El Feriante. Parte 04.

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El respecto es mutuo, la amistad se vuelve más profunda.
4.3k palabras
4.5
443
00

Parte 4 de la serie de 12 partes

Actualizado 06/11/2023
Creado 03/08/2022
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Esta historia es una traducción del texto original The Carny escrito por BHART1. Al final del capítulo añadiré un enlace al original. Agradezco desde aquí a BHART1 por darme su permiso para traducir su historia y poderla publicar.

*****

4ª Parte:

Me desperté el miércoles por la mañana encontrándome a Roy recostado en la cama con las sábanas hasta la cintura y mirándome.

"¡Buenos días! ¿Listo para tu día libre?"

Me froté los ojos para espabilarme y dejé que mis ojos se embebieran de su corpulencia semidesnuda. Me aclaré la garganta.

"Buenos días... suena bien... ¿qué tienes en mente?"

"¡Para empezar un desayuno, por supuesto!", dijo con una carcajada.

Se deshizo de las sábanas y se sentó sobre el lado de la cama que daba hacia mí. Mis ojos captaron sin ningún tipo de obstrucción aquel delicioso bulto en la pernera izquierda de sus boxers. Se habían deslizado un poco durante su maniobra acrobática para revelar un poco de sus grandes y peludos testículos.

Mi corazón empezó a latir con fuerza. Mantuve mi punto de vista, fingiendo una continuación del estupor matutino que él acababa de disipar. Fijé mi fingida mirada somnolienta sobre ellos.

Luego apoyó las palmas de las manos en las rodillas y vi que los bloques gruesos y peludos de su pecho se tensaron. Sus eróticos pezones parecían estar mirándome a mí, totalmente erectos con el frío de la habitación.

"Me ducharé mientras terminas de espabilarte," dijo mientras se ponía de pie y andaba hacia el cajón de su cómoda.

Los enormes músculos de sus pantorrillas se veían fortísimos mientras se alejaba de mí. Me maravilló lo claramente definida que estaba la separación de las cabezas interior y exterior.

Una vez que tuvo lo que necesitaba de su cajón, se giró de lado y caminó hacia el baño, sus gruesos hombros echados hacia atrás como el infante de marina que una vez había sido, y su gran pecho descansando cómodamente sobre esa barriga de campeonato. Me fijé por primera vez en la apariencia casi inclinada hacia atrás que tenían sus piernas cuando estaba en posición erguida.

Me sentí como si hubiera muerto y estuviera en el cielo. Deslicé una mano por dentro de mis calzoncillos una vez que oí cerrarse la puerta, y jugué con la furiosa erección, que una vez más, me había inducido.

Cuando salió del cuarto de baño, llevaba puesto unos pantalones caquis y otra camisa de manga corta, desabrochada y hermosamente mostrando su torso curvo y peludo.

"Es todo tuyo," dijo de forma casual.

Me moría por saber cómo sería eso si realmente fuera "todo mío". Me quedé quieto, demasiado duro para arriesgarme a mostrarme bajo su mirada.

Casi como si percibiera mi apuro, dijo: "Necesito abrir el capó y darle una vuelta a la camioneta."

Y con eso, salió. Me apresuré en coger lo que necesitaba de la cómoda y corrí al cuarto de baño con mi erección en el interior de los calzoncillos antes de que pudiera regresar.

Rápidamente, me puse a machacármela hasta correrme, luchando con todas mis fuerzas para silenciar cualquier sonido vocal durante mi intenso orgasmo. Cuando salí, estaba sentado en la mesilla con la cortina abierta una vez más. Vi por las manecillas verdes fosforescentes de su despertador de cuerda, que eran casi las nueve y media, y rápidamente me puse los zapatos.

"¡Vamos a comer! Tengo tanta hambre como..."

"¿Un oso?", rápidamente Roy finalizó mi frase.

Esas adorables patas de gallo flanqueaban sus ojos brillantes mientras me lanzaba esa sonrisa totalmente cautivadora.

"Lo sabes", le devolví la sonrisa.

Nos montamos en su camión. Me encantaba ir en ese cacharro viejo con él; con las ventanas hacia abajo y ese cálido aire sureño arremolinándose a nuestro alrededor. Él era tan ancho que, solamente sentándome a su lado, ya producía una cercanía que encontraba emocionante.

