Las Colegialas y Su Juguete Cap. 01

Historia Información
Un estudiante de secundaria es avergonzado por sus compañera
1.2k palabras
4
3.8k
00

Parte 1 de la serie de 6 partes

Actualizado 06/10/2023
Creado 06/27/2020
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Capítulo 1

Me estaba masturbando en medio de la clase. Y por extraño que suene no lo estaba haciendo por placer, ni siquiera por propia elección. Por supuesto que mirar los culos de mis compañeras en esos jeans apretados que usan siempre me motivó a bajar mis pantalones ahí mismo, tomar mi pene con fuerza y masturbarme con toda mi energía arrodillándome frente a ellas, probablemente con la lengua fuera y jadeando, probando de forma inequívoca que ellas tenían poder total sobre mí con solo un movimiento de sus caderas y un beso echado al aire. Sin embargo, para mi mala suerte estos pensamientos, que pensé ocultaba muy bien en mi mente, fueron descubiertos de alguna manera por un grupo chicas especialmente hermosas y a la vez malvadas ¿Cómo? Lo ignoraba totalmente, no había forma posible, después de todo, yo era ese tipo raro que nunca habla con las personas, mucho menos con las mujeres, tenía suerte si alguna de ellas advertía mi presencia siquiera. Aunque esto había cambiado recientemente, pero no de la forma en que yo lo esperaba, lo que nos lleva a lo que estaba diciendo.

Como mencione, estaba agarrando mi pene y masturbándolo de la manera más silenciosa que podía y tratando de mantener la poca dignidad que me quedaba, pues a mi alrededor tenía una audiencia muy entretenida, que trataba de mantener sus risas ahogándolas con sus manos, para que la profesora no nos descubriera. Aunque conociendo a la profesora Blanca y sus sentimientos por mi probablemente me hubiera hecho levantar y mostrar mis partes a todo el mundo así todos podía disfrutar de mi vergüenza.

Frente a mi estaba Milagros con su cabellera rubia que cubría sus blancas mejillas, mientras sus ojos celestes me miraban con una mezcla de desprecio y diversión. A su lado estaba Paula, que disfrutaba mucho más de mi humillación ya que era ella la que había dado la idea. Pero lo peor estaba a mi lado. A todos les había parecido extraño cuando Carolina, la chica que era la perfecta combinación de popularidad y belleza, se había sentado a mi lado en las últimas semanas; si tan solo supieran que era para poder tener a su juguete humano siempre cerca y disfrutar de mi vergüenza de primera mano. Ella parecía ser la que más disfrutaba de todos los espectáculos humillantes que ella y su grupo de amigos me obligaban a realizar.

Mientras trataba de llegar al orgasmo lo más rápido que podía ella tomaba mis mejillas rojas de vergüenza y las apretaba con su pulgar e índice, tal como se lo hacen a los niños. Para ella no era más que un pequeño niño que podía usar y maltratar como quisiera. En otros momentos pasaba sus manos suaves por mis muslos o me daba un pequeño beso en el cuello, cosa que me ponía mucho más nervioso, pero que divertía de sobremanera a las chicas, que se mofaban de mi nula experiencia sexual o siquiera hablando con una mujer.

Cuando la profesora se acercaba Carolina movía su dedo hacia mis pezones y los tocaba y apretaba, sabiendo que tal acción me excita demasiado, por lo que tenía que soportar y ahogar lanzar un gemido de placer, lo que les daba mucha más risa. Yo era como un payaso en ese momento, existía solo para darles diversión en una clase aburrida. Cuando Caro noto que estaba mordiéndome el labio para no hacer ruidos se acercó a mi oreja y empezó a susurrar con su sexy voz, tanto como para calentarme más y para avergonzarme también.

- ¿Qué pasa, pajerito? ¿No quieres que la Blanquita te descubra? Jajaja, tal vez tienes suerte y te ayuda a acabar ¿No te gustaría eso? Todos sabemos que te excita pensar en ella y vemos cómo te quedas babeando mirándole el culo cuando escribe en el pizarrón.

Aparentemente no ocultaba tan bien como pensaba mi gusto por el joven cuerpo de nuestra profesora.

Finalmente, Milagros se dio vuelta y estiro sus brazos hacia mí, llegaba sin problemas pues era una de las más altas del salón, con sus manos alcanzo mis pezones y les dio una dolorosa pero placentera apretada, girándolos para maximizar el dolor y la satisfacción. Mientras me estrujaba los pezones vi en su rostro sus ojos celestes y su sonrisa que mostraba sus blancos dientes, incluso más que su pálida piel, observándola note con seguridad el placer que sacaba de avergonzarme en frente de sus amigas. No debe costar imaginar que acabe como nunca antes. Sin embargo, todo el semen cayo en mi mano izquierda que Caro había puesto ahí momentos antes. Yo supuse que lo había hecho con el fin de no manchar el piso y que alguien lo descubriera más tarde, pero era un gran error. Lo primero que hizo Milagros apenas el semen toco mi mano fue llamar a la profesora con la excusa de que tenía una duda. Mi corazón empezó a latir muy rápidamente y más aún cuando Carolina tomo mi brazo por la muñeca y lo sostenía por encima del banco exponiendo mi mano llena de semen.

- ¿Qué vas a hacer ahora, eh, putito? La blanquita te va a descubrir y va a ser una larga y humillante caminata hasta la oficina de la directora con la mano llena de semen. Las chicas más grandes te van a ver, todos van a hablar de eso en la sala de profesores. Todos se van a burlar del pervertido que se masturba en clases.

Tenía razón, estaba tan nervioso que no podía pensar claramente, empecé a transpirar y quise sacar la mano para tratar de ocultarla o limpiarla, pero Carolina me la sostenía con fuerza. No sé qué me sorprendía más, si la fuerza de Caro o la propia debilidad de mi cuerpo enclenque.

- Pero hay algo que podés hacer para que nadie te descubra -siguió Carolina, en ese momento habría hecho cualquier cosa- Podés tomar tu mano llena de tu propio semen y lamerla entera -todas las chicas rieron ante mi expresión al oír eso- Es eso, o que te descubra toda la escuela y seas el hazmerreír por el resto de tu vida.

Vi a la Prof. Blanca acercarse cada vez más y decidí que era la única solución posible, Carolina no iba a soltarme el brazo hasta que lo hiciera. Asentí y Caro soltó mi brazo para que empezara comerme mi propio semen. Mi cara se volvió del tono más rojo que solo la persona más humillada del planeta puede conocer. Ahí estaba yo tragando mi propio semen por las amenazas de unas chicas de secundaria, que se regodeaban y reían a carcajadas de mi total perdida de dignidad. Sin embargo, al terminar de lamer la última gota de semen, el timbre que marcaba el final de la clase sonó, por lo que la Prof. Blanca despidió a todos del salón.

- Mira eso putito -Carolina estaba más feliz que nunca- supongo que haberte comido tu propia leche no era necesario.

Ante esto las tres chicas se fueron riéndose a carcajadas, y sabía con seguridad que iban camino al receso a contárselo con lujo de detalles al resto de sus amigas maléficas que disfrutaban con placer cada momento de mi humillación.

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