La MILF más Deseada 04

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—¿Entonces querés que vaya así a sacarte las fotos?

—Podríamos probar, es un buen momento para hacerlo... mirá cómo la tengo. —Separó sus labios vaginales con dos dedos, para mostrarle a su hijo lo mojada que estaba. Julián no pudo evitar sacudirse un poco la verga—. Andá preparando la cámara, y yo me voy a vestir de mucama porno.

—Bueno, dale.

Diana salió del cuarto sintiéndose muy acalorada, no podía creer que había tenido esa conversación tan provocativa con su propio hijo, pero no podía negar que la había calentado mucho. Podría recriminarse mucho su actitud, pero si lo hacía en ese preciso momento, perdería una buena oportunidad para hacer fotos de buena calidad.

En un par de minutos salió de su dormitorio, vistiendo el conjunto de mucama, y se dirigió hacia el comedor.

Julián encontró a su madre sentada frente a la mesa del comedor, tomando un trago de whisky. Ella, automáticamente, bajó la mirada y la centró en la verga de su hijo, la cual ahora estaba flácida, pero seguía conservando un buen tamaño.

—¿Otra vez dándole al trago?

—Es un vasito, nada más... me ayuda a distenderme. —Se tomó el resto del contenido de su vaso.

Julián se sentó en una de las sillas.

La rubia se puso de pie y dio la espalda a su hijo para guardar el whisky en la vitrina de los licores, no tenía la necesidad de inclinarse hacia adelante, pero de todas formas lo hizo, enseñándole parte la concha a Julián por debajo del vestido.

—Desde ya te digo que eso te queda re bien, mamá.

—¿De verdad? —Ella se inclinó un poco más, exponiendo su sexo por completo—. ¿Sabés qué estaba pensando? Que la concha se me vería mejor vistiendo esto, es decir, se me vería más... apetecible —Diana no daba crédito a las palabras que salían de su boca, la calentura la estaba venciendo otra vez y sabía que el halago de su hijo tenía mucho que ver con eso—. Tal vez te parece una boludez, porque lo mejor sería estar totalmente desnuda ¿no?

—Creo que no, yo soy partidario de que usar ropa sexy puede ser más estimulante que un desnudo completo. Así, tal y como estás ahora, te vez mucho más sensual que hace un rato, cuando no tenías nada puesto.

—¿En serio? Bueno, tengo que admitir que es un conjunto muy lindo, y si vos me decís que me queda bien, entonces te creo.

—Te queda más que bien. —Diana sintió que su autoestima se elevaba—. Pero podría quedarte incluso mejor.

—¿Cómo? —preguntó ella dándose la vuelta.

—Con los tacos altos que tenías puestos la vez pasada. Eso te levantaría más la cola.

—Es cierto...

—No sé por qué no te los pusiste.

—Porque son incómodos. No estoy acostumbrada a usarlos, pero sé que en las fotos pueden quedar muy bien. Ya vengo.

La rubia se dirigió hacia su cuarto y regresó poco tiempo después, luciendo un par de zapatos negros con taco aguja. Encontró a Julián acariciándose la verga lentamente, pero no le hizo ningún reproche y se limitó a sonreírle.

—¡Wow! Ahora estás mucho mejor. —Aseguró él.

—También encontré un plumero. —Ella lo sacudió—. Ahora sí parezco una mucama de verdad —Comenzó a reírse—. Bueno, dudo mucho que una empleada doméstica utilice un atuendo como este.

—Tal vez no, pero te aseguro que si hubiera alguna que lo hace, la contrataría sin pensarlo. A mí me encantaría tener una mucama que se vistiera de esa manera.

—¡Qué vivo que sos! Seguramente estarías muy atento viéndola limpiar, así como estás ahora, con la verga en la mano.

—¡Por supuesto! —Julián no entendía a qué se debía el repentino cambio de actitud de su madre, pero le agradaba mucho, y quería sacarle el máximo provecho posible—. Lo primero que le diría es que pasara el plumero por debajo de ese mueble. —Señaló el aparador que estaba junto a la vitrina de licores, éste era el triple de ancho y lo usaban para guardar platos, manteles y para exhibir adornos.

