La MILF más Deseada 15

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Esa puta que tanto tiempo había mantenido prisionera, la que le avergonzaba cada vez que sus familiares y amigas hacían alguna alusión a que ella podría ser una mujer infiel y con tendencia a buscar amantes bien dotados.

Bueno, ahora no tenía que esconder más a esa puta. Sí, ella quería amantes con buenas pijas. Se sentía hermosa, sabía que lo era... la vida no le daría una tercer oportunidad para disfrutar de aventuras sexuales como ésta. Eventualmente envejecería y tendría que dejar todo de lado, ya no sería atractiva para nadie; pero ahora mismo sí que lo era. Esa web alemana aseguraba que ella era "La MILF más deseada"; esto la hacía sentir como una reina sexual, y aún le quedaban varios años de belleza por delante. Los aprovecharía, sin sentir culpa.

--A esta puta le gusta que la filmen --dijo Diana, sacando la cámara de su bolso. Se la alcanzó a Daniel.

--¡Uy, rubia! ¡La puta madre! No dejás de sorprenderme... sos tremenda. --Tomó otro gran sorbo de cerveza--. ¡Sos tremenda! Pero yo también tengo otra sorpresita para vos... ¿Te acordás de Matías? Mi amigo de la playa.

Diana dio media vuelta y se encontró con el aludido. Matías había entrado desde la cocina, también llevaba una jarra de cerveza y estaba sin camiseta. Su torso se parecía bastante al de Daniel, pero estaba menos bronceado. Él la saludó con un gesto de la cabeza y, sin vueltas, se quitó el short, demostrando que estaba tan bien dotado como su amigo. De pronto a Diana le pareció que Matías también era un tipo de lo más interesante.

--¿Y qué decís, rubia? ¿Te aguantás dos pijas? --Preguntó Daniel, agarrándose la verga--. Algo me dice que no va a ser la primera vez que te garchan entre dos.

La rubia no podía creer que esto estuviera ocurriéndole a ella. No porque la asustara, tampoco se sentía ofendida porque Daniel insinuara que ella se la habían cogido muchas veces entre dos tipos. Lo que la dejaba estupefacta era ver que su noche se puso mucho más interesante, y ella ni siquiera se había sacado la ropa.

--4--

Cuando Diana volvió a su casa, ya estaba por amanecer. El frío rocío le humedeció el vestido pero al mismo tiempo la refrescó. El taxista que la trajo la miró tanto como el anterior, pero con este no fue tan solidaria. Estaba exhausta y algo ebria, solo quería llegar hasta su cama.

Se desnudó al entrar a su cuarto y cayó rendida apenas se acercó al colchón. Se sumió en un profundo sueño del que no despertó hasta pasadas unas nueve horas.

Al recobrar la consciencia la invadió el buen humor, no solo por los recuerdos de lo que había ocurrido en la noche, sino también porque la cabeza le dolía menos de lo esperado.

Fue hasta el baño, completamente desnuda, y se dio una larga y reconfortante ducha. La necesitaba.

Al regresar a su cuarto, mientras secaba su voluptuoso cuerpo con una toalla, se encontró con Julián. Él estaba sentado en el borde de la cama, sosteniendo la cámara filmadora en la mano.

--¿Grabaste algo? --Preguntó sin levantar la cabeza.

--Todo --respondió Diana, con una sonrisa de oreja a oreja--. Absolutamente todo.

--¿Lo puedo ver?

--¡Claro! Necesito tu opinión sincera, porque este material podría tener calidad suficiente como para que se lo vendamos a la web alemana.

--Voy a conectar la cámara al televisor, así lo veo mejor.

Julián no se veía nada entusiasmado con el asunto. Había pasado la noche entera imaginando lo que su madre podría haber hecho con su amante misterioso. Estos pensamientos no le dieron ni un minuto de paz. Ahora estaba a punto de transformarlos en una realidad. Vería cómo su madre se pasó la noche cogiendo con un tipo que, seguramente, estaba bien dotado. Eso no lo dudaba. Sabía que Diana no se conformaría con menos. Se recostó en la cama, y Diana hijo lo mismo, a su lado. Ella arrojó la toalla, quedando completamente desnuda. Él la recorrió con la mirada, intentando disimular un poco, no quería mostrar debilidad ante ella.

