La MILF más Deseada 04

Historia Información
Capítulo 4.
6.2k palabras
4.33
2.3k
1

Parte 4 de la serie de 18 partes

Actualizado 06/10/2023
Creado 08/05/2020
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Capítulo 4.

-1-

Los dedos de Diana exploraron su vagina con soltura, y por su mente desfiló la imagen de la erecta verga de su hijo; quiso apartarla, pero cada vez que ésta aparecía, la invadía una intensa ola de placer. Se miró al espejo. Llevaba puesto el provocativo traje de mucama que la empresa alemana le había mandado, le agradó lo que vio; era un espectáculo de alto nivel erótico. Decidió que ya estaba lo suficientemente caliente como para exhibirse otra vez frente a la cámara, salió del cuarto, con su concha bien empapada.

Se dirigió hacia el pequeño estudio fotográfico que su hijo había improvisado dentro de la casa, pero de camino, al pasar por el living, se llevó una gran sorpresa: Julián estaba tendido en el sofá con la cámara de fotos en una mano y la verga en la otra; se estaba masturbando con avidez.

—¡Julián! —exclamó ella; el chico se sobresaltó y se detuvo en el acto—. ¿Qué hacés?

—Me dijiste... me dijiste que me dabas tiempo para "bajarla"...

—Pero no me refería a eso... me refería a que esperaras... además... ¿por qué tenés la cámara? Dejá, no me expliques, ya me puedo hacer una clara idea de qué estabas mirando.

Diana dio media vuelta y se encaminó hacia el comedor. Julián se quedó inmóvil durante unos segundos, no esperaba que su madre regresara tan pronto y no entendía por qué se había enojado otra vez. Se levantó y fue a buscarla.

La encontró cerca de la vitrina de los licores, sacando una botella de whisky y un vaso.

—¿No es algo temprano para un trago? —le preguntó.

—No me importa la hora que es, lo necesito. —Sirvió dos medidas dentro del vaso y se las tomó de una sola vez, luego tomó asiento y volvió a llenarlo; sus ojos se posaron en la verga erecta de su hijo, quería decirle algo al respecto, pero no encontró palabras.

—No entiendo por qué te ponés así, mamá.

—Me pongo así porque te estabas haciendo una paja mirando mis fotos. —Intentó decir eso sin mostrarse demasiado enojada—. No quiero hacer ninguna acusación, Julián; pero... se me hace raro, y me cuesta asimilarlo.

El muchacho se mostró avergonzado, arrastró una silla y se sentó en ella sin darse cuenta que desde esa posición su madre podía verle el pene desde más cerca.

—Te dije que no pienso en vos, mamá.

—Sí, sí... ya sé, pensás en esa profesora... pero siguen siendo mis fotos... y también me impactó un poco verte haciéndote una paja.

—A mí tampoco me agradó mucho eso, pero pensé que te ibas a demorar más; siempre demorás mucho en cambiarte. —De pronto Diana se sintió avergonzada, ese tiempo solía emplearlo para estimularse la vagina—. Si mal no recuerdo, vos misma me enseñaste una vez, que masturbarse es algo muy sano, hasta me explicaste que vos también lo hacías.

Diana recordaba esa charla, la habían tenido mucho tiempo atrás. Uno de los momentos más incómodos de su vida.

—Sí, es algo muy sano... siempre y cuando no lo hagas mirando las fotos de tu madre.

—Pensé que vos me habías dado permiso, de lo contrario no lo hubiera hecho, —mintió.

—Creo que me expliqué mal... —Una vez más su mirada fue atraída por la verga de su hijo, la cual seguía tan firme como antes. Sintió un agradable cosquilleo en la concha y para cubrirlo, tomó otro trago de whisky—. ¿De verdad estabas pensando en tu profesora?

—Sí...

—¿Y qué pensabas? —Diana se dio cuenta de que su pregunta tomó por sorpresa a su hijo—. Perdón, sé que es un tema muy personal...

—Pensaba en que ella me daba clases particulares. —Julián comenzó a inventarse una historia sobre la marcha—. Cada vez que ella se agachaba para señalar algo en mi hoja, se le veían todas las tetas... y bueno, después algo parecido, pero viéndole la tanga. Hasta que ella...

—¿Se la quitaba?

—Sí... y yo...

—Sí, ya me imagino lo que hacías. Esa escena parece salida de una película porno.

