La Pequeña Voyerista

Historia Información
Nuestra vecina nos espiaba desde su habitación
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Parte 27 de la serie de 46 partes

Actualizado 09/07/2023
Creado 08/08/2023
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Desde que mi esposo y yo nos conocimos éramos casi como almas gemelas y siempre dijimos que habíamos nacido en el lugar incorrecto, se supone que los Barranquilleros somos rumberos y escandalosos, pero nosotros dos éramos todo lo contrario.

Cuando nos casamos, cansados de pasarnos de barrio en barrio buscando una mejor calidad de vida y no encontrarnos con vecinos que ponen el equipo de sonido a todo, decidimos hacer un plan era terminar nuestra la carrera de ingeniería y estudiar francés en máximo 5 anos y postular para ir a vivir a Canadá.

El día de mi cumpleaños número 28 recibimos un correo-e con la aprobación. Nos ubicaron en una pequeña ciudad campestre que tiene varias fábricas donde nosotros y varios inmigrantes ocupamos los puestos que los locales no quieren. Hace 6 meses que estamos cumpliendo nuestro sueño, nos pasamos en pleno invierno y como buenos latinos casi nos morimos con el cambio mientras nos acostumbrábamos, pero ahora que estamos en primavera no nos arrepentimos de la decisión, esto es un paraíso.

A mi esposo y a mi nos fue bien, porque pudimos homologar fácilmente nuestras carreras y eso nos ayudó a que nos dieran cargos donde podíamos ganar más dinero teniendo personal a cargo. Aunque estábamos contentos con la casa que nos asignó la empresa, no era muy divertido vivir junto a las personas con las que trabajas todo el día y hasta para tener sexo tocaba no hacer mucho ruido.

Queríamos tener más libertad así que aprovechamos unos subsidios del gobierno para compra de vivienda y aunque era una gran deuda, decidimos comprar nuestra primera casa. Escogimos un lugar en los suburbios a unos 15 minutos del trabajo conduciendo. Un nuevo complejo habitacional con casas de dos pisos, lo suficientemente lejos de la otra para tener privacidad, separados sus límites con la típica vaya de madera que se ve en todas las películas americanas. Mucho mejor a lo que nos habíamos imaginado, paz total y silencio, era lo único que se respiraba en el sector.

Obviamente el interés del gobierno en recibir inmigrantes jóvenes es que también ayuden a repoblar Canadá y nosotros sí que nos "esforzamos" en hacerlo. No es cuento que las costeñas somos candentes y a toda hora andamos calientes. Ahora con más privacidad follábamos como conejos y otra vez podía gemir sin tener que taparme la boca.

---

Cuando llegó el verano el calor era de otro calibre y prácticamente andábamos desnudos por toda la casa. Abríamos las puertas del patio trasero para que el flujo de aire bajara la temperatura colocábamos unas sillas de mimbre y nos tomábamos a beber cerveza y ron sin una sola prenda porque era insoportable ponerse hasta ropa interior.

Me encantaba esa libertad de poder estar desnudos, sin que nadie estuviera fisgoneando. El licor hacía lo suyo, les tengo que aceptar que me encanta mamar y como cosa rara terminaba de rodillas dándole placer a mi esposo mientras se terminaba de tomar la cerveza, observando el paisaje. Luego me le encaramaba y me lo comía hasta quedar los dos empapados en sudor.

Follábamos en la mesa del comedor, en las escalas, en la barra de la cocina, dentro del carro en la cochera, en el baño y obviamente en nuestra habitación. Nunca se nos pasó por la cabeza correr las cortinas o cerrar una ventana, estábamos completamente tranquilos de que la cultura de no meterte en las vidas de tus vecinos nos daba privacidad total.

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Una de esas noches en que el calor era exagerado, nos metimos a la ducha, abrimos las ventanas de la habitación a ver si fluía un poco mejor el aire y luego nos metimos desnudos a la cama, con la idea de echarnos un polvo a ver si al fin podíamos dormir. No sé qué paso esa noche, pero andábamos inspirados, hicimos el amor varias veces y hasta las poses del Kamasutra se nos estaban agotando.

