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Mi novia me conocía más que lo que yo creía conocerme.
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Parte 18 de la serie de 46 partes

Actualizado 09/07/2023
Creado 08/08/2023
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Llevo saliendo con Julia aproximadamente un año y eso porque según ella, yo le gusté tanto que fue la que tomó la iniciativa de conquistarme pues la verdad nunca he sido el tipo de hombre que "le caen" a una mujer. En realidad, ahora que lo pienso, con la mayoría de las mujeres con las que he tenido algún rollo ha sido igual.

Juliana sin duda es un poco diferente y para mis amigos un tanto machorra, lo deben decir por su cabello corto y su voz ronca, pero a mí la verdad me encanta como es, nada delicada y si le toca ponerse un overall para pintar, lijar o martillar lo hace con gusto, no se limita a un papel de princesa por ser mujer.

Sus padres son demasiado liberales, la han dejado desarrollarse tal y como quiere en vez de implantar un molde o un estilo de vida a seguir, nada de muñecas y vestidos rosa, a no ser que fueran su propia elección. Desde que me los presentó, me sorprendió que no le dijeran nada por llevarme rumbo a su habitación a puerta cerrada, ni mucho menos por pasar la noche o hasta el fin de semana; lo único que le piden es que se cuide.

Ella sin dudas es la que lleva las riendas de la relación, es atrevida, le gusta probar cosas nuevas y no tiene miedo a que le diga que no... y yo encantado, eso le da un aire diferente a mi vida.

---

La segunda vez que lo hicimos, estando muy borrachos, en medio de una 69 se abrió de piernas me encaramo los pies por detrás de las axilas y al poder ver sus dos agujeros al tiempo me pidió que le chupara el trasero. Me tomó un poco por sorpresa su petición, pero como su novio obediente lo hice.

Juliana gemía como loca, era increíble lo caliente que se ponía con solo tocar su asterisco con la punta de mi lengua, ni que decir cuando daba vueltas alrededor o cuando empecé a chupar y meter la lengua, no tardo en aparecer uno de sus dedos y hacerme compañía, lo llenaba de saliva en mi boca, lo metía y sacaba como si me estuviera enseñando cómo hacerlo.

Meter un dedo por allá me voló la cabeza, era demasiado placentero y diferente, muy diferente a la calidez de una vagina y hasta requería ser un poco rudo y persistente para lograr sobre pasar esa barrera de resistencia que hay antes de entrar, pero por la forma en que Juliana se movía tenía que ser demasiado placentero.

Juliana buscaba la forma de no gemir demasiado, se atragantaba con mi miembro en la boca o bajaba por toda la longitud y se metía mis bolas para llenarse la boca y pasarme la lengua entre ellas. Regreso a mi miembro para llenarlo de saliva en exceso y vaya sorpresa cuando siguió su camino pasando de largo por mis bolas. Mi miembro se resbalaba entre sus senos y con la punta de su lengua daba círculos alrededor de mi asterisco, fue como si un rayo atravesara mi cuerpo y me quedé pasmado unos segundos tratando de asimilar lo que debía sentir.

Al principio me disgustó, no era un lugar en el que se supo que un hombre deba disfrutar, pero la sensación de placer era tan irresistible que quién terminó gimiendo encantado fui yo. Ella de alguna forma notaba que con su lengua penetrando mi trasero y sus senos masturbando mi glande estuve a punto de venirme un par de veces. Ella me apretaba la base de los testículos para evitarlo y luego volvía a meterse detrás.

Hasta que no se aguantó, bajó sus piernas, me quitó de encima y de un solo salto se me montó encima quedando debajo de ella y mi miembro separando sus nalgas. Cogió uno de los condones de la mesita de noche y lo llevó a la boca para rasgarlo con sus dientes, levantó una ceja, curveo sus labios y lo tiró lejos.

- Mejor te voy a comer con mi culo

Atentos a esa frase, miren la forma en que ella dice "te voy a comer". Ese es precisamente su inconsciente a flor de piel, ella es la que se come a los hombres, no al revés y de alguna me encanta que lo haga, que me domine. Sabía que no era una pregunta, era una afirmación.