—Bueno, no tengo la mejor imaginación del mundo... por eso es que necesito las fotos. Me ayudan mucho a elaborar la escena.

—¿Y no podés usar imágenes que saques de internet? Habiendo tanto porno dando vuelta, no entiendo por qué tienen que ser MIS fotos.

Julián bajó la cabeza, no sabía cómo responder a eso. Allí fue cuando se dio cuenta de que su madre estaba sentada con las piernas abiertas y se le veía prácticamente toda la concha, no tuvo que acercarse para darse cuenta de que ella estaba mojada. La verga se le puso tiesa al máximo y comenzó a palpitarle.

Diana se estaba acalorando cada vez más, no sólo por el efecto del whisky corriendo por sus venas, sino también porque no podía apartar la mirada del miembro erecto de Julián. De pronto tuvo ganas de acariciarse la concha, abrírsela y posar para la cámara; y que luego su hijo se masturbara mirando las fotos. «Me estoy volviendo loca», pensó. No entendía por qué encontraba tan morbosamente atractiva la idea de que Julián se hiciera una paja mirando sus fotos; ella debería oponerse rotundamente a eso. Pero fue al recordar el motivo por el cual le gustaba posar frente a la cámara, cuando entendió todo. Lo que a ella le calentaba era saber que tenía el poder de excitar a otra persona, por más que intentó negarlo durante toda su vida; debía admitir que siempre lo disfrutó. A pesar de su belleza, muy pocas veces se comportó como una mujer provocativa, pero sí se sintió bien cada vez que recibió halagos sobre su cuerpo.

El hecho de que su hijo se hiciera la paja mirando las fotos, era un halago para ella... él la consideraba equivalente a la mujer de sus fantasías sexuales, a aquella profesora de Estadísticas. Si su hijo podía usar sus fotos para recrear una fantasía sexual con otra persona, entonces todos aquellos extraños que la vieran podrían hacer lo mismo; cada uno imaginaría a quien quisiera: una profesora, una jefa, una empleada, una vecina... o una madre.

No sabía si era por la calentura, el alcohol o las dos cosas, pero en ese preciso momento creyó que se podría acostumbrar a que su hijo se descargara mirando sus fotos después de cada sección. Al fin y al cabo, el pobre terminaba caliente porque ella era muy provocativa, y tenía un gran cuerpo. En definitiva, a él se le ponía dura porque ella hacía bien su trabajo, tan bien que ni su propio hijo no era inmune a sus encantos. Esa era la prueba definitiva de que había conseguido sacar a la mujer fogosa que llevaba dentro.

Se mordió el labio inferior y luego tomó otro trago de whisky. El primero le había quemado la garganta; pero éste le pareció más suave. Diana entendió que aceptar lo que hacía su hijo, podría incentivarla a mostrarse más natural ante la cámara, y a enseñar su cuerpo de forma más explícita. Y si a él se le ponía dura, entonces estaría viendo, directamente, el resultado de estas acciones.

—¿Vamos a seguir haciendo fotos? —preguntó Julián.

—Sí; pero hoy no, mejor seguimos otro día.

—¿De verdad? Pensé que ya no ibas a querer.

—Sí; necesitamos la plata, Julián, ya te lo dije. Tenemos que solucionar como sea estos problemas, de lo contrario nos quedamos sin trabajo; por eso quiero que antes de seguir, aclaremos algunas cosas.

—¿Qué cosas?

—Yo no soy tan ingenua, sé que lo que te calienta es verme a mí... por algo se te para mientras me sacás fotos, por más que estés concentrado en la cámara... y por algo usás esas fotos para hacerte la paja. —El chico se puso rojo—. Pero voy a hacer un inmenso esfuerzo de mi parte para intentar ver eso desde otro punto de vista.

—¿Cuál sería ese otro punto de vista?

—Aunque al principio la idea no me agradaba mucho, ahora soy consciente de que mi trabajo consiste en calentar a la gente... y no en sólo enseñar ropa interior. Puedo aceptar eso, especialmente porque la paga es buena. Por eso mismo también podría aceptar que vos te excitaras, y que te masturbaras viendo las fotos; serías como el primer sujeto de prueba. Si a vos no te dan ganas de tocarte, es porque debo haber hecho mal las cosas.

—Me gusta ese punto de vista.

—Sí, porque te conviene, —dijo ella, sonriendo—. Como verás, intento tomarme las cosas con actitud positiva. Tal vez las estoy retorciendo demasiado, para poder asimilarlas. Además, admitámoslo, la calentura es un factor importante en esto que hacemos.

