La MILF más Deseada 17

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Después ella se arrodilló a un lado de su hijo y sin dudarlo, acercó su boca a la pija recubierta de semen y empezó a chuparla. Tragando todo lo que pudo. La lamió varias veces, como si fuera un helado, para dejarla completamente limpia. Para finalizar, le dio un fuerte chupón al glande.

Miró a su hijo y sonrió.

—Eso fue bastante más zarpado de lo que me había imaginado... al menos espero que salgan buenas fotos.

Diana no esperó la respuesta de Julián, aún estaba excitada, mirando esa pija con deseo... y no quería caer en la tentación. Se fue a su cuarto y se encerró, para poder masturbarse. Quería estar sola con sus pensamientos.

—3—

Julián preparó todo para que él y su madre pudieran sentarse a mirar los videos que su padre había grabado antes de morir. Diana aún tenía puestas las medias, el portaligas y los tacos. No había corpiño cubriendo sus grandes tetas, ni una tanga que tapase su concha, que aún estaba muy húmeda.

Diana se mentalizó para que los videos de Eduardo no le afectaran de forma negativa. Debía disfrutarlos, eran algo positivo, un regalo que su marido le enviaba desde el más allá. Ya había llorado suficiente en los últimos días. Sabía que no sería fácil volver a encarar la tarea, pero al menos ahora estaba mejor preparada. También ayudaba mucho la enorme calentura producida por la sesión de fotos eróticas con su hijo.

"No —pensó Diana—, no fueron fotos eróticas. Eso fue porno... porno muy explícito".

Una ola de calor recorrió su cuerpo, esto le ayudó a sonreír.

—La vez pasada dejamos el video en el momento en que papá explicó que las cámaras de seguridad en realidad no estaban para eso —dijo Julián, mientras se sentaba junto a su madre.

—Un aspecto muy... espeluznante de tu padre. Nunca me imaginé que Eduardo pudiera ser la clase de hombres que llena la casa de cámaras, para espiar a su esposa.

—Sí, es todo muy creepy, pero...

—Pero no es que yo sea la Madre Teresa de Calcuta, no le puedo recriminar nada. Además, después de pensarlo por unos días, llegué a la conclusión de que no me molesta saber que él tenía las cámaras para espiarme. Al contrario, me da un poquito de morbo.

—Claro, porque te gusta mucho exhibirte.

—Más de lo que yo pensaba.

Juntos miraron lo que le quedaba al video que habían interrumpido. Eduardo se puso a explicar cuestiones técnicas para que Diana pudiera entender cómo había logrado conectar todas las cámaras a una notebook, y así poder ver todo lo que ocurría en casa, desde la intimidad de su oficina. A Diana no le importaron estos datos técnicos, pero Julián los encontró fascinantes.

Pasaron al siguiente video, que, al parecer, había sido grabado unos días después del anterior, ya que Eduardo tenía barba de unos días.

—Hola, amor —saludó Eduardo a la cámara.

—Hola —respondió Diana, con una amplia sonrisa.

—Después de haber grabado el video anterior, ya tengo los pensamientos un poco mejor ordenados. Si me animé a contar todo eso, creo que también puedo contarte el resto. Puede que te incomode saber que estuve espiándote a través de las cámaras, pero... bueno, vos me conocés, sabés que no lo hice con malas intenciones. Estoy profundamente enamorado de vos, sos la mujer más fascinante y hermosa del mundo. Quiero que seas feliz y sé que yo no puedo darte toda la felicidad que te merecés. Me dolió mucho reconocerlo, pero la realidad es que yo no soy capaz de satisfacer tus necesidades sexuales. Eso lo noto cada noche, en la cara de desilusión que tenés después de que hacemos el amor. Esa cara me mata. Por eso quiero que me seas infiel... bueno, por eso y porque... está bien, lo voy a decir. Mientras más veces lo repita, más fácil va a ser aceptarlo: Me calienta ser cornudo. Es una locura, lo sé... pero es la pura verdad. Desde que me casé con vos empecé a tener estas locas fantasías en las que vos me engañabas con tipos con vergas enormes, y la pasabas mejor que al coger conmigo. Al principio esas ideas me llenaban de rabia y dolor, pero con el tiempo empecé a notar que también me calentaban mucho. Para mí fue toda una revelación encontrarme con... no tiene sentido que lo cuente, mejor te lo muestro. Pasá al siguiente video.

Julián se apresuró por reproducir el video que estaba a continuación en la lista numerada. Era distinto a los anteriores. No había señales de su padre y estaba grabado en una vista cenital, supo que se trataba de una de las cámaras de seguridad.

—Wow, se ve muy bien —aseguró Julián—. La imagen es a color y muy nítida. Se nota que éstas no eran las típicas cámaras de seguridad, que graban todo en baja resolución.

—La puta madre. Estas son las cosas que me cuesta procesar. Para mí es difícil entender por qué tu padre disfrutaba al ver estas cosas. Me porté muy mal con él. Debería odiarme.

—Ya te lo dijo, a él le calentaba ser cornudo. Sinceramente no lo entiendo, a mí eso no me produciría excitación. Pero cada persona tiene sus propios morbos, y algunos pueden ser muy raros.

En la pantalla apareció Diana, con su radiante cabellera rubia. Llevaba puesto un camisón negro que a duras penas le tapaba el culo. La imagen pasó a una segunda cámara que parecía estar ubicada casi a la altura del piso, cerca de la puerta de entrada. El culo entangado de Diana apareció ocupando casi toda la pantalla. Ella abrió la puerta y saludó a un hombre, con un beso en la mejilla.

—No quería que lo conocieras, pero bueno... te presento al Tano.

—¿Ese es el famoso Tano?

A Julián no le impresionó demasiado. Era la primera vez que lo veía, por un tiempo pensó que el susodicho Tano era algún amigo de su madre, alguien que seguía formando parte de su vida; pero no conocía a ese hombre de ningún lado. No le pareció tan atractivo como Diana había dicho. Tenía el tabique un poco desviado y la frente demasiado cuadrada. No era feo, pero tenía un aspecto un tanto "cavernícola". De pronto sintió una oleada de rabia, al saber que ese tipo había disfrutado tantas veces del cuerpo de su madre.

—Vení, pasá, te estaba esperando —dijo la Diana del video, esa Diana que tenía casi diez años menos.

—Uf, mamá... no cambiaste en nada, tu culo sigue tan firme como antes... y tus tetas también.

—Gracias.

Lo que le impactó a Julián es que no existió ningún preámbulo, nada de juego previo. Su madre fue hasta el sofá, había al menos dos cámaras que apuntaban a ese punto en concreto, una que tomaba el sofá desde el respaldo y la otra lo grababa de frente. En esta segunda cámara se pudo ver el enorme culo entangado de Diana, porque ella se puso de rodillas en el sofá, ofreciendo su retaguardia. Así, sin más. Recibió al Tano y se puso en cuatro para él. No se hizo rogar, se entregó como una perra en celo.

—Dale, cogeme —suplicó ella—. No doy más de la calentura.

—¡Cómo te gusta la pija, rubia puta!

—Me gusta TU pija.

—Me encanta coger con putas casadas a las que el marido no puede complacer. Son las que más suplican por una buena pija.

—Yo soy una de esas. Necesito una buena pija, la de mi marido no me alcanza. La tiene corta. Yo quiero que me metan una bien grande. —Ella se quitó la tanga y abrió la concha con los dedos—. Dale, ¿querías una de esas putas que se dejan coger fácil? Acá estoy... cogeme.

Cuando el Tano sacó la verga del pantalón, Julián sintió celos. No podía estar seguro, pero le dio la impresión de que ese tipo la tenía más grande que él, además lo odiaba... ese tipo había conseguido que su madre se comportara como una puta arrastrada que se ponía en cuatro para suplicar por una pija. Y allí estaba ella, literalmente suplicando por una buena verga. Rebajándose ante ese cavernícola. Apretó los dientes y los puños, estuvo a punto de hacer un comentario cuando, al girar la cabeza, se encontró con una escena maravillosa.

Su madre, la real, la que estaba sentada a su lado, tenía las piernas abiertas y se estaba colando los dedos en la concha. Al parecer a ella le producía mucha calentura revivir ese momento... y a él le calentaba ver como ella se pajeaba. Decidió hacer lo mismo, después de todo ya tenía la fuera del pantalón.

Los dos se masturbaron mientras la escena en pantalla seguía transcurriendo.

La Diana del video se abrió la concha con dos dedos y el Tano, que ya la tenía completamente dura, apuntó y penetró a la mujer con extrema facilidad. Ella soltó un agudo gemido de placer.

—Uy, puta... ¡Que mojada que estás! Te entró toda la pija de una. Se nota que esta concha se muere de ganas de comer poronga.

—¡Siii! —exclamó ella entre jadeos—. Partime la concha. Quiero mucha pija.

El tipo agarró a Diana de la cintura y empezó a penetrarla con una fuerza bestial, provocando que todo el cuerpo de la rubia se sacudiera con cada embestida. Ella soltaba gritos de puro goce cada vez que la pija se clavaba hasta el fondo. La escena fue mecánica y repetitiva, pero se extendió por el tiempo suficiente como para que Diana, la real, pasara a su siguiente estado de excitación.