Llegamos a un punto muy erótico, en que mi esposo estaba sentado al borde de la cama, yo estaba encima rodeándolo con mis piernas, mientras él me chupaba los senos me apretaba las nalgas y yo metía mis manos en su cabello y le gemía al oído. De repente un reflejo de una luz intensa me da en la cara y cuando abro los ojos veo como las cortinas de la casa vecina se agitan y en una esquina trata de ocultar muy despacio un lente en la parte inferior de la ventana.

Me hice la desentendida y entre cerré los ojos, pasados unos minutos de nuevo la lente se volvió a asomar. Primero me asusté un poco porque no sabía quién estaba viéndonos, me dio un poco de rabia que invadieran así nuestra privacidad, pero también me excitaba un poco saber que a otra persona le gustaba ver lo que nosotros hacíamos.

Me pegué más a su cuerpo para que no pudiera ver mis senos, le arañe la espalda y empecé moverme más rápido y gemir con más fuerza. Sin esperarlo una ráfaga fuerte de viento movió la cortina y con la luz de la luna pude notar que se trataba de una mujer delgada con cabello largo que se estaba acariciando su pecho desnudo. Se asustó bajando la cortina con la mano y aunque todavía tener los ojos cerrados fue imposible disimular mi sonrisa.

No le dije nada a mi esposo, lo tomé del rostro le di un gran beso y con una gran sonrisa lo empujé para que se quedara tumbado en la cama. Me apoyé en su pecho y empecé a mover mis caderas en círculos de la forma más sensual posible, dejé caer mi cabello al frente y miré de nuevo a la ventana, ella seguía ahí. Dejé mi espalda recta, me corrí el cabello hacía un lado, cerré los ojos y empecé a gemir con una leve sonrisa que me delataba. Tome las manos de mi esposo y las coloque en mi cintura y comencé a brincar al ritmo que me imponía.

Me acariciaba el cuerpo, con una mano me acariciaba el clitoris y con la otra me pellizcaba los pezones. Las contracciones aparecían, me hacían temblar y aún con los ojos cerrados me imaginaba como si fuera yo la que nos estuviera viendo desde esa ventana y volvía a reír. Cuando mi esposo se vino y sentí su semen tibio en mi interior abrí los ojos y me quedé mirando fijo a la ventana mientras llegaba a mi orgasmo, me apoyé en su pecho muerta de risa.

- Amor ¿y esa risa?

- Que me encantas --me incliné hacía adelante a darle un beso--

- ¿Segura? porque es primera vez que veo que reacciones así

- Solo me di cuenta que nos vemos delicioso haciendo el amor

Él me apretó de la cintura con su brazo me empezó a besar y aunque su miembro ya estaba afuera casi que de inmediato volví a sentir como se endurecía entre mis nalgas.

- mmmm --le sonreí-- ¿tan rápido?

- Es tu culpa por ser tan sexy

- Me encanta tenerte dentro de mi

Levanté la mirada y me di cuenta que el reflejo del lente aún estaba ahí, pequeña fisgona, ¿acaso no fue suficiente? Me hice a un lado de mi esposo, le di una buena mamada saboreando la combinación de sus fluidos con los míos y me acerqué a darle un beso.

- Me antoje de que me comas bien duro --apoyando mis rodillas y manos en el colchón justo en el frente de la ventana--

Él se rio y se apresuró a ponerse detrás de mí, pasó su miembro por mi raja de arriba a abajo hasta que mis labios volvieron a dilatarse y darle la bienvenida. Estuvo un buen rato, solo metiéndome el glande y lo volvía a sacar, mientras que me acariciaba las nalgas y evitaba que yo empujara hacía atrás para terminarlo de meter.

- Malo, no me hagas sufrir

Se inclinó hacia adelante y mientras me besaba la espalda y me agarraba los senos me lo terminó de meter.

- Ay amor que rico, me encanta

- ¿Cómo es que quieres que te coma?

- Duro

Lo sacó y lo volvió a meter empujando su miembro hasta el fondo y haciendo que mis manos se resbalaran un poco hacía adelante.

- Asi, duro, más duro

- ¿Que más quieres?

- Que me cojas del pelo y me lo metas bien duro

Sin separar su espalda de la mía, hizo una coleta con mi cabello en su mano, lo sacó y justó cuando lo volvió a meter me jaló el cabello hacía atrás.

