Homeless

Historia Información
Un hombre sin hogar, una cruel mujer.
858 palabras
4
866
00
Compartir este Historia

Tamaño de fuente

Tamaño de Fuente Predeterminado

Espaciado de fuentes

Espaciado de Fuente Predeterminado

Cara de fuente

Cara de Fuente Predeterminada

Tema de Lectura

Tema Predeterminado (Blanco)
Necesitas Iniciar sesión o Registrarse para que su personalización se guarde en su perfil de Literotica.
BETA PÚBLICA

Nota: Puede cambiar el tamaño de la fuente, el tipo de fuente y activar el modo oscuro haciendo clic en la pestaña del ícono "A" en el Cuadro de información de la historia.

Puede volver temporalmente a una experiencia Classic Literotica® durante nuestras pruebas Beta públicas en curso. Considere dejar comentarios sobre los problemas que experimenta o sugerir mejoras.

Haga clic aquí

Soy un hombre sin hogar. Hace algunos años tenía familia, esposa, un hijo, pero perdí mi trabajo. Las cosas en casa empezaron a andar mal y nos separamos. Me fui de casa con lo puesto y sin rumbo fijo. Conseguí algunos trabajos temporales que me permitieron pagar una habitación donde dormir por un tiempo, pero luego nada. Supongo que mi aspecto descuidado no ayudaba a que alguien me quisiera contratar. Mi ropa se fue gastando, rompiendo, ensuciando. No tenía donde lavarla ni donde asearme. Dejé de ir a visitar a mi hijo, me avergonzaba que me viera así. Ya no pude pagar mi habitación y pasé mi primera noche en la calle. Fui hasta un parque cercano y me acosté en un banco. La noche era cálida y me dormí.

Un policía me despertó al amanecer. Me dijo que no podía dormir ahí y me echó del parque con malos modos. Deambulé sin saber adónde ir, hasta que terminé debajo del puente de una autopista. Había otras personas en mi misma situación. Me acomodé al lado de ellas y pude dormir un poco más.

Perdí la vergüenza, el poco orgullo que me quedaba y empecé a pedir para comer. También buscaba en los tachos de la basura algo con que mitigar el hambre que sufría de manera permanente.

Llegó el frío, la vida se me hizo aún más dura. Para dormir me envolvía en trapos y cartones, pero aun así el frío era tanto que a veces pasaba la noche tiritando sin pegar un ojo.

Encontré una estación de servicio que tenía un amplio estacionamiento a un lado. Tenía una rejilla por la que salía un poco de aire tibio, seguramente era algún extractor que sacaba el aire de una cocina. El aire siempre tenía olor a comida, era una tortura, pero al menos me aliviaba del frío y nadie me había pedido que me fuera.

Iba diariamente, me sentaba en un cartón. También llevaba una lata que ponía a mi lado, a veces alguien ponía unas monedas cuando pasaba a mi lado al regresar a sus autos luego de haber comprado en el local que estaba al lado de la gasolinera.

En uno de esos días, a media mañana, entró al estacionamiento muy rápido un auto deportivo rojo. Enfiló directamente hacia donde yo estaba, seguramente el conductor no me vio o no le importó.

Me levanté lo mas rápido que pude tratando de evitarlo. Las ruedas del auto chirriaron cuando este frenó bruscamente, pero aun asi, el auto avanzó un par de metros más, me golpeó, y aunque no lo hizo fuerte basto para tirarme al piso.

El conductor baja del auto, es una chica joven, camina hasta la trompa del auto, examina si ha sufrido daños. Luego se vuelve hacia mi.

Es una chica joven muy linda, muy alta, de piel muy blanca y largo cabello rubio. Esta vestida con un jeans que se pega a su cuerpo, un suéter cuello alto, chaqueta de cuero, calza unas botas que le llegan hasta las rodillas, de brillante cuero negro, son de tacón fino alto, la puntera es afilada, terminada en metal.

- Estúpido -- me dice -- fijate donde te pones.

Yo no digo nada, busco mi lata de las limosnas que se ha volcado, comienzo a juntar las monedas desparramada. Ella se acerca, de una patada tira lejos la lata, luego taconeando fuerte se va en dirección al local.

Yo voy a buscar nuevamente la lata y las monedas, lo que tenía me alcanzaba para poder comprar un pan en la panadería de la otra calle, la única donde me dejan entrar. Estoy a gatas juntando las monedas, cuando escucho el taconeo. Sin mirar sé que es ella que regresa del local donde entró a comprar cigarrillos. Se para cerca mío, huelo su perfume, luego el olor del humo del tabaco cuando enciende un cigarrillo. Yo sigo a gatas buscando mis monedas. Caen un par de billetes, son de cien dólares. La miro sorprendido, es ella quien los ha tirado. Me mira con desdén, esperando mi reacción. Yo lucho con mi orgullo, no los quiero tomar, pero luego me imagino una hamburguesa jugosa y los agarro con rapidez. Su bota pisa mi mano. Trato de sacarla, ella pisa más fuerte, no me permite sacarla. La miro suplicante, ella me mira impasible mientras fuma. Cada tanto mueve el pie causando más dolor, lastimando más mi mano. El dolor y la humillación son muy grandes. Comienzo a llorar, los sollozos me estremecen, ruedan lágrimas por mi cara. Estamos así hasta que termina el cigarrillo. Tira la colilla al piso y recién entonces deja de pisarme. La reluciente bota aplasta la colilla con desprecio. Luego sube a su auto y se marcha sin mirarme. Me quedo en el suelo, con los billetes en la mano.

Mi mano palpita, la miro, han quedado marcas de la suela de su bota. Me duele mucho, pero no tengo a nadie que me ayude. Camino hasta la panadería, esperando que no me echen. Entro y pido un pan. Mientras lo como aun sigo llorando, recordando la humillación, la crueldad de la hermosa chica.

Por favor califica esto historia
El autor agradecería tus comentarios.
  • COMENTARIOS
Anonymous
Our Comments Policy is available in the Lit FAQ
Postear como:
Comparte esta Historia

SIMILARES Historias

Las botas de Laura Una buena chica puede tener su día de furia.
Just One Little Game A game of truth or dare is a trap.
Las Colegialas y Su Juguete Cap. 01 Un estudiante de secundaria es avergonzado por sus compañera
Passiones et Tortures I, Kapitel 01 Student beginnt sein Sklavenleben im Studentenwohnheim.
Romancing the Foot Mistress Persephone subjects her slave to foot submission.
Más Historias