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Saliva, saliva y más saliva dejaba caer sobre mi miembro, no solo resonaba el vacío al chupar sino sus manos fuertes al subir, bajar y girar. Saliva caía en gotas por mis testículos y con su otra mano empezó a acariciarlos.

- Maldita sea, ¿por qué tienes que mamar tan bien? --le recriminé--

Ni siquiera levantó la mirada, siguió concentrado en hacer lo suyo. Se empezó a escapar uno de sus dedos de forma peligrosa por mi nies, si me llegaba a tocar más allá como lo hacía Juliana no iba a poder evitarlo. Cerré las piernas impidiéndole el paso, se metió el miembro casi hasta la garganta y con la punta de la lengua me tocaba las bolas. Ni siquiera entendía cómo demonios podía hacer ambas cosas al tiempo. Bajé la guardia un segundo, me separó las piernas y fue directo con su dedo a acariciarme el asterisco.

- Asi no, así --entro su primera falange-- ahhh ahhhh

Quité mis brazos, nos quedamos mirando a los ojos, él sacó el miembro de la boca y mientras me metía el dedo, le daba lametazos al glande y unos mordiscos suaves en la cabeza que luego terminaba con sus labios. Maldita sea, cómo puede ser tan sexy.

No aguantaba más, me llamaba su boca a gritos, quería sentir sus labios contra los míos. Me levanté de rodillas, le pasé la mano por detrás de su cuello y le metí la lengua hasta la garganta, mientras que él metía sus dedos entre mi barba y me ponía peor de caliente. Le abrí el pantalón con desespero, se lo bajé tan rápido como pude, lo agarré de las nalgas empujando contra mí y nuestros penes empezaron a rozarse, a tocarse, a bailar el uno contra el otro. Mande mi mano y él hizo lo mismo con el mío, nos masturbábamos entre besos y gemidos.

Me agarró de las nalgas, apretando su mano con fuerza y no pude evitar más recordar lo que Juliana me hacía sentir con su dedo y esa idea loca me recorría la mente, hasta que no pude evitar que se hiciera realidad.

Me di la vuelta, él se acercó de inmediato y sentí su miembro palpitando entre mis nalgas mientras me besaba el cuello y me masturbaba. Santiago me empujo hacía adelante quedando en cuatro, ni siquiera me dio tiempo de que lo pensara demasiado, se escupió la mano llenándose el miembro de saliva y lo colocó en mi agujero. Un dedito era una cosa, pero su miembro tan grande era otra.

Fue gentil y delicado, más de lo que yo alguna vez fui con Juliana, podía sentir cómo a pesar de que mi cuerpo estaba completamente rígido y su miembro no era capaz de entrar, se tomaba su tiempo para no meterlo de forma forzada.

- Ay jueputa, espera espera --me agarré de su mano--

- Relájate que en un segundo pasa el dolor, te lo prometo

Lo cogió con su mano para darle dirección y cuando exhalé, empujó hacía adelante y sentí su grueso y tibio miembro dentro de mí. Se agarró de mis caderas y término de empujarlo hasta el fondo.

- No, no, mejor sácalo

- Relax --me daba besos en el cuello y me acariciaba el torso-- ya va pasar

Se inclinó hacia adelante, se llenó la mano de saliva, la pasó debajo de mis costillas y empezó a tocarme suavemente solo el glande simulando una mamada con las yemas de sus dedos y los ojos se me iban hacia atrás hasta dejarlos en blanco.

- Oh dios mío por qué se siente tan bien

Tenía razón, al rato ya no sentía ese dolorcito, únicamente placer y era yo el que estaba buscando con la misma intensidad que le gustaba a mi novia meter y sacarlo, una y otra vez, cada vez más rápido. Ahora al saber lo que se siente, entendí porque le encantaba que le diera por el culo.

Dejaba que él me moviera e hiciera como le diera la gana, en círculos, rápido, despacio, suavecito, con fuerza, de todas formas, me encantaba. Estaba con los ojos cerrados, disfrutando el placer más grande de este mundo, sintiendo su hombría, su fuerza y sus manos para atraer mi cuerpo contra el suyo y su miembro penetrarme hasta lo más profundo.

- Si Santi, así así, duro --su cuerpo sonaba al chocar contra mi-- si duro duro

Decir su nombre me volvía más loco, estaba aceptando que todo ese placer que sentía era gracias a él, a otro hombre, a alguien como yo. De vez en cuando abría los ojos y miraba sobre mi hombro para verle la cara de demente, la última vez que lo hice casi me muero del susto al encontrarme a Juliana frente a mi cara mirándome a los ojos.

- Juli yo no... --traté de disculparme-- ...no es lo que parece

- ¡Cállate!

Empujé a Santiago para que se corriera, pero Juliana me bajó las manos al piso y él me lo metía tan duro y tan delicioso que mi cara se desfiguro de placer ante mi novia.

- Ay Julia ahhhh yo no...

- ¡Que te calles! --me cogió de la mandíbula, junto sus cejas y me soltó con desgano--

Juliana se desnudó frente a nosotros con prisa, se abrió de piernas, escupe sus manos y se empezó a dar palmadas en su sexo.

- Juli, te lo juro que...

- ¡Que te calles!

- Dejame explic... --aaaaaaahhhhhh-- ...artelo

Se le notó la cara de rabia por no hacerle caso, me miró feo como nunca en la vida y me dio una cachetada que me dejó la cara ardiendo, se dio la vuelta y me metió la cara entre sus nalgas, esa iba a ser la única forma de callarme.

Mi lengua no desperdicio ningún rincon, me agarraba de sus piernas y metía mi lengua tan hondo como podía simulando penetrarla igual a como lo hacía Santiago conmigo. Ella gemía encantada, se empezó a meter debajo de mí.

- Choo choooo --reía Santiago con gracia--

- Chooo chooo --repetía Juliana simulando jalar el silbato del tren--

Todavía sentía que debía decirle algo o darle una explicación, pero sabía que si volvía a pronunciar la más mínima palabra en vez de disfrutar con los dos me iba a mandar lejos. Le empecé a besar la espalda, el cuello; ella cogió mi miembro y se lo metió por su vagina, estaba tan caliente y mojada que al entrar en contacto con ella casi me hace venir.

- Ni siquiera lo pienses Javier

Metió su mano por debajo y me apretó la base de los testículos, hasta que mi respiración se normalizo.

No sabía cuál de los tres estaba más excitado, los gemidos llenaban la habitación y las palmadas que me daba en las nalgas. Ella se encorvaba para poder acariciar mis bolas y subir sus manos hasta su miembro para masturbarlo y pasar alrededor de mi culo para sentir como me penetraba.

- Yo también quiero, escúpelo

Sacó mi miembro, yo le llené el culo de saliva y ella misma se encargó de metérselo por detrás. Ahora estaba atrapado entre el choque de las nalgas de mi novia y la pelvis de su primo.

- Ay dios, ay diosssssssssss, esto no puede ser cierto

Santiago gemía como loco, me agarraba de las caderas con fuerza y cuando me lo metía, me hacía empujar mi miembro más adentro del culo de Juliana. Ella estaba tan excitada que sus orgasmos eran expulsados tan fuerte que resonaban peos vaginales al salir.

Se volvió a encorvar por debajo pasando sus manos llenas de saliva entre mis testículos y los de Santiago, estaba encantada sintiendo como los suyos rebotaban contra los míos. Apoyó su cara en el piso y metió la mano más atrás. Santiago soltó un delicioso gemido.

- Uy prima, no sea necia

La muy degenerada se estiró hasta alcanzar el huevo de su primo y le metió dos dedos por detrás. Eso lo enloqueció aún peor y mis nalgas retumbaban contra su pelvis.

- Juli ¿yaaaaa? --grito Santiago--

- Si ¡Ya! ¡yaaa yaaaa! --dio la orden--

Ese momento es algo imposible de describir exactamente, pero lo que se sintió venirse en su culo, mientras me llenaban el mío de un líquido tibio y viscoso, es algo que me daño para el resto de la vida. Algo totalmente perfecto, algo que ustedes tienen que vivir por sí mismos para que lo entiendan. Es como morirse y al mismo tiempo volver a resucitar.

Juliana se dio la vuelta y me agarró de la cintura para que cayera encima de ella. No tenía ni un suspiro de fuerza, ni un ápice de energía o una pizca de cordura ni siquiera para reaccionar. Cerré los ojos, le besé el cuello y eso fue lo último que recuerdo de esa noche.

---

Al otro día me desperté y estaba solo en la cama de Juliana, miré el reloj y eran casi las 12 del medio día. El dolorcito en el trasero de inmediato me llevó a los recuerdos de la locura que había hecho la noche anterior, ni siquiera me quería levantar de la cama. No sabía ni siquiera que iba a decirle a Juliana o peor aún a Santiago.

Me metí al baño, me di una ducha rápida, me vestí y cuando bajé a la cocina ella, afortunadamente, estaba sola preparando algo de comer. Al notar mi presencia y sin darse la vuelta me habló.