Encontró el video que había grabado su madre y empezó a reproducirlo. Lo primero que vio fue una gran verga. Era obvio que un hombre sostenía la cámara y estaba enfocando hacia abajo. La rubia apareció, de rodillas ante él; pero aunque ella estuviera en esta posición, seguía luciendo como una diosa. Sonriendo, aferró esa imponente verga con una mano. Una voz masculina dijo: "Dale, putita, mostrame cómo te gusta chupar pija". Ella no se mostró ofendida, en absoluto. Su alegría pareció incrementarse. Sacó la lengua y empezó a recorrer el glande.

Julián apretó los dientes con fuerza, al ver esto, pero no dijo nada. A su lado, Diana acariciaba su propio cuerpo, disfrutando de lo que estaba viendo. La Diana de la pantalla se metió una buena parte de la pija en la boca, y empezó con los clásicos movimientos de un pete, tragando más con cada nuevo intento. Sacó la verga de su boca y la lamió desde los huevos hasta la punta, y volvió a tragársela con maestría, mirando hacia la cámara. "Así me gusta, rubia --dijo Daniel--. Sos una excelente petera... si te la habrás pasado devorando pijas. Tenés pinta de ser una veterana muy calienta-porongas". Estas palabras incentivaron aún más a Diana, que empezó a mamar con mayor ímpetu.

En ese momento se acercó un segundo tipo, en pantalla solo se pudo ver su gran verga erecta. Daniel dijo: "Dale, ahora mostranos cómo chupás dos pijas a la vez". Julián, en un destello de ingenuidad, creyó (o quiso creer) que su madre se rehusaría a hacer eso. Pero casi de inmediato recordó la actitud de que mostró Diana en la casa quinta, junto a la playa. Allí supo, con resignación, que ella no se negaría ante semejante propuesta.

Sin decir una palabra, la Diana del video agarró esta segunda verga, giró la cabeza y tragó tanto como pudo. El dueño de la pija le agarró la cabeza y empezó a moverse. Ella mostró tener una basta experiencia en el asunto, ya que se posicionó de forma tal que toda la verga entró, hasta el fondo de su garganta, y no sintió ninguna arcada, a pesar de que el miembro masculino retrocedió y volvió varias veces.

--¡Ah, cómo te gusta tragar pornga, rubia puta! --Exclamó Daniel.

Julián se preguntó cómo su madre soportaba esa clase de humillación, sin quejarse. Pero ella parecía estar feliz, casi se podía decir que, a pesar de tener una gran verga en la boca, le estaba sonriendo a la cámara.

Ahora Julián tenía que hacer frente a la rabia sabiendo que su madre había estado comiéndole la pija a dos tipos, a la vez... pero en ese momento ocurrió otra cosa inesperada. Su madre, la real, la que yacía desnuda a su lado, llevó la mano hasta el bultó en el pantalón de Julián, y lo apretó. El chico no tuvo mucho tiempo para reaccionar, ya que ella, sin pedir permiso, sacó la verga de su escondite y acercó la cabeza.

Diana estaba sumamente excitada, no pudo luchar ni un segundo más contra la tentación. Ya le había chupado la verga a su hijo en varias ocasiones. ¿Qué tenía de marlo hacerle un pete otra vez? Ella no sabía cuánto tiempo seguiría haciendo este tipo de cosas con su hijo; pero al menos sabía que las podía disfrutar, al menos de momento. Se tragó la pija de Julián, que ya estaba medio erecta, y ésta terminó de ponerse dura en cuestión de segundos.

Este inesperado gesto sirvió para que la bronca de Julián disminuyera considerablemente. De pronto ya no le parecía tan grave estar viendo, en la pantalla, cómo su madre comía dos pijas a la vez, ya que él podía sentir exactamente lo mismo que sintieron esos hombres... y era fabuloso.

La rubia tragó las vergas como una profesional del porno, tanto la de su hijo como las dos que se veían en el video. Era evidente que ella quería demostrar toda su pericia en el arte de succionar penes.

Esta acción se repitió durante varios minutos, en la pantalla, y en todo ese tiempo Diana no dejó de tragar la pija de su hijo. No la tuvo fuera de la boca ni siquiera un segundo. Cada vez que llegaba hasta el glande, lo succionaba con fuerza y luego volvía a comerse toda la verga.