Recorrimos la calle principal en busca de un lugar para desayunar que pensó que parecía estar bien. Divisó otro autorrestaurante reconvertido como el Gold Star.

"¡Ese!", exclamó y se dirigió directamente hacia él.

Estuvo más que a la altura de sus expectativas y poco antes de las once estábamos afuera. Descansó sus antebrazos carnosos en el camión mientras se apoyaba en él y pareció que me observaba.

"¿Y ahora qué?", pregunté.

"¿Qué tal si simplemente nos vamos de exploración por ahí?"

Nada me sentaba mejor que más tiempo apretujado en el camión con él. Tenía un don para la conversación, la cual fluía como el agua mientras íbamos de viaje. Nunca hubo ni un solo silencio incómodo como los que solía experimentar con la mayoría de la gente de su edad.

Al final nos dirigimos fuera de los límites de la ciudad hacia el campo. Se desvió de la autopista de dos carriles hacia un camino de grava, solamente para ver a dónde conducía. Dimos vueltas por allí hasta que eligió al azar uno de los caminos de tierra que encontramos y giró a la derecha.

Nunca dudé que sería capaz de localizar el camino de vuelta cuando decidiera que era hora de regresar, y simplemente, seguí mirando el hermoso paisaje. Mi confianza en mi guardián gigante era completa e infalible.

"Este se parece a algunos de los lugares cerca de mi casa," dije, "aunque creo que no debería sorprenderme."

"¿Y por qué no?"

"Kentucky fue en su origen parte del condado Jefferson de Virginia," le dije.

"¡No sabía eso! Supongo que cada día aprendes algo nuevo. ¡Eres inteligente, caballero!".

Pareció sorprendido e impresionado de que yo supiera algo de la geografía del lugar que él no conocía. Me hinché de orgullo ante él al conferirme el título de 'caballero'.

Tampoco era que me disgustara cuando me llamaba 'campeón'. En realidad, siempre me hizo sentir un poco como Gilligan al capitán del barco de la serie de televisión, y ellos siempre mantuvieron una relación que me intrigaba.

Pero cuando el 'caballero' se posó en mis oídos me sentí como que mi estatus ante sus ojos había ascendido. Me gustó mucho la idea.

Llegamos hasta un arroyo de buen tamaño y paramos cerca de su orilla. Estaba muy apartado y tranquilo. Nos salimos.

Se agachó y metió los dedos en el agua.

"Está fresca, pero no fría", observó, "Me pregunto si estará lo bastante profundo para poder nadar".

"No lo sé. Si hubiera tenido la más mínima idea de que íbamos a toparnos con un sitio como este, me hubiera traído el bañador para averiguarlo."

Alzó su mirada hacia mí y una sonrisa astuta surgió en su cara.

"Cuando yo era niño, siempre nos bañábamos desnudos cada vez que nos encontrábamos con algún sitio que pareciera ser un buen pozo para nadar."

No podía creer lo que me estaba sugiriendo. El pensamiento de no tener ninguna forma de esconder mi inevitable erección me asustó terriblemente, pero pensar que vería a mi ídolo completamente desnudo al fin era una tentación demasiado fuerte de resistir.

Le di la espalda y rápidamente me quité hasta la última prenda de ropa, luego me alejé hasta que el agua me llegó al ombligo y supe que era seguro volver dándole la cara. Para mi sorpresa él todavía seguía con la ropa puesta. Pensé que tal vez me había convertido en el blanco de alguna broma atípicamente mezquina.

"Me parece que está bien de profundidad", dijo.

Para mi alivio, comenzó a quitarse la camisa. Me contenté con disfrutar de su espectáculo mientras terminaba de desvestirse.

Bajó la puerta de su camioneta y colocó sus prendas sobre ella a medida que se las quitaba. Luego, completamente desnudo, recogió concienzudamente la pila de ropa que yo había dejado, e hizo lo mismo con ella.

¡Él era hermoso! El pelo formando un patrón como un reloj de arena que decoraba su pecho y su barriga, se arrastraba hacia abajo y se ensanchaba en un tupido pubis que se abría en abanico alrededor de sus caderas para vestir las mitades inferiores de sus espectaculares nalgas. Sus muslos naturalmente musculosos no eran tan peludos como la parte superior de su torso y sus piernas estaban casi desnudas, lo cual ya sabía.

Su poderosa corpulencia se movía acorde a su paso autoritario mientras caminaba hacia la ribera, pero no estaba preparado para lo mucho más autoritario que parecía con sus bolas de toro y su polla gorda y encapuchada moviéndose al ritmo de sus pasos. Mis comparativamente modestos atributos se tensaron dolorosamente al sufrir una erección en el agua.

Roy se detuvo en la orilla del arroyo y perezosamente se rascó el escroto caído que descansaba contra el comienzo de sus magníficos muslos.

"¿Cómo está la temperatura ahí?"

"Como dijiste... fresca, pero no fría."

"¿Cómo está el suelo... embarrado o arenoso?"

Continuó rascándose despreocupadamente las bolas, como si estuviera figurándose cómo sería la sensación del agua sobre ellas.

"Arenoso. ¡Venga, ven para acá, gallina!", le provoqué.

Su hermosa barriga se agitó con la risa mientras lentamente llegaba a la profundidad que yo había alcanzado, su profunda voz de barítono resonaba en los abedules del río que nos rodeaban. Caminó hacia mí hasta que estuvo lo suficientemente cerca para tomar mis hombros en sus enormes manos y luego me dio un apretón juguetón.

"Tienes razón... se siente bien... refrescante", dijo.

De repente me levantó un poco y sin esfuerzo me arrojó lejos de él, dándome mi primer indicio de la sorprendente fuerza que poseía. Me agité impotente hacia atrás en el agua y mi rostro se sumergió momentáneamente.

Cuando subí, su risa resonaba de nuevo entre los árboles.

"Llámame gallina, ¿quieres?".

Me abalancé sobre él con un feroz estallido de fuerza, plantando las palmas de mis manos en la grasa superficial que cubría sus enormes hombros. Me sorprendió lo que sentí cuando se hundieron en el denso músculo que había debajo. Se mantuvo firme y se rio con desdén de mi inútil esfuerzo.

De nuevo lo embestí, y una vez más me provocó con la risa. Empecé a enfadarme y embestí de nuevo... y luego otra vez. En ningún momento aprovechó su tamaño para repelerme, pero tampoco bajó la guardia.

En mi quinto intento, estaba casi ciego de rabia por su ventaja gravitatoria natural y arremetí con tanta fiereza que finalmente derribé al gigante. Se cayó de espaldas en el agua con un sonoro chapoteo.

Cuando volvió a subir, mis ojos estaban pegados a la lámina de agua que caía en cascada por su vasta convexidad, apelmazando el vello áspero de su cuerpo y goteando hacia el arroyo como una cascada desde su vientre. La luz bailaba en las gotas brillantes que aún se aferraban a su piel curtida. Me pareció que nunca antes había tenido la polla tan dura.

"¡Buen trabajo!", dijo con una cálida risa, "necesitaba saber de qué material estás hecho. Espero que no te haya hecho enfadar demasiado."

Se limpió el agua de los ojos cerrados con ambas manos. Sus pectorales se apretaron para formar una hendidura profunda y sexy.

"Diablos, no, Roy", dije, sonriendo por mi logro, "pero seguro que nunca antes tuve que esforzarme tanto para darle una ahogadilla a alguien. No estás enfadado, ¿verdad?".

Sonrió con aprobación.

"Ni lo más mínimo, hijo. Verás, si te hubiera seguido la corriente... y hubiera fingido caerme sin habértelo hecho currar como lo hiciste, no tendrías esa sonrisa de satisfacción personal que tienes ahora."

"Si, señor, le comprendo totalmente," le respondí, confirmando que había entendido que le estaba hablando como mi jefe.

"Tengo buenas sensaciones sobre ti, campeón", dijo sonando satisfecho.

Entonces sonrió y me salpicó agua en la cara.

"¡¡Y tranquilo con eso de llamarme 'señor'!!"

Se marchó nadando antes de que yo pudiera devolvérsela. El tamaño de sus nalgas moviéndose junto a las poderosas patadas de sus enormes piernas, el tremendo ancho de su espalda y la redondez de los músculos de sus hombros mientras nadaba con esos brazos increíblemente gruesos, hizo que todo mi cuerpo se congelara en una profunda admiración.

