Ex-citacion

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La primera mujer que compartimos como esposos
6.6k palabras
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Parte 1 de la serie de 46 partes

Actualizado 09/07/2023
Creado 08/08/2023
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Antes de conocer a mi esposa, estuvo envuelta en una relación bastante extraña con una pareja de lesbianas con tendencias bastante hippies. Fueron muy amigas, confidentes y compinches durante toda la universidad. Algunas veces, en esas quedadas nocturnas para hacer trabajos en grupo terminaban bebiendo, se le afloraba su lado lésbico y terminó con ellas en la cama.

Era algo prohibido que disfrutaba pero que le gustaba mantener en secreto. Cuando Soledad y Luna decidieron salir del closet para formalizar su relación con una propuesta de matrimonio en mitad del campus universitario, mi esposa decidió tomar un poco de distancia, primero que todo para no entrometerse en su relación y segundo para que no pensaran que ella también era del otro equipo.

Cuando éramos novios, nos reunimos en la casa de ellas unas cuantas veces y me parecieron una pareja muy especial, tierna y fiel. Al principio fue un poco difícil adaptarme a que se tratara de una pareja de mujeres, pero luego eso pasa a un segundo plano. Nos la pasábamos muy bien, ni siquiera llegué a sospechar nada entre las tres, pero cada que mostraba interés porque me contaran como es la vida de una mujer que ama a una mujer, el ambiente se tornaba denso y pensaba que era algo que incomodaba a mi esposa por ser hetero. Lo que tenía era miedo de que hablaran de más y revelan su secreto. Mi esposa se empezó a distanciar, les sacaba el cuerpo para hacer nuevos planes aduciendo ocupaciones del trabajo y así las cosas se enfriaron completamente entre ellas.

La verdad me sorprendió el día que sacó fuerzas para contarme, eso sí, con la ayuda de una gran dosis de alcohol encima. Era un gran peso que cargaba encima y desde ese día entendí que a veces iba a necesitar disfrutar también ese lado oculto, no fue fácil aceptarlo, pero es algo inevitable que prefiero saber cuando suceda y no darme cuenta después de que fui engañado.

Ahora tontea con ellas de forma natural, sin miedo y siempre me lo hace saber, no esconde sus conversaciones ni intenciones. Además, hasta donde sé ella solo siente atracción por ellas y no por otras mujeres.

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Los años subsiguientes a duras penas se escribían en las fechas especiales, pero siempre había una constante por el mes de agosto, estoy seguro que algo raro pasó en esa fecha, pero nunca me quiso contar. Se le notaba inquieta y los ánimos en las conversaciones se ponían candentes con demasiada facilidad, no puedo negar que aproveche más de una vez su libido a mi favor.

Además, cuando las cosas no iban bien en lesbilandia, Soledad y Luna la usaban como paño de lágrimas o para hacerle dar celos a la otra. Volvían a aparecer para invitarla a salir y hacer algo más, pero a la hora de la verdad, una y otra vez la dejaron plantada. Regresaba deprimida con un mal genio que le duraba semanas. Claramente estaba frustrada por no poder tener esa dosis lésbica que su cuerpo le pedía a gritos.

La última vez tuvimos una discusión fuerte por el tema, no me gustaba ese comportamiento tóxico de sus amigas, siempre terminaba vuelta nada por su culpa. Traté de arreglar la situación y proponer contratar una prepago solo para ella, pero eso fue peor.

- Nunca va ser lo mismo, no se trata de sexo pendejo --me dijo histérica--

Duramos varios días casi sin hablar, la invité a comer para pedirle disculpas y finalmente nos reconciliamos. Decidimos que yo no me iba a meter más, pero también, que tampoco iba a pagar los platos rotos cada que ellas hicieran lo mismo.

Obviamente eso no pasó, cada vez, mi hombro estuvo siempre para ella para desahogarse.

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Hace poco estuvimos de vacaciones, le tomé una foto a mi esposa en la playa donde se veía espectacular, aún más de lo que es. Más se demoró en ponerla de perfil de WhatsApp que Soledad en escribirle.

- Uy mamacita te pasaste de deliciosa en esa foto ¿cuándo se va dejar robar?

Me mostró el celular con una sonrisa de oreja a oreja y yo enrollé los ojos hacia atrás ¿cómo puede ser posible que caiga tan fácil de nuevo. Esperanzada decidió retarla y seguir su juego.

