La MILF más Deseada 02

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—Estoy de acuerdo —Julián no se movió ni un milímetro, ya que su verga aún seguía dura.

—Bien, pero dame un par de minutitos, ya vengo —dijo Diana justo antes de ponerse de pie.

La rubia avanzó con paso decidido hasta su cuarto y se encerró en él. Se sentó en el borde de la cama y dejó caer su espalda sobre el colchón; luego cerró los ojos. «Vamos, Diana, vos podés», se dijo a sí misma. La charla con su hijo le había quitado la calentura que tenía latente, por lo que metió su mano derecha bajo la tanga y comenzó a frotarse el clítoris. «Vos podés, vos podés», se repetía una y otra vez, mientras dos de sus dedos se perdían dentro del orificio de su concha.

Su temperatura corporal se elevó considerablemente. Sabía que tenía que prepararse alguna buena excusa que justificara su repentina ausencia, por lo que se puso de pie, se dirigió hasta el estuche de sus cosméticos y eligió un lápiz labial de un color muy similar al de su ropa interior. Rápidamente se limpió la boca y se miró en el gran espejo. Su tanga estaba corrida hacia un lado, dejando libre su concha, comenzó a frotársela otra vez, sin dejar de admirar su reflejo. Imaginó que le estaba ofreciendo su sexo húmedo a todos aquellos hombres que, seguramente, se masturbarían mirando sus fotos, de pronto sintió deseos de que alguno de ellos se hiciera presente en ese mismo momento, la arrojara sobre la cama y se la cogiera con fuerza.

Se relamió los dedos de forma sensual, acomodó su ropa interior y salió de su cuarto susurrando: «Vos podés, Diana».

Al regresar al improvisado estudio fotográfico encontró a su hijo haciendo unos leves ajustes a las luces y a las pantallas en las que éstas se reflejaban.

Julián había aprovechado la ausencia de su madre para relajarse lo suficiente como para que su verga volviera a quedarse dormida. Al ver a Diana notó de inmediato el rojo carmesí de su boca.

—Ese es un buen toque —le dijo.

—Me imaginé que podía quedar bien con este conjunto.

—Lo que más me sorprende es que ésta es la primera vez que usás algo de maquillaje en las sesiones de fotos.

—Bueno, eso no es del todo cierto, siempre me pongo un poquito de base, para disimular las arrugas; pero esta vez quise probar algo más ¿Pensás que debería hacerlo con más frecuencia?

—No lo necesitás, pero admito que te da un toque más sensual.

—Lo voy a tener en cuenta para la próxima.

Diana no quería que una charla demasiado extensa volviera a bajarle la calentura, por lo que le dijo a su hijo que retomarían la sesión de fotos de forma inmediata. Ella posó mostrando una alegre sonrisa y colocando las manos sobre sus caderas, las meneó un poco hacia un lado, para tener una postura más sensual. Cuando consideró que Julián había capturado suficientes fotos, decidió probar una pose más sugerente. Se acercó con determinación al sofá, manteniendo la imagen mental de su concha en el espejo, aún la sentía húmeda y caliente. Su próximo paso mental fue borrar a su hijo de escena, él no era más que un simple fotógrafo y ella estaba posando para aquellas personas que visitaran la página web... y quería excitarlos tanto como le fuera posible ya que eso significaba ganancias y, aunque le costara admitirlo, también la excitaba.

Se puso en cuatro patas sobre el sofá y fantaseó con la idea de que uno de sus amantes hipotéticos se le acercaba con la verga bien dura, levantó su cola ofreciéndosela y luego separó las piernas. Su vulva quedó apretada en la tanga, la cual se estaba humedeciendo debido a los jugos sexuales de Diana.

Julián notó esto y tuvo que hacer un gran esfuerzo para concentrarse en capturar imágenes y así evitar que su pene se despertara otra vez. Su madre le empeoró considerablemente la situación cuando cruzó uno de sus brazos por la espalda hasta alcanzar su vagina, recorrió el centro de la misma con el dedo índice. El muchacho sintió su verga sacudiéndose como un animal enjaulado que pedía que lo liberen para poder atacar a su víctima; la cual, en este caso, no era otra que concha húmeda de su madre.

Las caricias en su sexo surtieron efecto en Diana, ésto le dio coraje para probar una nueva pose. Se volteó, quedando acostada bocarriba, levantó sus piernas, manteniéndolas juntas, y las flexionó hacia ella, exponiendo así su vulva. Luego separó las piernas y encontró a su hijo tomando fotos desde muy cerca, esto no le importó, él no era más que un objeto de trabajo; al menos eso se repetía mentalmente. Volvió a acariciar su vagina por encima de la ropa interior y sintió un fuerte deseo de desnudarse y hacerse una frenética paja; sin embargo no lo hizo porque parte de sí aún se sentía incómoda con la presencia de ese fotógrafo en particular. Sin embargo las caricias que ella misma se estaba proporcionando la estaban excitando demasiado.

