ser inmolada y dio un gemido de placer, cuando la boca de Michael se apoderó de los labios de su vulva y después del botón de su clítoris.

"Oh, Michael, cariño, eres increíble", le dijo Rosario como en un susurro para ella misma. Dándose cuenta que por primera vez lo había llamado por su nombre. Estrujó sus peños, sintiendo que lo único que le importaba en este momento, era gozar de lo que le estaba entregando este hombre exquisito. Sentía un gozo tan enorme mientras él lamía los labios de su vulva o introducía su lengua dentro de su hendidura, mordía su clítoris, que casi estuvo a punto de decirle "Michael, te amo, te amo", pero lo único que salió de su boca fue: " Sigue, sigue, cariño, así, asiiii....!"

De pronto el cuerpo de Rosario se puso rígido y después se convulsionó de una manera que ella nunca había sentido antes, y de su vulva salieron chorros de líquido que mojaron toda la boca Michael chupaban los labios. Éste pegó sus labios a su clítoris, y el chorro mojó su barbilla. Rosario siguió gimiendo como un cachorro apaleado. El timbre de sus gemidos apenas audibles, como queriendo que sólo los escuchara Michael, su Michael en este hermoso momento.

Busco con sus manos la cabeza de Michael y lo atrajo hacia su pecho hasta que él colocó todo su cuerpo sobre el de ella y Rosario pudo abrazarlo para sentirlo todo suyo.

Rosario, después del sexo oral, quedó exhausta. Ambos, recostados en el sofá se acariciaban. Michael tenía apoyada su cabeza sobre su pecho, el que ella acariciaba con sus largos dedos. Ella recordaba cada detalle de cómo él había besado primero la cercanía de sus muslos, para después llevar su boca hasta su hendidura, para comenzar a succionar los labios de su vulva, para meter su lengua en ella, como si fuera un pequeño pene. Su orgasmo le pareció interminable cuando con su lengua le tomó el botón de su clítoris y jugó largamente con él.

Un estremecimiento de excitación recorrió su cuerpo, mientras recordaba todo eso, desnuda entre sus brazos y sintiéndose protegida no sabía de qué. Pero allí estaban ambos como si se hubieran conocido toda la vida.

Después de unos momentos, Rosario lo soltó y le dijo "¿Michael, quieres algo de beber?, yo por lo menos estoy seca!"

Michael le tomó el brazo con su mano mirándola a los ojos, mientras ella se levantaba del sofá y le dijo: "Lo que tú quieras". Su mano se deslizó por su brazo hasta sus dedos, mientras ella se paraba y se dirigía hacia el bar.

Ese gesto cálido de él, le produjo a Rosario un estremecimiento que se convirtió en un súbito calor en su sexo. Observó que él la había quedado mirando como si ella en ese momento fuera la única persona existente en la habitación. Eso la confundía, porque no podía entender que Michael, a quien había conocido íntimamente sólo hoy, se comportara con ella de ese modo. ¿Era sólo su naturaleza cariñosa, atenta? O verdaderamente ella le atraía. Necesitaba averiguarlo, ya que él sí la atraía y no sólo porque la tenía muy caliente.

Mientras Rosario caminaba desnuda por la habitación hacia el bar, Michael mantuvo su mirada en el esbelto y hermoso cuerpo de Rosario. No podía despegar los ojos de su redondo y parado trasero, cuyas nalgas subían en bajaban con cada paso como una invitación. Sintió que su verga se estremecía.

Rosario, mientras caminaba hacia el bar, seguía dándole vuelta en su mente a estos sentimientos encontrados que tenía en este momento. Se daba cuenta que todo lo que Michael le había hecho y expresado de un modo u otro, ella le estaba dando una significación que la preocupaba. Nunca se había sentido algo así con otro hombre, excepto cuando conoció a su marido Monseñor Sheamus O'Shaunessey. Mientras preparaba los tragos, giro su cara hacia la pareja que seguía en lo suyo. Observó a su marido que seguía fascinado succionándoles los pezones a Faith, al mismo tiempo que le metía los dedos en su vulva. Ella por su parte, no dejaba masajear su verga.

Al mirarlos, se sintió aliviada. 'Diablos, ¿si él está totalmente despreocupado de mí, por qué yo debería no debería estarlo también? Después de todo, él fue de la idea de que nos juntáramos con Faith y Michael. Que se aguante!" Y siguió preparando los tragos

Se volvió hacia Michael, y observó que él seguía mirándola, como si la viera por primera vez. Su cara estaba iluminada por una sonrisa.

Camino lentamente hacia el sofá en donde Michael estaba sentado. Le sonrió a su vez, mientras sentía que su mirada recorría sus pechos, sus caderas, sus muslos, tal como si quisiera comerla, como cuando él la saboreó entera unos instantes atrás.

Cuando estuvo a su lado le paso el trago y le preguntó coqueta: "¿Te gustó lo que viste?"

"No me canso de admirar tu cuerpo, Rosario" le dijo Michael colocando su mano sobre su cadera. Ella le acarició la cabeza y la llevó suavemente contra su vientre plano. Cuando Michael bajo su mano hacia su trasero, ella apretó con fuerza su hombro, presionando su cuerpo hacia él.

Michael, dejó el trago a un lado sobre una mesita y con ambas manos la tomó fuertemente de su trasero, acariciando con boca y su lengua su vientre.

Rosario se estremeció ante esa caricia y abriendo sus piernas las colocó rodeando las de él para apoyarse mejor contra su cuerpo. Miró hacia abajo y vio que su verga rígida ahora, con su cabeza mojada por el líquido pre seminal, apuntaba a la entrada de su vulva. Dejó también el vaso en la mesita y apoyando sus manos sobre sus hombros y comenzó lentamente a bajar sus caderas.

Su hendidura se alineó rápidamente contra la cabeza de la verga de Michel, que se deslizó rápidamente en su vulva mojada. Pero ella, quiso alargar la sensación de esa verga dura, gruesa y caliente que se había incrustado en su vulva.

Poco a poco sintió que Michael entraba en ella. Sólo hasta que sus nalgas estuvieron apoyadas en los muslos él, pudo apreciar que lo tenía todo en ella, profundamente porque su vulva ahora palpitaba alrededor de todo su tamaño.

Rosario, apretadas su caderas contra él, le colocó sus brazos en el cuello y mirándolo ansiosa, lo besó en los labios. El la envolvió en sus fuertes brazos y devolvió su beso, buscando con su lengua la lengua de Rosario. Así se mantuvieron abrazados por largo tiempo, disfrutando esa unión total de sus cuerpos.

Pronto la excitación que generaba esa inmovilidad fue demasiado para su vulva y Rosario comenzó a mover sus caderas primero hacia arriba y hacia abajo para sentir a Michael deslizándose dentro de ella, y después hacia adelante y atrás para que su clítoris se frotara contra su hinchada verga.

Fue en ese momento cuando Rosario sintió que tenía que expresar todo lo que sentía a Michael y comenzó a gemir al mismo tiempo que le susurraba al oído.

"¡Encanto, te voy a culear con mi concha hasta que me pidas que me detenga! ¡Tu pico me tiene loca! ¿Sientes como mi concha te succiona tu pico! ¡Eso, búscame con tu pico! ¡Quiero que sientas que mi concha es toda tuya!"

Y movía frenética sus caderas que Michael tenía aprisionada entre sus manos.

"¡Eso es, preciosa, mueve ese culo!"

En un momento de pasión, Michael no pudo seguir ese rol pasivo que le estaba imponiendo Rosario tomándola del culo, en un tremendo esfuerzo la alzo y girando su cuerpo, la deposito sobre el sofá, sin sacarle un centímetro de verga de su vulva.

Rosario en ese momento, sintió su enorme penetración y su vulva apretó y apretó y ese momento llegó su orgasmo como una tromba, que generó un chorro de líquido, mojando todo alrededor en el mismo momento en que Michael comenzaba a llenar su vulva con su semen.

Enloquecida de placer, besó frenética a Michael mientras su cuerpo no cesaba de temblar.

Cuando finalmente descansaron, Rosario se dio cuenta que un nuevo capítulo comenzaba en su vida y ya nunca la cosas continuarían como antes, para ninguno.

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