—Sí, vos me dijiste que te calentás un poco si te tocás mientras sacamos las fotos.

—Un poco bastante... además eso no es todo. —Julián la miró intrigado—. Por la razón que fuera, vos terminaste contándome que te pasa esto al sacarme fotos, e imagino que no debe haber sido nada sencillo contármelo...

—No lo fue.

—Por eso mismo yo también quiero contarte otra cosa, para que no te sientas tan mal. —Diana se mordió los labios mientras buscaba la mejor forma de explicarlo—. Hace poco tiempo me di cuenta de que me puedo soltar mucho más frente a la cámara si estoy excitada... verdaderamente excitada. —Instintivamente ella separó las piernas, enseñando más su húmeda concha—. Por eso mismo antes de cada sesión de fotos me... —Buscó algún sinónimo que suavizara la palabra, pero recordó que ella le había pedido a su hijo que hablara de forma clara—... me masturbo.

—N... no lo sabía...

—No te hagas el sonso, sí que lo sabías.

—No, de verdad que no.

—Si me viste haciéndolo hace un rato, cuando entraste a la pieza.

—Te vi con las piernas abiertas, pero no alcancé a ver qué estabas haciendo. De verdad me creí eso de que estabas ensayando.

—Fue una mentira muy mala, —dijo ella, riéndose—. No puedo creer que te la hayas creído.

—Será porque nunca pensé que fueras mentirosa.

—No soy mentirosa... pero de vez en cuando puedo decir alguna mentirita piadosa. —«También puedo omitir información», pensó. No pretendía decirle a su hijo que ella misma había experimentado qué se sentía masturbarse pensando en su verga. Tampoco le diría lo mucho que le calentaba que él se hiciera una paja viendo las fotos. Diana incluso sintió ganas de ver una vez más a su hijo sacudiéndose la verga y poder imaginar que era uno de sus hipotéticos amantes rindiéndole tributo. Se preguntó si se estaba volviendo loca, o si todo eso era producto de su cerebro intentando adaptarse la situación—. Bueno, por hoy dejemos las cosas como están, —dijo, venciendo la tentación de reanudar la sesión fotográfica—. Tengo que pensar en muchas cosas... y me imagino que vos también, —él asintió con la cabeza—, y hacé algo con eso, —dijo sonriendo, mientras señalaba la verga de su hijo—, es muy feo que te interrumpan en plena paja... ahora estamos a mano.

—Entonces, sólo para estar seguro, ¿puedo seguir usando tus fotos? —Una nueva ola de calor recorrió el cuerpo de Diana.

—Sí, podés... y después me tenés que decir qué te parecieron las fotos. Es decir: qué tan eróticas te resultaron, cuáles son las más destacadas, y qué se puede hacer para que mejoren.

—Me gusta eso.

—Vas a ser el sujeto de control de calidad.

—Tendría que ganar más plata, cada vez me dan más trabajos.

—No te hagás el pelotudo, Julián; sé que es un trabajo que harías aunque fuera gratis.

El muchacho sonrió por primera vez desde que había comenzado la conversación, eso tranquilizó a Diana, ya que creía que había sido muy dura con él, al tratarlo indirectamente de degenerado.

-2-

Antes de reanudar con las sesiones de fotos, dejaron pasar unos días, los cuales les permitirían aclimatarse un poco a la nueva postura que habían tomado frente a la situación. En algunas ocasiones, durante esos días, Diana permitió que su hijo la viera completamente desnuda. La primera vez fue cuando ella terminó de bañarse, salió sin ninguna toalla que la cubriera, y al pasar frente a su hijo se detuvo durante unos segundos para conversar con él acerca de cuándo sería conveniente enviar el siguiente pack de fotografías. Ella notó que los ojos de Julián recorrían cada centímetro de su desnudez, deteniéndose durante más tiempo en sus tetas o en su concha, la cual había vuelto a depilar completamente. Para darle más tiempo a Julián, y que se acostumbrara a su desnudez, Diana se sirvió un vaso de agua y lo bebió lentamente mientras buscaba otros temas para charlar. Notó que la verga de su hijo formaba un bulto en el pantalón. Después de esa conversación Diana sintió la necesidad de masturbarse, y así lo hizo, pensando que tal vez su hijo estuviera haciendo lo mismo.