—Cómo se nota que no limpiás nunca, Julián. Por ahí abajo se pasa la escoba, no el plumero... ¡Ah, que boluda, ya entendí! —Volvió a reírse—. Vos querés ver algo como esto...

Se acercó al aparador, le dio la espalda a su hijo y se agachó flexionando un poco las piernas, luego extendió el plumero hasta que la punta se perdió debajo del mueble.

—Si, algo así, —dijo Julián, meneándose la verga.

—Se me ve todo, ¿cierto?

—Más o menos... se te vería más si no doblaras tanto las rodillas.

—¿Así? —Estiró sus piernas, y ella misma supo que había conseguido el efecto deseado, seguramente se le veía toda la concha y el culo—. ¿Ahora te gusta más? —Hacer esa pregunta la hizo hervir de placer, al girar la cabeza pudo ver que su hijo aún tenía la mano sobre su verga, la bajaba y la subía lentamente; ella sintió la humedad corriendo fuera de su sexo.

—¡Sí, mucho más! —Acto seguido Julián soltó su miembro para poder fotografiar a su madre, ella se mantuvo inmóvil en esa posición.

—¿Ya me puedo mover? —Preguntó luego de unos segundos.

—Sí, ya está.

—Vos andá tirándome ideas para que esto parezca un poquito más... porno.

—¿Porno?

—Y sí. —Se levantó y dio la vuelta, para ponerse mirando de frente a su hijo, automáticamente sus ojos se posaron en esa verga dura y venosa—, sé sincero, la página "erótica" no es... ya me está quedando claro que es más porno que otra cosa.

—¿Y no te molesta ser una modelo de fotos porno?

—La concha se me va a ver igual ¿no? Y vos dijiste que mientras más erótica sea una foto, más pagan. Eso me dio a entender que en realidad pagan más por fotos porno. ¿Me equivoco?

—Acertaste. No te lo dije porque no ibas a querer.

—Ahora ya estoy en el baile... no me queda otra; además... me está gustando un poquito todo esto. Nunca imaginé que pudiera hacer porno.

—Se nota, la tenés toda mojada. —Al decir esto Julián se apretó la verga con fuerza, jamás se había imaginado diciéndole algo así a su madre, y hacerlo le causó mucho morbo.

—Creo que la tengo tan mojada como vos la tenés dura. Ahora decime, ¿qué más te gustaría ver?

—Emm, —el chico se rascó la barbilla, como si estuviera intentando resolver en un gran problema—. ¿Querés mostrar las tetas o la concha?

—Mmmm... buena pregunta. Este conjunto tiene esta transparencia en las tetas, la cual es muy linda, así que lo mejor va a ser no sacarlas de ahí; pero como viene sin tanga entiendo que la intención es que se luzca mucho la concha; eso deben querer los diseñadores.

—Buena deducción, mientras más realcemos las mejores partes del producto, más les va a gustar lo que hacemos.

—Entonces ¿cómo te gustaría que mostrara la concha?

—¿Lo tengo que decidir todo yo?

—Para algo te tengo acá, vos sos el hombre. Imagino que si seguís tus instintos, seguramente vamos a conseguir buenas fotos. Si yo fuera esa mucama que vos querés contratar ¿cómo te calentaría verme?

—Entiendo... entonces volvé a ponerte como estabas recién.

—Pero eso ya lo viste...

—Es que es tu mejor ángulo —Diana soltó una risita—, vos haceme caso.

—Está bien.

Le dio un último vistazo a la verga de su hijo y luego volvió a darse la vuelta para adoptar la misma posición. Volvió a sentir esa ráfaga de placer al saber que estaba enseñando sus partes más íntimas.

—¿Los tacos me paran mucho el culo? —Preguntó.

—Sí, mucho, la diferencia es muy grande así que, definitivamente, tenés que usarlos en las fotos.

—Sí, pensaba hacerlo, me hacen sentir más sexy.

—Si lo que querés es estar más sexy, entonces separá un poco más las piernas.

—Ah, por eso querías que me pusiera así.

Alejó su pie izquierdo unos cuantos centímetros, sin flexionar las rodillas, podía sentir la tensión en los músculos de sus piernas.