- Ya mismo, pero es la última oportunidad que tienes
- ¿Oportunidad de qué?
- De no calentar lo que no se va a comer
- ¿Ajueeee vamos con toda?
- Si, que pereza esa calentadera de siempre y nada de nada
- Listo, veámonos pues
- ¿Dónde?
- Te acuerdas del bar cerca de la U
- ¿El cuchitril?
- Si, ese mismo
- ¡Listo! ¿a las 9?
- A las 9 mamacita

Ya ganábamos dinero suficiente para no meterse a un bar de mala muerte, pero no le disgustaba la idea. Si se pasaba un poco de copas no iba a ser ningún problema si terminaba haciendo cosas indebidas donde nadie la iba a reconocer.

Se levantó de la cama enérgica, abrió el closet y comenzó a buscar ropa para la ocasión. Yo ni la miraba, ya sabía que iba a pasar, una vez más iba regresar vuelta nada, sola y aburrida. Aun así no dije ni una palabra y traté de ocultar mi expresión de decepción tras la pantalla del portátil. Se metió a bañar, se probó un par de pintas diferentes y mientras se maquillaba en el espejo me miraba esperando que le dijera algo.

- ¿A la final si vas a ir?
- Si, un ratito a verme con Sole
- ¿Si será?
- Eso dice
- A ver si no te deja plantada como siempre --no me pude contener--
- Será la última oportunidad

Se acercó a darme un beso de despedida. La tomé de la mejilla y la miré a los ojos.

- No pasa nada sino...
- Si no, ella se lo pierde
- Definitivamente

La besé de forma seductora invitándola a que se quedara, logré meterla en la cama, pero en un descuido se levantó y se despidió de lejos para evitar la tentación. Ni modo, será dejar que se siga estrellando hasta que se canse.

Acostumbrado a que siempre pasara lo mismo, me di una ducha con agua caliente, me coloqué una pantaloneta y más bien me concentré en adelantar la tesis sentado en la cama con el ruido de la TV de fondo.

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Escuché la puerta abrirse y nada de ruidos, me suponía que estaba baja de ánimo y no quería que se lo recriminara. Se escuchaba subir las escalas con paso lento y torpe. Volteé a la derecha a mirar y la vi apoyarse en la pared fuera de la habitación, tambaleándose un poco, claramente alcoholizada. Continué escribiendo uno de los párrafos de conclusiones antes de que se me fuera la idea, la verdad era una excusa para no ver su cara de desilusión.

- ¿Cómo te fue? --le pregunté--
- mmmm podría decirse que bien
- ¿Si fue?
- No --contestó con tono alegre--
- ¿Entonces por qué estás tan contenta?
- ¿Te falta mucho?
- Hoy estoy inspirado ¿por qué?
- Porque el destino es una cosa maravillosa. Mira lo que me encontré

Hizo señas con su mano y vi pasar a una mujer blanca con cabello oscuro y ondulado. Entrecruzaron los dedos, le corrió el cabello de la mejilla de forma tierna y en medio de una risa picara se fundieron en un delicioso beso que me dejo atónito.

Mi esposa bajó sus manos por la espalda, las colocó en sus nalgas y las levantó con fuerza marcando sus caderas. Su amiga no paraba de reír, la besaba por el cuello y mi esposa me miraba fijo a los ojos sin poder aguantar sus muecas de excitación.

- ¿Te falta mucho? --preguntó de nuevo con tono burlón--
- ¡No! --cerré el portátil de golpe-- ya terminé
- ¿No te acuerdas de ella?

Me moví un poco para tratar de reconocerla, pero no tenía como verle el rostro, su cabellera se interponía y solo podía ver como seguía besando su cuello, le agarraba los senos y metía su lengua en la boca. La incertidumbre y esa risita traviesa me tenía a mil.

Mi esposa le pasó las manos por la cintura, le hizo dar la vuelta para que quedara de frente. Se corrió el cabello del rostro y al fin la pude reconocer.

- ¿Luna?- La misma que canta y baila...

Se llevó el dedo a la boca y sonrió con algo de vergüenza

- ...¿cómo estás?
- Yo muy bien y veo que vos también
- ¿Cierto que sí? --afirmó mi esposa--

Ella sonrió, volteo a mirarla y robarle otro beso delicado y apasionado.