Julián sabía que esos tipos no aguantarían mucho hasta pasar al siguiente nivel de acción. Tenían una rubia descomunal frente a ellos, totalmente entregada; no dejarían pasar la oportunidad. Fue el hombre que sostenía la cámara quien tomó la iniciativa. Diana le estaba comiendo la verga cuando él dijo: "Rubia, me encanta ese vestido; pero me parece que ahora mismo está de más". La aludida sonrió a la cámara con picardía y se puso de pie, acto seguido empezó el descenso de ese vestido, mientras ella meneaba las caderas al son de un ritmo inexistente. Sus grandes tetas hicieron una magistral aparición, rebotando en cuando la tela las soltó. Su vientre y sus caderas fueron los siguientes en aparecer, y cuando llegó el momento más esperado ella sujetó el elástico de la tanga con los pulgares y la bajó junto con el vestido. No quería perder más tiempo. Su pubis lampiño parecía tan suave como el resto de su vientre, apenas y se veía la línea que marcaba la división de su concha, ya que ella tenía las piernas muy juntas. Pero cuando consiguió dejar el vestido en el piso, se paró con una pose que irradiaba seguridad y sexualidad. Puso las manos sobre sus caderas y dejó que los dos hombres admiraran su cuerpo desnudo.

--¡Ay, rubia! --Exclamó Daniel--. ¿Cuántas pijas habrán pasado por esa concha?

--Al menos puedo asegurarles que no soy virgen --dijo ella, soltando una risita. A continuación se dio vuelta y se agachó, con las piernas bien separadas, dejando el culo en alto. Apoyó sus codos en el respaldar de un sofá--. Acá me tenés, metémela hasta el fondo. Cogeme fuerte, que estoy acostumbrada a las pijas grandes.

Julián no podía creer lo que oía y veía. Su madre no estaba brindando ningún tipo de resistencia, ni siquiera un poco de juego previo. Se estaba entregando como la más puta de las putas. Y claro, Daniel no esperó a que se lo dijeran dos veces. Se acercó a ella, con la pija en la mano, la colocó entre esos carnosos labios y en cuanto encontró el hueco, empujó con fuerza hacia adentro. La pija entró casi hasta la mitad, y Diana soltó un fuerte grito de placer.

Julián no se animó a decir nada, aunque le molestara lo que estaba viendo, porque tenía miedo de que su madre se enojara y dejara de chuparle la verga. Ella estaba súper concentrada en esa tarea, y mientras su cabeza subía y bajaba, para poder tragarse todo ese falo, no dejaba de tocarse la concha.

A la Diana del video empezaron a clavarle la verga con tanta fuerza, que sus nalgas se sacudieron con cada impacto. Sus gemidos no tardaron en llegar, si bien el audio captado por la cámara no era perfecto, a Julián se le erizaron los pelos de los brazos al escuchar las manifestaciones de placer de su madre. El otro tipo que estaba en la escena se acercó a la rubia, la agarró de los pelos y prácticamente la obligó a meterse la pija en la boca. Sin embargo Diana no puso ninguna objeción, agarró la verga con una mano y la chupó con entusiasmo. Mientras tanto su concha se mojaba cada vez más, con cada nueva embestida.

Julián también sintió la necesidad de agarrar a su madre de los pelos y, casi sin darse cuenta de las connotaciones sexuales de sus actos, le hizo bajar la cabeza para que ella tragara más. Pero al igual que la Diana del video, ésta tampoco puso ninguna objeción.

Su madre era una puta, eso ya le había quedado claro; pero no significaba que lo hubiera aceptado. Desde que ella empezó a chupársela estuvo debatiéndose entre dos sensaciones totalmente opuestas. La bronca por tener que ver a su madre siendo brutalmente cogida por dos desconocidos, y el placer de la chupada de pija que ella le estaba dando.

Pero eso no fue todo, además tuvo que ver cómo los tipos empezaron a turnarse, para meterle la verga. Primero lo hizo el que sostenía la cámara, y le dio duro durante un buen rato. Después tomó lugar el otro y Diana ni siquiera amagó a negarse, al contrario, abrió sus nalgas con la mano, exponiendo toda su concha, y lo invitó a pasar, mientras decía: "Quiero que me cojan toda la noche. Me encanta que me cojan entre dos".