- Aahhhhh si asiiii, que rico

- Si así es como quieres, entonces te voy a complacer

Se levantó pasando su otra mano hasta mi cadera y se quedó de pie sin moverse. Volteé a mirarlo me jaló el cabello y con su dedo índice señalando mi trasero me pidió que lo moviera en círculos y me jaló del cabello para que lo dejara de mirar. Empecé a mover la cintura para complacerlo y él empezó a gemir.

- Ohhh que rico

- ¿Te gusta mi vida? ¿te gusta?

- Ufff me encanta como te ves en cuatro --plasf me dio una nalgada--

Al fin me cogió justo como quería me follaba con fuerza, mientras me jalaba el cabello y mis senos danzaban de adelante hacía atrás sin frecuencia definida. De tanto en tanto aprovechaba que tenía el cabello en la cara para mirar la ventana. Ella seguía ahí, ya no solo miraba a través del lente, sino que había corrido la cortina para poder ver con sus propios ojos.

Nuestros cuerpos estaban empapados en sudor. Empecé a empujar con mis manos hacía atrás para meterlo aún más adentro, mis nalgas resonaban al chocar contra su pelvis y empecé a sentir una sensación nueva y extraña. Cada que mis nalgas se pegaban a su cuerpo se separaban y mi culito se estiraba, no sé cómo explicarlo, pero era una sensación demasiado excitante.

- ¿Te gusta mi culito?

- Me encantan esas nalgotas --dándole una palmada y agarrándolas con fuerza-- como se mueven

- ¿Y si me metes un dedito?

- ¡¿Que?! --respondió extrañado--

Nunca hemos probado el sexo anal y él ni siquiera en todo el tiempo que llevamos me lo ha propuesto. La verdad no sé porque dije eso, pero esto de tener publico me tenía más excitada de lo normal.

- Que si me metes un dedito en el culo

- ¿En serio?

- Si, quiero probar

- Pero si...

Empujé mis nalgas hacía atrás chocando contra su cuerpo para que se separaran y lo volteé a mirar con la cara desfigurada de placer. Él se encogió de hombros y me volvió a jalar del cabello y paso su dedo pulgar entre mis nalgas acariciando de arriba a abajo por encima de mi asterisco. Dejé caer mi cuerpo contra el colchón y mordí las sábanas para no gritar muy fuerte y él se detuvo.

- Sigue sigue --le dije sin soltar las sábanas--

Sin dejar de follarme con fuerza, con amabilidad y precaución fue acariciando lentamente mi agujero posterior y pese a que sentía como palpitaba de emoción y hasta se abría y cerraba como queriendo succionar su dedo él no se animaba a continuar.

- Metelo, metelo amor, metelo

- Ahhhhhhhhhhhhhhhhhh siiiii

Lento pero decidido cumplió mi deseo, de un solo empujón me volví a apoyar en las manos levantando mi cuerpo y empujando hacía atrás. Se sentía un poco extraño como una combinación de dolor y placer, pero al cabo de unos minutos solo me proporcionaba placer. Me jalaba del cabello, haciendo que mi mirada quedara en dirección a la ventana. A un lado de la lente la cortina se había quedado atascada en algo y ella no lo había notado, no sé si era lo que quería ver o de verdad vi en la penumbra como se estaba masturbando frenéticamente y no pude aguantar más, miré directo a donde creía que estaban sus ojos y al notar como ella se apretaba al tener un orgasmo, no pude evitar acompañarla con el mío.

- Ay dios que rico, no pares mi vida

Me encanta venirme de esa forma, en la que el orgasmo te excita tanto que te hace venir de nuevo, y de nuevo y de nuevo... y así hasta que sientes las gotas bajar por los muslos.

- Ahhhmmorrr --coloqué mi mano en su pierna para que dejara de meterlo-- ¿quiero que me lo eches entre las nalgas?

Dejé caer mi cuerpo hacía adelante y sin dejar de mirarlo me separé las nalgas con las manos y me tocaba el culito con el dedo índice, mientras veía como se masturbaba. Lo acomodó cerca y me descargo una potente ráfaga llenando mi trasero. Su semen caliente bajaba pasando entre mi sexo y mientras que con el dedo índice metía su semen por detrás con la otra mano recuperaba de mi sexo lo que estaba por caer a la sabana para llevarlo a mi boca.