- ¿Y tu esposa? --le pregunté--
- ummm --levantó los hombros-- ni idea, ya no estamos juntas
- ¡wow! --abrí los ojos-- eso no me lo esperaba
- Yo tampoco, pero no vine a hablar de eso
- ¿Entonces que te trajo por acá?
- Esta mujer --volteó a ver a mi esposa-- y sus deliciosas locuras
- ¿Ya que te propuso?
- Un trío
- ¿Ah sí? ¿Y vos le dijiste que sí? eso esta como raro
- Ni tanto

El corazón se me quería salir del pecho, nunca en la vida hablamos de algo así y no me esperaba ese tipo de respuesta. Igual no estaba seguro, podía tratarse de algún tipo de broma pesada entre ellas. Luna le quitó las manos a mi esposa de la cintura y tomó su lugar quedando a su espalda. Le corrió el cabello del cuello y comenzó a besarla muy despacio sin quitarme la mirada.

- ¿Le hacemos el amor a esta mamacita? --me preguntó--

Al fin entendí. La imagen típica de un trio en el que el hombre es el centro de atención era lo que tenía en mente, pero ahora estaba claro que era mi esposa el centro de atención. Igual no iba a perder esta oportunidad.

- ¿Jugamos el mismo juego, pero en diferentes equipos?
- ¡Exacto!
- Me parece justo

Acá falta una parte de la historia ¿no? ¿Cómo va ser que salga a buscar a Soledad y regrese con Luna? ¿con ganas de hacer un trío? ¿qué demonios pasó en ese bar?

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Mi esposa llegó puntual al bar y después de un par de cervezas se dio cuenta que una vez más Soledad había hecho honor a su nombre. La había dejado plantada.

Decepcionada y sintiéndose como una idiota pidió un trago más fuerte y se quedó en silencio en la barra pensando. No quería seguir siendo la misma con la que jugaban sin consecuencias. Le marcó varias veces a Soledad y al ver que siempre le colgaba le dejó un mensaje de voz pidiéndole que nunca más en su vida la volviera a buscar.

Colocó un billete sobre la barra para pagar la cuenta, dejando una buena propina y el vaso medio lleno. Agarró su bolso para irse con prisa, caminando mientras guardaba su billetera sin mirar al frente y justo antes de salir levantó la mirada para esquivar unas personas que entraban y se llevó una gran sorpresa.

- ¿Lu...luna?
- ¡No puede ser!

Ella le dio un gran abrazo, temblaba de susto pensando que en cualquier momento iba a llegar Soledad y las iba a descubrir.

- ¿Qué haces acá?
- Me iba a... ¿y Soledad?
- Ay amiga mía, tengo tanto que contarte

La tomó del brazo y la devolvió al interior del bar. La presentó con sus amigas e invitó a sentarse en la misma mesa sin mezclar las conversaciones. Era como si ellas no existieran.

Resultaba que ellas ya habían terminado hace unos meses precisamente porque Soledad le había sido infiel varias veces, Luna la había perdonado pero la gota que derramó el vaso fue cuando la descubrió con otro hombre en su propia cama.

- Lo siento mucho amiga
- Yo no, prefiero vivir sin una venda en los ojos y en un mundo de mentiras
- Es verdad y creo que te tengo que confesar algo
- Yo sé que ustedes también hablaban, fresca. Si hubiera sido con vos no tendría problema
- No solo eso, hoy quedamos de encontrarnos acá, pero me dejo plantada
- No me extraña, su nuevo novio es un controlador y celosos excesivo

Pasaron de largo del tema de Soledad, no merecía que le dedicaran más tiempo a alguien como ella. Pidieron algunos tragos más, se colocaron al corriente de lo que ocurría con sus vidas, recordaron travesuras universitarias y hasta le contó algunos detalles de nuestra intimidad. Algo que al parecer encendió las cosas más de lo que esperaban.

- ¿Me acompañas al baño? --Luna le preguntó--

No lo pensaron demasiado. Se cerró la puerta y mi esposa se le tiró encima a Luna comiéndose sus labios con desespero, todo ese deseo incontrolable por tener una mujer de nuevo la superaba. Luchaban por tomar el control e iban de una pared a la otra, sus manos parecían tentáculos queriendo aprovechar cada milímetro de su cuerpo.

toc toc toc tocaban insistentemente la puerta. Luna la separó para mirarla a los ojos algo asustada con la respiración agitada.

- Ellas son del trabajo y no saben que yo...
- Tranquila que no voy a decir nada

Se arreglaron rápido la ropa, el cabello y salieron como si nada hubiera pasado. Era una mujer de otra mesa quién las había interrumpido.

Se sentaron de nuevo, guardando su distancia y trataron de guardar silencio prestando atención a la conversación de sus amigas. Trataban de no delatarse, pero era imposible con las miradas que se daban, era obvio que se gustaban.

- Ya venimos, vamos al baño --dijeron sus amigas--

Ellas se voltearon a mirar, las cogió un ataque de risa. Sus amigas se tomaron de la mano y sonrieron pícaramente; al descubrir que Luna era del mismo equipo tampoco lo tenían que esconder más. Cuando las dejaron solas aprovecharon los pocos segundos que tenían.

- Luna, yo sé que...
- Vámonos, yo también quiero
- ¿Para mi casa?
- ¿Estás sola?
- No, pero --hizo una corta pausa-- por eso te estoy invitando
- ¿Quieres...
- ... un trío, si
- Vos sabes que yo no...
- Yo no dije eso
- ¿Quieres que --terminó con duda-- te comamos entre los dos?
- Él es muy respetuoso

Luna agarró su bebida, miró el vaso que estaba a la mitad y lo terminó de un solo trago. Se quedó mirando los hielos moviéndose en círculos sin saber que hacer. Cuando sus amigas se sentaron, salió de su estado de trance, sacó su billetera y se ofreció a pagar la cuenta.

- Fresca, la próxima invitas vos --la miraron con lujuria--
- Claro que si

Esa noche Luna tenía sospechas de sus compañeras de trabajo e iba a tantear el terreno a ver que resultaba, ahora estaba segura de poder entrar con más confianza la próxima vez y no perder la oportunidad que se le presentaba de volver a estar con mi esposa e inclusive sacarse la espinita, quería saber qué fue lo que sintió Soledad para cambiarla por un hombre. Aún con sus dudas, tomó a mi esposa de la mano y apretando con fuerza le dijo.

- ¡Esta bien, vamos!

Mi esposa aplaudió de emoción y no pudo aguantar el impulso de darle un beso delante de todo el mundo. Algo sin importancia en ese lugar, pero un paso enorme para ella que nunca lo había hecho abiertamente.

Al salir del bar pidieron un Uber. Mientras esperaban, se quedaron abrazadas de frente, sonriendo. Mi esposa aprovechando la adrenalina y el alcohol que recorría por sus venas para sentirse valiente y darle unos besos. Si, ahí en la calle donde todos los podían ver y tal vez eso era lo que quería vivir con ese miedo permanente a ser juzgada.

Camino a la casa secreteaban como adolescentes y se reían de sus planes. Aún no sabía como contarme, era algo que nunca habíamos hablado, no sabía que reacción iba a tener yo, pero estaba decidida a vivir esa experiencia con un hombre y una mujer.

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Mi esposa es una persona completamente erótica y sensual, sobrepone todo el ritual de juegos al sexo y para ella es esencial, es lo que más enciende su fuego y la hace mojar.

Abrí la mesa de noche y guardé el portátil. Hice la cobija a un lado tirándola de la cama y me senté al borde de la cama apoyando ambos pies y en dirección a ellas. Luna sin parar de besar su cuerpo y acariciar su torso, empujó a mi esposa hacia adelante. La recibí metiendo mis manos por debajo de su camisa, besando su vientre, metiendo mi lengua en su ombligo, dando pequeños mordiscos debajo de las costillas, acariciando su piel con suavidad y apretando con los dedos de vuelta.

Luna me miraba por encima de su hombro, sonreía al escuchar sus gemidos sin control y su cara me decía cuanto le estaba gustando tenerla al límite y solo estábamos empezando.

Pasé mis manos por su vientre y comencé a subirlas hasta sus senos donde encontramos nuestras manos, yo por debajo y ella por encima de la ropa, levanté su camisa y Luna muy atenta terminó de ayudar a quitarla.

Traté de evitar a toda costa no propasarme con la invitada, sabía que estaba ahí para ella y no para mí, no quería ser impertinente y hacer que se acabara todo. Trataba de esquivar el contacto con sus manos, pero ella me hizo saber que no era una molestia.

Mientras mi esposa gemía de placer al sentir nuestras manos y labios sobre su cuerpo, entramos en confianza y Luna inclusive tomaba mis manos y las llevaba junto con las suyas para que acariciamos sus senos sobre el sostén, apretaba su mano sobre la mía y me indicaba como acariciarla.

Besé su esternón y bajé siguiendo una línea recta, besando y pasando la lengua por su ombligo hasta encontrarme con su jean. Cuando desabroche el botón su vientre se aplano aguantando la respiración y al bajar el cierre recuperó su forma normal exhalando un delicioso gemido agudo que salió más duro de lo que pensaba, se tapó la boca y se puso a reír.

- Ay no... no me han hecho nada y estoy que me vengo

Ninguno de los dos se lo reprochamos ni contestamos. Ella se encargaba de su parte superior mientras yo jugaba metiendo los dedos alrededor por debajo de sus tangas, bajando el jean lentamente y metiendo mi lengua entre su piel y su ropa interior. Metí las manos por detrás para poder sacar el jean y dejar al aire libre sus deliciosas nalgas, las cuales obviamente Luna les dio una mirada y bajó una mano para apretarlas.

- No voy a aguantar

Bajé su jean lentamente, le quité los zapatos y la ayudé a levantar cada pie para sacar la ropa. Metí mi nariz en su sexo para oler su aroma, luego apoyé mis labios exhalando el calor.

- ¡Ay no!

Pude sentir como sus tangas se mojaban lentamente hasta sentir el sabor en mis labios. Sonreí para mí al darme cuenta que eso era más que sus jugos. Subí lentamente mis manos por la parte trasera de sus piernas, acariciando con la punta de mis dedos muy suavemente de forma sensual y entre más me acercaba a la parte trasera de su rodilla con más fuerza gemía.

- ¡Así no!

Ni siquiera tuve que esperar sus tangas pasaron de estar mojadas a convertirse en un mar de fluidos y sonreí dichoso. Pase mis manos hacia adelante apoyé todas las manos tomando sus muslos y pase mis pulgares por su sexo levantando las tangas sutilmente para usar sus fluidos y acariciarla de arriba a abajo.

- ¡¡¡Amor amor!!!

Por debajo de su ropa interior pasé un pulgar y luego el otro en su rajita de arriba a abajo y turnándome para meter la primera falange hasta dejarlos empapados con sus fluidos. Me levanté besando su cuerpo lentamente, pasando entre sus senos y quedando frente su rostro muy cerca de sus bocas, esperando que Luna dejara de besarla.

Pegué su frente a la mía y mientras nos besábamos apasionadamente ofrecí mi pulgar a Luna para que probara sus fluidos. Mientras nos besábamos veíamos como ella lo saboreaba con gusto y chupaba mi dedo con gran destreza. Volteamos a mirarla y quedamos muy cerca, nos miramos a los ojos y fue un tanto incomodó, pero mi esposa nos sacó del trance aprovechando para besarnos por turnos a cada uno.

Le hice dar la vuelta para que me quedara de espaldas y levante los brazos de Luna para que los pasara por el cuello de mi esposa, luego tomé los de ella y los pasé por su cintura. Me encantaba ver esa sensualidad de sus besos, tiernos, apasionados y carnales. Ver sus lenguas pasar de una boca a otra.

Le besé el cuello por la parte de atrás, mientras Luna metía sus dedos en mi cabellera y me miraba de reojo entre abriendo los ojos. Abrí sus nalgas y acomodé mi miembro palpitante entre sus nalgas. Subí mis manos por su espalda hasta quitar el broche de su brasier, liberando sus senos los cuales Luna tomé de inmediato sin abrir los ojos.

Me hice a un lado para poderlas ver mejor y empujé un poco hacia adelante hasta que cayeron en la cama riendo, sin parar de besarse. No dejaba de ser increíble para mí, ver a mi esposa con otra mujer en nuestro lecho matrimonial era algo que nunca pensé que llegara a pasar y lo mejor de todo es que se veían hermosas haciéndolo.

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Yo sabía que estaba ahí para ella, esto no era un regalo para mí ni mucho menos. Decidí tomar distancia un momento, dejarlas disfrutar y mientras tanto darle un toque romántico a la habitación.

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