Al escuchar esas palabras Julián supuso que su madre se había quedado tan fascinada con la experiencia en la casaquinta, que quiso repetirla apenas tuvo la oportunidad. Su mente fue invadida por otros pensamientos desagradables, que le daban a entender que esta no sería la última vez que Diana se ofreciera, con la concha abierta, ante dos amantes.

Pensó que todo esto era culpa de él, había despertado al monstruo sexual que habitaba en ella... si no hubieran comenzado con todo el asunto de las fotos eróticas... si él no la hubiera convencido para que se animara a posar desnuda, o chupando una verga, tal vez nada de esto hubiera pasado. Pero ya era tarde. No podía volver el tiempo atrás. Su madre parecía estar dispuesta a liberar toda la energía sexual acumulada durante los últimos años.

El video era mucho más pornográfico de lo que había imaginado al principio, después de que los dos tipos se la cogieron un rato cada uno, estando ella apoyada en el respaldar del sillón, decidieron trasladarse a un sitio más cómodo. Llevaron a Diana hasta una pieza, con una gran cama. La rubia se tendió sobre el colchón y abrió las piernas tanto como pudo.

--Quiero pija. --dijo, como si llevara años sin probar una--. ¿Quién me la va a meter primero?

--¡Uy, rubia Puta! --exclamó Daniel--. Y yo que pensaba que te ibas a ofender cuando vieras dos pijas.

--¿Ofender? ¡Me encanta la pija! Si me hubieras dicho que me iban a dar entre dos, me hubiera dejado coger antes.

Daniel se posicionó delante de ella y le clavó la verga sin ningún tipo de compasión. Cuando Matías se le acercó, por el costado de la cama, fue ella misma la que le agarró la verga y empezó a chuparla sin que él se la pidiera. Julián había visto videos porno que mostraban escenas idénticas a ésta; pero en este caso era muy diferente. Esa era su mamá... y ella no estaba actuando. De verdad quería que esos dos tipos la usaran como su puta personal... y sí que la usaron.

No tardaron mucho en intercambiar posiciones. Matías quería demostrar que él no se quedaba atrás, y le clavó la verga a Diana tan al fondo como pudo, y empezó a bombear a toda velocidad, provocando que las tetas de la rubia saltaran. Ella lo miró a los ojos y empezó a soltar gemidos y bufidos, mientras lo alentaba, para que siguiera dándole así de fuerte.

--Nos cogimos varias putas veteranas como vos; pero nunca una que estuviera tan buena --aseguró Daniel--. Ni mucho menos una a la que le gustara tanto la pija... una que fuera tan puta como vos. Te vamos a llenar la concha de leche.

--No... la concha no --dijo ella, entre gemidos--. La cara... quiero que me acaben en toda la cara.

--¡Ah, rubia puta! --Exclamó Daniel--. Me vas a volver loco. Decime que vas a volver otra vez, porque con cogerte una sola vez no me va a alcanzar.

--Les prometo que vuelvo.

Esta noticia fue como un gancho al hígado, para Julián; pero él no tuvo tanto tiempo para enojarse porque justo en ese momento su madre empezó a mamarla la verga mientras con una mano lo masturbaba. Fue un movimiento magistral que le hizo subir la calentura a niveles nunca antes alcanzados.

Ella siguió haciendo esto, sin parar, lo que hizo más fácil la espera de Julián, hasta que llegó ese momento que él sabía que iba a llegar.

Los tipos intercambiaron lugares varias veces más, pero luego se pusieron de acuerdo para acabar los dos al mismo tiempo. Le pidieron a Diana que se pusiera de rodillas en el piso y ella volvió a mostrarles su maestría como petera. Mientras chupaba una, masturbaba la otra, y luego cambiaba. Se movía tan rápido como le era posible y su premio llegó de forma súbita.

Los grandes chorros de leche empezaron a cruzarle toda la cara, el primero en acabar fue Daniel, pero mientras su pija aún estaba escupiendo semen, Matías se le sumó. En pocos segundos la cara y la lengua de la rubia quedaron cubiertas de un líquido blanco y espeso. Ella tragó todo lo que le cayó dentro de la boca, y dio varios chupones a las dos pijas, succionando todo el semen que pudiera quedar dentro de ellas.