Nunca había visto a nadie crear una estela en el agua del tamaño de la suya mientras nadaba hábilmente. Parecía que cada pequeña cosa que hacía, cada pequeño movimiento que hacía, era nada menos que un testimonio de la gloria de su tamaño y fuerza.

Decidí no ir tras él, prefiriendo simplemente disfrutar de sus elogios mientras flotaba sobre mi espalda. Cuando mis caderas salieron a la superficie, observé con horror cómo mi erección salía del agua para formar un ángulo sobre la parte inferior de mi abdomen. Lo sumergí presa del pánico y me sentí aliviado al ver que Roy aún se alejaba nadando cuando mis pies tocaron fondo nuevamente.

Chapoteamos y nadamos durante otros treinta minutos antes de que Roy anunciara que iba a secarse al aire en la gran roca plana que señaló entre el camión y la orilla del agua. Empecé a seguirlo antes de darme cuenta de que todavía estaba luciendo la imperdonable erección que no había bajado desde la primera vez que vi su cuerpo completamente desnudo. Me detuve en seco.

Lo vi llegar a la roca y luego volverse para sentarse. El suave balanceo de los enormes atributos que colgaban de entre sus poderosos muslos mientras se agachaba solo empeoró mi condición.

"¡Oh, pensé que venías detrás de mí!", me gritó cuando me vio todavía en el agua.

"Es que... yo..."

"¿Pasa algo?"

"No, verás... es que..."

Una sonrisa familiar cruzó su cara, "¿Se te ha puesto dura?"

Asentí con vergüenza. Se rio.

"Eso nos pasa a todos, Eddie. Hay algo en estar desnudo en la grandiosidad de la naturaleza que hace que se nos levante cuando menos te lo esperas. No hay nada de lo que avergonzarse. ¿Crees que nunca se me puso dura en frente de otro tío haciendo esto? Pues mira, dura se me puso mientras intentabas derribarme. No hay necesidad de ser tímido."

Esa noticia me sorprendió. Volví a caminar penosamente hacia él, deteniéndome para reunir valor justo antes de que saliera a la superficie y luego, decidiendo tomarle la palabra. Cogí aire fuerte y me descubrí ante él.

"Bueno, bueno... ¡ESO es algo de lo que no deberías sentirte avergonzado en absoluto!", dijo con una risa fuerte.

Claramente, no se sentía ni un poco cohibido por mirar directamente a mi cuerpo desnudo, incluso con mi erección apuntando hacia él. Me hizo sentir mucho menos sospechoso por hacer lo mismo con el suyo.

Eso me ayudó. Él parecía estar bien así.

En realidad, su polla empezó a hincharse. Lo miré directamente mientras serpenteaba por su saco regordete, la gran cabeza de color carmesí comenzaba a asomarse como una tortuga desde su vaina de color oscuro.

"Parece que se está contagiando", dijo, sonando totalmente despreocupado.

Dio unas palmaditas en la roca a su lado, "Vamos... siéntate".

Mientras nos mostrábamos libremente el uno al otro, me sorprendió descubrir que, por fin, mi dureza 'prohibida' se cansó de atormentarme. Al comprobar que estaba notando su propia dureza, me di cuenta de que, en algún momento mientras estábamos sentados hablando de trabajo, había hecho lo mismo y una vez más se cubrió la punta con el prepucio de forma que estuviera más cómoda.

Me emocionó saber lo fácil que era estar desnudo con él.

"'¡Vamos a vestirnos y a por una hamburguesa!", sugirió una vez que estábamos secos.

"'¡Suena genial!"

Nos pusimos en pie y anduvimos hasta su camión.

"Gracias por cambiar mi ropa de sitio," dije mientras llegábamos.

"De nada. ¿Te importa secarme el culo?"

Me pasó sus boxers.

"No."

Los cogí. Me sentí totalmente cómodo inspeccionándolo e incluso pasando mis dedos cubiertos por la tela por su raja para asegurarme de que el trabajo se hacía minuciosamente.

"Venga... ahora te seco yo."

Le pasé los calzoncillos y él los usó también en mí. Vigorosamente, sacudió la arena de ellos y nos vestimos.

Como había supuesto, no tuvo ningún problema en encontrar el camino hacia la autopista.