La segunda vez que se expuso completamente desnuda frente a Julián fue algo más intensa. Ella se encontraba acostada en la cama, sin nada que la cubriera, con las piernas completamente abiertas. Se estaba masturbando mientras miraba, sin prestar mucha atención, algún programa de televisión. Al escuchar que alguien llamaba a su puerta simplemente dijo "Pasá".

Cuando Julián entró se llevó una gran sorpresa, su madre no hizo ningún intento por cubrir su desnudez, ni siquiera atinó a cerrar un poco las piernas. Ella simplemente se limitó a apartar la mano de su sexo, aunque por la humedad que presentaba la vagina, a Julián le tenía que quedar muy claro que ella estaba haciéndose una paja.

—¿Qué pasa? —Preguntó la rubia, con naturalidad. Sin embargo su corazón se aceleró al notar la mirada libidinosa de su hijo. Tuvo que esforzarse por no cubrirse, quería que él se acostumbrara a verla, y ella acostumbrarse a que él la mirase.

«Sé que te calienta mirarme, —pensó—, pero no podemos permitir que eso nos arruine el negocio. Ésta es la única manera que se me ocurre para que deje de resultarnos una situación tan incómoda».

El chico se sentó al pie de la cama, justo frente a su madre; primero le miró la concha, durante unos segundos, luego subió hasta encontrarse las tetas y continuó viaje hasta que sus miradas se cruzaron.

—Quería avisarte que ya recibimos el pago por el último pack de fotos, —dijo él, esforzándose por sonar tranquilo—. Me refiero a las fotos en las que estás vestida como secretaria.

—Ah, bien. ¿Les mandaste las fotos en las que estoy más desnuda?

—No, todavía no. Estoy reservándolas, esas deben valer mucho, y primero quiero ver si nos permiten generar esos pack "privados", en los que la gente tiene que pagar para mirar. —Él, en cambio, podía mirar gratis, y así lo estaba haciendo. Sus ojos habían vuelto a posarse en la concha de Diana. Ella notó que el bulto en el pantalón de su hijo comenzaba a crecer. Se sintió halagada y aún más excitada, tenía ganas de volver a tocarse; pero se contuvo.

—Me parece bien, sé que es algo arriesgado estar exigiéndole a la gente que pague por algo que podría encontrar gratis en cualquier otra web; pero es un riesgo que tenemos que correr.

—No es algo que puedan encontrar en cualquier otra web.

—¿Me vas a decir que internet no está llena de fotos de mujeres desnudas?

—Sí, fotos de mujeres desnudas hay muchas, pero no hay fotos tuyas estando desnuda. Tenés que entender que ya estás formando tu propio grupo de fans; mientras más le gustes a estas personas, más probable es que estén dispuestos a pagar un poco por ver fotos tuyas más explícitas.

—Bueno, eso me entusiasma un poco. Si querés dentro de un rato podemos hacer la sesión de fotos, con el conjunto de mucama.

—Sí, cuando vos quieras. —La mirada de Julián escaneó toda la vagina de su madre. Una vez más, ella se sintió tentada de cerrar las piernas, pero no lo hizo—. Bueno, te dejo tranquila.

Se levantó y salió del dormitorio, cerrando la puerta detrás de él. Diana se quedó con la mirada perdida en un punto imaginario de la pared, preguntándose si no había ido demasiado lejos al exhibirse de esa forma ante su hijo. Pero recordó cuando lo vio masturbándose, con la verga dura. Julián no se había sentido demasiado apenado por ese suceso, para ella también había sido un momento incómodo. Posiblemente existirían mejores métodos para que ambos se acostumbraran a la situación, pero a ella no se le ocurría ninguno. «Julián tiene que sacarme fotos eróticas, desnuda, se tiene que habituar a verme así —pensó la rubia—, y yo me tendré que habituar a verlo con la verga parada». En ese instante se le cruzó por la cabeza que, tal vez, Julián estuviera haciéndose una paja en ese preciso momento, mirando fotos de ella. Se mordió el labio inferior, la idea le generaba sensaciones extrañas, que tenían cierto toque adictivo. Por un lado la atemorizaba saber que él podría estar haciendo eso, pero por el otro le causaba curiosidad. No podía culpar a su hijo por masturbarse, no quería hacerlo, aunque considerara que no era correcto. «Soy su mamá, ¿qué tanto se puede calentar conmigo?». No necesitaba respuesta a esa pregunta, ella misma lo había visto.