--¿Qué tal la pasaste, rubia? --Preguntó Daniel, enfocándola en un primer plano.

Ella, sonriendo, con la cara llena de semen, dijo:

--La pasé genial. Tienen unas pijas hermosas y cogen muy bien. Voy a volver, se los aseguro... todavía tengo ganas de que me partan la concha a pijazos.

Esas palabras hicieron mella en Julián, él estaba dispuesto a decir algo, pero no lo hizo porque en ese momento Diana dejó de chuparle la verga. Ella se puso en cuatro patas en la cama, gateó hasta el borde de la misma y desconectó la cámara del televisor.

Julián pudo verla desde un ángulo privilegiado, ese inmenso culo y esa jugosa concha, abierta para él. No pudo luchar contra la tentación, se puso de rodillas detrás de su madre, agarrándose la verga, y se dijo a sí mismo que prefería pedir perdón después. Acercó su miembro a esa entrada húmeda, y la penetró. No tan profundo, como para que ella soltara un grito, pero sí lo suficiente como para que ella se pusiera tensa.

Él aguardó por el inevitable escarmiento. Su madre empezaría a gritarle de todo, pero tal vez aún estaba a tiempo de meterla un poquito más adentro; y eso fue lo que hizo. Su verga se deslizó con suavidad, en ese interior tibio, porque se la habían cogido entre dos tipos, apenas unas horas antes, y estaba muy bien dilatada.

La rubia se movió un poco, para dejar la cámara en el piso y, para el asombro de Julián, ella no dijo nada. Ni una sola palabra. Se quedó en esa posición, con los codos apoyados en el colchón, y la cabeza baja.

Con el pulso acelerado, Julián empezó a moverse muy lentamente. Retrocedió, como si estuviera tomando impulso, pero al avanzar lo hizo con calma.

Diana suspiró de gusto cuando esa verga se hundió en su concha... y esta vez... esta vez sí... había entrado completa. Tenía la verga de su hijo dentro de la concha, y ésto le recordó vívidamente al primer momento que Julián la penetró, creyendo que le hacía un favor... pensando que ésto era exactamente lo que ella necesitaba. Y Diana empezó a preguntarse si realmente era así, si necesitaba algo como esto, porque tener esa verga dentro de la concha se sentía de maravilla, incluso unas horas después de que dos tipos se la hubieran cogido.

Asustada por estos pensamientos, Diana se movió; pero ella también mantuvo la serenidad. No apresuró sus movimientos, porque no quería que Julián lo tomara como un rechazo. Lentamente se apartó de él y cuando la verga salió completa, bajó de la cama y se arrodilló frente al borde de la misma. Le hizo una seña a su hijo para que se le acercara, y él obedeció. La rubia sabía que había una sola forma de finalizar esto, sin que Julián se sintiera mal. Empezó a chuparle la verga otra vez. Sin embargo ahora lo hizo desde una posición más cómoda, que le permitió trabajar con mayor soltura. Le comió la verga con toda la intención de brindarle el máximo placer sexual posible... a su propio hijo. Ella estaba decidida a hacerlo gozar tanto como lo había hecho al chuparle la pija a esos otros dos tipos.

Diana succionó esa verga, y la lamió con tanta maestría, que Julián no pudo aguantar mucho más. Pocos segundos después ya estaba salpicando de semen toda la cara de su madre. Ella lo recibió con alegría, y lo masturbó con fuerza, para exprimir hasta la última gota.

--¡Ay, sí! ¡Dame toda la leche, que me encanta!

Ella, mostrando su devoción por el semen, se metió la verga en la boca y tragó el resto de la leche. A Julián le fascinó este gesto, ya que las succiones llegaron en el mejor momento. Él dobló su cuerpo, en un espasmo de placer, y agarró la cabeza de su madre, obligándola a tragar más de la verga. Saltaron las últimas gotas de semen y ella, sin quitarse la verga de la boca, recorrió el glande con la lengua.

Una vez que el ritual de bañar a su madre con semen hubo terminado, ella se puso de pie y con una amplia sonrisa dijo: