La MILF más Deseada 17

Historia Información
Capítulo 17.
6.7k palabras
4.89
1.9k
00

Parte 17 de la serie de 18 partes

Actualizado 06/10/2023
Creado 08/05/2020
Compartir este Historia

Tamaño de fuente

Tamaño de Fuente Predeterminado

Espaciado de fuentes

Espaciado de Fuente Predeterminado

Cara de fuente

Cara de Fuente Predeterminada

Tema de Lectura

Tema Predeterminado (Blanco)
Necesitas Iniciar sesión o Registrarse para que su personalización se guarde en su perfil de Literotica.
BETA PÚBLICA

Nota: Puede cambiar el tamaño de la fuente, el tipo de fuente y activar el modo oscuro haciendo clic en la pestaña del ícono "A" en el Cuadro de información de la historia.

Puede volver temporalmente a una experiencia Classic Literotica® durante nuestras pruebas Beta públicas en curso. Considere dejar comentarios sobre los problemas que experimenta o sugerir mejoras.

Haga clic aquí
Nokomi
Nokomi
13 Seguidores

—1—

Después de mirar las grabaciones que le dejó su difunto marido, los días de Diana se tornaron densos y parecían durar más horas de lo habitual. Durante todo este período de tiempo suspendió toda sesión fotográfica con Julián y no permitió que él se le acercara con intenciones sexuales. Cuando Diana comenzó a pensar en frío todo lo que Eduardo dijo en los videos, su mente colapsó. Era demasiada información junta, no solo había escuchado la voz de su marido por primera vez desde su muerte, sino que además tenía que hacer encajar el hecho de que él sabía lo de su amante. Eduardo supo de la existencia del Tano prácticamente desde el principio, y hasta lo aprobaba. Eso la hizo sentirse un poquito mejor persona, al menos ya no tenía que cargar con la culpa de haber hecho sufrir a su marido, por ponerle los cuernos. No entendía por qué a él le gustaba ésto, pero Eduardo juró que así era, y Diana tenía que aceptarlo, pudiera comprenderlo o no. Dudaba que él lo hubiera hecho solo por ella, su marido era un hombre sumamente generoso, pero ella no creía capaz a un hombre de hacer semejante sacrificio, sólo para que su esposa tuviera algunas experiencias sexuales interesantes. Él debía sacar algo de provecho en todo esto, y a Diana le daba miedo averiguarlo. Especialmente porque sabía que había cámaras involucradas. Esas falsas cámaras de seguridad... ¿cuánto habían logrado registrar de lo ocurrido? ¿Qué había hecho su marido al ver eso? ¿Qué hizo con el material grabado? Porque sí, Eduardo tuvo que haber grabado todo. De eso Diana estaba segura. A su marido le encantaba tomar fotos y grabar videos. ¿Dónde había ido a parar todo ese material? ¿Lo había visto otra persona?

Todas estas preguntas atormentaban a Diana, y sabía que obtendría respuestas si continuaba mirando los videos que le dejó Eduardo. Pero temía a lo que podía encontrar en ellos. Además no podía verlos sin Julián, ella ya le había prometido que mirarían todo juntos, y tal vez se arrepintiera de esa promesa si es que se encontraba con lo que creía que se iba a encontrar.

Tuvo que dejar pasar varios días para poder recuperar el buen humor y la energía. Sabía que necesitaba un estado de ánimo muy positivo y alegre para seguir adelante con los videos. Lo que más la alegró fue ver el pago más reciente realizado por la empresa alemana. Sus fotos se estaban vendiendo de maravilla y todavía quedaban muchas por ofrecer. Julián era muy astuto y no vendía todas las fotos juntas, esperaba unos días antes de mandar un nuevo pack. A veces los de la agencia alemana mostraban su impaciencia por recibir nuevas fotos de Diana, y ellos mismos hacían un pequeño aumento en el pago.

Si Diana realmente es la MILF más deseada de la web, entonces merece que le paguen como tal.

—2—

Julián supo que su madre había recuperado el buen humor cuando la vio vistiendo un nuevo conjunto de lencería erótica. Estaba compuesto por medias de red, una tanga negra diminuta que apenas le tapaba la vagina, y un corpiño que transparentaba mucho los pezones. Él mismo había elegido ese conjunto unos días antes, estaba seguro de que a su madre le quedaría espectacular, y no se equivocó.

Para medir qué tan bueno era el estado de ánimo de Diana, se acercó a ella por detrás y bajó la mano, para acariciarle la zona de la concha con dos dedos. Hacía rato que no la tocaba de esa manera. Su verga reaccionó de inmediato. No se puso dura, pero ya estaba en proceso de hacerlo.

Cuando Diana sintió el contacto de los dedos de su hijo, se encontraba regando las plantas de la casa. No le molestó que Julián la tocara de esa manera, al contrario. Sabía que al usar ese atuendo era como si le estuviera diciendo a su hijo: Vení a tocarme la concha. Ya habían llegado a ese nivel de confianza y eso fue lo que le dio más morbo a la rubia, que se inclinó hacia adelante, mientras el agua de la regadera caía sobre un helecho. Los dedos de su hijo hicieron a un lado la tela de la diminuta tanga y se metieron, dos a la vez, dentro del agujero de su concha. Ella se excitó de inmediato. Supuso que a cualquier madre que tuviera tanta confianza con su hijo le pasaría lo mismo. El placer se disfrutaba mucho más cuando era prohibido. Diana no sabía qué tan lejos llegaría con su hijo, porque aún tenía dudas que la agobiaban; pero sí podía admitir que se sentía cómoda con la relación que tenían ahora mismo.

Quería comunicarle esto a su hijo, pero no necesitaba palabras para hacerlo. La mejor forma de explicárselo era pasando a la acción. Diana estiró el brazo y metió la mano dentro del pantalón de Julián y se aferró a su verga con fuerza. Ella pudo notar la primeras señales de una inminente erección. Liberó el miembro y empezó a sacudirlo, mientras los dedos de su hijo entraban y salían de su concha. Como madre se sintió orgullosa, Julián estaba aprendiendo a tocar a una mujer de forma apropiada. Cuando él tuviera su propia novia sería capaz de brindarle mucho placer. A Diana le divirtió la idea de decirle a su hipotética nuera: "¿Viste qué bien que toca la concha mi hijo? Le enseñé yo. No sabés la cantidad de veces que me coló los dedos en la concha". Por supuesto que, llegado el caso, no diría eso... pero la idea le causaba mucho morbo.

Diana estaba muy mojada y Julián ya la tenía parada. Al pibe se le ocurrió que tal vez su madre le permitiera hacer algo... ella estaba de buen humor, valía la pena intentarlo. Si ella no quería, al menos se lo diría de buena manera y a él le bastaría con pedir perdón. Esta era una de esas situaciones en las que prefería pedir perdón antes que pedir permiso.

Agarró su verga con una mano y se paró justo detrás de su madre, con la otra mano agarró el hombro de Diana. Apuntó la cabeza de la pija a la entrada de la concha y presionó.

—¡Ay, por favor! —Exclamó Diana, con la voz quebrada.

En ocasiones anteriores Julián se había mostrado tímido a la hora de arrimarle la pija a su madre, la había metido de a poquito, de forma sutil. Pero en esa ocasión la sutileza quedó olvidada en algún cajón de su almacén interior. La mitad de la pija entró de una sola vez y para él fue algo absolutamente maravilloso. Adoraba sentir cómo esa concha... la concha de su propia madre... se abría cuando él introducía la pija. Le fascinaba la tibieza interior de ese sexo y la facilidad con la que Diana era capaz de recibir un miembro erecto de buen tamaño, sin necesitar mucha preparación previa. "Le meto un poquito los dedos y a esta puta se le abre la concha enseguida", pensó.

Se quedó quieto, sin mover un músculo. Quería saber cómo reaccionaría su mamá.

Diana también permaneció inmóvil durante un par de segundos, como si necesitara ese tiempo para asimilar que su hijo le estaba metiendo la verga. Cerró los ojos y su mente se puso en blanco. Lo único que podía pensar era que tenía una pija rígida metida en la concha... y quería más.

Con el corazón latiendo violentamente en su pecho, retrocedió lentamente, provocando que la pija se fuera enterrando cada vez más. Justo cuando estaba por entrar completa, ella se movió hacia adelante. La única parte que quedó en el interior de su concha fue el glande. Julián pensó que su madre ya había tenido suficiente de esas penetraciones, pero en ese momento ella lo tomó por sorpresa. Diana retrocedió muy rápido, tanto que Julián tuvo que ponerse tenso para no irse hacia atrás. Esta vez sí su pija había logrado entrar completa. Lo mejor llegó cuando su la rubia empezó a menear el culo, provocando que la pija entrara y saliera apenas un poquito, pero eso era más que suficiente para que Julián tuviera la sensación de que se estaba cogiendo a su madre.

—Si esta es tu forma de hacer precalentamiento para una sesión de fotos, entonces está funcionando a la perfección —dijo Diana, sin dejar de moverse—. Tengo la concha toda mojada.

Él no sabía si su madre le estaba diciendo eso en serio o si solo buscaba alguna justificación para sus actos; pero lo mejor era seguirle la corriente.

—Vos avisame cuando estés lista y busco la cámara.

—Quiero que me saques muchas fotos con la pija metida en la concha.

—¿Segura?

—Sí... no te voy a mentir, me pone incómoda tenerla adentro pero... ¿cuánto creés que nos van a pagar por estas fotos?

—Un montón.

—Entonces vamos a hacerlo. Andá a buscar la cámara.

Julián no quería apartarse de su madre, estaba disfrutando mucho con sus meneo, pero si no hacía lo que ella le pedía podría hacerla enojar. Y por nada del mundo quería que Diana se enoje.

Se apartó de ella y fue hasta su dormitorio, con la pija dura apuntando al techo. Aprovechó para quitarse toda la ropa que tenía puesta y dedicó apenas unos segundos para corroborar que la cámara estuviera en condiciones. Había suficiente espacio en la tarjeta de memoria y la batería estaba llena.

Volvió al living y encontró a Diana acostada en el sillón, se estaba haciendo una paja sin ningún tipo de disimulo. A Julián lo invadió un repentino sentimiento de responsabilidad profesional, se acercó a ella sin hacer ruido y comenzó a fotografiarla desde todos los ángulos. Tomó varias fotos de esa concha húmeda en la que los dedos entraban y salían sin detenerse. Su verga permaneció rígida todo el tiempo, él sabía que no se iba a bajar mientras tuviera semejante rubia desnuda ante sus ojos. Que esa mujer fuera su madre solo provocaba que la rigidez de su verga fuera aún más intensa.

No tuvo que darle indicaciones a la modelo, ella solita se dio cuenta de lo que tenía que hacer. Comenzó a desprenderse el corpiño y Julián fotografió todo el proceso, hasta que esos turgentes melones quedaron libres. Él le pellizcó un pezón, con picardía y ella le sonrió. Diana notó que la pija de su hijo estaba muy cerca de su cara. La agarró con una mano y comenzó a masturbarla. Miró a la cámara con ojos libidinosos y se metió la verga en la boca. Empezó a chuparla como si estuvieran grabando un video. Julián sabía que si su madre se movía tan rápido las fotos podrían quedar mal, pero no la detuvo. Se la estaba chupando tan bien que las fotos le importaron muy poco. Siguió capturando imágenes solo por mero compromiso, pero lo que él quería era disfrutar de la hábil lengua de su madre que le recorría toda la pija y que jugaba con su glande.

—Si tenés que dejar salir la leche, hacelo —dijo ella—. Llename la cara de leche, van a quedar unas fotos muy lindas.

—¿Pero no íbamos a sacar fotos con la verga dentro de la concha?

—Sí, ¿me vas a decir que no se te va a volver a parar dentro de diez minutos? Con lo dura que la tenés ni siquiera creo que se te baje.

—Puede ser, pero todavía no tengo ganas de acabar.

—Está bien, hacelo cuando tengas ganas... yo sigo chupando.

Volvió a engullir esa verga, pero esta vez se arrodilló en el piso. Mientras la tragaba toda se masturbaba con una mano y acariciaba los huevos de su hijo con la otra. Julián agarró la cabeza de su madre cuando ella consiguió tragar la pija completa, demostrando su enorme talento para la "garganta profunda". Él quería que ella se quedara allí un rato, porque la sensación de verla con la verga dentro de la boca era maravillosa; pero para disimular siguió sacando fotos. Éstas sí que se podrían vender por una buena suma de dinero, Diana estaba espléndida.

La MILF chupó durante unos segundos más y supo que su hijo no iba a acabar, al menos en un buen rato. Tal vez lo mejor sería pasar a la siguiente fase de la sesión de fotos, la que todavía le causaba cierta incomodidad. Pero Julián ya la había preparado para eso, le había recordado qué se sentía tener la pija de su hijo dentro de la concha. Tal vez sería capaz de aguantar un rato más, por puro beneficio económico. Las fotos con penetraciones se pagaban muy bien.

Diana soltó una risita, recordó el momento en que sacarse una foto con la tanga metida en la concha le parecía demasiado... y ahora no solo posaría con toda la concha abierta, sino que además se metería una pija... la de su hijo. Esto provocó una ola de calor en todo su cuerpo.

Se puso en cuatro en el sofá, con el culo apuntando hacia Julián.

—Bueno, ahora sí, me tenés que meter la pija... pero despacito y con cuidado, que es para las fotos.

—Sí, eso me quedó bien claro —dijo Julián.

Él se acercó, aferrando su miembro erecto con la mano izquierda y la cámara de fotos con la derecha. Posó el glande entre los gajos de su madre y comenzó a frotar. El movimiento también generó imágenes dignas de ser vendidas, la cabeza de su pija le abría mucho la concha a Diana, casi se podía sentir como ese agujero clamaba por una buena verga.

Diana también podía sentirlo. La calentura era enorme y seguía creciendo. Se acarició las tetas porque consideró que no tenía nada de malo disfrutar un poquito de la situación. Ya habían pactado con Julián que la excitación era un componente que debían usar a su favor. Si ella realmente estaba caliente durante las sesiones de fotos, sus seguidores de internet también lo notarían.

Ella intentó prepararse mentalmente, pero Julián no esperó a que su madre le diera la orden. Simplemente empujó hacia adelante y la cabeza de su verga se perdió dentro de la concha.

—¡Uf! —Bufó Diana—. ¡Sí, metémela toda!

Julián no podía creer lo que acababa de oír, y Diana no podía creer lo que acababa de decir. Las palabras escaparon de su boca, sin su permiso. Fue un mero acto reflejo. Ella estuvo en ese mismo sillón, en la misma posición, cogiendo con el Tano... tantas veces. Añoraba tanto repetir esa situación que fue traicionada por su propio cerebro.

Pero Julián tomó las palabras de su madre como una orden. Empujó más y su pija se fue enterrando en esa cueva rosada que se iba abriendo mientras él avanzaba con su imponente miembro. Sacó tantas fotos como pudo, no quería que su madre se enojara por no tener una imagen decente de ese momento, para vendersela a los alemanes. Si él no seguía haciendo su trabajo, ya no podría disfrutar de grandes momentos como éste.

Diana se apartó y Julián creyó que la sesión de fotos ya había terminado, pero se alegró al ver que su madre se daba la vuelta y abría las piernas, ofreciéndole la concha una vez más. Volvió a enterrar la verga, lentamente, para disfrutarlo mejor... y para poder capturar en imágenes todo el proceso. Él siguió metiendo, esperando a que su madre le dijera que hasta ahí... que ya era suficiente. Pero Diana no dijo nada. Tenía los ojos cerrados y se masajeaba las tetas, pellizcando sus pezones ocasionalmente. Julián siguió hasta meterle toda la verga. Sintió un fuerte bombeo de placer a lo largo de todo su pene, creyó que iba a acabar; pero fue falsa alarma. Su verga solo estaba respondiendo a la enorme calentura que tenía él por haber conseguido clavar la pija completa.

Se quedó allí unos segundos, sacando fotos, y luego retrocedió lentamente. Diana no dijo ni una sola palabra en todo el proceso. Cuando la verga estuvo afuera, ella habló.

—Creo que van a salir muy buenas fotos —ella acarició su concha, la calentura que tenía en ese momento era desmesurada—. ¿Se te ocurre alguna otra pose para meterme la pija?

El cerebro de Julián comenzó a trabajar a toda velocidad, hasta que dio con una idea.

—Necesitaríamos una cámara con temporizador... no, dos. Sí, sería mejor hacerlo con dos. Pero podemos armar una pequeña escena...

—Dale, traé todo lo que haga falta.

Diana no necesitaba escuchar más sobre aspectos técnicos. Se quedó acostada en el sofá, masturbándose todo el tiempo, mientras Julián preparaba todo lo necesario.

Trajo una cámara con un trípode y puso la cámara que había estado usando sobre una caja en el piso, para que apenas esté elevada unos centímetros. Esta segunda cámara estaba mucho más cerca del lugar que ocuparía su madre.

—Mamá, ¿podés ponerte en el piso?

Ella obedeció, se puso en cuatro, mostrando el culo a las cámaras, y siguió pajeándose. Julián programó los temporizadores, las cámaras empezarían a sacar, automáticamente, una foto detrás de otra, cada determinado lapso de tiempo. Cuando estuvo todo listo, se acercó a su madre. Ella, sin previo aviso, le agarró la pija y se la metió en la boca. Esto también quedaría capturado por las cámaras. Además Diana quería que su hijo la tuviera lo más dura posible.

—Yo tengo que estar abajo, y vos arriba, mirando hacia la cámara.

—Entiendo.

Julián se acostó en el piso, con la verga apuntando hacia el techo. Diana se puso sobre él, como un jinete que monta su caballo, pero dándole la espalda. Sus tetas apuntaban hacia las cámaras. Acomodó la pija en su concha y empezó a bajar lentamente, con las rodillas flexionadas y las piernas bien abiertas, como si fuera una rana.

Diana adoraba esa pose sexual, tal vez su cuerpo ya no tenía la energía de antes; pero había disfrutado muchas veces montando buenas pijas de esa manera, haciendo saltar sus tetas para todos lados.

Pero esta vez lo estaba haciendo con su hijo, y tenía que mantener la compostura. Bajó lentamente y disfrutó cómo esa pija fue metiendo en su vagina. Porque estaba bien disfrutarlo. Era bueno para el trabajo.

Las cámaras, como testigos mudos, comenzaron a retratar el momento. Diana sonrió sensualmente. Una ola de calor recorrió su cuerpo. Le dio mucho morbo que tanta gente fuera a verla en esa posición, toda abierta... y con la pija de su hijo metida en la concha. ¿Cuánto pagarían sus admiradores por esas fotos si supieran que esa verga pertenecía al hijo de la rubia?

Bajó más, ocultando con su concha la mitad del miembro erecto. Ahora sí que se vería como una penetración en toda regla. Traicionada por un instinto sexual emergente, Diana comenzó a subir y bajar lentamente, la pija exploró todo el interior de su vagina.

Julián también tenía un instinto sexual que le clamaba a gritos que se moviera. Debía meterle la verga hasta el fondo a esa rubia, demostrarle que él era capaz de complacerla. Dejando de lado sus pensamientos, Julián actuó por puro instinto animal. Levantó la cadera de golpe, como si fuera un latigazo, y le clavó la verga a su madre, hasta el fondo.

—¡Ay, por dios! —Exclamó Diana, cuando recibió tan salvaje embestida.

Luego llegó otra... otra. Los testículos de Julián se sacudieron, y la onda expansiva de sus duras penetraciones llegó hasta las tetas de la rubia, que saltaron en cada ocasión.

—¡Ay, Julián... ay! —No eran gritos de dolor, sino gemidos de puro placer. Diana quería darle la orden a su cerebro para pedirle a su hijo que se detuviera; pero esta orden no llegó, parecía bloqueada—. ¡Ay, por favor! ¡Qué dura la tenés!

Esto echó más leña al fuego. Julián agarró la cadera de su madre y empezó a darle una fuerte embestida tras otra, la pija estaba a su máximo de rigidez, cubriéndose con todos los flujos sexuales que emanaban de la concha de Diana.

—¡Uf, me vas a abrir la concha, con esa pija tan linda que tenés!

Diana supo de inmediato que no tendría que haber dicho semejante cosa, pero ya era tarde. Julián empezó a bombear tan rápido como pudo, el chasquido húmedo de la pija entrando violentamente en esa concha se sumó a los gemidos de Diana. Ella no acostumbraba a gemir con cualquier penetración, pero éste era su hijo... y nunca se la había metido de esa manera.

Pero ya era suficiente. Habían llegado demasiado lejos, ella tenía que decirle que se detuviera... tenía que...

Ya no sería necesario.

Julián dio unas últimas embestidas, que fueron como espasmos eléctricos. Diana notó que su concha comenzó a llenarse de un líquido tibio y espeso. Su hijo le había acabado dentro de la concha. La había llenado de semen... y ella solo podía sentir morbo. Pura lujuria.

Cuando la pija de Julián salió, ella abrió su concha con los dedos, y apoyó una mano en el suelo, para sostenerse en la misma posición, sin cerrar las piernas. El líquido blanco comenzó a fluir por ese agujero dilatado y fue cayendo sobre el miembro erecto de Julián. Era mucho semen y Diana tuvo que pujar un poco, para que saliera todo.

Nokomi
Nokomi
13 Seguidores
12