Cerró los ojos y, sin considerarlo dos veces, deslizó su mano dentro de la tanga, hasta alcanzar su clítoris. Comenzó a darle suaves golpecitos con la yema de los dedos, cada uno de estos contactos enviaba una descarga eléctrica por todo su cuerpo. Sabía que su hijo no podía verle la concha, pero también era consciente de que él adivinaría lo que estaba haciendo.

La verga de Julián se puso tan dura que comenzó a dolerle, el muchacho quería liberarla de su prisión y comenzar a masturbarse allí mismo, hasta eyacular sobre el suave y lampiño pubis de su madre; sin embargo logró mantener la compostura y se dedicó a sacar fotos desde diferentes ángulos y distancias.

Cuando Diana apartó la mano, decidió jugar un poco con la imaginación de aquellos que vieran las fotos. Se bajó un poco la tanga, exponiendo más de su pubis, pero deteniéndose justo donde su concha empezaba. Abrió los ojos y se encontró a Julián tomando fotos con la cámara a pocos centímetros de su entrepierna. En lugar de sentirse avergonzada, pensó en el impacto que esas imágenes podrían tener para los administradores de la web y cuánto dinero recibiría por ellas. Quería aprovechar al máximo ese repentino destape casi total, por lo que le dijo a Julián:

—Sacá fotos desde mi perspectiva, porque desde acá se ve muy bien todo.

El muchacho asintió con la cabeza y con rapidez se posicionó detrás de la cabeza de su madre, esto le ayudó a ocultar su erección. Tomó fotos desde arriba y antes de centrarse una vez más en el pubis, aprovechó para fotografiarle las tetas. Diana notó esto, por lo que las agarró con ambas manos y las apretó una contra otra, provocando que se inflaran como globos llenos de agua.

Después de que su hijo tomó fotos de sus pechos y su entrepierna, Diana desprendió una de las ligas que sostenía las medias de encaje y comenzó a quitarse una, esto le daba un aspecto sensual, pero en realidad no mostraba más que una pierna, lo cual no le importaba en absoluto. Continuó hasta quitarse la media por completo y luego repitió la acción con la otra. Cuando tuvo ambas piernas completamente desnudas, le dijo a su hijo:

—¿Julián, ya tenemos fotos suficientes?

—Sí, con esto ya fue más que suficiente. Lo hiciste perfecto... —estuvo a punto de decir la palabra "mamá", pero eso le haría caer en la cuenta de que la mujer que lo había dejado con la verga dura era su propia madre.

—¡Qué bueno! —Diana se acomodó la tanga—. Me voy a la pieza, te dejo editar tranquilo... ah, y no hace falta que te apures, trabajá tranquilo, por unos días vamos a estar bien con la plata, así que no hace falta que les envíes el pack hoy mismo.

—Está bien, y gracias, sos una modelo excelente.

—Y vos un fotógrafo excelente.

La rubia se apresuró a regresar a su cuarto, ni bien cerró la puerta comenzó a despojarse de la poca ropa interior que aún conservaba, una vez desnuda se tendió bocabajo en la cama y dirigió los dedos directamente hacia su concha. Se masturbó pensando que aún le estaban tomando fotos, pero que esta vez eran sexualmente explícitas. Levantó la cola, para exponer aún más su sexo, y se lo abrió usando dos dedos, la idea de que le fotografiaran la concha abierta y húmeda, la calentó de sobremanera. Se metió dos dedos sin dejar de jugar con la fantasía de ser una modelo porno... algo que en realidad no era tanto una fantasía, sólo estaba a un paso de llegar al porno. Lo único que debía hacer era quitarse del todo la tanga en la próxima sesión de fotos... durante ese momento de calentura creía que podría acceder a hacerlo; pero su lado racional le decía que la realidad sería muy diferente cuando se enfriara. Incluso tal vez llegaría a arrepentirse de lo que había hecho; pero eso no importaba ahora, lo único que le preocupaba era llegar al clímax, por lo que se frotó intensamente el clítoris.

Se sintió satisfecha consigo misma porque, al menos esta ocasión, había conseguido liberar a esa mujer fogosa que habitaba en ella; además había encontrado el método perfecto para dejarla salir: debía masturbarse. Eso lo había descubierto de casualidad, debido a que su hijo la interrumpió en pleno acto. Se dijo a sí misma que justo antes de la próxima sesión de fotos se haría una buena paja.

-6-

Dentro de su propio cuarto, frente a la computadora, Julián estaba sacudiendo frenéticamente su verga, mirando las últimas fotos que había tomado de su madre. Fantaseó con la idea de lamer ese pubis lampiño y de sentir el aroma de sexo femenino. Pasó a las fotos en las que Diana posaba en cuatro, abriéndose las nalgas, e imaginó que él hacía a un lado esa tanga, le clavaba toda la verga dentro de la concha y se la cogía hasta llenarla de leche.

Luego de eyacular, por segunda vez en el día, se preguntó si se había hecho la paja en honor a su propia madre o si en realidad había fantaseado con alguna otra mujer. Para no sentirse tan culpable se prometió a sí mismo que cada vez que se masturbara mirando las fotos de su madre, usaría ese cuerpo como mero símbolo sexual, pero en realidad se focalizaría en alguna mujer anónima que, casualmente, tuviera un cuerpo asombrosamente similar al de su madre.

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