"Creo que esto ha sido lo más divertido que he hecho nunca, Roy. Nunca antes me había bañado desnudo. Creo que sé lo que me gustaría hacer en los días libres que tengamos a partir de ahora."

Él puso una de esas miradas de 'hey, qué monada' en su cara.

"Bueno, todo el mundo debería hacerlo una vez... o más de una si surge la oportunidad. Suponiendo que podamos encontrar otros pozos adecuados para nadar, ¡cuenta con ello, campeón!"

Por lo general, a esa edad, me ofendía terriblemente que los adultos me miraran como él. Mientras nos dirigíamos de regreso a la ciudad, me encontré luchando por entender por qué me había parecido tan reconfortante viniendo de él.

Encontramos un puesto de hamburguesas y nos lo llevamos a la habitación para comérnoslas allí. Roy anunció que quería dormir una siesta. Esta vez, cuando se quedó en calzoncillos, hice lo mismo.

Que él ya hubiera estado mirándome con una erección, e incluso habiendo estado parcialmente duro delante de mí, hizo que la perspectiva de lucir una en su presencia fuera totalmente inofensiva. Parecía complacido por mi nuevo nivel de comodidad con él y, cuando nos estiramos en nuestras camas, simplemente rodó sobre su costado de espaldas a mí.

"Pon la tele si quieres. No me molesta en absoluto."

Empezó a roncar casi inmediatamente. Me levanté y la encendí para ver un concurso. La señal no era buena al estar tan alejados de cualquier tipo de ciudad.

Pronto me decanté por mirar mejor a Roy mientras dormía. Podía apostar lo que fuera que este era el espectáculo más fascinante de la ciudad.

Después de despertarse, nos fuimos naturalmente a buscarle otra cena tamaño gigante. Cuando volvimos a la habitación jugamos al póquer con cerillas el resto de la noche en lugar de soportar la mala recepción de la televisión.

"Todo el mundo tiene alguna pequeña cosa que le delata. No importa lo bueno que un tío sea, no importa lo leves que sean sus tics... siempre hay algo si miras con determinación. Es lo que se llaman 'evidencias'," me instruyó.

Procedió a quitarme el montón de cerillas tres veces. Intenté como un loco seguir sus consejos y lo estudié cuidadosamente en busca de las señales que me aseguró que tenían que estar en algún lugar de su semblante. No encontré ni una.

"Al final llegarás a conocerme," me consoló en su típico tono jovial, "En esto no te puedo ayudar porque ni siquiera yo sé las que son. Por eso se llaman evidencias. Vamos a dormir un poco."

A la mañana siguiente fuimos al recinto ferial para planear dónde iría cada cosa. Antes del mediodía llegó la caravana.

Al ser mi primer montaje, Roy me mantuvo cerca y a mano. Me puso de pareja con otro hombre de un tamaño aproximado al mío para el otro lado de varios objetos pesados que teníamos que cargar a mano, siendo de lejos el hombre más fuerte del recinto.

Para algunos de los levantamientos más pesados, incluso tuvo que llamar a un tercer trabajador para ayudarnos a soportar nuestro lado.

Todo el mundo trabajaba como caballos de arado para finalizar el trabajo. Los modales, rápidamente y con frecuencia, se perdían por el camino al ver que las cosas se hacían con rapidez y forma. Nadie pareció sentirse ofendido cuando se le gritaban las órdenes y luché para que fuera totalmente claro que no esperaba ningún tipo de consideración especial en ese punto.

El sol empezó a calentar las cosas bastante, y sobre la una y media, todos empezamos a desembarazarnos de las camisas. Roy estaba gastando más energía en su parte de los trabajos que lo que gastábamos el otro hombre y yo juntos, y a veces cuando éramos tres. Cuanto más trabajaba, más se inflaba su masa muscular y no dejaba dudas en la mente de nadie de qué pasta estaba hecho, o por qué era la elección natural para liderarnos.

Nunca había visto un espécimen físico tan magnífico en mi vida, pero las exigencias de nuestro trabajo me dejaban poco tiempo para saborear lo que mostraba. El único objetivo que tenía ante mí era ganarme la aceptación de todo el equipo y, lo más importante para mí, de Roy. Al anochecer teníamos todo funcionando, todas las luces parpadeando y la música del organillo bombeando a través de los altavoces.

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