Se que le encantaba mi cara de terror, porque sabía que nunca lo había hecho antes de esa forma y era la primera vez que lo íbamos a hacer sin preservativo. Nervios mil, pero al menos estaba seguro de que por allá no iba a poder dejarla embarazada.

Se inclinó a la mesita de noche, abrió un cajón y sacó una botellita con lubricante. Se llenó la mano y lo esparció sobre mi miembro, volvió a llenarse los dedos y los llevó a la retaguardia, por su cara podía apostar que también se aplicó un poco en el interior con la ayuda de sus dedos.

Levantó mi miembro de forma vertical y se lo acomodó entre las nalgas cerrando los ojos y apretando sus labios. La sensación era demasiado diferente, a pesar de estar lubricado no entraba fácil como estaba acostumbrado con su vagina cuando ya estaba caliente. Se sentía apretado y un poco forzado, apretaba los ojos y los labios con una leve expresión de dolor, pero cuando se terminó de sentar, abrió su boca exhalando un gemido, curvando sus labios y mirándome a los ojos con su nariz y cejas arrugadas de forma intimidante.

Se acercó para darme un beso, me tomó las manos y las colocó sobre mi cabeza. Las sostuvo con tanta fuerza con una de sus manos que de verdad me dolían las muñecas. Se levantó curvando su espalda y movió sus caderas un par de veces con una expresión total de placer. Me pasó la lengua por el lóbulo y metió su lengua en mi oído.

- Javier, no te vayas a venir hasta que te diga

Confirmé con mi cara porque ni me atrevía a hablar, me sentía como si estuviera acorralado por una fiera. Se apoyó en mi pecho, cerró los ojos y empezó a cabalgar como si no existiera un mañana. No llevaba ni 5 minutos y ella ya podía ver mi cara de sufrimiento tratando de aguantar su orden.

- Te dije que no

Empecé a mover mi cara a los lados negando, tratando de decirle que no iba a poder aguantar más, ella me miró con rabia, se quedó quieta por unos segundos y me colocó su mano en mi cuello cortándome la respiración.

- ¡Cuidadito!

Retomó el ritmo y mi cara de angustia regresó, sentía que si ella volvía a subir sus nalgas y volverlas a bajar una vez más no iba a aguantar. Me miró con furia y empezó a apretarme el cuello, era tanto el dominio que provocaba en mí que de alguna forma lograba apaciguar esas ganas. Mi cara se transformó, era imposible no disfrutar esa tortura y entre más me retorcía ella más lo disfrutaba.

De alguna forma logró alejar las ganas tan intensas de venirme y empecé a disfrutarlo sin preocuparme de incumplir su orden. Me soltó las manos, cerró los ojos y se acomodó completamente vertical, me cabalgaba con su trasero, dejando marcas de sus uñas por todo su cuerpo, estirando sus pezones y agarrando sus senos con fuerza. Se colocó su dedo índice sobre los labios para que hiciera silencio y la miré un poco extrañada porque la verdad ella era la que estaba gimiendo más duro. Sus labios se curvaron, levantó una ceja y me miró directo a los ojos como una demonia poseída por el placer.

- Shhhh, no vayas a hacer ruido

Ahora no brincaba, solo movía sus caderas de adelante a atrás o en círculos, despacio suntuosamente sin que se le borrara esa sonrisa pervertida. Se apretaba los senos sensualmente, bajó una de sus manos y empezó a acariciar su clítoris, cerró los ojos y levantó su cara al cielo.

- No te vayas a venir --repitió--

Apretó sus piernas, sus nalgas, su vientre y se tapó la boca para que no la fueran a escuchar sus padres. Su cara, su cara, maldita sea tanto placer en cada expresión. Se tumbó sobre mi pecho jadeando y sonriendo.

- Ya va ser tu turno --lo decía de una forma divertida--

Se levantó de repente apoyándose en mi pecho, arrugó su nariz y sus labios, lo sacó y lo metió un par de veces de forma ruda. Me sacó la almohada de la cabeza y levantando su ceja me dijo.

- Es para que no te escuchen

Me la colocó en la cara, apoyando su mano justo sobre mi boca. Ahí vamos de nuevo, una cabalgata bestial y desenfrenada, sus nalgas subían y bajaban con rapidez. Con su otra mano me agarraba de los testículos y sentía como empujaba hacía ella cada que descargaba todo el peso de su cuerpo para meter hasta el último milímetro de mi miembro.