Agarró la pija de Julián, sin pedir permiso. El chico apartó su mano y dejó que su madre siguiera con el trabajo masturbatorio. Pensó que ella se limitaría a eso, pero la rubia lo sorprendió una vez más. Diana se inclinó hacia su hijo y se tragó la pija casi completa. Empezó a hacerle un pete, en toda regla. Tragó y dejó salir esa pija mientras su cabeza subía y bajaba. De reojo miraba la pantalla, le fascinaba poder ver cómo se la había cogido el Tano. Su marido le había hecho un gran regalo, a ella le encantaba ver cómo se la cogían y se lamentaba no tener buenas imágenes para recordar a uno de sus mejores amantes. Pero allí estaba, imágenes de alta definición, grabadas por el cornudo de su marido.

Pensó en Eduardo. Si a él realmente le excitaba ser cornudo, este video habría sido una bendición para él. Hasta se podía imaginar que su marido vio miles de veces ese video, masturbándose, en la privacidad de su oficina. Tal vez lo hubiera hecho pensando en lo puta que era su mujer.

El video de ella cogiendo con el Tano finalizó cuando el tipo le rebalsó la concha de leche. Por suerte Julián podía acceder al teclado y al mouse, sin tener que moverse demasiado. Giró la silla hacia su madre y ella siguió comiéndole la pija mientras él reproducía el siguiente video.

Eduardo volvió a aparecer en pantalla, con una amplia sonrisa.

—Amor, no pienses ni por un segundo que estoy enojado con vos por las cosas que le dijiste a ese tipo, o por lo que hiciste con él. Sé muy bien cuál es mi rol en tu vida y tengo que admitir que yo no te puedo coger de esa manera... y vos merecés disfrutar del sexo, sos una mujer demasiado hermosa como para tener que conformarte conmigo. Y bueno... también está todo ese asunto del morbo. A mí me causó un morbo tremendo ver que me ponías los cuernos. Claro, sufrí, caminé como un loco por toda la oficina, me mordí las uñas; pero todo el sufrimiento es parte del disfrute, aunque te resulte contradictorio. Sé que para vos se convirtió en un ritual esto de ponerme los cuernos con ese tipo. ¿Te acordás cuando empezaste a decirme que me engañabas?

Julián detuvo el video. No quería que su madre le dejara de chupar la pija, pero Eduardo había dicho algo que contradecía lo que ella le había contado.

—Me dijiste que nunca le confesaste a papá que le ponías los cuernos.

Ella sacó la verga de su boca y se sentó recta.

—Técnicamente no lo hice, pero creo que él se refiere a lo que pasó un día en el que llegó temprano del trabajo, mientras yo estaba cogiendo con el Tano. Vos estabas en la escuela, así que yo imaginaba que todavía tendría la casa libre durante unas cuantas horas más. Creí que era una mera casualidad que tu padre hubiera llegado justo cuando el tano me estaba clavando la pija... por segunda vez en el día; pero ahora que sé que tenía cámaras y que podía ver todo desde el trabajo, me parece que llegó justo cuando él quería llegar. Yo entré en pánico y lo único que se me ocurrió fue decirle al Tano que se escondiera en el baño. Tu papá entró justo cuando él se perdió de vista. Yo estaba desnuda de la cintura para abajo y tenía toda la concha húmeda. Él me miró sorprendido. Lo saludé con una amplia sonrisa. Él me preguntó por qué estaba desnuda, le dije que me iba a bañar. Pero se dio cuenta de que yo estaba toda transpirada. Claro, el Tano había estado dándome para que tenga... además estaba agitada. Le dije que me estaba haciendo una paja. Él no pareció muy convencido. Yo estaba muy nerviosa, me aterraba que él supiera que lo estaba engañando. Me aterraba pensar que todo el mundo se enteraría y yo quedaría marcada como "la rubia puta que le pone los cuernos a su marido". Me escondí en el baño, junto con el Tano. Ahí fue cuando tu papá soltó la frase: "Te noto rara. ¿No habrás estado con alguien?" Me puse pálida. Lo único que atiné a decir fue "¿Pero de qué hablás? ¿Estás loco?" En ese momento se me acercó el Tano... qué tipo hijo de puta. Me agarró las tetas y me clavó la pija otra vez. Tu papá estaba del otro lado de la puerta del baño, estuvo apunto de abrir, pero yo la cerré con llave. "¿Por qué cerraste?", me preguntó. No le dije nada, entonces insistió. "Diana, ¿no estarás ahí con un tipo?" Estuve a punto de confesar todo, y en parte lo hice. Le dije: "Uy, sí... estoy con un tipo bien pijudo, me la está metiendo toda por la concha". Y era cierto... el Tano ya me estaba dando de lo lindo, yo estaba re caliente. La frase sonó tan sarcástica que tu padre no se la creyó. Bah, eso fue lo que yo pensé en ese momento. Pero ahora veo que en realidad él sabía perfectamente que yo estaba con el Tano dentro del baño. Solo me estaba siguiendo el juego. "¿Ah, sí?", preguntó, también con tono irónico. "¿La tiene muy grande?". "¡Ay sí, tan grande que me está partiendo al medio!... ¡uf, qué pijazos que me da!" Al parecer al Tano también le gustó este jueguito, por lo que empezó a cogerme sin disimulo. Se quedó en silencio, pero a la pija me la metió hasta la glotis. Me agarró de los pelos y me dio tan fuerte como pudo. Yo seguí diciéndole cosas a tu padre, como "Me encanta cómo me coge". "Necesitaba un buen amante, que me partiera al medio". Y él me seguía el jueguito, como si yo estuviera siendo sarcástica. Así que, bueno... cuando mencionó el día que le conté que le estaba poniendo los cuernos, tal vez se refería a esto.