- Al fin te levantas dormilón

- Hola Juli --me rasqué la cabeza-- yo... no sé qué decir

Levantó una paila carne con verduras salteadas, dos platos y comenzó a servir, mientras me sentaba al otro lado de la isla.

- ¿Estás enojada? ¿cierto?

- No --respondí a secas levantando la mirada--

- ¿No?

Me pasó mi plato, unos cubiertos. Ella se sentó al otro lado metiéndose un bocado con una sonrisa inquietante. La miré levantando una ceja intrigado.

- Que no, ya te dije

- Anoche me descubriste montándote los cachos con un...

- Man, si con un man yo lo sé

- ¿y me decís que no estas enojada?

- Te levantaste medio lento ¿cierto?

- ¿Cómo así?

- Te voy a dar otra oportunidad

No se le borraba esa sonrisita burlona de la cara, mientras se metía otro par de bocados y abrió los ojos afirmando con su cabeza cuando al fin notó en mi cara de sorpresa.

- Si --dijo entre risas--

- No, no puede ser

- Si, fui yo

- Imposible, vos no pudiste...

- ¿Invitar a mi primo bisexual para que te partiera el culo?

- Juliana ¿en serio? vos planeaste esto... pe... pe... pero como sabias que yo

- No sabía, solo era una posibilidad

- ¿Entonces vos no estabas dormida? --mi cara cada vez más estirada de sorpresa--

- No y casi no me aguanto cuando te beso la primera vez

- ¿Viste todo? ¡¿TODO?!

- Si, todo todo y me encantó

- No entiendo, de verdad que no entiendo

Dio la vuelta rodeando la isla, mientras se quitaba la camiseta dejando sus diminutos senos al descubierto. Al llegar a mi silla, la giró, me cogió una mano para descargarla encima de su seno y otra la colocó entre mis piernas.

- ¿Por qué algo me decía que te iba a gustar más? --bajo su mirada a mi entrepierna-- y tenía razón

Mi miembro ni siquiera había reaccionado como antes, duro y listo para la labor. No era algo normal, ni siquiera yo me lo esperaba.

- Cierra los ojos --me dijo--

Ladeé la cara y la miré extrañado juntando las cejas.

- Que los cierres te digo

Obedecí al instante, ella se me acercó al oído con su voz más dulce y coqueta.

- Recuerda ese momento del beso, recuerda cuando te lo estaba mamando y cuando te colocaste en cuatro para que te partiera el culo...

Abrí los ojos para mirarla y ella levantó una ceja. No había ni empezado a decirlo y mi miembro ya estaba duro como una roca, marcándose sobre mi pantalón.

- ...y tenía razón, te lo dije

- Juliana...

- Shhhhh --me cayó con un beso-- no digas nada

Volvió a regresar al otro lado de la isla con esa maldita sonrisa que no lograba descifrar y esa ceja levantada que me sacaba de quicio.

- Javier, te gustan los manes

- ¿Eso es una pregunta?

- No, una afirmación

- ¿Que me gustan los manes dices? ¿Y entonces por qué estoy con vos?

- Porque en lo más profundo de tu ser lo sabías, pero no lo querías aceptar

- Estas loca, yo te am...

- ¡No! ¡No lo digas! --levantó su cuchara amenazando tirármela--

Apoyé los codos en el mesón y me agarré la cabeza, mientras esa lluvia de imágenes con él me bombardeó haciendo que mi corazón se acelerara, un intenso calor llenara mi cuerpo y mi cerebro bloqueado no me dejaba pensar con claridad.

- No Juliana, eso fue cosa de una borrachera

- Que terco, te lo acabo de demostrar

- No, yo no soy...

- ¿Gay? --ja esbozó una risa burlona-- Si mi amor, si lo eres

- Pero yo disfruto demasiado estar con vos. No soy gay, tal vez bi... bicurioso o algo así

- A ver cómo te lo explico --soltó la cuchara que resonó al caer en su plato-- a vos te gustan los manes y estabas tan acostumbrado a ocultarlo con mujeres que te lo creíste

- Juliana, me vas a hacer estallar la cabeza

- A ver Javier, por si no te diste cuenta, tu novia --señalándose-- tiene pelo corto, no tengo tetas, un culo enorme, me gusta ser dominante, el sexo anal y las señoritas tímidas como vos

- Ahora me vas a decir que vos también...

- Si, yo también soy como Santiago

- ¿Osea que vos has estado con otras mujeres?

- De verdad hoy parece como si te fallaran todas las neuronas

Cogió una botella de whisky, me sirvió un vaso y se volvió a acercar a mi puesto.