Me dio la vuelta, me levantó las piernas sobre sus hombros y me chupó el sexo metiéndome la lengua saboreando su propio semen. Su miembro aún estaba durísimo y su cara desconocida, estaba demasiado excitado. Mientras me besaba y compartíamos su sabor, me lo metió de un solo empujón y sentí como si me llegara al pecho.

- La viste ¿cierto? --me preguntó--

- Si --me lo metió hasta el fondo-- ahhh ¿ya sabías?

- ¿Te acuerdas el día que me lo mamaste mientras tomaba cerveza?

- Desde ese día nos está espiando

- ¿Por qué no me contaste?

- Porque pensé que no te iba a gustar

- Tal vez hay muchas cosas que nos falta aprender del otro

- Si muchas --mirándome el culo--

- Eso lo hablamos luego --me reí por sus claras intensiones--

Los dos volteamos a mirar hacía la ventana y nos sonreímos al darnos cuenta de que seguía ahí, su morbo por ver a sus vecinos era insaciable. Se apoyó en la parte trasera de mis muslos y me empezó a follar como un animal, agarré mis piernas de los tobillos para tener las manos ocupadas en algo. Los dos nos quedamos mirando hacía su ventana y así estuvimos por un buen rato hasta que las sábanas y el colchón quedaron empapados con nuestro propio sudor.

Cuando se iba a venir, me levantó de las piernas, se masturbó hasta tirarme un disparo más en el trasero, me soltó las piernas claramente agotado, me levanté a toda prisa a metérmelo a la boca y sacarle hasta la última gota, mientras el metía sus dedos en mi cabello y miraba hacía su ventana, hasta que su miembro se hizo flácido entre mis labios.

Caímos rendidos y exhaustos, acostados en una de las orillas que aún permanecía seca y al fin el propósito de que el sexo nos ayudara a dormir, se cumplió.

---

La casa del lado era de una familia de la India que trabajaban Google en Canadá. Su hija Sunny, la pequeña Voyerista, era una linda y delgada mujercita de unos 19 años con unos ojos color verde que contrastaban contra su tono de piel. Había sido prometida como tradición en matrimonio a otra "buena" familia de la India.

Sus padres ni siquiera le dejaban salir de la casa sin compañía de uno de ellos y hasta le controlaban toda su vida digital, llevando rastro de cada búsqueda o página que visitaba en internet, por eso cuando se pasaron ese par de exhibicionistas latinos fogosos a su lado encontró una forma de satisfacer ese lado sexual y pornográfico que tanto le reprimen.

La primera vez que los vio estaba en el patio trasero de la casa cortando la grama y arreglando el jardín. Se metió detrás de unos arbustos para sacar unas ramas y sin querer entre uno de los espacios mal unidos de la cerca que separa sus casas los vio desnudos. Su curiosidad pudo más que su prudencia, y luego cuando los vio tener sexo todo su cuerpo entro en shock. Su entrepierna estaba húmeda y palpitando, su mano como si supiera lo que tenía que hacer se metió entre sus pantalones causando un gran placer.

Se había vuelto casi una adicción para ella, cada que los veía llegar disimuladamente tomaba las herramientas jardinería y regresaba a su puesto de guardia a ver si sus vecinos descuidados le regalaban otro espectáculo, pero pasaron varios días y era poco lo que alcanzaba a ver desde allá. Así que "de repente" al fin le hizo caso a su padre y se empezó a "interesar" por la astronomía. Así fue como lo convenció de que le prestara su telescopio y llevarlo a su habitación en el segundo piso, una ubicación estratégica donde podía espiar casi todos los cuartos de sus vecinos.

Sus nuevos vecinos prácticamente vivían para tener sexo y ella para darse placer cuidando mucho de no hacer ruido, siempre con un trapo que mordía para que no la fueran a escuchar sus padres. Se podía pasar toda la noche en la ventana, viendo y memorizando todo lo que hacían para que en el momento que le tocara atender a su esposo lo pudiera complacer.

Al ver que sus vecinos ni siquiera sospechaban de ser observados, poco a poco se fue volviendo más atrevida y descuidada. La última noche que estaba observando a la pareja en su habitación, el reflejo de la luna no la dejaba ver bien con el lente detrás de la ventana, así que decidió abrir la ventana con mucho cuidado y colocar el lente del telescopio junto a la parte inferior derecha del marco y sin querer ese reflejo dio directamente en los ojos de la mujer.