—Ya veo —dijo Julián. Volvió a reproducir el video y la voz de su padre volvió a llenar el cuarto.

—Para mí fue uno de los días más excitantes de mi vida. Yo sabía que todo lo que me decías era verdad. Me cumpliste el sueño de cualquier tipo que disfrute siendo un cornudo. Sé que hay muchos... más de los que te imaginás. Uno de los mejores videos tuyos que tengo es el que está siguiente en la lista. Miralo, a ver si recordás mejor ese día.

Julián reprodujo el siguiente video.

Una vez más se repitió la escena del video anterior. Su madre en cuatro, en el sillón de la casa, y el Tano pegándole tremenda cogida.

Diana volvió a chupar la pija de Julián, ella sabía lo que iba a ocurrir, y prefería tener a su hijo entretenido... además estaba muy caliente. Necesitaba comerse una buena poronga.

Desde los parlantes de la computadora llegó el timbre de un teléfono. La Diana del video miró su celular, un modelo mucho más viejo al que tenía actualmente, y respondió.

—¡Hola amor! Disculpá, ahora no puedo hablar... estoy ocupada —el Tano no dejó de cogerla en ningún momento, todo el cuerpo de la rubia se sacudía con las embestidas, y sus tetas rebotaban—. Puede ser.. sí, tal vez... Ajá... Sí, amor... estoy con mi amante. El pijudo de la otra vez. Ese que me coge tan bien. Sip... me está dando una cogida tremenda... ¡Ay, sí... cogeme así... así! —Los gemidos fueron un tanto exagerados pero Julián supo que en gran medida se debían a que su madre la estaba pasando realmente bien—. ¡Ay, cómo me gusta esta pija!

El video se cortó abruptamente, para pasar a otro. En este el Tano estaba sentado en el sofá, y Diana estaba montada sobre él, dándole la espalda. La pija entraba y salía a buen ritmo de esa concha húmeda. Una vez más el teléfono volvió a sonar, y Diana atendió.

—¡Ay, Eduardo! ¡Qué puntería tenés para llamarme cuando me están cogiendo! —Dijo ella, sin disimular ni lo más mínimo sus jadeos entrecortados—. ¿No te puedo poner los cuernos en paz? Sí... ajá... me está metiendo toda la poronga. Olvidate de coger esta noche, porque voy a tener toda la concha abierta. A tu pito ni lo voy a sentir después de esta poronga tan grande.

Julián sintió rabia al saber que Diana trataba de esa manera a su padre, pero este sentimiento negativo se difuminó en cuanto recordó que a Eduardo le calentaba ser cornudo. Él mismo había provocado esta situación. Así que él debería estar en la gloria. Su padre era un tipo raro, al que no podía comprender; pero ya no le quedaban dudas de que, de una forma macabra, Diana lo había hecho muy feliz.

Además su madre le estaba chupando la pija con maestría, no podía quejarse, sería muy estúpido de su parte. Lo mejor era relajarse y disfrutar.

Pero Diana tenía otros planes.

—Che, ¿qué te parece si nos ponemos más cómodos? —Le preguntó a su hijo.

—¿A qué te referís?

—Es un poquito incómodo chuparte la verga en esta posición... ¿y si mejor vamos a la cama? Me imagino que todavía quedan varios videos. ¿No sería mejor si los miramos desde ahí?

Julián abrió grandes los ojos. Recordó lo que había pasado las últimas veces que tuvo a su madre desnuda en la misma cama. Esta era una oportunidad inmejorable. Sí, quedaban varios videos por ver, y él no tenía prisa, si es que podía sacarle el máximo provecho a la situación.

Comenzaron los preparativos para mirar los videos restantes desde una posición más cómoda.

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