- ¡Tómatelo! pero tómatelo todo --con su característica voz mandona-- porque los vas a necesitar

Me lo llevó a la boca y mientras tomaba ella lo levantaba con sus dedos para asegurarse de que me lo tomara hasta el fondo. Me sacudí la cabeza y abrí la boca para que mi garganta recibiera un poco de aire.

- Javi, es raro conocer hombres como vos

- ¿Cómo yo? ¿eso qué significa?

- Hombres que sean las mujeres los que los tengan que cortejar

- ¿Qué tiene eso de raro?

- Nada, las mujeres también podemos jugar ese papel, no es normal porque la sociedad nos acostumbró a que sea un hombre el que lo haga, pero si lo hacemos

- Insisto, ¿qué tiene de malo?

- Nada y hay hombres que no juegan ese rol, pero...

- Pero ¿qué?

- ...pero yo le he metido el dedo en el culo a infinidad de mujeres y manes, heterosexuales, bisexuales o gays, no importa como "sean" --levantó sus manos haciendo las comillas en el aire-- es algo que me gusta hacerles

- Pero eso no me hace gay

- No, pero en la forma que vos lo disfrutabas, solo conozco a dos: a Santiago y a Rafael. Vos te excitas peor que Rafa y ese hombre es lo más gay que conozco en este mundo

- Osea, porque me encanta que me metan un dedo en el culo, inclusive más que tu amigo gay ¿yo lo soy?

- No, pero sí empecé a tener dudas

- Claro ¿por eso hiciste esta fiesta e invitaste a Santiago? --infle mi boca y deje escapar el aire--

- Si era mi plan... tenía que saber si era verdad o no

- ¿Y después te hiciste la dormida para ver qué hacía?

- Si, estaba que me les tiraba encima de lo delicioso que se veían cuando se besaban

- ¿En serio eso te gusta?

- A mí sí, es más estabas tan ido estabas que cuando te paraste a besarlo y le bajaste el pantalón yo ya estaba sentada en el mueble y ni me viste

- No, imposible --traté de hacer memoria--

- Si, hasta ahí todo iba acorde a mis planes. Yo me suponía que vos te lo ibas a culear y Santi espero toda la noche a que lo hicieras... pero me sorprendiste cuando te diste la vuelta, hasta él me volteo a mirar sorprendido y yo fui la que le dije que lo hiciera de una. Estaba parada detrás de él viendo cómo te lo metía de rico

- Ay Juli, ni me acuerdes que me da vergüenza --se me subieron todos los colores a la cara--. Estoy seguro que eso paso porque tomamos demasiado y... --me interrumpió--

- Eso dicen todos lo que se quieren hacer el marica y no quieren aceptarlo

No encontré respuesta alguna, no la había. Agaché la cabeza, ella me levantó la cara del mentón, me miró fijo a los ojos con mucha comprensión. Colocó sus manos en mis brazos y me acariciaba con ternura de arriba a abajo para tratar de calmarme.

- No tienes que fingir, no conmigo

Me quedé mirándola a los ojos y se me salieron unas lágrimas, algo dentro de mí sabía que no me podía seguir negando.

- ¿Te gusto?

- Si, si Juli, mucho

- Mil veces mejor que cuando yo te metía el dedo ¿cierto?

- Sí fue espectacular, me asusté mucho cuando te vi

- Yo la verdad me iba a hacer la dormida y ver

- ¿Y si no te contaba nada?

- Si me ibas a contar yo sé, pero no me aguanté y como te estaba culiando tan rico me antojé

- Ay Juli, casi me muero cuando te metiste el mío, fue --moví mis manos sobre mi cabeza como si hubiera explotado-- reloco

- Si, yo sé que se siente estar en el medio --se muere de risa--

- Parce, viví engañado toda la puta vida, yo pensaba que...

- No, Javi, yo soy una vagabunda igual que vos

Nos soltamos a reír, la abracé con fuerza, me acariciaba la espalda y me daba besos en las mejillas.

- No estoy enojada, estoy feliz, muy feliz porque en lo más profundo sabía que vivías en una cárcel como en la que yo vivía antes --se le salieron unas lágrimas-- y te empecé a amar tanto, tanto, tanto, tanto, que no podía permitir que siguieras viviendo a la sombra de tu verdadero ser

- Gracias Juli por no juzgarme, de verdad, gracias

Nos fundimos en un beso, en un cálido y cariñoso beso. El último que probé en mi vida de los labios de una mujer porque ella tenía toda la razón, descubrí, acepté y le dije al mundo: soy gay.

---

Escrito: Javier

Edición: Agata

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