El Feriante. Parte 04.

Varios de los feriantes que parecían mirarme con recelo el día que me presentó, se acercaron para decirme la gran ayuda que había sido. Estaba eufórico... agotado, pero eufórico.

Cuando Roy se acercó después de sus rondas, todavía sin camisa, me tomó por debajo del brazo y me abrazó a su lado. Nuestros cuerpos empapados de sudor estando piel con piel esa primera vez casi me hizo correrme en mis vaqueros. Me acompañó hasta el círculo de barricadas que marcaba el área de admisión en la carpa grande, hablando mientras avanzábamos.

"No tengo ninguna duda de que me escuchaste al hablar fuerte y claro ayer, Eddie. ¿Te has dado cuenta de que te has ganado a algunos de los feriantes más cascarrabias que existen en la verde tierra del Señor, no?

"Esa fue mi intención."

"Pues bueno, lo hiciste del carajo. He estado revisando cada centímetro cuadrado de este lugar durante la última hora y no he llegado a escuchar ni un quejido ni un comentario sarcástico. Por lo concerniente a ellos, estás dentro del equipo... y por lo que a mí respecta, también."

Casi quería llorar de la felicidad de haberme ganado ese tipo de halagos por su parte. Superó con creces mis esperanzas al comenzar ese día de trabajo intensivo.

Parecía tener una idea bastante clara de que su imponente presencia hacía que la gente ansiara su aprobación. Si alguien se ganaba tal reconocimiento, nunca vi que no se lo diera.

Una vez dentro del círculo de barricadas, se subió al podio elevado de pregoneros que estaba armando cuando lo conocí por primera vez. Infló su enorme pecho más allá de lo que había visto hasta ese momento.

"¡TODO EL MUNDO PARA ACÁ!!", retumbó.

Su voz dominante de barítono era tan fuerte que pensé que debía haber sido amplificada de alguna manera.

En cuestión de minutos, el resto del equipo se reunió frente a él. Me sorprendió ver cuántos eran cuando los vi a todos juntos. Solamente los había llegado a ver esparcidos por el recinto ferial.

Roy me pareció magnífico mientras le prestaban atención... como un Hércules de la vida real, solo que con una barriga y un pecho en forma de bola peluda.

"¡Sé que digo esto todo el tiempo, pero en lo que a mí respecta, no puedo cansarme de decirlo! ¡Vosotros, cada uno de vosotros... desde el más grande al más pequeño... del más fuerte al más débil... sois el maldito mejor grupo de feriantes que cualquier hombre podría pedir! Quiero agradeceros a CADA UNO de vosotros TODO lo que habéis hecho hoy... y creedme, ¡habéis hecho muchísimo! Vamos a tener una semana infernal... pero sobre todo... ¡vamos a pasarlo MUY BIEN! ¡Ahora id a relajaros... y a descansar! Os veo a las ocho en punto... y no lo olvidéis, ¡mañana es DÍA DE PAGA!"

Una ovación casi ensordecedora surgió del equipo cuando terminó y luego se disolvieron lentamente hacia sus caravanas. Roy se acercó a mí después de responder a todas las preguntas individuales que le hicieron mientras la multitud se reducía.

"Vamos a buscar nuestras camisas, campeón. No sé tú, pero estoy que me muero del cansancio. ¿Te parece bien si cogemos una cena de pollo del Colonel y luego la cagamos en la habitación?"

Lancé un profundo suspiro y bajé la cabeza.

"Suena perfecto," confirmé.

Regresamos a la habitación con el pollo y procedimos a quitarnos la ropa empapada de sudor uno frente al otro. Roy arrojó sus pantalones en su silla para sentarse mientras me dejaba ducharme primero.

Salí y saqué algunos calzoncillos nuevos de mi cajón. Me los puse y extendí mi mano hacia el baño como un ujier.

Se puso de pie y desapareció en él. Un poco más tarde salió, y ni siquiera se molestó en ponerse unos calzoncillos nuevos. Simplemente, se dejó caer desnudo en su silla y abrió la caja de su cena.

"No hacía falta que me esperases, campeón. Sé que debes tener tanta hambre como yo."

"Tampoco tú tenías por qué esperarme, pero lo hiciste. Además, me gusta tener a alguien con quien comer."

Pareció sorprendido y halagado cuando alzó la vista hacia mí.

"En realidad," continué, "si no te importa, creo que me voy a poner también cómodo."

Me levanté y me bajé los calzoncillos, los extendí en mi silla y me volví a sentar.

Sonrió y me abrió la caja.

"Ni lo más mínimo," dijo.

Devoramos nuestra comida, y luego tiramos la basura y nos lavamos la grasa de las manos.

"No puedo mantener los ojos abiertos ni un minuto más," le dije.

Dejé mis calzoncillos en mi silla y me deslicé en la cama desnudo mientras él miraba.

Caminó entre nuestras camas y dobló sus sábanas hacia atrás, luego abrió las piernas y se sentó. Me encantaba la forma en que su vientre firme descansaba sobre su regazo.

Ya no sentí la necesidad de desviar la mirada cuando lo vi agacharse y estirarse el escroto para estar más cómodo. Parecía tan hermoso con esos huevos colgando de forma tan confortable sobre el filo del colchón. Cuando se estiró hacia atrás para jugar con las sábanas detrás de él, su polla se tambaleó y se acomodó en ellas. Dios, si mis brazos no hubieran estado tan muertos de cansancio en ese momento, me habría sentido perfectamente a gusto dándole una ronda de aplausos.

Una vez que tuvo todo a su gusto, se deslizó debajo de las sábanas y las colocó bajo sus brazos.

"Buenas noches, socio" dijo mientras apagaba la luz.

"Buenas noches," respondí.

Nos quedamos allí unos minutos mientras esperaba escuchar el bienestar de su ronquido.

"Me gusta más así... bastante más", entonó Roy con satisfacción.

Sentí que nos estábamos acercando. Era algo agradable.

"A mí también, Roy."

Un par de minutos más tarde, el suave ronquido que tanto anhelaba comenzó a flotar en el aire.

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Texto original: https://www.literotica.com/s/the-carny-pt-04