Ella se quedó inmóvil y asustada esperando que no lo fueran a descubrir, con el corazón palpitando tan rápido como el de un ratón. La mujer continua en lo suyo como si nada hubiera pasado y respiró profundo aliviada. El calor de esa noche era demasiado intenso, aunque sus padres le tenían prohibido cerrar con seguro lo hizo con mucho cuidado para poderse desnudar.

Esa noche fue extraña sentía que había una conexión especial entre ellos como si a través del cuerpo de la mujer sintiera que se lo hacían a ella misma. Enfocada en ver a la joven pareja mientras se tocaba los senos no se percató de que la cortina se estaba levantando por el viento, al sentir el frio recorrer su cuerpo y provocar escalofríos se percató de que la habían podido ver. El latido de su corazón lo sentía por todo el cuerpo, se movió lentamente detrás de la cortina tratando de no llamar mucho la atención mirando al interior de su cuarto.

Ni siquiera se animaba a mirar por el lente de nuevo pensando que sus vecinos la habían descubierto e iban a quejarse con sus padres. Espero a que el viento cesara y cuando la cortina bajo, corrió a verificar si debía vestirse y hacerse la dormida, pero ellos continuaban como si nada e inclusive la mujer sonreía con demasiado placer. Convenida de que no sabían que estaba ahi, del susto paso de inmediato al gusto.

Sus dedos jugaban por fuera de su sexo, sin meter ni siquiera un dedo, porque según sus amigas le habían dicho que así podía perder la virginidad y a su prometido no le iba a gustar. A medida que la mujer descargaba su excitación, ella se estimulaba en círculos el clítoris aprovechando la humedad de su sexo, descubrió varias formas de darse placer.

Ella gracias al lente, sentía como si los tuviera a solo unos metros, como si estuviera con ellos en la misma habitación. Seguía con detalle, las curvas de la mujer, su respiración, sus caras y cuando abría sus ojos y miraba hacía su ventana sentía como si ella le traspasara todo su placer con una mirada. Presionaba su húmedo y endurecido botón, sus piernas temblaban y le tocaba taparse la boca para que no fuera a escaparse ni el más mínimo sonido mientras que de su sexo brotaban los orgasmos.

Se acostó un según en la cama para descansar y se quedó mirando al techo con su rosto llenó de satisfacción. Ya estaba complacida y lista para dormir, cuando iba a cerrar la ventana solo por curiosidad le dio una última mirada y al ver como se la follaba de forma diferente por detrás su sexo volvió a palpitar emocionado. Se inclinó hacia adelante simulando estar en la misma posición y su cuerpo seguía los mismos movimientos cíclicos de la mujer. Esto era como una droga, imposible dejar de verlos. Su mano tuvo que regresar a su labor y su sexo ya estaba lubricado esperando su llegada.

Le causó curiosidad ver el cambio en la cara de placer de la mujer, decidió hacer un acercamiento viendo como su esposo le acariciaba el agujero posterior. Casi en automático con los mismos dedos humedecidos se empezó a tocar en el mismo lugar descubriendo un nuevo placer. Se tapaba la boca y hasta se mordía la lengua para no hacer más ruidos de los que ya estaba haciendo. Sus amigas nunca le habían hablado de ese tipo de placer, se cuestionó varias veces si meterse un dedo por detrás también era malo para su futuro esposo y deduciendo que por el mismo lugar ya habían salido cosas más grandes nada malo iba a pasar.

Asi fue como cuando vio que le metía el dedo por detrás a la mujer, ella hizo lo mismo imaginando que era el hombre quién lo hacía. Rápido busco algo para meterse a la boca sin sacar el dedo de atrás y la otra mano muy pronto llegó a su sexo. Las gotas caían por sus muslos y por más que sentía que no podía venirse otra vez no era capaz de dejar de tocarse, no hasta que ellos dejaran de hacerlo y cuando vio al hombre venirse entre sus nalgas apretó las suyas y cayó de rodillas en el piso apoyando su frente, con las piernas temblando apretando su sexo con ambas manos tratando de apaciguar el placer.

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