El lubricante estaba empezando a faltar, era hora de otra ronda, pero ella no pensaba detenerse para hacerlo. Cada que lo metía, sentía la piel de mi miembro estirarse como si me la fuera a arrancar. La almohada cada vez estaba más metida en mi boca, la mordía para poder soportar. Bajó un poco la intensidad y de repente empiezo a sentir como con la misma mano que sostiene mis testículos recupera la humedad de sus orgasmos y lo lleva a mi agujero, juega con su dedo alrededor y me quiero morir de placer, empuja con más fuerza la almohada al sentir mis gemidos y me agarró de su brazo buscando como quitarla de mi cara.

- Shhh shhhhh --me sesea tratando de calmarme--

Acaricia con gentileza, tomó aire y respiro profundo un par de veces hasta que me dejo llevar por ella. Colocó mis manos en sus muslos y las aprieto cuando empiezo a sentir que su dedo se abre paso dentro de mí, muerdo la almohada para no gritar. Al principio es un poco doloroso e incómodo, pero en pocos segundos siento tanto placer que ahora muerdo y lleno de saliva la almohada para evitar que mis gemidos los escuchen sus padres.

- ¡Todavía no! --repetía insistentemente entre gemidos--

Ya estaba a punto de explotar y la única forma en que pude avisarle fue colocar mis manos en sus caderas y empujarla hacia mí. Aguante la respiración tanto como pude hasta que escuche un apurado.

Ella aprieta las nalgas y sus piernas tan fuerte que ni siquiera soy capaz de venirme, es como si me dejara el polvo aprisionado justo en el glande sin poder salir. Me mete el dedo tanto como puede hasta alcanzar la próstata y escuchó una risita maldadosa.

- ¡Ya ya yaaaaaaahhhhhhhh!

Suelta los músculos, apenas siento la intensidad de su orgasmo y su humedad, se deja caer sobre mí y gime contra la almohada mientras empiezo a venirme y venirme y venirme y venirme, no sabía de dónde podía estar saliendo tanto semen, pero a ella se le escapaba un gemido agudo cada que un chorro caliente llenaba en su interior.

Quitó la almohada del medio tirándola al piso y empezó a darme besos por toda la cara con una risita de emoción que le iba de oreja a oreja. Estaba fascinada.

- Hace rato quería hacer esto ¿te gustó?

Todavía no había podido terminar de recuperar el aire, a lo sumo, para lo único que tenía alientos era para devolverle la sonrisa de vuelta.

- ¿Te gustó?

- ¿Que sí me gustó? --respondí jadeando-- jueputa, no sé ni como hiciste para hacerme venir de esa manera

- ¿Pero respóndeme, si te gustó?

- Me encantó Juliana, me encantó

- A mí también, tenía miedo de decirte

- Siquiera no preguntaste, porque te habría dicho que no

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Desde esa noche, nos volvimos totalmente obsesivos con el tema. Ella definitivamente tenía un fetiche, tal vez una obsesión por el placer anal. La mayoría de veces se acomodaba en cuatro para que empezara directamente por detrás. También le gustaba hacerlo por delante, pero eso sí, en algún punto se las arreglaba para que yo se lo metiera por detrás y venirme sin condón dentro de ella.

Su obsesión no paraba ahí, cada que me lo mamaba o estábamos en un 69 no había forma de que su lengua no terminara en mi culo y me empezó a gustar tanto que me metiera el dedo que era prácticamente imposible no venirme hasta que ella no lo hacía.

Prácticamente el dinero que nos daban nuestros padres para la Universidad terminaba en comprar lubricantes a base de agua para poder aguantar la compulsión de comernos por detrás. En las visitas a las sex shop le encantaba pasar por donde estaban los arneses y decirme en secreto.

- Que rico un juguetito de esos para comerte

Al principio pensé que lo decía en broma, pero luego entendí que lo decía de verdad y trataba de sacarle el cuerpo porque una cosa es que me metiera un dedo y otra que me culeara de verdad como si ella fuera un hombre.

---

Los padres de Juliana en su aniversario tenían por costumbre irse todo un fin de semana solos a celebrar como pareja. Eran tan alcahuetas con ella, que antes de irse le dejaron plata para comida, licor y le pidieron que no fuera a hacer una fiesta muy grande. Es decir, ellos ya sabían que igual la iba a hacer, entonces preferían pedirle que se midiera a prohibirlo.