—Así estás perfecta, —aseguró Julián.

—¿Se me abrió la concha? —No podía creer que le estuviera preguntando eso a su hijo, pero las palabras salieron de su boca sin que ella pudiera controlarlas. Le calentaba muchísimo imaginar que sus labios se habían abierto y que había alguien allí para verlo.

—Sí, se abrió bastante. —Julián no pudo resistirlo, aprovechó que su madre no estaba mirando y comenzó a masturbarse rápidamente, imaginando que introducía toda su verga en ese agujerito negro de bordes rosados—. Eso va a quedar muy bien en las fotos.

—Tenés que sacar una en primer plano, para que se vea bien.

—Totalmente, más de uno va a querer verla con todo detalle.

Julián se agachó justo detrás de su madre, y se tomó su tiempo para enfocar bien ese sexo abierto que rebosaba de humedad.

—¿Ahora qué otra cosa puedo hacer? —Preguntó Diana, mientras su hijo la fotografiaba.

—Abrite el culo. —Respondió, sin pensárselo dos veces.

Ella hizo exactamente lo que su hijo le pedía, dejó el plumero en el suelo y usando ambas manos se abrió las nalgas.

—Esto me gusta. —Hacía tiempo que Diana no se sentía tan expuesta sexualmente.

—A mí también. —Aseguró el muchacho, acelerando el ritmo de su masturbación—. Se te abrió mucho la concha. —Volvió a presionar el disparador de la cámara.

—¿Viste qué linda la tengo? —Ella se reía como una colegiala cachonda, y así se sentía.

—Sí... no me imaginaba que la tuvieras tan... abierta.

—¿Qué estás insinuando? —Ella no estaba enojada, al contrario, había comenzado a gustarle que su hijo le dijera esas cosas mientras la veía desnuda. La ponían más en situación.

—Que te entraría una verga grande, sin problemas, —dijo, pensando en su propio miembro.

—No estés tan seguro, en realidad soy bastante estrecha; pero ahora la tengo dilatada porque estuve tocándome. —Soltó sus nalgas y dirigió dos dedos hasta su concha, comenzó a acariciar sus labios—. Con lo mojada que estoy, ahora sí me entraría bastante fácil... tal vez. Por lo general da un poco de problema, especialmente si la verga es grande... aunque esas me gustan más —«Sí, Julián, —pensó—, a tu mamá le gustan las vergas grandes». Esa confesión la puso a mil.

—¿Y te duele?

—No mucho... pero a veces puede ser frustrante; porque llega un momento en que ya quiero tenerla adentro. —Apretó los dedos uno contra el otro, dejando sus labios vaginales entre medio.

—Eso que estás haciendo también está muy bueno.

—Lo voy a tener en cuenta. —Diana se irguió una vez más y dio media vuelta, sorprendió a su hijo masturbándose intensamente—. Ah, veo que en serio te está gustando la cosa...

—Perdón... —dijo deteniéndose súbitamente.

—No pasa nada, te dije que vos sos el control de calidad... si vos te ponés así, imaginate los que vean las fotos.

—Es verdad.

—Además, me hace sentir halagada... y no creas a que a mí no me levanta la temperatura estar mostrándome de esta manera. Como vos dijiste, hay cosas que son inevitables... calentarse es inevitable —Sabía que al repetir estas palabras se estaba convenciendo a sí misma, pero estaba funcionando.

La cara de su hijo estaba a pocos centímetros de su concha, él había dejado de tocarse, pero no de mirarla. De pronto a Diana se le ocurrió que se vería muy bien subiendo un pie a la silla, y así lo hizo. Luego, con dos dedos, se abrió la concha.

—Tenés un talento natural para esto, —dijo Julián, mientras se apresuraba a captar el momento.

—Lo que tengo es una calentura tremenda.

—Mejor, aprovechemos eso para que las fotos luzcan más naturales. —Una de las manos de Julián bajó hasta encontrarse con su verga, y se la presionó con fuerza.

—Sí, pero mejor lo dejamos para otro momento, ahora mismo quiero ir a... a tocarme un rato a la pieza. ¿Tendrás fotos suficientes para un pack?