Siguiendo un fuerte impulso, salió de la cama, se colocó su bata negra, pero no la cerró. Salió del cuarto y se dirigió hacia el de su hijo, el cual estaba a pocos pasos de distancia.

De pie frente a la puerta del dormitorio de Julián se preguntó una vez más si no estaba yendo demasiado lejos, sin embargo no podía detener el impulso que la había llevado hasta allí. Dejando las dudas de lado, abrió la puerta sin golpear.

Tal y como había anticipado, encontró a Julián sentado frente a la computadora, desnudo de la mitad para abajo, con la pija dura en una mano. En la pantalla se veía una de las últimas fotos que le había tomado a Diana, una en la que ella enseñaba, por fin, su desnudez.

El muchacho dio un salto en la silla al ver entrar a la rubia.

—Hola. —Saludó ella, como si llevaran mucho tiempo sin verse—. No te asustes, no pasa nada. —Entró al cuarto caminando con naturalidad, sin molestarse en cubrir la desnudez que se dejaba entrever por su bata abierta. Se acercó a su hijo y se inclinó para mirar la pantalla, apoyándole las tetas en la espalda—. Esa es una buena foto —miró la verga de Julián—. ¡Qué dura la tenés!

—Mamá, ¿qué hacés acá? —Preguntó él, incómodo.

—Nada, venía a decirte que, si querés, podemos hacer ahora las fotos.

—¿Ahora? Pero... pero podrías haber golpeado, —dijo, inclinándose más hacia adelante debido al peso que ejercían las tetas de su madre contra su espalda—. Vos, que tanto te quejás de que yo entro sin avisar a tu cuarto.

—Bueno, perdón, tenés razón. —No le diría que lo había hecho a propósito—. Digamos que ésta es mi venganza por la vez que entraste y yo me estaba tocando... y te cuento que hace un rato también me interrumpiste en pleno proceso.

—¿Te estabas tocando?

—Y sí, Julián, ¿por qué te creés que estaba completamente desnuda, con las piernas abiertas? —La verga del chico dio un pequeño salto. Él imaginó la forma en que su madre había estado masturbándose segundos antes de que entrara al cuarto—. Si querés seguí con la paja, y cuando termines hacemos las fotos.

—¿Estás enojada?

—¿Por qué?

—Por... por tu foto... —Se refería al hecho de estar masturbándose mirando las fotos de su madre, pero no podía ponerlo en palabras.

—No, eso no me molesta... me imagino que vos estarás pensando en tu profesora de bilogía...

—Estadística.

—Bueno, lo que sea. Tu profesora tiene una linda concha. —En la pantalla podía ver una toma muy cercana de ella con las piernas abiertas y sus labios vaginales mordiendo la tanga.

—Mmm... pseee.

—Ay, sonso... no te pongas así, era un chiste. Sinceramente me siento un poco halagada saber que con mis fotos se te pone así de dura... si a vos se te para de esa manera, entonces algo muy parecido le ocurrirá a aquellos que vean mis fotos.

—Estoy seguro de que sí. Pero igual me da un poco de vergüenza que me veas haciéndolo.

—Sí, te entiendo. Es normal... pero debido a que nuestra relación laboral no es tan normal que digamos, nos vamos a tener que acostumbrar. ¿No es cierto? Vos tenés que acostumbrarte a verme desnuda, y yo me tendré que acostumbrar a verte con la pija dura.

—¿De verdad no te molesta verme así?

—No, al contrario... hasta te podría decir que me la moja un poco.

—¿Qué, de verdad? —Julián sintió que su verga se endurecía aún más, durante una breve fracción de segundos.

—Y sí... y no me mires con esa cara. —Ella se apartó un poco de él, y puso sus brazos en jarra, la mirada de Julián bajó directamente hacia la vagina de su madre, era cierto que la tenía húmeda—. A vos se te para si me ves la concha, porque decís que el cuerpo humano es algo "universal". ¿Cierto? —Él asintió con la cabeza—. Entonces ¿qué problema hay si te digo que a mí se me moja un poco si te veo con la verga dura? Al fin y al cabo es muy parecida a muchas otras que vi. No deja de ser una verga... y la tenés de buen tamaño, —dijo ella, mirándola sin disimulo—. Tal vez si la tenés dura mientras me sacás las fotos me incentiva un poquito a mostrarme más... cachonda, porque estaría viendo en vivo y en directo el efecto que estoy causando al posar.

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