La verdad me asombró que solo 8 personas terminamos allá, si ella prácticamente es la que organiza las super rumbas de la U. Invitó a los pocos solteros que quedaban en el grupo de amigos de la U y a Santiago su primo que nunca antes había visto. Quería en honor al aniversario de sus padres que alguien más encontrará el amor de su vida en esa fiesta.

Su primo era un tipo un poco mayor que mi novia, pero se notaba por encima que se querían casi como hermanos. Un tipo galán, carismático y buen mozo que arrasaba como imán en la fiesta con todas las chicas. Mientras bailábamos ellas se le insinuaban descaradamente para que al menos se robara a alguna a las habitaciones, pero Santiago solo les jugaba, las calentaba, pero ni siquiera las besaba. El muy maldito sí que sabe cómo hacerse desear.

Las chicas se encerraron en el baño con la excusa de siempre, ir a orinar, pero por la demora era más que obvio que estaban en un aquelarre haciendo planes. Santiago y yo estábamos en la puerta esperando el turno para entrar casi a punto de reventarnos o buscar un florero.

Las chicas salieron riendo y se les notaba que parte de su plan era no volver a prestarle atención a él. Al tiempo quisimos entrar al baño y nos chocamos los brazos entrando a la puerta.

- Entra vos primero --con un ademán de caballerosidad-- pero no te demores porfa

- Vos estas igual que yo --se rio un poco nervioso-- entremos juntos

- No dale, pero no te demores

- No jodas, deja la bobada

Me empujó hacía adentro, cerró la puerta y la verdad, aunque me daba un poco de vergüenza era imposible retener más el líquido. Él fue el primero en sacar su miembro y al escuchar el eco del chorro en contacto con el agua, era imposible aguantar más, no me quedó más alternativa que sacar el mío y hacer los mismo.

- Ahhhhhhhhh --dijimos al unisono aliviados--

Volteamos a mirarnos y nos cogió un ataqué de risa. Al verlo así y con sus hoyuelos a cada lado de la boca entendí porque todas botaban la baba por él. Bajé la mirada para revisar dónde estaba cayendo el chorro y "sin querer" tuve que mirar lo grande que era su miembro. Me puse un poco rojo cuando levanté la mirada porque sabía que él se había dado cuenta.

- Relax, ni que nunca hubieras visto un pipi

- Ninguno, aparte del mío

Terminó de orinar y se fue al lavamanos a lavarlo antes de meterlo en su pantalón.

- Ve, yo me limpio es con papel --le dije tratando de mantener una conversación--

- Es mejor con agua, inténtalo

Le hice caso y los dos ahí parados nos lavamos el miembro con agua. De sentirme incomodó pasé a estar super relajado porque él no le ponía ningún misterio al asunto.

Al fin salimos de ahí, regresamos a la sala y varias de las nenas que estaban detrás de él ya estaban ocupadas con otros manes que no se hicieron rogar.

- Roncaste ahí --le dije en broma--

- Lastima, ya me estaba empezando a calentar

- Si quieres lo distraigo y te la robas

- No relax, tengo otra idea en mente

Empezaron a excluir tanto a Santiago y yo ya le había cogido confianza, prácticamente bailábamos entre los tres con Juliana en el medio que pasaba de uno a otro y a cada vuelta la tirábamos al otro.

Juli se cansó de la música bailable y para integrarnos a todos de nuevo cambio a modo electro, su obsesión. Le subía cada vez más el volumen y cuando estábamos en pleno estalle casi a las 3 de la mañana los vecinos nos mandaron la policía y nos hicieron apagar la música.

- Se acabó la fiesta --dijo el oficial--

Los amigos de la U, pidieron un taxi, algunos se fueron a buscar donde rematar otros a algún motel a terminar lo que habían empezado. Santiago ya tenía planes de dormir en la casa de Juli y nosotros todavía estábamos con la adrenalina arriba como para ir a dormir.

---

Nosotros con la cantidad de energizante que habíamos tomado deberíamos estar en la habitación arrancándonos la ropa, pero nos daba algo de pesar dejar a Santiago solo.