—No creo, pero no importa, seguimos en otro momento.

—Está bien, porque ahora necesito tiempo para mí sola. Perdón por haberte hecho preparar la cámara para tan pocas fotos.

—No pasa nada, de hecho a la cámara siempre la tengo preparada, en caso que vos estés de humor para sacarte fotos.

—Esa es buena idea... bueno, no aguanto más... me voy. —Antes de marcharse, le dio un beso en la mejilla a su hijo y dio un último vistazo a esa verga erecta.

Diana se encerró en su cuarto y, sin quitarse el uniforme de mucama, se tendió en la cama, abrió sus piernas y comenzó a frotarse la concha con una mano. En lo único que podía pensar era en una verga que se parecía mucho a la de su hijo, pero que pertenecía a otro hombre. En su imaginación ella montaba esa verga, y la cabalgaba como una puta en celo, gimiendo y pidiendo que se la metieran hasta el fondo. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que tuvo sexo que ya prácticamente había olvidado qué se sentía ser penetrada; pero eso no le impidió dejar volar su mente. Con los ojos cerrados se proporcionó todo el placer físico que le era posible, no se limitó a frotar su vagina sino que además sobó sus grandes pechos e introdujo un par de dedos en su agujero femenino.

Dio rienda suelta a sus gemidos, sabiendo que Julián podría escucharla, pero no le importó; él sabía perfectamente qué era lo que ella estaba haciendo dentro de su cuarto. Se estremeció sobre la cama, arqueó su espalda, juntó y volvió a separar sus piernas. Se estaba haciendo la mejor paja en años y ya podía sentir los primeros signos de un orgasmo. Cuando éste llegó arqueó su espalda aún más, obligando a su cola a abandonar el colchón, y a sus pies a brindarle sujeción. Metió y sacó los dedos de su concha, emitiendo continuados chasquidos húmedos. Pudo sentir cómo el flujo comenzaba a chorrear en pequeñas cantidades desde su vagina, y dejó salir un profundo gemido.

Estaba dispuesta a seguir tocándose, pero por simple casualidad abrió sus ojos y soltó un grito de terror.

—Esperá, mamá... soy yo... no te asustes, —le dijo la voz de su hijo, desde los pies de la cama.

—¡Julián! ¿Qué mierda hacés acá? —Diana tenía la cara roja, llena de rabia.

—E... estaba sacando fotos. —Le enseñó su cámara—, creí que...

—¡La puta madre, Julián! Andate. —Le tiró una almohada, la cual impactó directamente contra su cabeza, sin hacerle ningún daño—. ¡Andate, Julián, salí de mi pieza!

El chico corrió fuera del dormitorio cuando se dio cuenta de que su madre buscaba algún objeto contundente para tirarle.

Diana respiraba deprisa, su pecho subía y bajaba violentamente. Se sentó en la cama, con las piernas abiertas, y poco a poco sus pulsaciones fueron disminuyendo. Tenía ganas de ahorcar a su hijo, pero al mismo tiempo sentía que tal vez había sido demasiado dura con él.

«No, no fui muy dura —pensó—, él actuó mal... no tenía por qué haber entrado sin permiso».

Durante el resto del día Diana no le dirigió la palabra a su hijo, incluso se llevó su comida al dormitorio. Julián ni siquiera se atrevió a mirarla a los ojos e hizo lo posible por no permanecer en el mismo cuarto que ella. Lo que más apenaba al muchacho era que por culpa de ese inconveniente, su negocio de fotografías eróticas se vinera abajo.

Julián se encerró en su cuarto, sin entender por qué su madre había reaccionado de esa manera. Al fin y al cabo ella parecía estar mucho más suelta que antes. Incluso lo interrumpió a él en plena masturbación. Estaba frustrado y enojado. Evitó hablar con ella durante todo el día. Ni siquiera se tomó el trabajo de editar las fotos que ya tenía. Por un momento le había parecido que todo el negocio iba viento en popa, pero la histeria de su madre lo había echado a perder.

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Anonymous
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AnonymousAnónimohace 7 meses

Estupenda historia.!!!!

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