Nos sentamos en el tapete de la sala a hablar, jugar cartas y terminar las botellas que quedaban. Decidimos jugar manotazo, ese juego en que vas diciendo las cartas en orden, de derecha a izquierda la tira al centro y si coincide, todos deben poner la mano y el último en ponerla se toma un trago.

Santiago era demasiado rápido para nosotros, pocas veces perdió, yo al menos me libraba un par de veces, pero la pobre Juliana no paraba de tomarse un trago después del otro. Colocando las manos y entre risas, empecé a notar como cada vez que Santiago ponía la mano sobre la mía, me miraba fijo a los ojos y cuando Juliana quitaba la mano él se demoraba un poco más en retirarla y disimulaba para acariciarme.

Ahora entendía porque no había caído con ninguna de sus amigas, este man es del otro equipo. Igual no me sentía incómodo, no le presté mucha importancia, seguimos jugando, hasta que Juliana demasiado borracha se dio por vencida.

- No --hip hip-- yo no puedo más

Se recostó en el mueble, se acurrucó y se quedó dormida. Quedaban al menos 3 tragos en la botella, Santiago cogió el mazo de cartas, barajó y partió a la mitad.

- Saca dos cartas y las pones en el tape --me ordenó--

- Ok --tomé una y luego otra de otra parte--

- ¿Escoge una? Pero no la voltees

- La azul

- Ok la mía es esta --jalando la carta con el dorso rojo hacía el--

- Quien saque la carta más alta, fondo blanco a la botella

Contamos hasta 3 a la vez, les dimos la vuelta y me di una palmada en la frente al convertirme en un claro perdedor con una reina de corazones. Él me señaló muerto de risa. Como buen perdedor tomé la botella con valentía y sin parar de respirar bogué hasta que no quedó ni una gota. Cerré los ojos para apaciguar el ardor de mi garganta y me asusté al sentir como me arrollaba con su cuerpo, caía de espaldas y sentía sus labios contra los míos, me besaba desesperadamente y metía su lengua en mi boca mientras la botella salía rodando por el suelo.

Al principio no sabía qué hacer o cómo reaccionar, pero sus besos eran tan deliciosos y apasionados que no pude evitar dejarme llevar. Empecé a sentir como se formaba una erección y al sentir su miembro igual de duro frotarse contra el mío se me escapó un gemido.

Me cogió un ataque de pánico al recordar que Juliana estaba en la misma habitación y lo empujé para que se corriera de encima. Me limpié la boca con la manga de la camisa y lo miré pálido y asustado.

- Tengo tantas ganas de darte una mamada --me dijo con descaro--

- Parce, lo siento, pero yo no...

- ¿No? --haciendo una mueca mirando mi erección--

- No, yo no --tartamudee-- soy

- ¿Gay? No, yo sé que no

- De verdad, que no

- Yo tampoco, pero de vez hay que dejarse llevar

- Pero yo no... --voltee a mirar a Juliana--

- Juli ni se va dar cuenta, está en otro mundo y una mamada --se pasó la lengua por los labios-- no se le niega a nadie

Se acercó gateando, metiendo sus dedos en mi barba, me dio un beso jalando mi labio y me empujó del hombro para que me recostara sin quitarme la mirada de los ojos. Me pasó la mano por encima del pantalón y empiezo a sentir como se me pone aún más duro. Intentó abrir la hebilla del cinturón y le quité las manos.

- Tan rogado --me empujó de vuelta al suelo-- relax

Ni se cómo hizo para bajarme los pantalones y tener tan rápido mi miembro en su boca. Me tapé los ojos con el brazo y maldita sea me tenía viendo estrellitas, fue imposible después de lo que me estaba haciendo sentir volver a decirle que no. De verdad que nunca antes me habían dado una mamada tan deliciosa y sus manos no paraban de acariciar de una forma extraña a cada lado de mis testículos.

Levantaba el brazo para espiar sin que él se diera cuenta de que estaba viendo. Estaba totalmente concentrado, dejaba caer saliva sobre mi miembro y la usaba para masturbarme gritando su mano hacia arriba, mientras que enrollaba su lengua en mi glande pasaba al mismo tiempo sus pulgares de una forma tan extraña y deliciosa que era imposible no gemir.

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